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jueves, 16 de abril de 2015

El reto de escribir Sefarad, de Antonio Muñoz Molina, y noticias de nuestras lecturas.


A la altura de 2001, cuando se publica Sefarad. Una novela de novelas (este es su título exacto con el que debería citarse siempre, veremos por qué en una próxima entrada), Antonio Muñoz Molina ya era un nombre consagrado en la literatura española y se le consideraba como una de las voces más reconocibles de su generación, aquella que había nacido durante el franquismo pero no comienza a escribir hasta el inicio de la Transición a la democracia. Desde Beatus Ille (1986), que pasó prácticamente desapercibida para el público, hasta la anterior a Sefarad, Carlota Fainberg (2001), su obra creció sumando el aprecio de la crítica y el de los lectores. El invierno en Lisboa (1987) llamó la atención sobre aquel joven novelista que practicaba un tipo de literatura que se ajustaba tanto a los gustos y preocupaciones de un sector amplio de su generación. Siguieron Beltenebros (1989) y El jinete polaco (1991, Premio Planeta). Aquella una obra clave en su género y esta una demostración de un tipo de literatura que nunca ha abandonado a Muñoz Molina: el reflejo autobiógrafico de los cambios producidos en España desde mediados del siglo XX, que también está presente en Ardor guerrero (1995). La obra de Muñoz Molina creció también ensayos y artículos en la prensa, hasta convertirse en uno de los intelectuales con presencia más reconocible y opinión más coherente, sobre todo en su planteamiento de la herencia republicana y en la dignidad del ser humano frente al poder. En el año 1995 fue elegido miembro de la Real Academia Española y desde 1990 viaja por el mundo como uno de los autores más importantes del panorama español del último período. Así llegó a pisar, por primera vez, Nueva York, que se ha convertido en residencia habitual para él, repartiendo su tiempo entre América y España. Y esta es la clave en la que quiero encuadrar la escritura de Sefarad.

Antonio Muñoz Molina se propone en Sefarad un cambio profundo en su escritura. No en la temática central del individuo frente al poder, del enfrentamiento entre los derrotados de la historia y la sociedad de pensamiento único, no en la perspectiva de la reconstrucción de una identidad y una biografía. Estos temas le han acompañado siempre en todas sus obras. El cambio de Sefarad implica un crecimiento intelectual notable.

En 2001 Muñoz Molina era un nombre indiscutible en las letras españolas pero en toda su obra había manifestado la necesidad de apertura al mundo, tanto de la sociedad española como de la cultura. Al recalar largos períodos en Estados Unidos comienza a sentir la necesidad de novelar otras cosas que no se reduzcan a temática española y busca la universalización de su escritura, tanto en el tono como, sobre todo, en la forma de abordarlos. Y surge el riesgo temático y técnico de Sefarad. Una novela de novelas, en la que se hace materia narrativa la lucha de los individuos contra la sociedad totalitaria. Aunque parte -de ahí el título- de un motivo sacado de la historia española -el destierro de los sefardíes de la Corona de Castilla-, su propósito es elevar el tiro y tratar ese tema desde un ángulo que pueda ser comprendido en cualquier parte del mundo, que pueda interesar porque toca temas universales, que se han repetido a lo largo de la historia. Desde mi punto de vista, con esta novela -que es una obra maestra en su género- no solo presenta su candidatura al Premio Príncipe de Asturias de las Letras -que obtendrá en 2013- o el Premio Jerusalén -del mismo año- sino al Premio Nobel de la literatura. Al tiempo.

Noticias de nuestras lecturas

Esta entrada de Paco Cuesta serviría, por sí sola como una introducción a la lectura de Sefarad. Para no perdérsela.

Mª del Carmen Ugarte se suma también a esta lectura. Su forma de arrancar es precisa: cuestionar la forma de leer la novela, que te obliga, de pronto, a frenar y preguntarte por lo que estás leyendo.


Myriam completa su magnífico análisis de las relaciones sentimentales de la novela de Vargas Llosa con el planteamiento del juego amoroso que tiene su núcleo en la pareja de don Rigoberto y doña Lucrecia.

Como sabéis, el último martes tuvimos la reunión mensual del Club de lectura en su formato presencial para comentar, en este caso, El héroe discreto de Vargas Llosa. La reunión -apretada por necesidades de agenda- fue muy variada y divertida y en ella hablamos de esta novela y preparamos las lecturas de Sefarad de Antonio Muñoz Molina y La gratitud de Fermín Herrero. Podéis ver una completa crónica de lo ocurrido en esta entrada de Mª Ángeles Merino.



