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miércoles, 20 de octubre de 2021

Pasear

 


Dicen que Unamuno gustaba de pasear solo, las manos unidas a la espalda y la cabeza hacia adelante. A Machado, que llevaba siempre una cartera con un cuaderno para anotarlo todo, le gustaba también pasear solo para hablar consigo mismo con la esperanza de hablar con Dios un día. Mi vida también está llena de paseos solitarios, sin la intención urgente del primero y sin la esperanza del segundo. Me gusta pasear no para pensar, sino para dejar de hacerlo. Desprenderme de las palabras, de las imágenes, escuchar la naturaleza o mirar el color de las hojas de los árboles.

La fotografía de la imagen corresponde a una de las entradas del parque del Parral de Burgos, la que está enfrente de la ermita de San Amaro. Según la leyenda, Amaro fue un peregrino francés que en su camino de regreso desde Santiago de Compostela a su patria, decidió quedarse en Burgos. Es difícil saber si existió realmente. Las historias que se le adjudican son las mismas que las de otros peregrinos cristianos  medievales. Siempre que la cancela de la ermita está abierta, entro. Me gusta ese espacio. Burgos todavía tiene lugares muy próximos al centro de la ciudad en los que se encuentra uno fuera del tiempo, carreteras de entrada a la ciudad en las que todavía se cultiva el campo al pie mismo de los primeros edificios modernos.

Suelo pasear para dejar de ser. A veces, lo consigo y me encuentro feliz.

viernes, 25 de enero de 2019

Sublevación de fincas


Desde la calle Fernán González las casas de la Llana de afuera parecen sobrecogidas por la belleza de la catedral y andan apoyándose la una a la otra procurando no llamar la atención. No tenían mucho problema en los siglos pasados si necesitaban construir junto a lo que hoy consideramos monumentos. Por todo el país hay edificios adosados a murallas, catedrales, iglesias, castillos, cuando no incrustados, adheridos hasta un punto en el que no puede saberse dónde comienza una propiedad y termina la otra. El urbanismo moderno, tan proclive a la postal y el turismo, tiende a la piqueta para que podamos contemplar esos monumentos como nunca se vieron. Somos víctimas de un sentimiento de la belleza que nos lleva a falsear la historia urbana.

Las casas de la Llana de afuera se encogen ante la sombra de la catedral hasta que un día se vayan empujando una a la otra para pegarse a sus muros. Será algo inapreciable, un movimiento lento y disimulado que durará años, estrechando la calle Diego Porcelos dejándola un tiempo como un estrecho pasillo sin que nadie se asombre. Hasta que un día traspasen la fachada de la catedral, la recorran por dentro, se asienten en círculo bajo el cimborrio y reciban la luz cenital, resguardadas de la lluvia y el viento.

martes, 7 de febrero de 2017

Los parques románticos. El Paseo de la Isla de Burgos en riesgo.


Una de las formas de comprender una ciudad es pasear sus parques. Hay de todo: parques horteras sin gusto, parques sin plantas, parques pretenciosos, parques abandonados en los que crece la maleza y los árboles se asfixian. Pero también hay pequeños espacios amables o parques y jardines que justifican por sí solos la visita a una ciudad, que la dotan de una personalidad propia. Es suficiente para conocer el espíritu que impulsa de verdad una ciudad recorrer sus paseos, sentarse en los bancos, escuchar la naturaleza en ellos aunque a pocos metros el tráfico urbano sea agresivo, contaminante e inhóspito, también comprobar el uso cultural y de esparcimiento que se da a esos lugares. Había una metáfora tradicional y manida que definía los más importantes como pulmones de la ciudad. No sé si pulmones pero sí necesarios para poder respirar, para que resulten más amables y humanas. Es desolador encontrar una ciudad sin parques o con ellos descuidados.

Pocos parques y jardines verdaderamente antiguos quedan en España tal y como fueron diseñados. Algunos de ellos son patrimonio nacional y se encuentran anexos a grandes palacios y casas señoriales, construidos a la manera dieciochesca francesa, pequeñas copias de Versalles. Más antiguo aún, El Bosque de Béjar, antigua residencia de los Duques de Béjar, es un monumento renacentista digno de mejor suerte que la que tiene. Fraccionada su propiedad entre varias administraciones, los recursos necesarios para potenciarlo no llegan y no se termina de encajarlo en ninguna finalidad concreta. Su visita es obligada para todos aquellos que pasan por la ciudad y por sí mismo merece el viaje. Aunque cada cierto tiempo hay propuestas para recuperarlo, estas no terminan de cuajar y el vandalismo hace su aparición de vez en cuando como ha ocurrido recientemente con la destrucción de una de las más bellas fuentes ornamentales, la publicidad institucional para que los bejaranos y sus visitantes lo conozcan y lo aprecien y exijan su cuidado y uso público tampoco es suficiente. También ha sufrido alguna desdichada obra de conservación que más parece obra de vándalos y personas sin conocimiento ni cariño por el patrimonio histórico. Pero ahí sigue. Se accede de forma ilógica a través de un polígono que afea la entrada cuando podría llegarse a él a través de una puerta monumental más cerca de la ciudad, pero ahí sigue, con un esplendor que sorprende a quienes lo visitan. Tanto fue lo que tenía que aún sigue siendo hermoso. Urge su cuidado, su replanteamiento general y su uso para fines turísticos y culturales.

El Paseo de la Isla de Burgos nació en el siglo XIX. Se encuentra en la margen derecha del río Arlanzón cuando este ya ha superado el centro de la ciudad y sus habitantes comenzaron a utilizarlo como lugar de esparcimiento cuando desaparecieron otros usos a los que se destinaba aquel terreno, encajado entre el río, algunas esguevas y un canal que servía a un molino, lo que le daba el aspecto de un islote y justificaba allí la pequeña industria de los lavaderos del importante comercio de lanas, uno de los sectores económicos más importantes de la ciudad hasta finales del XVII.

La ciudad decimonónica crecía más allá de las antiguas murallas y se necesitaban nuevas zonas ajardinadas lejos del Espolón, que se urbanizara en el siglo XVIII dando aspecto señorial, moderno y europeo a la fachada principal de Burgos. Se adecentó primero el paseo principal de la Isla, camino del puente de Malatos, para su uso por peatones y carruajes. Después se ajardinaron los espacios colindantes al gusto romántico. Las sucesivas intervenciones en el lugar convirtieron el parque en un jardín botánico de gran interés, con una cascada levantada con estalactitas y estalagmitas procedentes de la cueva de Atapuerca. En el siglo XX se completó el interés del paseo con restos arqueológicos que se integraron bien entre las plantas.

