Cometeré errores porque todo es incierto menos tus labios. De donde vengo sé que ya todo es tierra quemada y el horizonte se anuncia rojo intenso: no queda ya nada a los lados del camino. A veces no comprendo bien lo que ocurre y el mundo se me llena de enigmas que intento desentrañar cuando me besas atrapándome entre tu pelo, que se desencadena sobre mi rostro con la suavidad de tu mirada, comprensiva y enamorada. Viene ya septiembre, amor mío, y deseo recibirlo a tu lado porque solo así seremos vencidos luchando. Déjame gritar el nombre justo de los amantes para que nadie pueda impedir que bajemos, de una vez, todas las escaleras, para reunirnos en la calle. Pero antes, déjame gritar tu nombre y venir a tus brazos. Será la mejor señal de que todo esto ha tenido un sentido: latido, mirada, beso. Viene ya septiembre, amor mío y ya no habrá coartadas. Todos los puertos que nos han servido de refugio tienen su señal registrada en la carta de marear que he dibujado en tu cuerpo para fondear en ellos en los próximos tiempos convulsos.
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viernes, 20 de julio de 2012
miércoles, 18 de julio de 2012
Nos dividirán y querrán convertirnos
Nos dividirán y querrán convertirnos a su doctrina: con una ley no escrita nos dirán que solo hay un camino. Comenzaremos a delatarnos los unos a los otros para demostrar nuestra condición servil y luego querremos justificarnos, pero será tarde. Y reinará la violencia: una violencia de golpes secos y sin sangre pero llena de ojos muertos y espaldas arqueadas. Nos golpearemos entre nosotros para marcar nuestras diferencias cometiendo el mayor error de nuestras vidas y querremos hacer méritos para mostrarnos sumisos, obedientes y dejarles expedito el camino creyendo así -¡qué ilusos!- que la vida nos será más fácil. Querrán privarme incluso del sosiego de tus labios y de tus brazos, que el beso sea casi delincuente, fugaz, de una urgencia que no se merece porque lo primero que nos habrán quitado es el tiempo.
Pero me niego a colaborar: prefiero estar en la lista.
Quiero besarte como nos merecemos, con la lentitud necesaria para llegar al sabor terciopelo de tu boca, con todo el tiempo preciso para hallarte. Separarme unos segundos de tus labios para mirarte a los ojos y decirte cuánto te amo antes de regresar a tu boca. Como si fuera esta noche la última de la que disponemos porque sin duda vendrán a por nosotros al amanecer, porque son insaciables. Y que la luz me sorprenda abrazándote -lo habré hecho toda la noche al velar tu sueño y dejar que te gires hacia mí para reposar tu cabeza en mi pecho cuando cambias de postura en la cama, empujándome con la suavidad de quien sabe que será obedecida-, pegado a tu espalda, y, durante un espejismo certero, la mañana se inicie con la suavidad de tus besos. Como si el mundo fuera hermoso y toda la gente buena.
Pero me niego a colaborar: prefiero estar en la lista.
Quiero besarte como nos merecemos, con la lentitud necesaria para llegar al sabor terciopelo de tu boca, con todo el tiempo preciso para hallarte. Separarme unos segundos de tus labios para mirarte a los ojos y decirte cuánto te amo antes de regresar a tu boca. Como si fuera esta noche la última de la que disponemos porque sin duda vendrán a por nosotros al amanecer, porque son insaciables. Y que la luz me sorprenda abrazándote -lo habré hecho toda la noche al velar tu sueño y dejar que te gires hacia mí para reposar tu cabeza en mi pecho cuando cambias de postura en la cama, empujándome con la suavidad de quien sabe que será obedecida-, pegado a tu espalda, y, durante un espejismo certero, la mañana se inicie con la suavidad de tus besos. Como si el mundo fuera hermoso y toda la gente buena.
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