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miércoles, 16 de abril de 2008

Visitantes desde la República Checa y elogio del Hispanismo


Uno de mis últimos actos oficiales como Director del Departamento de Filología de la Universidad de Burgos, ha sido la recepción oficial de un grupo de hispanistas checos que se encuentran estos días en Castilla y León invitados por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua.


El año pasado, recibí la invitación para acudir a Praga con motivo de unas charlas que conmemoraban los 800 años de la fecha que figura en el manuscrito del Cantar de Mio Cid. Finalmente no pude acudir y cedí el encargo a mi compañero Antonio Álvarez Tejedor, que ahora organiza este Encuentro de Hispanistas checos con Castilla y León. Recibimos por estas tierras, en justa correspondencia, a este grupo de profesores e investigadores checos. Visitarán las Universidades de Burgos, Salamanca, León y Valladolid (por este orden), del martes 15 al viernes 18 de abril.


Tuve el honor de presidir ayer, por la mañana, una extraordinaria sesión académica, que recordaba a un tipo de Universidad que ya se nos ha ido, lamentablemente, en la que intervinieron el profesor Miloslav Ulicny de la Universidad Carolina de Praga, que habló de las Traducciones y adaptaciones checas del Quijote (1840-1900); la profesora Hedvica Vydrová, de la misma Universidad, que disertó sobre La historia de la literatura hispanoamericana en el contexto checho y cerró el acto el profesor Pavel Stepanek, de la Unversidad de Olomouc, que abordó el tema El Camino de Santiago desde Praga (ss. XII-XVIII). Tras la visita a la actual sede del Instituto Castellano y Leonés de la lengua y la comida en la que no faltó ni la morcilla burgalesa ni el buen cordero y el vino tinto de la Ribera del Duero, intervinieron los escritores Antonio Bouza y Óscar Esquivias.


El Hispanismo es uno de los fenómenos culturales de los que nos deberíamos sentir más orgullosos. El amor por nuestra Historia y cultura -no hablo sólo de la peninsular, sino de todo el ámbito hispánico- y el esfuerzo que dedican a entenderla, enseñarla y difundirla estas personas (en algunas épocas sin demasiado apoyo de las instituciones que deberían hacerlo) es digno de todo elogio. El Hispanismo, a pesar de que algunos nacionales han sido recelosos a la intervención de los extranjeros en nuestras cosas, nos ha ayudado a comprendernos mejor, a situarnos en el mundo, a difundir nuestras aportaciones y a corregir miradas demasiado cercanas. En algunos momentos, son hispanistas los que han comenzado a estudiar fases abandonadas de nuestra historia o tratadas de forma tópica o superficial, a desentrañar las claves de nuestros textos literarios, a construir lo que hoy llamamos turismo cultural, etc.


No sólo tengo admiración por estas personas que nos engrandecen, sino que colaboro con ellos siempre que puedo. Actualmente, pertenezco a la Junta Directiva de la Asociación Internacional de Hispanistas (cuyo Primer Presidente de Honor fue nada menos que Menéndez Pidal) y puedo asegurar que es uno de los cargos de los que más orgullo me producen. Desde aquí, mi más sincero agradecimiento a estos hispanistas checos y a todos los otros profesionales que, por el mundo, aman, estudian y enseñan nuestra cultura. Y que nos hacen entendernos fuera de toda vanidad nacionalista y de todo desenfoque local.