Oportunamente, la Plataforma Ciudadana en defensa de la Isla ha denunciado esta semana su situación actual ante las autoridades políticas y los medios de comunicación, como ya había hecho público su rechazo al proyecto de 2009. La aprobación de aquella reforma levantó las primeras suspicacias. Los peores temores fueron confirmados tras comprobar el resultado de la obra, realizada en el año 2011, y la falta de cuidado que se observa desde entonces. Se ha descuidado notablemente la vegetación, se ha intervenido con preocupante mal gusto, se ha situado un parque infantil que desentona con el entorno en un bosquecillo de tejos considerado el más meridional de Europa, se impide la natural visión de todo el paseo con una inadecuada y feísima montañita de terreno en forma de cono, etc. Pero también se ha dañado o se ha restaurado inadecuadamente una parte del conjunto de restos arqueológicos que allí se encuentran, de un indudable valor, como ha ocurrido con los arcos donados en su día por el conde de Castilfalé y la portada de la ermita románica de Cerezo. Los despropósitos son evidentes y, lo que es peor, han sido cometidos cuando ya existe la suficiente experiencia para haberlos evitado, con alarde mediático de que se iba a mejorar el espacio y haciendo oídos sordos a las voces discrepantes, a las que se despreció entonces.

Burgos es famosa por su Catedral pero también por sus parques y paseos, por sus hectáreas de arbolado y por su tradicional buena relación con el río Arlanzón. La preocupación ciudadana por estos espacios es perceptible. Hace bien la Plataforma en defensa de la Isla en denunciar lo que ocurre. Por desgracia, en este país tenemos los suficientes ejemplos recientes de cómo actúan la mayoría de los políticos cuando no perciben la vigilancia y participación activa de la ciudadanía. Una ciudad no son sus piedras y edificios, ni siquiera sus ríos o sus jardines. Una ciudad son sus ciudadanos, conscientes de todos sus derechos pero también de todos sus deberes. Uno de ellos, el más principal, es convertirse en opinión pública y hacerse valer ante los despropósitos que acometen con cierta frecuencia los gobernantes. Haría bien el Ayuntamiento de Burgos en hacer caso de la demanda ciudadana, replantearse la reforma que se llevó en su día, ajustarla a una visión más adecuada de lo que es esta ciudad y cuidar tanto los elementos estéticos como la naturaleza de este Parque. Espero, además que esta conciencia ciudadana de cuidado de lo propio se mantenga en Burgos y se extienda por toda España. Es necesaria.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

El Hospital Militar de Burgos reconvertido en Facultad universitaria. Y una piña.



El pasado lunes hablaba, en en este blog, de una piña. Esta es la foto, que no pude subir por problemas técnicos. Este curso se ha trasladado la Facultad de Humanidades y Comunicación de la Universidad de Burgos, en la que imparto mi docencia, a las antiguas dependencias del Hospital Militar (levantado a finales del siglo XIX, fecha también de la plantación de los árboles más imponentes de la zona, pinos y cedros, sobre todo). Los diferentes edificios del complejo no pueden esconder su antiguo uso y para lo que fueron concebidos, pero eso no es malo, pienso que todo lo contrario. La mayor parte de ellos están cerrados, como el edificio central (la antigua capilla y residencia de las monjas de la caridad). Los barracones se han reformado como aularios y los bloques en los que se pasaba consulta desde los años sesenta se dedican a espacios administrativos, despachos de los profesores y lugares de reunión. Se proyecta que el resto se destine a fines culturales y de extensión universitaria. Algunos compañeros se han quejado de las molestias del traslado con las obras sin terminar y las dificultades del inicio de curso, pero de todo eso nos olvidaremos en unas pocas semanas. La Facultad ha ganado en espacios y en posibilidades futuras.

He dedicado varias horas de estos primeros días de clase a pasear por todo el entorno, que ya conocía bien pero sin el interés que posee ahora para mí. Cruzando el río Arlanzón se llega en tres minutos a San Pedro de la Fuente, un barrio que, a pesar de su crecimiento reciente, aún conserva gran parte de su trazado antiguo y sentido de vida tradicional, aunque en peligro por las nuevas superficies comerciales y la aparición de edificios modernos con el tipo de vida actual, anónima y estresante. He buscado en él cafeterías, quioscos, pequeños restaurantes de menú diario, tiendas de toda la vida o que, al menos, lo parezcan. De hecho, en una de las cafeterías de este barrio ya me ponen en la barra el café cortado con vaso de agua de las nueve de la mañana sin pedirlo. También allí se encuentra la biblioteca pública Miguel de Cervantes, que cumple ahora diez años de funcionamiento. Un edificio agradable y muy adecuado para esta función, con personal atento y profesional y una capacidad de organización de actividades que hay que reseñar. A cinco minutos tengo uno de mis espacios favoritos de la ciudad, el barrio de las Huelgas, con esa maravilla monumental que es el monasterio cisterciense. Justo enfrente del monasterio me tomo mi segundo café de la mañana y suelo comer a mediodía.

Lo que más me gusta de la nueva ubicación de la Facultad es la naturaleza que la rodea. El espacio central es un jardín al que le viene bien cierto descuido, sobre todo ahora que caminamos hacia el otoño. Exhibe aspecto de otros tiempos -no se hacen ahora jardines así- y un aire entre rural y bucólico. Los bancos más antiguos tienen verdín que supongo desaparecerá -lamentablemente- con las obras de adecuación. Los rosales aún tienen rosas en septiembre, que llegarán a octubre a poco que el clima ayude. El jardín cuenta con grandes castaños de indias, pinos reseñables por su altura y porte, algún magnolio y plantas típicas del monte bajo mediterráneo. Justo enfrente del acceso se encuentra el parque del Parral, un gran espacio natural de Burgos no siempre bien usado y cuidado. Al otro lado del río, el Parque de la Isla, con su aire burgués y centroeuropeo. Y el río, el Arlanzón, ajardinado en sus márgenes hasta esta zona. Lo cruzo por el puente de Malatos, todo un hito identificador del paso del Camino de Santiago por la ciudad. Creo que durante los próximos cursos pasearé mucho más, para despejarme, meditar o, simplemente, observar el cambio de las estaciones.

Ha sido todo un acierto recuperar este espacio y habilitarlo para funciones docentes. Yo, por lo menos, me siento en gran medida privilegiado. No sé si esto mejorará o no mi docencia, pero sí la calidad del tiempo que paso en mi trabajo. Por suerte -soy afortunado, lo reconozco-, mi trabajo es también mi vocación. He terminado ya de abrir las cajas de la mudanza y colocado mi despacho, puesto en marcha el ordenador con la ayuda de los técnicos del servicio de informática y  comenzado mis clases. Sigamos.







martes, 24 de mayo de 2016

piel en el encuentro con los clubs de lectura de Burgos


Mercedes Álvarez, una de las responsables de que la Biblioteca Municipal de Belorado (Burgos) se haya convertido en un ejemplo a seguir, me ofreció organizar un encuentro de clubs de lectura de Burgos en las fechas en las que se celebra en esta ciudad la Feria del Libro y que este encuentro lo motivara la lectura y el comentario de mi poemario piel. Y, entusiasta, desembarcará con los miembros de su club de lectura en la ciudad para pasar una jornada entre libros. Se verá arropada por todos los miembros de los clubs de lectura de las bibliotecas municipales de Burgos -capitaneados por personas llenas de vocación y entregadas al mundo de la cultura- que puedan acudir.

El acto se celebrará en la sala polivalente de la Biblioteca Pública de Burgos (Plaza de San Juan) el jueves 26 de mayo a las 12:00 y está abierto a todos los que quieran acompañarnos hasta completar el aforo.

