Cuenta la fábula de Iriarte que un conejo se entretuvo en comentar con otro que le salió al encuentro si quienes le perseguían eran galgos o podencos. En esto llegaron los perros y fue el final de los dos conejos. Se acercan las elecciones y no sé por qué me parece que gran parte de la sociedad española tiene espíritu de conejo mientras llegan los perros al toque de silbato de sus amos. Hablamos demasiado y actuamos poco.