El Quijote, novela ejemplar
Entre los especialistas existe la certeza, casi de forma unánime, de que Cervantes comenzó a escribir
El Quijote como si fuera una
Novela ejemplar más. En origen sería un relato breve que abarcaría los seis primeros capítulos: desde que el hidalgo se vuelve loco hasta el juicio de los culpables de dicha locura por el cura y el barbero.
He de aclarar aquí que el concepto de ejemplaridad, en estas novelas, no hace referencia exclusiva a la moral o, al menos, no alude tanto a la ejemplaridad moral como a la literaria, aunque en ellas haya ejemplos de comportamiento que suman una propuesta cívica
. Es un tema
debatido entre los críticos ante la ambigüedad del concepto y su dificultad de aplicación a todos los relatos, no explicado del todo por Cervantes en su inteligente
Prólogo al lector en el que dice sin decir:
una mesa de trucos, donde cada uno pueda llegar a entretenerse, sin daño de barras; digo, sin daño del alma ni del cuerpo, porque los ejercicios honestos y agradables antes aprovechan que dañan.
La virtud moral que subyace en la propuesta cervantina es
la eutrapelia de raíz aristotélica (aclaro: una forma de ver el mundo y juzgarlo a partir de un justo medio que no excluye, sino todo lo contrario, el entretenimiento amable; de ahí que la crítica cervantina se mantenga siempre en niveles desde los que procura un efecto que sería difícil de conseguir con el rechazo que procura la acidez y la severidad de, por ejemplo, Quevedo).
La colección de
Novelas ejemplares es un muestrario de formas narrativas (
ejemplos a la italiana, picaresca, pastoril, bizantina, etc.) que se completaría, así, con la de caballerías, que se hubiera echado de menos en una colección construida con dicha idea. Siempre me ha producido sorpresa el uso como textos de ejemplaridad moral de estos relatos que contienen tantas cosas políticamente poco correctas o historias de sexualidad abierta como
El celoso extremeño (que ya sufrió, para su impresión en 1613, una eliminación de pasajes comprometidos), en especial en épocas de control moral extremo.
Todas ellas, además, tienen un aspecto común: Cervantes cambia las normas de estas modalidades desde dentro (en esto consiste la parodia). Por ejemplo, en
Rinconete y Cortadillo usa de la picaresca, pero los jóvenes no son exactamente pícaros ortodoxos; en
El casamiento engañoso toma la novela breve italiana, pero le inyecta dentro una fábula,
El coloquio de los perros, que es otra forma de picaresca, pero cuyos protagonistas son perros;
La gitanilla sería un relato pastoril, pero protagonizado por un sector marginal de la población española y en un espacio real. La intención de
El Quijote sería, por lo tanto, reventar el relato de caballerías desde dentro extrayendo lo mejor de él pero en otro espacio estético.
Siempre que tomo en mis manos un volumen de las Novelas ejemplares, además de disfrutar de sus historias, personajes y lenguaje, sé que tengo en mis manos un catálogo de modalidades narrativas a la manera de los viajantes que ofrecían el género que llevaban en su maletín, pero con la inteligente propuesta cervantina de que había que renovar los géneros buscando nuevas variantes que, sobre todo, los acercaran a la realidad y la verosimilitud. Veremos cómo El Quijote supone recoger esta idea de la colección de las Novelas ejemplares, pero de otra forma: constituye, en gran medida, en una novela en cuyas páginas están todas las formas narrativas de mayor éxito subordinadas a la idea principal, y a las que se añaden, además, fórmulas procedentes del relato folklórico.
El Quijote se propone a sí mismo como la suma de todas las modalidades integrándolas en la propuesta cervantina de que la más adecuada para los nuevos tiempos es la de la verosimilitud realista. Esta es la razón principal, a mi modo de ver, para considerar la obra como la mejor novela de todos los tiempos: a partir de ella es posible reconstruir todas las formas narrativas existentes excepto, claro está, las que provienen del cambio mental que se produce en el siglo XX a partir de las vanguardias.