Desde que publiqué piel y lo presenté por primera vez en el pasado mes de diciembre en Candelario, todos los encuentros han sido diferentes y entrañables. Esta vez es algo diferente también. Me presento ante un grupo de lectores habituales, acostumbrados al comentario en grupo de los libros que ya han leído. Me gustará saber lo que opinan, lo que sienten e intentaré estar a la altura.

Quiero agradecer a Mercedes y a todas las personas relacionadas con los clubs de lectura de Burgos el hacerlo posible. El libro, como es sabido, contribuye a financiar las actividades de la ONG SBQ Solidario y puede adquirirse en la librería Luz y Vida de Burgos o en la caseta que tiene en la Feria del Libro (Paseo del Espolón). 

lunes, 24 de noviembre de 2014

De nuevo sobre el patrimonio histórico y el comportamiento de las instituciones públicas. La ruina de la plaza del Sobrado de Burgos.


No es la primera vez que traigo a este espacio la situación en la que se encuentra la plaza del Sobrado de Burgos, uno de los pocos entornos con estructura medieval que quedaban en la ciudad y el lugar que conservaba mejor en ella el significado de un núcleo histórico de relevancia. En él se halla, también, la que suponemos es la más antigua imagen del escudo de la ciudad en el conocido como Arco de la Villa.

En mi primer texto sobre esta plaza anunciaba el inminente comienzo de las obras de remodelación de la plaza y alentaba cierto optimismo, así como quería dejar constancia del sabor antiguo que todavía guardaba en el año 2007 (en este enlace). En el segundo, ante la divulgación de noticias desalentadoras, proponía su uso institucional (en este enlace). De hecho, fui el primero en demandar estos usos de un entorno que depende de Patrimonio Nacional tanto por escrito como en conversaciones con diferentes organismos y personas relacionadas con la historia y el arte de la ciudad y el mundo académico. La Acequia se adelantó e inspiró ideas que luego surgieron del Ayuntamiento y de la Universidad.

La plaza del Sobrado se encuentra anexa al Hospital del Rey, un lugar lleno de historia en pleno camino de Santiago (hoy sede del Rectorado de la Universidad de Burgos y de la Facultad de Derecho). Aunque hay pocos estudios al respecto, los documentos y restos avalan su uso como lugar de mercado desde tiempos remotos. Hasta inicios del presente siglo conservaba un sabor propio de otros tiempos y una estructura de plaza cerrada medieval, así como los edificios de viviendas que la limitaban.

Por una parte, la especulación urbanística puso sus ojos en la plaza, como sucedía en aquellos años en España, y ciertas campañas mediáticas y políticas buscaban más presionar a Patrimonio para promover en esta plaza pelotazos urbanísticos que un mero amor por la conservación de un bien histórico y artístico de tanto interés.

Por otra parte, Patrimonio Nacional, al que compete el asunto por ser el propietario de buena parte de los inmuebles, actuó con una notable dejadez, causando con su forma de gestionar todo la ruina del entorno. Un auténtico delito histórico artístico que se ha culminado con el último derribo ocurrido la pasada semana. No estará penado judicialmente, pero es imperdonable que en el siglo XXI ocurran estas cosas y alguien debería hacerse responsable. No quiero dar validez a los rumores que corren por la ciudad que hablan de un interesado proceder por el cual se dejarían caer los edificios vacíos para actuar luego con más libertad sobre los solares. De hecho, solo se hacen las obligadas obras de reformas en los edificios habitados, nunca intervenciones que los mejoren. Y los propietarios particulares no sienten ningún interés en conservar unos inmuebles puesto que nada parece obligarles a ello: ni la propia conciencia. Prefieren no invertir, dejar que las casas se caigan y esperar un futuro comprador de unos solares que antes o después se revalorizarán gracias a las inversiones públicas. Una normativa de conservación se lo impediría, pero parece que nadie tiene verdadero interés en impedir la ruina y la futura especulación. Antes o después aparecerán bloques modernos que no guardarán ningún respeto por la historia del lugar.

Las obras de urbanización de la plaza acometidas por el Ayuntamiento fueron desastrosas, convirtiendo la zona en un ejemplo más de los no lugares que abundan en nuestro país, como ya dije en este espacio: plazas y entornos urbanos que tienen un sabor propio y que tras su reforma se convierten en un lugar que podría estar en cualquier otra parte de España. Se consigue sanear el espacio y ordenarlo pero el precio es muy caro porque se rompe su encanto con una intervención que uno puede hallarse en cualquier otra plaza o calle: el mismo granito, los mismos bancos, los mismos árboles, las mismas farolas, las mismas papeleras. Un espacio sin identidad. De hecho, han desaparecido los restos visibles hasta hace poco de elementos tradicionales de la plaza. No es cuestión de dinero sino de amor por la historia y el arte: con el mismo presupuesto se puede hacer una intervención más respetuosa.

Y llegamos al momento actual. Lamentablemente, las presiones de la especulación urbanística y la dejadez institucional continúan. Mientras tanto, asistimos a cómo desaparece la estructura antigua de la plaza y se pierde una oportunidad única para recuperar este entorno con fines dotacionales y culturales, propios del entorno en el que se halla: el campus universitario y el camino de Santiago. Un ejemplo más de que no aprendemos.








lunes, 13 de enero de 2014

Vieja política y ciudadanía nueva


Una de las consecuencias de los tiempos de crisis como los actuales es que llega un momento en el que las formas de comportamiento tradicionales en la política, las que han conducido la situación hasta el momento crítico, se hacen insoportables para la ciudadanía. El político entrenado en la vieja escuela -aunque sea aún joven- no comprende que las cosas han cambiado y piensa que todavía cabe estirar más el tiempo pasado, en el que forjó su carrera y ganó posiciones en el partido, seguir con los modos y maneras que le hicieron llegar a tener éxito y ocupar un puesto cada vez más alto en las listas electorales. Quizá, incluso, ha tenido antes responsabilidades de gestión y es, por lo tanto, uno de los causantes del estado de deterioro. Cuenta, además, con la pasividad tradicional de la mayor parte de la población que ha aguantado los primeros tiempos de la crisis pensando que las cosas mejorarían pronto para volver a la situación anterior y, después, actuando con cierto temor a perder lo poco o mucho obtenido antes de la crisis. Hay estrategias diseñadas por los asesores de los políticos que contemplan estas situaciones. Pero cuando la crisis se prolonga en el tiempo y no se ve la luz al final del túnel, cuando el número de afectados por la crisis aumenta y los sectores implicados son cada vez más, surge el problema.

Lo que se vive estos días en el barrio de Gamonal de Burgos no es más que una manifestación de ese problema. El viernes también hubo un estallido de malestar social en Melilla y no sería de extrañar que a lo largo de los próximos meses surgieran otros en diferentes localidades españolas. El detonante será siempre algo local: un bulevar con una fuerte contestación vecinal, el reparto de doscientos puestos de empleo, un desalojo provocado por un desahucio, etc. En España, además, hay dos contextos muy delicados en los que todo lo comentado se puede mezclar con combinaciones nacionalistas: el independentismo en Cataluña y en el País Vasco, en donde la situación puede llegar a sobrepasar incluso a los que lideran estas posiciones desde partidos de ideología conservadora.