Si alguien se pregunta cómo se puede enlazar la ciudad de provincias de Entre visillos con Bruce Springsteen, que acuda a esta entrada de Pancho que, además, encuentra un núcleo de tratamiento de emociones de la novela y lo explica. Y si alguien quiere saber por qué Sabina, que vaya a esta otra, en la que se comenta uno de los capítulos esenciales para comprender el juego de perspectivas narrativas que usa hábilmente la autora.

Ya sabéis que recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os agradezco que me lo comuniquéis.

Podéis consultar el listado con los títulos del presente curso y las condiciones de participación en este enlace.

jueves, 9 de abril de 2015

Lo público y lo privado en El héroe discreto de Vargas Llosa y noticias de nuestras lecturas y anuncio de la próxima (Sefarad, de Muñoz Molina).


Las dos tramas de la acción de El héroe discreto son fáciles de seguir y no plantean ningún reto al lector salvo el de preguntarse, hasta el capítulo en el que ambas se juntan, por qué nos cuenta dos historias el autor. Sin embargo, no solo es el personaje de Armida quien las une, sino su relación entre lo privado y lo público.

Las dos tramas desencadenan guerras en el seno de las familias correspondientes. Situaciones dramáticas que tocan en lo más profundo a sus protagonistas y que cambian de forma radical su vida, más en el caso de Felícito y su mujer que consiguen, gracias al drama, hablar y aclarar las cosas y sus sentimientos. La familia de don Rigoberto no sufre más que un paréntesis en sus proyectos, quizá porque en su seno no estaba el verdadero conflicto de la acción -a la espera de lo que suceda con el personaje que se aparece al hijo, de ahí la broma final en el avión como uno de esos malos efectos de las películas de terror.

Lo que definitivamente une ambas acciones es la relación entre lo público y lo privado. Conflictos familiares que deberían reducirse al ámbito privado terminan saltando a la esfera pública por el significado de ambas familias en sus comunidades. Y terminan haciéndolo a la manera en la que suelen ocurrir estas cosas en nuestra época: ambas historias acaban en manos de los medios de comunicación sensacionalistas, periodistas sin escrúpulos, redes sociales preparadas antes para el cotilleo que para la información y una opinión pública que consume todo esto con ansiedad. Tanto Felícito como don Rigoberto meditan sobre todo esto como víctimas sobre las que cae, además, el escarnio público sin tener ninguna culpa.

Desde mi punto de vista este es el verdadero tema de la novela, el que la separa de una fácil trama de conflictos familiares de tono menor. La narración está bien construida, los personajes son sólidos pero no iría más allá sin este tema, este cruce entre lo público y lo privado que convierte la vida de cualquiera en una ficción al estilo de un culebrón venezolano para ser consumida en hora de máxima audiencia. De ahí que nos debamos preguntar, como en el título de la obra, si en estos tiempos que corren es posible un héroe discreto en el sentido correcto del término, si algo en estos tiempos puede quedar en el ámbito de lo privado o todo ya son intereses que se airean en la plaza pública de los medios sin que a nadie le importen las consecuencias.

Noticias de nuestras lecturas

Luz del Olmo consigue sacar su ejemplar de la novela de Vargas Llosa del espacio que parecía buscar y lo lleva a territorios más anchos y propios.

A Mª Ángeles Merino se le aparece de nuevo la señorita Josefita para contarle su versión del secuestro de Mabel y demás enredos. Este personaje secundario será de los que más ganen en el libro... y no dinero.

Muy acertado el comentario de esta semana de Paco Cuesta, vinculando la novela con los culebrones sudamericanos.

Excelente el estudio de las relaciones entre Felícito y Mabel que nos aporta Myriam Goldenberg. No hay que perderse su serie de entradas sobre esta novela.


Pancho llega a una etapa de la novela de Martín Gaite en la que todo parece detenerse antes de la parte final: de ahí los recuerdos de los personajes, que parecen introducir hacia dentro la acción, acompañando la estación del año. No os perdáis la forma de enlazar con Poveda esta entrada tan bien ilustrada.

Ya sabéis que recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os agradezco que me lo comuniquéis.

Podéis consultar el listado con los títulos del presente curso y las condiciones de participación en este enlace.

