Mostrando entradas con la etiqueta Fernando Durán López. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Fernando Durán López. Mostrar todas las entradas

domingo, 29 de septiembre de 2013

Hacia 1812 desde el siglo ilustrado



A pesar de todos los esfuerzos realizados por los investigadores concretados en excelentes resultados que han modificado y ampliado la forma en que debemos tratarlo, el siglo XVIII español sigue  siendo un gran desconocido para la mayor parte de la gente. Sobre él ha caído como una losa una sarta de prejuicios y verdades a medias establecidas en el siglo XIX y acentuadas con el tiempo más por la pereza intelectual que por la verdad de los hechos. El siglo XVIII tuvo una forma de afrontar la cultura y el arte algo diferente a nuestros tiempos. Si embargo, en él está todo lo que nos ha constituido como nación. Incluso el fracaso de sus propuestas renovadoras explican mucho de lo que nos ha ocurrido después.

Cuando uno se mete hasta el codo en la labor realizada por los pensadores, literatos y artistas españoles del siglo XVIII se sorprende porque habían insistido en contarle las cosas de otra manera. Se soprende incluso de que estuvieran en puestos avanzados con respecto a sus coetáneos europeos y que sus propuestas leídas hoy todavía asombren por su modernidad: alguien tan vitalmente contradictorio como Torres Villarroel escribió la primera autobiografía moderna; Jovellanos está a la altura, como pensador político, de los grandes personajes europeos; Cadalso es considerado por muchos como el primer romántico del continente; Goya fue un genio de tal calibre que su impulso creador aún no se ha agotado. Esto por mencionar sólo algunos nombres que nos suenen a todos. Junto a ellos hay decenas que merecen fama y reconocimiento, incluidos varios músicos, científicos y técnicos.

En 1812 se proclamó la primera Constitución Española, en Cádiz. La labor de los legisladores, en un ambiente bélico fue posible por todo lo que había sucedido en las décadas anteriores en España y sus provincias en Ultramar -las aportaciones de los pensadores, artistas y diputados americanos fue fundamental en todo este proceso-. No se puede improvisar un texto consitucional como el de 1812, que debe más a un proceso interno de evolución del pensamiento nacional que a una moda extranjera. De hecho, el concepto de liberalismo que se extendió por todo Occidente nace en la España de finales del XVIII.

No son ellos los que deben ser rescatados, sino nosotros de nuestra propia ignorancia. Entre otras cosas porque si sus propuestas no hubieran tropezado con tantas dificultades y sinsabores, la historia de España se hubiera escrito de forma diferente. A ello contribuye decididamente este excelente volumen de más de 1000 páginas coordinado por Fernando Durán López, Hacia 1812 desde el siglo ilustrado, que recoge las Actas del V Congreso Internacional de la Sociedad Española de Estudios del Siglo XVIII, editado por Trea y que se estructura en cuatro partes: Raíces y semillas de cambio, Una sociedad en transición, Literatura y arte comprometidos y Nombres entre dos épocas.