España lleva demasiado tiempo metida en la bronca política, incluso en épocas de bonanza. Esta crispación que han usado como estrategia los partidos políticos para desacreditar al contrario cala fácilmente en la sociedad y se vuelve ahora contra ellos. Y la sociedad española está crispada porque ve que no se reduce eficazmente el paro, que los puestos de trabajo que se crean son muy frágiles, que lo salarios han caído y todo es más caro. Los políticos -y con ellos la mayoría de los medios de comunicación con ganas de ganar cuotas de audiencia- no han sabido dar ejemplo de diálogo y de gestión eficaz y rápida para solucionar los problemas y se han dedicado a prolongar una situación que es la culpable de la crisis. De hecho, la mayoría de nuestras instituciones están regidas hoy por políticos que tuvieron responsabilidades y ocuparon cargos en la época del despilfarro, la corrupción y los enormes problemas de déficit. No son, por lo tanto, creíbles para una ciudadanía que ya los mira con escepticismo y cuestiona cada una de sus decisiones, incluso las más inocentes y voluntariosas. Más aún si estas decisiones son torpes y no encuentran el consenso adecuado.

El descrédito de las instituciones públicas -Monarquía, Parlamento, Comunidades autónomas, ayuntamientos, partidos políticos, sindicatos, agrupaciones empresariales, etc.- es alarmente en España y no se puede prolongar más sin causar una profundización en el malestar ciudadano y un deterioro en la situación que provoque un mayor sufrimiento social.

El 23 de marzo de 1914, en el teatro de la Comedia, Ortega y Gasset pronunció una de sus conferencias más conocidas, Vieja y nueva política. En ella advertía de lo que ocurría en aquellos tiempos de crisis y formulaba una dualidad que es válida hoy: la España oficial y la España vital. Ortega, liberal y no muy dado a acciones revolucionarias, buscaba impulsar un cambio en la política de su tiempo porque percibía lo que ocurría a su alrededor. La situación es comparable, aunque las fórmulas pensadas por Ortega, un siglo después, no lo sean.

Una de las consecuencias del Movimiento del 15 de Mayo, que algunos se dedicaron a desprestigiar con faciles tópicos, tildar de infructuoso y dar por muerto rápidamente, fue la evidencia de que los ciudadanos podían organizarse eficazmente al margen de las organizaciones tradicionales. Aquel movimiento ha supuesto un impulso al movimiento vecinal y un salto gracias a Internet. Han surgido plataformas cívicas -antidesahucio, de afectados por la estafa de las preferentes, contra el bulevar de la calle de Vitoria de Burgos, etc.-, asociaciones de parados en movimiento, se han impulsado medidas legislativas a partir de la recogida de firmas, se han organizado grupos de apoyo en barrios marginales, etc. Basta con repasar la prensa española de los últimos meses para recoger decenas de ejemplos. No estamos ya ante la algarada o la acción espontánea tradicional, sino ante un frente de acción ciudadana creciente en el que se incluyen personas con apenas formación pero mucha vocación junto a titulados universitarios y profesionales con altos conocimientos de informática o idiomas.

El político tradicional, aunque sea joven, tiende a despreciar estos movimientos, a no verlos, a no tenerlos en cuenta. En el peor de los casos porque no los comprende, porque no los considera parte de la democracia institucionalizada en los partidos políticos y el asociacionismo clásico. Suele usar argumentos falsos democráticamente como aducir que él tiene más votos, que él ganó las últimas elecciones y está legitimado para llevar a cabo su acción de gobierno sean cuales sean las circunstancias. En el caso necesario, utiliza la fuerza policial para imponerla y también usa la vieja retórica de que la violencia la causan agentes externos infiltrados venidos de fuera de la localidad. El político viejo, aunque sea joven, no entiende que los ciudadanos quieran participar en la vida política y busquen cauces para hacerlo y no acepten que no se les deje participar en algo que es parte esencial de su vida. Por desgracia, la violencia -condenable siempre y más cuando se individualiza contra otros ciudadanos- suele aparecer con demasiada frecuencia cuando a un colectivo no se le escucha ni se le dan soluciones a sus demandas.

En las democracias anglosajonas, que tanto solemos despreciar los latinos, hay cauces eficaces para que estas iniciativas ciudadanas expresen su malestar: sus propuestas son tenidas en cuenta a la hora de legislar, pueden visitar a su diputado, que está obligado a mantener un despacho electoral, son recibidas como un lobby más, se convocan referendos con frecuencia en los que los ciudadanos expresan su opinión sobre la construcción de un centro comercial o sobre una iniciativa legislativa de calado.

El eficaz uso de las herramientas tecnológias por parte de estas agrupaciones de ciudadanos hace cada vez más difícil la tarea de un político viejo, aunque sea joven. Más aún en tiempos de crisis como los actuales. La información y la opinión se canaliza eficazmente, así como las convocatorias de acciones concretas.

O los políticos comprenden que hay que abandonar la política vieja, sus maneras, sus discursos y sus costumbres o serán sobrepasados por las circunstancias. Y con ellos quién sabe cuántas instituciones, partidos y organismos que hoy parecen muy asentadas en España. O eso o se da un rápido desarrollo económico que haga que los ciudadanos olviden esta crisis y vuelven a adormecerse.

domingo, 12 de enero de 2014

El bulevar


Este fin de semana han coincidido dos conflictos en España que han acaparado la atención de los medios de comunicación. En apariencia, son diferentes y no tienen nada en común. El primero, en Melilla. En esta ciudad, la adjudicación de doscientos empleos públicos provocó un gran malestar en los barrios marginales. La tensión creció hasta que tuvieron lugar varias horas de enfrentamiento entre vecinos de estos barrios y la policía. En principio, por lo tanto, estos hechos tienen origen en la situación de paro de estos lugares agravada por las peculiaridades locales de la ciudad, fácilmente entendibles por la mayoría de los que acceden a esta información.

El segundo de los conflictos mencionados, en el barrio de Gamonal de Burgos. Estos hechos son menos comprensibles para los que no conocen los acontecimientos ni su larga gestación. Gamonal, antiguo municipio burgalés de larga historia (fue sede episcopal antes que Burgos), fue incorporado a la ciudad de Burgos como barrio a mediados del siglo XX. A partir del polo industrial creado allí por Franco, se produjo una fuerte inmigración procedente, sobre todo, de los pueblos de la provincia. Hoy en día es uno de los barrios más populosos de la comunidad de Castilla y León. Es, por lo tanto, uno de esos barrios de crecimiento rápido, con los problemas urbanísticos y de servicios, que existen en todas las ciudades españolas que tuvieron un desarrollo industrial a mediados del siglo XX. Su integración en la ciudad nunca ha sido perfecta y tanto en la conciencia colectiva como en la organización vecinal existe un sentimiento de diferencia. Precisamente por eso, allí es más fuerte que en el resto de la ciudad el asociacionismo y la presencia de activos grupos de difrerentes ideologías. Aunque la ciudad está por debajo de la tasa media de desempleados existente en España, el paro ha crecido, especialmente en los sectores más gravemente afectados en esta crisis: los jóvenes y los mayores de cincuenta años. También ha crecido el número de jóvenes que han tenido que buscarse la vida fuera de la ciudad y de la comunidad.