Sobre esta novelita hipotética, germen del Quijote, tendríamos varias propuestas:
1º.- Cervantes se dio cuenta del potencial de sus personajes y de la historia y la continuó de inmediato.
2º.- Cervantes la difundió antes de proceder a su continuación. Sabemos que lo hizo con el resto de las Novelas ejemplares, que se conocieron a través de manuscritos. Este hecho solucionaría uno de los debates permanentes sobre el Quijote: tenemos referencias de que se conocía a don Quijote antes de la fecha de 1605 que figura impresa en la primera edición (véase líneas más abajo) y tanto en los primeros capítulos como en el Prólogo hay alusiones a su fama. No soy partidario de que hubiera una edición impresa de la novelita porque ni el mismo Cervantes ni ninguno de los que elogiaron o atacaron su obra en la época hacen referencia a ello, aunque añadiría interesantes aspectos al asunto.
Sea como sea, si existió de forma independiente esta novelita, Cervantes la integró tan perfectamente en el texto último que no se resiente del cosido. Quizá la única circunstancia que quede es el uso de los romances de transmisión oral dentro de la locura del hidalgo, que no vuelve a ser explotado con posterioridad.
En la novela final, estos capítulos constituyen la necesaria construcción privada del héroe, que no puede presenciar su escudero porque se hubiera dado cuenta de su mentira fundacional: no es un auténtico caballero.
Noticias de nuestro Quijote
El dibujo que hoy encabeza nuestra entrada es de mi querida Bipolar y me lo envió por correo electrónico, junto a un texto tan hermoso en su visión de don Quijote que no puedo menos que publicarlo aquí:
Ayer releí tu entrada del Quijote. En primera instancia siempre me he reído bastante. Pero cuando acabé tuve la necesidad de hacer este dibujo. Jamás he profundizado en los retratos. Mira lo que me ha salido. Lo que siento realmente cuando pienso en este personaje. Tristeza infinita. Él quiere salvar el mundo de toda la miseria que lo engulle vorazmente, pero sólo encuentra dolor e incomprensión. El mundo no quiere ser salvado. El mundo sólo quiere vivir superficialmente, sin profundizar en el carcoma que nos corroe. No te lo puedo explicar Pedro, pero realmente, creo que Cervantes buscaba un paladín, un loco que instaure un nuevo orden de respeto, valores éticos, de empatía... un nuevo eslabón en la cadena de evolución del ser humano.. Pero hoy por hoy, parece inalcanzable.
Mil gracias y un gran beso.
Dianna, en
Jayanes hay en la danza, presta atención de forma divertida y oportuna a la frase cervantina -pronunciada por el cura amigo de don Quijote- con la que titula su entrada y que hace referencia a los gigantes de la novela. Promete seguir.
Euphorbia, que ha decidido no adelantarse esta vez, dedica una acertada entrada al hisopo con el que aparece el ama para desencantar la biblioteca de don Quijote con una inteligente pregunta sobre la posición del cura al respecto.
Juan Luis ha añadido sus acertados comentarios a los capítulos 2 y 3.
Manuel-Tuccitano ha contribuido notablemente a la difusión de la iniciativa con la publicación de su texto en el periódico
Sanlúcar Digital y ha escrito una entrada sobre
El Quijote y el fuego en la que plantea, con acierto, que Cervantes debía tener unas lecturas más extensas de lo que solía decirse, como se demuestra en los juicios literarios del Capítulo VI.
Antònia, que se sumó a la iniciativa desde el inicio, publica ahora
una entrada que la difunde, en la que incluye un video que emociona desde la primera imagen: una niña lee el inicio del Primer capítulo de El Quijote en la hamada en la que se encuentran los refugiados saharauis. Como le comenté en su
blog, me quedé sin palabras para agradecer esta entrada. Reconozco que se me humedecieron los ojos al ver el corto. Gracias. Y repite emociones con otra entrada,
Parlant del Quixot... (versión en español
aquí), que vuelve a emocionarme con el comentario del uso del
Quijote en
El otro árbol de Guernica, de
Luis de Castresana. Un buena idea ésta: aportar a nuestros comentarios semanales citas del libro en otros libros. Eso también es cervantino.