Anuncio de la próxima lectura:
 Sefarad, de Antonio Muñoz Molina


Con la entrada de hoy doy por finalizado mi comentario de El héroe discreto de Vargas Llosa, aunque seguiré dando cuenta aquí de las que publiquen los blogs que se han sumado a esta lectura. El próximo martes, día 14 de abril, tendrá lugar la sesión presencial del Club de lectura a la hora y en el lugar habituales.

A partir del próximo jueves y hasta el 14 de mayo publicaré las entradas correspondientes al comentario de Sefarad, la obra de Antonio Muñoz Molina, el siguiente título en este club de lectura, con las referencias de quien quiera sumarse.

jueves, 2 de abril de 2015

La fragilidad de los refugios personales en El héroe discreto de Vargas Llosa y noticias de nuestras lecturas.



De una manera o de otra, los personajes principales de El héroe discreto de Vargas Llosa buscan construir un refugio personal ante un mundo hostil y duro, lleno de insatisfacción, en el que casi nunca tienen éxito los valores positivos. Hasta lo logrado por el trabajo honesto y constante -remarcado continuamente por el autor como algo positivo- tiene la contrapartida de la amenaza mafiosa -como la tiene el coraje de quien se enfrenta a ella- o la mala cabeza de los herederos que dilapidarán lo que se construyó con tanto esfuerzo. Por eso algunos se afanan en construirse un pequeño lugar en el que refugiarse dado que pocas veces la familia, el amor, las relaciones laborales o la sociedad pueden servir para ello. Buscar un paraíso para encerrarse y vivir casi una vida paralela a la que trascurre fuera de él. 

Lo hace Felícito Yanaqué poniéndole casa a su amante, Mabel, y viviendo allí como si fuera un paraíso amoroso que podría parecer ajeno al ruido exterior. Fuera de esas paredes se encuentra un matrimonio infeliz, una vida de duro trabajo. Cuando Mabel regresa a casa después de su secuestro, es tan fuerte lo que siente Felícito ante el temor de la pérdida que no le importa manifestar sus emociones ante los policías y parecer débil y hasta poco digno. La misma Mabel, cuando teme perderlo todo siente esa relación con el empresario como su refugio más que como una cómoda forma de vida de la que se está aprovechando y se lamenta por su mala cabeza.

Pero donde más intensa aparece esta sensación es en el refugio construido por don Rigoberto. Un doble refugio porque ya lo es, en primer término, su matrimonio feliz y cómplice con doña Lucrecia pero en él se atisba el delicado juego de las relaciones sociales y el extraño comportamiento de su hijo Fonchito.  No le puede bastar a don Rigoberto con ese primer refugio puesto que en él anida el reproche a su propia cobardía por no haberse atrevido a vivir como él quiere desde su juventud. Y construye en el despacho de su casa ese segundo refugio que le llena: rodeado de libros, arte, música. Hasta ahora le ha bastado con eso y algún viaje por el mundo, en vacaciones, para disfrutar de exposiciones, lugares con encanto, espectáculos teatrales, que luego recuerda escuchando los discos grabados por sus músicos favoritos o repasando los catálogos de las exposiciones que visitó. Por eso mismo desea tanto llegar a su jubilación y poder vivir plenamente su vida como si toda ella trascurriera en ese paraíso, para eso ha ahorrado, para eso planea jubilarse antes de tiempo.

Sin embargo, el apoyo leal de don Rigoberto a la decisión de su jefe y amigo, Ismael, de contraer matrimonio con Armida derribará con facilidad las paredes de su refugio. Su nombre se ve implicado en el escándalo y traído y llevado por la prensa, las redes sociales y el cotilleo de la sociedad limeña, los herederos de Ismael desatan contra él un acoso personal y judicial, consiguen detener su jubilación anticipada y le acusan de comportamiento desleal contra le empresa. Vive todo ello con angustia y temor: "Ahora, con el escándalo, de nada le valía buscar la soledad del escritorio". Su verdadera vida, como él mismo se dice, es la que vivía en aquel despacho, lejos "de las pólizas y los contratos de la compañía, de las intrigas y menudencias de la política local, de la mendacidad y el cretinismo de la gente con la que estaba obligado a tratar a diario".

Sin embargo, todo refugio acaba por demostrarse frágil e insuficiente y el mínimo error de cálculo acaba por destruir cualquier espacio civilizado y propio, como concluye don Rigoberto, "la barbarie termina por arrasarlo todo". Y el mundo parece atisbar cualquier grieta.

El jueves de la semana próxima terminamos con los comentarios de El héroe discreto, de Mario Vargas Llosa. La siguiente lectura será Sefarad de Antonio Muñoz Molina.