En cuanto al motivo inicial del malestar social que ha ocupado los medios de comunicación, tiene raíces más largas que lo que han informado los medios nacionales. Todo lo que se relaciona con el urbanismo de la ciudad y la construcción tiene siempre la sombra de la duda: debe recordarse que en Burgos tuvo lugar uno de los primeros grandes escándalos de corrupción asociada a estas cuestiones tras el franquismo. Por otra parte, hace unos años, los vecinos ya impideron con sus movilaciones la construcción de un aparcamiento subterráneo en la calle de Eladio Perlado. El actual proyecto del equipo municial de construir un bulevar en la calle de Vitoria, que atraviesa el barrio y es una de las vías de comunicación más importantes de la ciudad, también ha contado con la oposición de sectores importantes de los vecinos, que han recogido firmas, hecho alegaciones y protagonizado movilizaciones de todo tipo hasta la concentración del viernes pasado que terminó, por la intervención de un grupo de radicales, en los actos violentos que se han visto en los informativos.

En principio, podría parecer irracional la oposición vecinal al mejoramiento de la calle de Vitoria para trasformarla en un bulevar que, según el proyecto, haría más amable el tráfico rodado de la zona. Pero el descontento con las obras de los otros tramos del bulevar ya inaugurados, la sombra de la duda sobre el coste en tiempos de crisis como las actuales, el alto coste de las plazas del aparcamiento subterráneo proyectado en el lugar en el que ha estallado el conflicto y la desaparición de plazas de aparcamiento en la calle, son parte de las razones aducidas por los vecinos.

No hay nada que justitique los actos violentos protagonizados por unas decenas de personas, aunque hayan conseguido poner el conflicto en las televisiones de todo el país. Pero tampoco es justificable -aunque a otro nivel- la cerrazón de los gobernantes que no han tenido en cuenta el descontento de sectores importantes del barrio. Estamos ante otro de los ejemplos de ceguera y sordera que han presidido la política española de las últimas décadas. Si un proyecto municipal -o regional o nacional- en materia de urbanismo debe imponerse con las fuerzas de seguridad en la calle, alguien debería replantearse si no está haciendo algo mal, aunque solo sea en materia de comunicación y si no conviene reunirse con los vecinos afectados para buscar soluciones pactadas y salir a los medios de comunicación para explicar bien lo proyectado. En una democracia, los votos no lo son todo.

Melilla y Gamonal son dos ejemplos de lo que puede estar larvándose en la España actual. El malestar social evidente por los efectos de la crisis y de la corrupción que ha inundado el país, el descontento ante la situación actual en la que hay paro y trabajo en precario, la falta de confianza en cualquier decisión política no explicada suficientemente, la mera sospecha de comportamientos similares a los que nos han traído a la crisis, etc., son combustibles fáciles de incendiar.  A este combustible se suma que cada vez son más los ciudadanos organizados en plataformas, asociaciones y agrupaciones y que tienen una mayor capacidad de acción política, mediática y legal. Si los gobernantes locales, autonómicos y nacionales no les hacen caso pretendiendo que el cauce exclusivo de la democracia son los partidos políticos representados en las instituiciones de acuerdo a las últimas elecciones, la conflictividad irá en aumento y siempre existirá la tentación de la violencia -contemplada ya por los gobernantes en la reforma legal en materia de seguridad ciudadana-. La causa es común y general aunque los conflictos que se desarrollen tengan motivaciones y matices locales. Como no es esperable que la situación económica de los españoles mejore de forma considerable en el presente año, tendremos más estallidos como estos. La pregunta es si tendremos también los políticos adecuados que sepan prevenirlos y tratarlos adecuadamente para reducir el creciente malestar social.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

El paseante descubre la Catedral de Burgos


Y estaba allí y no la veía. De tanto ceño y urgencia la ciudad se me había hecho laberinto oscuro y frio. El horizonte era la punta de mis zapatos. No sé cuántas esquinas he doblado en estos tiempos sin encontrar el camino. De pronto, las cosas han ido más lentas y hubo una intuición de luz y altura. Fue pasar de la sombra a la luz más deslumbradora. Como si todo se hubiera preparado para que este día -gozoso y preciso- surgiera delante como si nunca hubiera estado allí o como si alguien, con la ternura de quien te conoce y quiere, la hubiera restaurado solo para ese momento en el que el sol, al doblar aquella esquina, abría la penumbra de las calles y consiguiera marcar la salida del laberinto y que te reconciliaras con ella.

martes, 5 de mayo de 2009

Brgs y Rosa de Lima


El videoblog es un formato en plena expansión en Internet. Desde hace tiempo, podéis ver en La Acequia el enlace permanente a uno de ellos cuyo autor, nuestro querido Blogófago, ha ido perfeccionando. Ha elegido, entre las varias posibilidades de la modalidad, la de dar testimonio de acontecimientos locales desde una óptica muy personal. De hecho, cubre aspectos de una forma en la que deberían hacerlo los medios de comunicación audiovisuales: un nuevo ejemplo de lo necesario que son los blogs para conocer aspectos de la vida a los que el periodismo parece haber renunciado. Es significativo que algún organismo local los recoja para promocionar Burgos y no pueda hacer lo mismo con los de los medios de comunicación locales.

Su entrada sobre la nueva estación de Burgos, Rosa de Lima (sobre cuya apertura debatimos aquí y ya fue tratada en formato de video por otro excelente blog burgalés, A vista de cerdo, y que sigue causando una viva polémica en la ciudad por su ubicación -sólo justificable por la enfermedad inmobiliaria que recorrió España hasta la crisis económica-, estado de obra permanente, incomodidad para el viajero y más que criticable gestión de su accesibilidad por parte del Ayuntamiento), es un ejemplo de lo que puede hacerse desde un videoblog. Podéis verla aquí.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Un poco de política local, pero no sólo.


Ayer se inauguró la nueva estación ferroviaria de Burgos. Este hecho ha causado una viva polémica en la ciudad.

Por una parte, se encuentran los que se felicitan por contar con una nueva infraestructura pública en la ciudad y por el hecho de que hayan desaparecido las vías del centro de la ciudad.

Por otro, aquellos que lamentan el emplazamiento de la nueva estación, alejada no sólo del centro sino del casco urbano de la ciudad: los edificios más cercanos están a más de un quilómetro. Es cierto que el barrio más poblado de la ciudad, Gamonal, está un poco más cerca de esta nueva estación de la vieja: pero sólo un poco y, para llegar al tren, no es recomendable ir andando por un descampado con el clima burgalés, especialmente a la caída de la tarde, con lo que los habitantes de este barrio deberán seguir usando sus vehículos particulares o los medios de transporte públicos para llegar a la nueva estación. Ahora, toda la ciudad deberá desplazarse en automóvil privado, en taxi o en autobús urbano a la ciudad: antes, esto no sucedía.

