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martes, 12 de noviembre de 2013

Danny Lyon: "The Bikeriders" / "Uptown". Colección Martín Z. Margulies


Llega a Valladolid una exposición con dos series de uno de los grandes fotógrafos del siglo XX, Danny Lyon (Sala municipal de exposiciones de San Benito, hasta el 12 de enero de 2014) y es un excelente motivo para revisitar la obra de uno de los creadores de una estética fotográfica (el nuevo documentalismo) que prestó atención a la trasformación que se obraba en las ciudades norteamericanas de los años sesenta.

La cultura que surgió entorno a la motocicleta es la base de la serie The Bikeriders. Vemos en estas fotografías la estética, las poses, las costumbres de los apasionados a las motocicletas que recorrían las carreteras norteamericanas, se concentraban y se unían en clubs y asociaciones moteras que darán lugar a una costumbre que hoy continúa. Se puede decir que fue Danny Lyon quien creó una forma de retratar a estos personajes que todavía es muy imitada en la actualidad y que influyó decididamente en una película de culto, Easy Rider dirigida en 1969 por Dennis Hopper con el mismo Hopper más Peter Fonda y Jack Nicholson en los papeles principales, película que supuso la cristalización de la iconografía de los aficionados a las motos que había comenzado en Salvaje (1953) con Marlon Brando. En las fotografías de Lyon hallamos, aparte de encuadres sorprendentes y un tratamiento de la gestualidad y de las relaciones entre los seres humanos y sus máquinas, una mezcla interesante de realismo y leyenda: no esconde la suciedad o la mediocridad ni siquiera que estos personajes son, casi siempre, derrotados en la vida cotidiana, pero sobre ellos proyecta el deseo de libertad y una cierta rebeldía contra los convencionalismos sociales.

Muy interesante, por menos conocida, es la serie Uptown, en la que Lyon retrata este barrio de Chicago a mediados de los años sesenta. Su mirada pretende hacer visibles a los invisibles: emigrantes, gente de aluvión que ha acudido a la gran ciudad y se concentra en barrios populosos con pocas posibilidades de salir de ellos pero llenos de una vida juvenil que terminará imponiéndose en la nueva época que se abría. Como en la serie anterior, lo que llama la atención es la mezcla de relismo y dignificación. No esconde lo que son: lo llevan escritos en su forma de vestir, en sus gestos, incluso en los marcos de arquitectura urbana que usa como decorado real. Pero trata con absoluta dignidiad a los personajes retratados, dotándolos de condición de individuos que deben tenerse en cuenta.

Sigo lamentando que se cuiden poco los textos de las exposiciones de esta sala, una de las que mejor listado de muestras puede exhibir en España, y que en ellos se encuentren faltas de ortografía, tanto en los folletos como en los murales, pero esto parece ser clamar en el desierto. En este caso molestan menos los reflejos de otras veces.