Noticias de nuestras lecturas

Luz del Olmo recupera su ejemplar de la novela pero descubre que este le exige sus propios lugares de lectura y ritmos que se ajusten con el argumento.

Paco Cuesta se aproxima con mucha agudeza a mensajes diseminados por la novela más allá de la trama argumental: un abanico amplio de cuestiones que deja sobre la mesa Vargas Llosa para retratar en lo malo y en lo bueno la sociedad peruana.

Mª Ángeles Merino cuenta la historia en diálogo con Fonchito, un secundario que quizá también tenga algún pliegue más del que parece...

Myriam Goldenberg nos regala un análisis minucioso y plenamente acertado de las relaciones sentimentales entre Felícito y Gertrudis. No te lo pierdas.


Pancho escribe una excelente aproximación a los aspectos morales y religiosos de la sociedad retratada en la novela de Martín Gaite. Una buena forma de recordar esta lectura.

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jueves, 26 de marzo de 2015

Lituma escarba en su memoria (El héroe discreto de Vargas Llosa) y noticias de nuestras lecturas.


En un momento determinado, el sargento Lituma escarba en su memoria a partir de una intuición basada en un vago recuerdo: él conoció en su juventud a una persona que dibujaba arañitas como las que vienen en la firma de los anónimos recibidos por Felícito Yanaqué. Tras comunicárselo a su superior, debe comenzar a investigar por este camino. Sobre todo porque no tienen ningún otro sospechoso al que adjudicar la extorsión que sufre el empresario. Los lectores de novelas anteriores de Vargas Llosa conocen ya la personalidad  y algunos antecedentes de este policía, que se resumen en esta narración en unas pocas líneas. Un hombre que nos puede resultar incluso simpático pese -o quizá por ella- su desastrosa vida, su nada ejemplar pasado, su relativa pereza y torpeza mental. Como en ocasiones anteriores, Vargas Llosa lo utiliza como herramienta narrativa. Gracias a él la novela vuela hacia un pasado en el que Piura -Perú entero- no era un país próspero y en sus ciudades se juntaba el tercer y el primer mundo. Lituma debe volver a ese pasado suyo y no basta con el recuerdo. Su investigación le lleva a patear el territorio que recorría más de veinte años atrás, cuando era joven y junto a sus primos formaba la pandilla de los Inconquistables a los que se sumaría otro amigo sobre el que recaen, inicialmente, las sospechas. Al pasear las antiguas calles todo ha cambiado, apenas reconoce el territorio y se siente confuso, incluso el tipo de habitantes ya no es el mismo. Al poco encontrará la antigua casa de sus primos convertida ahora en un próspero taller y allí dará con uno de ellos, José y pronto con el segundo, Mono. Han cambiado, como ha cambiado la ciudad, han prosperado y parece que les va bien -no como a Lituma-, pero pronto el lector -incluso antes que Lituma- comprende que debajo de la capa de prosperidad, modernización y cambio, se conservan las huellas del pasado bien vivas. Como si aquello que fuimos nunca dejara de constituirnos por mucho tiempo que pase. Este juego entre pasado y presente se encuentra en toda la novela en diferentes medidas: es, por ejemplo, el impulso permanente de Felícito en busca de prosperidad y no dejarse pisotear, pero también se halla en su necesidad de amar y ser amado, le hace fuerte y, a la vez, débil. Se encuentra también en el resto de los personajes y en algunas de las obras más importantes del autor -por ejemplo, La Casa Verde-, pero en pocas ocasiones se detecta con tanta claridad como en ese paseo desorientado de Lituma volviendo a su barrio de juventud mientras le asaltan los recuerdos de un tiempo que está en la raíz de su presente.

Noticias de nuestras lecturas

Myriam regresa a su blog para aportarnos su visión de la sexualidad en esta novela de Vargas Llosa. Y tiene razón en todo lo que dice, especialmente en el hecho de que el autor no esconda sino todo lo contrario, la sexualidad a edades avanzadas, en un amplio abanico de casos. En esta primera entrada desbroza el panorama, que continuará estudiando en futuras ocasiones.

Josefita salta a la lista de secundarios de Mª Ángeles Merino, que ha sabido captar que esta mujer tenía una historia desde la que contarnos la de su patrón. Interesante perspectiva.

Paco Cuesta publica un extraordinario acercamiento a la novela de Vargas Llosa en el que juega con la actualidad y nos da algunas claves técnicas de la obra. No os la podéis perder.