Por otra parte, los turistas que llegaban antes a Burgos -y Burgos es una ciudad con un gran turismo de día y un potencial de desarrollo enorme en esta cuestión con su gran interés cultural y económico-, podían, en diez minutos andando, estar en el centro de la ciudad: en quince se podían hacer una fotografía ante la Catedral. Ahora no: deberán tomar un taxi o un autobús, si pueden. Los estudiantes de fuera de la ciudad que se desplazaban a Burgos a estudiar a la Universidad, podían entrar en sus clases tras un paseo de media ahora: ahora no.

No son los únicos problemas: la estación está mal comunicada. Hay pocos taxis y sólo una línea de autobuses, cada hora, que acerca a los viajeros al centro de la ciudad. Y los fines de semana no da servicio. A partir de enero, habrá una sola línea de autobuses cada 20 minutos, que recorrerá de un lado a otro la ciudad: debería tener menor frecuencia porque es la línea que vertebrará la ciudad y no debería ser la única.

Una de las cosas que más me llamó la atención a mi llegada a Burgos -en el 93-, fue la dependencia del automóvil en esta ciudad: para la densidad de población, las distancias son excesivamente largas. Hace tiempo, oí a un político de la oposición criticar que para comprar un litro de leche había que gastar otro de gasolina. En Burgos hay pocos supermercados de proximidad.

Burgos es una ciudad hermosa a la que amo. Cuenta con un potencial de desarrollo enorme, especialmente ligado a los campos humanísticos: el español como lengua extranjera, la potenciación del patrimonio como bien turístico, su enclave en el Camino de Santiago, la riqueza artística y paisajística de toda la provincia, etc. Por eso me duele que no se sepan cuidar estos aspectos que contribuirían a dinamizarla y que, hasta los menos avezados, deberían comprender como aspecto de modernidad y fuente de riqueza.

Hace unas semanas, la autora de una columna periódica en un diario de la ciudad se felicitaba porque al fin se perdían de vista las vías: esta felicitación define una parte del error. Perder de vista las vías del tren no es bueno. Delata que no se piensa en el ten como forma eficaz de comunicar una ciudad con el resto en el siglo XXI.

Hay muchas formas de evitar las molestias ocasionadas por el tren a su paso por una ciudad. El desvío fuera del caso urbano no es, nunca, la mejor.

Pero esto ya es inevitable porque ya está cometido el error: ahora lo que hay que demandar es que se acaben cuanto antes los accesos, que el Ayuntamiento ponga más líneas de autobuses con una frecuencia menor y presione a los taxistas para que den mejor servicio a la estación, etc.


Ahora bien (y éste es el verdadero tema de esta entrada) todo esto es un ejemplo de cómo se puede conducir a la opinión pública. Se recogieron las quejas ante las molestias ocasionadas por el tren, se magnificaron las muertes ocasionadas por las imprudencias o por decisiones personales (páginas completas y portadas en los periódicos: lo que no sucede en ninguna ciudad). En lugar de promover soluciones reales a esos problemas -que existen en todas las ciudades en las que pasa el tren-, como impermeabilizar las vías, controlar el acceso de las personas, suprimir los pasos a nivel, adecentar su paso por la ciudad, construir dignos pasos inferiores y superiores para cruzarlas, promover pantallas contra el ruido con instalaciones culturales, artísticas y deportivas, da la impresión de que se pensó más en el negocio en una época en la que todo, en este país (desde los clubs de fútbol hasta la financiación de los ayuntamientos), pasaba por la urbanización desmedida y la construcción: en lo que se iba a construir junto a las nuevas vías -están preparados los terrenos y sólo la crisis económica ha impedido que ya se saltaran de nuevo las vías, provocando los mismos problemas que se querían solucionar-, en la promoción de suelo con su consiguiente beneficio en las arcas municipales y en las cuentas de los dueños de los terrenos y los constructores y en lo que se iba a obtener al poder edificar masivamente en el entorno de las antiguas vías.

Cualquiera que se moleste un poquito, podría descubrir, en las hemerotecas y en los archivos audiovisuales de los medios de comunicación locales, este proceso en los últimos años y podrá estar al tanto de cómo se van a ignorar todos los problemas ocasionados por la decisión, los próximos muertos en el nuevo trazado ferroviario y los ruidos y accidentes y atropellos ocasionados por la vía de circulación -que llaman bulevar pero no lo será- que se construirá encima del antiguo trazado ferroviario. Me gustaría equivocarme y, si se me demuestra lo contrario, publicaré mi rectificación en este mismo lugar.

Estas decisiones las toman quienes se desplazan a todos los sitios en coche oficial y quienes hace demasiados años que no usan el transporte público más que para las inauguraciones: los que ayer se hicieron la foto juntos. Y son aplaudidas por aquellos que dejan manipular con facilidad sus emociones.

viernes, 25 de abril de 2008

Nuevos usos para el burgalés Palacio de la Isla

Es curioso cómo algunos usos marcan un edificio en la memoria colectiva. En este inmueble burgalés, fijó su residencia Franco en los dos últimos años de la Guerra Civil española, cuando el avance de las tropas sublevadas contra el gobierno republicano le animaron a trasladar la sede de su gobierno provisional, que hasta entonces se fijaba en Salamanca, ciudad más cercana al refugio de Portugal que hubiera sido su destino si la solución de la guerra hubiera sido distinta. De hecho, fue aquí donde se redactó y firmó el parte que daba fin a la guerra , que se leería en la emisora local de Radio Nacional, y cuyas palabras tenemos grabadas todos los españoles mayores de 40 años. La estancia de Franco y su Estado Mayor hace soñado el pasado burgués de este edificio de finales del XIX y el fugaz paso por él de las instituciones preautonómicas de Castilla y León. Poco después sirvió también para acoger provisionalmente una comisaría de policía tras un atentado de ETA y para otros fines locales. Desde entonces, este edificio parecía un caserón fantasmal, a la espera de la rehabilitación de un pecado del que no tenía culpa.

Hoy he asistido a su inauguración como sede del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. Tras los discursos protocolarios queda el trabajo: será el día al día el que dote de nuevas voces a estas paredes. Es un buen ámbito para que salgan proyectos que divulguen lo mucho de bueno que tiene esta tierra relacionado con la lengua y la literatura. Sin localismos ni miradas al ombligo: hacia un mundo, el de la cultura, en el que las fronteras no tienen demasiado sentido.

