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jueves, 6 de marzo de 2014

La saga / fuga de J.B. de Gonzalo Torrente Ballester en su contexto y noticias de nuestras lecturas


No es un reto fácil el que planteo a los participantes en el Club de lectura con la propuesta de esta obra de Gonzalo Torrente Ballester y no sé si saldré con bien de él, pero sé que si no salgo sabrán disculparme por mi empeño en acometer, de vez en cuando, escaladas de este tipo con la certeza de que sea cual sea el lugar en el que nos detengamos al subir la montaña habrá valido la pena. Sin duda alguna, La saga/fuga de J.B puede ser considerada la novela de mayor empeño del autor y su obra maestra. El que esto sea así no quiere decir que un lector pueda preferir otras del mismo novelista.

La novela se publicó en la editorial Destino en 1972. En aquella época, la narrativa en español estaba inmersa en un proceso de renovación formal. Por poner ejemplos próximos de los muchos que cabría aducir: Tiempo de silencio se había publicado en 1962, La ciudad y los perros en 1963, La casa verde en 1966, Señas de identidad en 1966, Cien años de soledad en 1967, San Camilo, 1936 en 1969. La ruptura con la narrativa tradicional era evidente desde los años cincuenta (Pedro Páramo, por ejemplo) y el proceso se agudizó en los sesenta y primeros setenta: desorden espacio temporal, un nuevo concepto del relato biográfico del protagonista, el uso de la segunda persona, la irrupción de lo fantástico, etc. Con todo ello, los autores querían dar solución a dos cuestiones. En primer lugar, abandonar el excesivo predominio -casi un dogma- de la literatura del realismo social para buscar nuevas fronteras estéticas. En segundo lugar, dar solución desde la literatura a un nuevo tipo de relaciones entre el individuo y la sociedad: una nueva época que hoy conocemos como postmodernidad. En el contexto español, además -también en varios de los países americanos-, hay que tener en cuenta que la literatura social se había desgastado con mayor profundidad en el combate contra la dictadura franquista y que, por lo tanto, muchos autores vieron en el giro hacia la vanguardia formal una búsqueda de nuevos horizontes incluso para combatirla de otra manera que llegó a sorprender a los propios censores, difícilmente capacitados para comprender aquello que les llegaba.

Torrente Ballester propone en La saga/fuga de J.B. su propio acceso a la vanguardia formal. Sin traicionar su literatura anterior, profundiza en lo que ya contenía de desorden espacio temporal, fantasía y humor. La novela es brillante pero era y es difícil para el lector: exige una lectura cómplice y un lector audaz porque se trata de una fiesta de la literatura. La saga/fuga es muchas cosas (una reflexión sobre el individuo y la sociedad, sobre el tiempo, sobre la biografía y la historia, una mordaz sátira del franquismo, etc.), como todas las grandes obras literarias, pero primero y antes que nada es y quiere ser literatura. Por eso mismo afrontarla sin miedo, dejándose sorprender y sin esperar de ella lo que nos ofrecen la mayoría de las novelas que se publican, dejará una satisfacción al lector y un entrenamiento para subir cualquier montaña.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Àngeles Merino, que pide ayuda ante el reto de comentar la novela de Torrente Ballester, en realidad ejerce de meiga porque se adentra gallega e ilustrada en ella.

Pancho aborda también desde la dificultad la novela, pero si alguien tuviera duda de que puede con ella, véase su entrada.



Myriam se incorpora a la lectura de Dejar las cosas en sus días. Conociéndola, anticipamos buen estudio psicológico de los personajes.

Luz del Olmo publica entrada con los comentarios a su reseña del coloquio con Laura Castañón: no debe extrañarnos, entre ellos está uno de la novelista que tiene el hermoso detalle de agradecer las atenciones recibidas.

Pancho comenta la relación de Efrén y Camino y se fija con todo acierto en los detalles que salpican la escritura de esta novela y que tanto arraigan en la mente de los lectores.


De malva marina se llena el blog de Gelu para seguir con el comentario de nuestra lectura de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Neruda.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

jueves, 6 de febrero de 2014

La técnica narrativa de Dejar las cosas en sus días de Laura Castañón y noticias de nuestras lecturas.


No hay que dejarse engañar porque Dejar las cosas en sus días sea la primera novela de Laura Castañón. En la biografía de la autora hay tanta relación con la literatura que toda esa experiencia se muestra con pulso firme en esta obra. Desde la primera opción de técnica narrativa. la novela es el fruto de la escritura de la protagonista de la misma, Aida. Este proceso metaliterario es uno de los grandes aciertos iniciales. Una historia que vemos construirse, como un puzle, delante de nosotros a partir de recuerdos, lectura de diarios y correos electrónicos, fotografías, escritura, etc.

Aida, periodista en Gijón, indaga en la historia de su familia y reúne y anota -el detalle de la moleskine es suficientemente significativo como motivo- todo el material que le ayude a comprender sus raices pero también su presente. El lector asiste con interés a este proceso que se le presenta, a la manera de Javier Cercas en Soldados de Salamina, en un doble camino temporal: el presente de Aida y sus circunstancias sentimentales, laborales y familiares y el pasado que investiga para reconstruir la historia familiar. No pueden entenderse uno sin el otro. Este doble proceso temporal termina juntándose, al final, de la manera más insospechada. Gracias a la tercera persona narrativa -no es Aida quien cuenta la historia sino un narrador omnisciente-, la autora deja la narración en un punto en el que el lector cuenta con más información que los personajes. Con esto consigue que el receptor se interese no solo por lo que se le va contando sino también por el futuro de esos personajes con los que ha conseguido empatizar.