Pancho continúa con el comentario de Entre visillos: llega a la salida de los toros y propone un resumen, unas ilustraciones y un arranque de su texto que hacen pensar y mucho.

Gelu también continúa oportunamente con la novela de Martín Gaite, para documentarnos los elementos fundamentales de aquella educación sentimental: libros, cine y música.

Ya sabéis que recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os agradezco que me lo comuniquéis.

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jueves, 19 de marzo de 2015

No todo es como lo pintan: la aparente felicidad del éxito de la burguesía peruana en El héroe discreto de Vargas Llosa y noticias de nuestras lecturas con una invitación cervantina


Felícito Yanaqué e Ismael Carrera son hombres de éxito: empresarios reputados en Piura y Lima, respectivamente. Felícito viene de abajo: ha trabajado mucho toda su vida hasta construir su propia empresa de trasporte desde sus orígenes como mero conductor. Ismael es la segunda generación de una sólida firma pero también ha trabajado mucho y ha conseguido que su empresa crezca más allá de donde la heredó. Ambos, a pesar de su diferente origen, pueden decirse emprendedores hombres de negocio instalados en los círculos burgueses de su respectivas ciudades. Su vida, por lo tanto, tiene la aparencia ante los demás de la felicidad. Muchos, sin duda, los envidiarán.

A partir de estos personajes y de sus vidas, Vargas Llosa teje El héroe discreto. Casi como quien no quiere la cosa, con buena dosis de humor y mucha ironía, nos va dando detalles de ambos que descascarillan esta aparente felicidad de la vida de dos triunfadores en un Perú que ha dado un salto económico.

Felícito no es feliz en su matrimonio puesto que nunca amó a su esposa, duda de que su primer hijo sea suyo y se ha refugiado desde hace tiempo en el amor de una mujer más joven que él cuyo oficio es el de cortesana. Ismael es viudo y tras sufrir un infarto comprueba no solo que sus hijos no lo quieren sino que desean su muerte para heredarlo. Por soledad y con mucha intención de venganza, decide casarse con su criada, Armida, para castigar a sus hijos. Sin embargo, pronto sabremos que Armida no tiene intenciones muy sanas en la relación con su antiguo señor.

Sutilmente Vargas Llosa nos lleva a la infelicidad de estos personajes -o la frágil felicidad que se han construido para soportar el día a día de su éxito- y nos atrapa con sus peripecias para pintarnos un retrato de un mundo, el Perú actual, en el que nada es como parece: ni las familias, ni las relaciones personales, ni la estructura social ni las instituciones. Todo, en efecto, es tan endeble que en unos días se puede venir abajo. Un retrato burgués que ya no es el decimonónico precisamente por esa fragilidad de la vida si la basamos en la felicidad.

A Felícito le hacen chantaje, precisamente porque tiene éxito, con unas cartas tan amables y tan bien redactadas que en vez de escritas por una asociación mafiosa parecen haber sido redactadas por una novia un poco enfadada. Como le dice el sargento Lituma -viejo personaje del mundo del autor- la de la extorsión es un impuesto inevitable por el crecimiento de Perú. Las noticias en los informativos aluden a que en ese momento de riqueza han aumentado los crímenes. Pero Felícito, hombre de carácter formado en el trabajo duro, sigue la única herencia que le legó su padre: la máxima de no permitir que nadie lo pisotea. Incluso llega a sospechar de la corrupción de la policía porque, como se dice en la narración, todo puede comprarse con dinero: amor, policía, jueces, políticos.

A Ismael el mundo se le vino abajo al quedarse viudo y comprobar hasta qué punto de crueldad podían llegar sus hijos. A pesar de su éxito solo puede contar con dos fieles testigos en su nueva boda: su chófer y Rigoberto, el gerente. Rigoberto parece feliz en su matrimonio y con la vida que se ha construido, en la que entran sus planes para jubilarse antes de tiempo y aprovechar para cultivar sus aficiones culturales. Con su mujer, doña Lucrecia, hay una complicidad sexual basada en juegos entre los que entra burlarse de la nueva relación de su jefe. Pero tampoco puede ser feliz de verdad: su hijo, Fonchito, tiene desde hace un tiempo unas visiones en las que se le aparece Edilberto Torres, al que Rigoberto identifica como el diablo.

En las primeras setenta páginas de la novela, aparentando escasa profundidad al jugar con una forma de contar amena y ágil, Vargas Llosa nos ha metido de lleno en el mundo de la burguesía peruana que ha levantado la economía del país en los últimos tiempos en la que toda la felicidad es pura fachada de débil estructura.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino inicia su comentario de la novela de Vargas Llosa con un salto desde el páramo castellano a Perú, para imbuirse de las palabras, objetos y personajes de esta narración. Buena forma de comenzar la lectura.

