Canta Seferis, en La pradera de los asfódelos, cómo los muertos callan y viajan por el reino de los sueños, callan y vagan sin rumbo. En la pradera no hay asfódelos, ni violetas, ni jacintos. El poeta llega con las manos vacías y no puede comunicarse con ellos.
Estos días, en los campos de pizarra he visto gamones florecidos. ¡Tan pronto! En mi tierra no llegan hasta finales de abril o mayo. Recojo una vara para quemarla en recuerdo de mis muertos, que vagan por el gamonal del sueño. Allí mi padre y mi madre, cogidos del brazo, de pie en la pradera, sonrientes. Tengo tanto que contarles.