Josegura también se ha sumado a la iniciativa y ha publicado en su blog el texto que envió a La Acequia como comentario, bajo el significativo título de: Llegada al viejo mundo de la burguesía. En ella aborda la heterodoxia de Cervantes.
Aldabra, que tantos magníficos textos tiene en su blog, en su entrada El Quijote y yo teje uno en que lo autobiográfico indica un sendero que sólo podría llevar hacia los libros. Me he sentido reconocido en varias de sus frases.
Javier García Riobó sigue acompañándonos con su lectura en imágenes, en la que juega, de forma tan acertada con los objetos de los escaparates y los reflejos de sus lunas.
Os vuelvo a pedir que las iniciativas que publiquéis en vuestros blogs las enlacéis conla serie Para una lectura de El Quijote de La Acequia para que pueda encontrarlas con mayor facilidad y dar cuenta aquí para enriquecer a todos.
Espero no haberme olvidado de alguien, si es así hacédmelo saber por un correo electrónico.
Hallazgo de la instancia de Cervantes solicitando la impresión de El Quijote y de la aprobación de Antonio de Herrera
El 19 de abril pasado, Fernando Bouza publicó en ABCD dos documentos excepcionales, cuya publicación han llamado la atención de los especialistas.
El primero es la instancia, sin fecha, que Cervantes escribió y firmó solicitando la autorización para la impresión de la obra y que acompañaba una copia manuscrita del texto. El 20 de julio de 1604, en Valladolid -en donde estaba la Corte-, Gil Ramírez de Arellano y Juan Gallo de Andrada la daban curso para proceder a su tramitación.
El segundo es la aprobación de Antonio de Herrera, fechada el 11 de septiembre. La preceptiva cédula de licencia y privilegio fue emitida en septiembre.
Hay dos cosas fundamentales en este hallazgo: la primera, que nos da, de puño y letra del propio Cervantes, el título que él quiso dar a la obra, El ingenioso hidalgo de la Mancha; la segunda, que confirma los avatares editoriales del Quijote, impreso en un tiempo breve y sin uno de los documentos exigidos por la normativa -la aprobación- y con la intervención decisiva del editor, Francisco de Robles.
Ambas cuestiones habían sido ya intuidas y defendidas por Francisco Rico en su libro El texto del Quijote, en el que proponía que ejemplares del libro ya circulaban en diciembre de 1604, a pesar de la fecha de la portada (1605); que el título final era debido más a la mano del editor o del impresor (el propuesto por Cervantes era un endecasílabo sonoro pero no llenaba ni el espacio habitual de la portada ni tenía el sentido comercial de la mención del nombre del protagonista); que el primer pliego de la edición fue improvisado sobre la marcha, puesto que interesaba sacar el libro a la calle cuanto antes y se haría sin la intervención de Cervantes (esto no es nada extraño en los avatares de la imprenta del momento), quizá en Valladolid y sin poder ir a la imprenta madrileña a tiempo, lo que confirmaría incluso que la dedicatoria al Duque de Béjar ni siquiera se debe al autor (no es que él no quisiera dedicarle la obra) y es más bien obra de alguien que trabajaba en la imprenta y que la imitó de otros textos.
Todo ello sólo podía hacerse por las influencias del mencionado editor, Francisco de Robles, que adquiere cada vez más importancia para los investigadores. Francisco Rico ha publicado un artículo, también en ABCD, con las primeras valoraciones del hallazgo, que he resumido aquí porque su versión digital aún no está disponible y cuya versión en papel me ha sido facilitada por Javier García Riobó.
Todo esto viene a confirmar que la investigación aún premia el trabajo oscuro y silencioso en los archivos. Aún debemos dar más vueltas sobre este hallazgo.