Está tan cerca de mi locus amoenus, en el que situé la narración Nocturno, que he ido andando desde la Facultad y, por el camino, me ha sorprendido un día de primavera avanzada. En las aguas del Arlanzón, espejaba un sol casi de mayo. Hoy, con esta luz, parecían mentira algunos años duros de nuestra historia.

sábado, 15 de marzo de 2008

El no-lugar en la Plaza del Sobrado

Han terminado ya las obras de urbanización de la Plaza del Sobrado, de cuyo inicio di cuenta aquí en su día, también para proponer usos institucionales. Los promotores de la urbanización y muchos más estarán contentos: se han terminado los charcos de agua, el polvo y el barro; se ha alcantarillado e iluminado la zona y puesto un mobiliario urbano de última moda. El aspecto final es limpio y aseado, por supuesto. Pero sin personalidad, sin ningún carácter que le dé identidad. Esta intervención es igual a la de otras partes de la ciudad, a la de otras ciudades. No creo que cueste económicamente más pensar en soluciones originales para lugares con tan especiales características y tan cargados de historia que aun en el inicio del siglo XXI conservaban aires de otros tiempos en plena zona de desarrollo urbanístico. La Plaza del Sobrado tiene su origen en la fundación, en el siglo XII, del Hospital del Rey y guarda muchas características del siglo XVI. Entre ellas, el famoso Arco de la Villa que preside uno de los accesos.
Se ha optado por el no-lugar, ese formato tan generalizado que uno se lo encuentra en cualquier viaje a cualquier sitio. No estorba pero no mejora, no subraya. No dice nada. Se ha extendido la manía de que nuestras ciudades deben ser todas iguales y se copian las losetas del suelo, los bancos, los árboles, las papeleras. Hasta el aire. Es una pena.

Aun así todavía hay esperanza para este lugar: si se hiciera algo inteligente con los solares, con los edificios que rodean esta plaza, con el entorno -con una normativa que impidiera que en las fachadas proliferaran elementos que distorsionan la naturaleza del lugar, como denunciaba Scop, un comentarista de La Acequia, en una vieja entrada-. Si los nuevos edificios que se levanten, además de guardar una estética en consonancia con el lugar o que sean modernos pero con la personalidad adecuada, se destinasen a usos institucionales que dieran vida y referencia a la Plaza, si toda la zona respetase la proximidad del Hospital del Rey, de las Huelgas, la ermita de San Amaro, el parque del Parral, quizá se pudiera perdonar que se haya querido llevar el no-lugar a la Plaza del Sobrado.

Sería una forma de demostrar que nuestras ciudades nos importan, que sabemos respetar su legado y proponer, hacia el futuro, espacios identificables a la altura de su historia.




jueves, 4 de octubre de 2007

El creador de leyendas.



El mundo es tan frágil e incierto que, para sobrellevarlo, necesitamos apoyarnos en narraciones mágicas. Todas ellas fueron creadas por alguien aunque no conozcamos su nombre. Algunas nos manipulan para ponernos el bocado como a las caballerías: freno a la originalidad del pensamiento o cauce forzado de sentimientos colectivos. A veces el bocado lo aceptamos mansamente por nuestro miedo a ser libres. Pero no quiero hoy caer en lo teórico y llevar la argumentación a lo político, lo teológico ni lo histórico. He pasado mala noche y llevo un mal día, estoy cansado y con desgana. Qué se le va a hacer. Quizá necesite descansar la mirada.


Voy a contar un secreto. Uno, en su vida, ha hecho muchas cosas, como todos. De algunas no quiero acordarme, de otras voy haciéndolo por aquí. De joven trabajé como guía turístico una temporada. Hablo de hace más de veinte años. Ya contaré mis experiencias en el interior de la Catedral de Burgos que merecerían ser narradas por Esquivias no sé si en su purgatorio o en su infierno. Pero hoy toca esta fachada barroca, la de la Universidad de Valladolid.

Un verano, con un grupo al que había acompañado a Salamanca mostrándoles el manido tópico de la rana de la fachada de la portada de la Universidad, surgió la pregunta de si en la de Valladolid no había animal emblemático. No sé por qué les dije que no pero que, si tuvieran la osadía de contar el número de columnas de la fachada, corría la tradición de que no aprobarían jamás los estudios. Algunos, los menos supersticiosos, iniciaron la suma. Otros se taparon los oídos, alarmados. Reconozco haber pasado un rato divertido. Volví a contar la anécdota varias veces ese mismo año y en los siguientes, a grupos de visitantes pero también a amigos y compañeros. Lo gracioso del asunto es que, tiempo después, cuando yo mismo lo había olvidado, una persona me la contó como algo que se decía desde antiguo. Ya no sé bien si me inventé la historia o la había oído de niño y la rememoré de forma inconsciente.

Quizá ahora debería pensar algo para mis gárgolas del Hospital del Rey de Burgos para recibirlo cuando esté a punto de jubilarme y dude ya, definitivamente, de todo. Si me sobrevivo.

Todavía hoy no he sumado el número de columnas, pero sí que le he contado la leyenda a mi hija Elena.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Premio-meme.


La red, en gran medida, es una corriente de emociones de todo tipo. Ya he hablado aquí de cómo me ha atraído la posibilidad de establecer comunicación con gente que, de otro modo, difícilmente conocería. En mi caso, esta gente se acumula a aquella con la que me relaciono a diario fuera de la pantalla del ordenador, no la sustituye. Y, además, desde hace un año he tenido la gran fortuna de citarme con varios de los blogueros con los que me escribo, darme la mano, charlar y encontrarme con gente muy interesante y afín. Y aun tengo pendientes varios encuentros que enriquecerán mi vida.
El caso es que Sonia San Román, a la que no conozco más que a través del ciberespacio pero que, estoy seguro, veré en la primera ocasión que se tercie, me concede un premio-meme, al que corresponde la chapita que encabeza este texto. Lo acepto y pongo en mi columna de la izquierda por lo que tiene de corriente emocional y de afinidad de pensamiento con esta escritora riojana que tan apasionadamente escribe, con las ansias de quien tiene mucho dentro. Gracias, Sonia.
Este premio tiene rebotica: se debe otorgar a cinco blogs que te hagan reflexionar sobre las cosas que escriben y poner, en el texto, un enlace al blog original que, con esta idea-meme querrá ser uno de los más citados, supongo.
En mi caso, tengo una gran dificultad: cualquiera de los que enlazo en la columna de la izquierda merecería este premio. A todos ellos los consulto a diario, aunque las fuentes de mi explorador se empeñen en decirme que no se han actualizado. Pero sé que comprenderán los no citados ahora lo que voy a hacer, puesto que saben mi opinión sobre ellos, que les trasmito en mis comentarios a sus entradas. Alguno, además, respirará con alivio al no verse en el premio-meme. Quiero citar hoy sólo a los que asistieron a la primera reunión de blogueros burgaleses por lo que aquello supuso para mí y mi toma de conciencia de las posibilidades de esta comunicación creativa. Por orden de llegada la reunión: Caminando en el desierto, Código de Barras / Burgos, Quinta essentia, A vista de cerdo y Blogófago. Se lo merecería igual Edu de Neoburgos, que también estuvo, que tan gentil es con nosotros con su lista de correo, su disposición a ayudar y sus ideas, pero, aunque muy útil y de consulta diaria, no es un blog. Y La Voz de Gamonal, tan oportuna siempre, si nos presentara pruebas de su presencia y de que en su largo camino no se perdió o confundió de lugar o de hora ;-).
Por mi parte estáis premiados siempre, sigáis o no las reglas de este premio-meme. Es sólo una oportunidad más para demostraros mi afecto.

martes, 25 de septiembre de 2007

En el pasaje de la Flora (a la espera del infierno).