Luz del Olmo ha perdido su ejemplar de El héroe discreto y a partir de este hecho construye una sutil e interesante entrada que no puedes perderte.

Paco Cuesta acierta al ver El héroe discreto como un paso más a la hora de contar América tal y como quisieron hacer los autores del llamado boom hispanoamericano. Interesante entrada para pensar a partir de ella.


Pancho continúa con su comentario de Entre visillos y en esta entrada aborda la ciudad desde la perspectiva singular de Pablo Klein, el turista accidentalmente profesor de alemán...

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Y ahora que se habla de Cervantes


Como decía en la entrada de ayer, ahora que se habla tanto de los huesos de Cervantes y que muchos quieren sacarse la fotografía publicitaria a su costa, el mejor homenaje que podemos hacerle es leer su obra. Os recuerdo que sigue abierta la lectura colectiva del Quijote que impulsé en el año 2008 y que muchos disfrutamos porque se convirtió en la primera lectura colectiva de la obra completa en la que se usaban las herramientas propias de Internet. Podéis acceder a través de este enlace: abierta y gratuita, sin agobios y siempre disponible para intervenir con comentarios, para aportar, para preguntar.  De aquella experiencia nació este Club de lectura. Recordad que el año pasado completamos esta lectura con la del Quijote apócrifo de Avellaneda.

jueves, 12 de marzo de 2015

Vargas Llosa y Perú (para iniciar el comentario de El héroe discreto) y noticias de nuestras lecturas


¿En qué momento se había jodido el Perú?, se preguntaba Santiago Zavala al inicio de Conversación en La Catedral (1969), la tercera novela de Mario Vargas Llosa. Zavala también piensa que no hay solución posible ni para Perú ni para ellos tomados uno a uno: El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. La conversación entre Zavala y Ambrosio a la que hace referencia el título de la novela trascurre en el humilde bar La Catedral a mediados de los años sesenta. Ambos son de procedencia social muy diferente y en su conversación recuerdan lo ocurrido durante la dictadura del general Odría (1948-1956).

Sobre Perú Vargas Llosa ha reflexionado mucho en su obra narrativa: La ciudad y los perros, La casa verde, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el escribidor, Historia de Mayta, ¿Quién mató a Palomino Molero?, El hablador, Lituma en los Andes, tratan directa o indirectamente el tema de Perú como entidad histórica y política. Deberíamos sumar las que abordan otras realidades americanas. También, por supuesto, los cientos de artículos y conferencias en los que Vargas Llosa ha abordado el tema y su participación política en aquella aventura que lo llevó a ser candidato a la presidencia de su país.

En realidad, eso que se llamaría el boom hispanoamericano comenzó como una arriesgada apuesta para contar toda la América hispana de una forma diferente a como se venía haciendo. En El héroe discreto, Vargas Llosa volvió a la narrativa tras obtener el Premio Nobel para seguir contando Perú, ahora un Perú próspero en el que siguen reconociéndose las cosas de siempre pero hay también nuevas realidades y, sobre todo, una mirada quizá menos crítica ante su país porque su presente le guste más que su pasado. Todo ello entremezclado de humor pero también de una fina forma de ponernos delante nuevas realidades. No estamos ante la mejor obra de Vargas Llosa pero sí ante una novela que nos permite reconocernos en ese terreno tan suyo. No se puede apreciar bien esta novela sin ponerla en ese contexto de tratamiento de Perú que arraiga en la obra del autor.

Noticias de nuestras lecturas

Sor Austringiliana -ya sabéis de quién hablo- se pasea por Palacios de Benaver con Vargas Llosa... hasta un ciprés.


Gelu trabaja sobre los capítulos correspondientes a la primera parte de la novela de Martín Gaite buscando la música y las películas que aparecen en ella. Excelente y útil propuesta.

El pasado martes día 10 tuvimos la reunión mensual habitual del Club de lectura en su formato presencial. En este caso, para abordar el comentario de Entre visillos. Mª Ángeles Merino, con la dedicación que ya conocemos, la resume. Lo pasamos bien en esa hora y media y se nota en el texto.

Ya sabéis que recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os agradezco que me lo comuniquéis.

Podéis consultar el listado con los títulos del presente curso y las condiciones de participación en este enlace.