Entrar en el pasaje es certificar como notario la oportunidad del escenario elegido por parte de los alucinados expedicionarios de Óscar Esquivias en La ciudad del Gran Rey. A la espera de la novela que cierre el ciclo dantesco iniciado con Inquietud en el Paraíso y nos lleve hacia el interior de nuestro propio infierno, el paseante cree atisbar, en las ventanas, miradas suspicaces de gente a la que la realidad se le ha hecho extraña y que aun no ha descubierto la clave para aventurarse segura en la ciudad cambiante.


El balcón, que uno juraría soñado, parece descender hacia la sombra, desesperadamente huyendo de la luz de este mediodía que ya es de otoño. Qué extraño balcón. Qué extraño pasaje en el que desaguan todas las desorientaciones del paseante. No sé cómo he terminado hoy aquí, tampoco sé si he llegado a salir y aun estoy, agazapado en un rincón, a la espera de que reine la noche y mi sombra no me delate.
[En realidad, la perspectiva que yo quería retratar era ésta, pero ya lo hizo hace semanas Nacho Carreras, mejor que yo.]

jueves, 13 de septiembre de 2007

Ahogo de luz.


Siento en las gárgolas vocación de oscuridad. Por eso, estas gárgolas del hermoso patio renacentista del Hospital del Rey de Burgos retuercen sus rostros, ahogadas por la luz del mediodía. Esperan con ansia las primeras sombras de la tarde para recobrar sus fauces nocturnas y vomitar por sus bocas sustancias viscosas que atrapan al desprevenido paseante. Hay quien piensa que de ellas copian su esquivo comportamiento los que diseñan las campañas de nuestros políticos. Nunca al sol, siempre secretos. El candidato, que no está hecho de piedra tan permanente como ellas, se expone al desgaste de la luz, mientras, ciego, lo guían desde las sombras. Quizá, alguno...


martes, 17 de julio de 2007

La Plaza del Sobrado



Ahora que las instituciones implicadas se han puesto a la labor de urbanizar esta plaza, que se encuentra justo detrás del edificio que ocupa el Rectorado de la Universidad de Burgos, es hora de publicar esta foto. La plaza se encuentra en un estado de abandono notable y tiene cierto sabor rural. A ella se accede por un arco de interés que deberá ser restaurado. Aunque las noticias no lo aclaran suficientemente, espero que en los solares de estas casas que serán derribadas antes o después aparezcan edificios administrativos y dotacionales que sabrán respetar el entorno y recordar con elegancia el origen de este lugar. No podría concebir un uso privado ni edificios tan espantosos como los que están tapando el cercano Monasterio de las Huelgas. Hablo de un lugar que está en el Camino de Santiago, anexo al Hospital del Rey, en pleno corazón del Campus universitario. Es decir, un espacio que, si se arregla con cuidado, podrá ser mostrado como ejemplo de tratamiento de un rincón sereno a los peregrinos, profesores visitantes de la Universidad y estudiantes de todo el mundo. Y, si se aprovecha con acierto, puede convertirse en una zona con dedicación cultural. Hay lugares en los que no se puede cometer errores, y este es uno de ellos. Me horroriza la idea de perder esta plaza, con lo que puede tener de provechosa para la comunidad universitaria (y, por lo tanto, para toda la sociedad).
De todas las formas, ahora que comienzan las obras, quiero fijar aquí parte de su aspecto rural, con esos tractores viejos que yo he visto siempre aparcados en un rincón. En su estado actual nos habla de otras épocas, de un pasado que se ha agarrado hasta ahora a la fiereza del presente, resisistiéndose a desaparecer. Con todos sus problemas -el barro, en invierno, la hacía impracticable; por la noche, la oscuridad desaconsejaba pasar por ella-, la plaza tenía su encanto. Como su nombre: del Sobrado. Esta plaza podría ser el inicio de una novela biográfica, al estilo de la trilogía de La lucha por la vida de Pío Baroja o La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza, en las que un chiquillo comienza a descubrir el mundo desde un pulmón pequeño y retirado para llegar tan lejos como su ambición le lleve y el sistema social se lo permita. Quizá algún día la escriba, quizá con estas líneas ya la comienzo.
Qué será de ella.

martes, 26 de junio de 2007

Nominación de estatuas.


En mi paseo, esta mañana, comprobé que al fraile constructor se le ha colocado una placa: "Domingo de la Calzada. Ingeniero del Camino. Escultor: Francisco Ortega". Nominación de la estatua que germinó en primavera.
Aun así, el rostro del fraile constructor sigue hosco, enfurruñado con la ciudad o con las tripas revueltas por tener dentro los pecados de los urbanicidas actuales. Quizá le han explicado lo de Burgos 2016 o se ha enterado de la agresión a Santa María la Real de Las Huelgas.
Lo que me falta por saber es si la placa se había encargado antes o alguien la fabricó para aprovechar esta estatua brotada con las lluvias de mayo e intentar domesticar su furia.
[Francisco Ortega es un buen escultor y la estatua es apreciable. Recomiendo de él un magnífico busto en bronce de Cánovas del Castillo sito en el Congreso de los Diputados de Madrid.]

martes, 19 de junio de 2007

Formas de destruir una ciudad hermosa.



A Isabel, en su cruzada del azufaifo del Mediterráneo.

Desde lo que será una gran vía de comunicación sobre los terrenos por los que ahora trascurre la línea ferroviaria, ya no será posible contemplar la silueta de uno de los edificios más hermosos de esta ciudad. La vía del tren, en un error que se lamentará con el tiempo, se traslada lejos del centro urbano cambiando de lugar el problema de seguridad y de comunicación que planteaba, pero no solucionándolo.
Esta iniciativa tan poco debatida, ha hecho que se hayan revalorizado los terrenos que están a sus lados. En ellos se están construyendo barrios enteros sin demasiada gracia arquitectónica a elevadísimos precios. Todos tenemos responsabilidad en esta locura.
Ahora bien, alguien ha dejado construir, en un espacio abierto, unos espantosos chalets que esconden el monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas, integrado en el Patrimonio Nacional y que debería haberse librado de esta contaminación visual (que traerá, además, otras agresiones al monasterio con el tiempo). Las nuevas casas esgrimen sus horribles siluetas sobre la humilde delicadeza de la torre monacal. Ni siquiera se construye con la gracia de edificaciones anteriores y se prefiere moles pesadas e inhabitables. Hasta los centros públicos edificados junto a las tapias optan por la fealdad de los contenedores.
Sé que muchos no comprenden lo que digo, que piensan que estos restos de la Historia son estorbos y que el mundo hoy debería ser exclusivamente funcional y efímero. A estos ni les pido que comprendan el placer estético. Me gustaría poder convencerles con sus propios argumentos: la rentabilidad económica de un turismo cultural basado en la Historia, en el Arte, en la Lengua, en el Patrimonio de la Cultura. Me gustaría convencerles de los beneficios sanitarios y para la calidad de vida de tener ciudades humanas y que sepan integrar la Historia con la modernidad. Me gustaría enseñarles ciudades horriblemente maltratadas por sus habitantes para que huyeran del espanto. En fin...
¿Qué nos han hecho nuestras ciudades para que las destruyamos de esta manera?
¿Por qué las hacemos feas, inhóspitas, incómodas e inhumanas?
Así no, así no.