Gracias a esto, el lector queda atrapado desde las primeras páginas por el argumento. La historia, además, cuenta con el interés derivado de cada uno de los incidentes que se narran en esta historia familiar. Laura Castañón toca temas esenciales del pasado: la conflictividad social de las primeras décadas del siglo XX en el entorno de la minería asturiana, la II República y la Guerra Civil, la vida familiar de la burguesía del momento, el caciquismo, etc. Pero lo hace desde el núcleo de las emociones puesto que lo que le interesa es contar el desarrollo personal de la vida de los personajes que aparecen. Esta es la conexión fundamental con el presente, en el que también aparecen temas como la Memoria histórica, los inicios de la crisis económica, etc.

Dejar las cosas en sus días no es una novela histórica, aunque no dejen de aparecer los grandes conflictos de la historia española del siglo XX, sino una novela de conflictos humanos, de secretos, de amores y sentimientos, de frustraciones, de renuncias y logros personales a partir de las decisiones que a veces se imponen por las circunstancias que rodean a los personajes y a veces son tomadas voluntariamente por ellos.


Noticias de nuestras lecturas

Encuentro en Burgos con Laura Castañón



Laura Castañón, la autora de Dejar las cosas en sus días, novela que nos ocupa en este mes de febrero, estará con nosotros en la próxima reunión del Club de lectura presencial. Celebraremos un coloquio con la autora para debatir sobre su novela.. Con este motivo, ampliamos la convocatoria y, además de a los miembros del club presencial, invitamos todos los lectores y seguidores de La Acequia y a  cuantos estéis interesados. El coloquio tendrá lugar el martes 25 de febrero, a las 16:30 en la Sala Polisón del Teatro Principal de Burgos. Entrada libre hasta completar el aforo.

Mª Ángeles Merino, en su primera entrada sobre la novela, nos presenta a la autora y a la obra en su temática esencial. Un buen aperitivo para abrir boca. 

Pancho también nos proporciona buenas razones para seguir leyendo, desde la portada, prolegómenos y primeras situaciones. No os perdáis las ilustraciones.

Paco Cuesta comienza su lectura de la novela desde una perspectiva que coincide con la del título de la novela y para ello aborda el asunto del marqués de Comillas que fundó Bustiello, el lugar en el que trascurre gran parte de la novela.

 



Luz del Olmo nos trae un prólogo a la edición francesa del poemario de Neruda publicada en 1961, que puede resultar de interés para algunas claves de lectura.

Purificación (Pamisola) comenta con todo acierto el poema número 15, que, de tan leído, corre el riesgo de no ser comprendido si no hacemos como ella, pararnos en cada verso.


Pancho continúa su excelente trabajo sobre Todo lo que era sólido. Llega aquí al momento de las costumbres nacionales y los pocos elementos que deberían ser incuestionables en España incluso en tiempos de crisis. Las ilustraciones, magníficas.


Sépitma entrega de Gelu sobre La estafeta romántica. Como siempre, tras una acertada selección de fragmentos que por sí solos ilustran ya su resumen de la obra, resalta el reflejo de la sociedad decimonónica que hace Galdós en los Espisodios.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.



jueves, 30 de enero de 2014

Balance final de la lectura de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada y noticias de nuestras lecturas, con anuncio de la próxima.

Diseño de Rita para la lectura del poemario de Neruda

Leer los Veinte poemas de amor y una canción desesperada en estas semanas me ha deparado pocas sorpresas con respecto a lo que me esperaba. Constato que Neruda acertó en aquel poemario publicado en 1924: nos presentó, desde Chile, quizá por su misma condición de joven poeta desde un punto alejado de los circuitos más estables de la poesía de su tiempo, una expresión amorosa que recogía y ampliaba el modernismo de Rubén Darío tanto en el tratamiento del amor desde la carnalidad misma hasta su ritmo y estructura métrica que ya predecía la ruptura con lo tradicional. Escribió Neruda los poemas desde el núcleo mismo de una concepción del modernismo que parte del romanticismo vitial. Por eso las contradicciones -contradicciones aparentes- entre el feroz deseo de que el amor salve al yo poético con la exaltación de la necesidad de la pasión y la felicidad entre los amantes y la inevitable angustia de la tristeza cuando no se tiene el amor o se ha perdido. Sabemos que  después Neruda evolució tanto en la perspectiva personal como en la poética en su tratamiento del amor.En el poemario también está algo imprescindible para la poesía de la modernidad: lo metapoético, la propia reflexión sobre la poesía hilada con el tema amoroso. La escritura como hecho conceptual está inevitablemente presente. También está algo que lastra un poco, visto desde hoy, el acercamiento a su poesía: hay demasiada torrentera de expresiones, una cierta tendencia a la retórica misma. Sin embargo, nada puede oscurecer la brillante oportunidad de su publicación y el feliz hallazgo de un buen puñado de versos y alguno de los poemas, que han pasado ya a la historia literaria.

No he podido terminar de montar el recitado del resto de los poemas, lo haré en próximas entregas.

Noticias de nuestras lecturas


Campurriana se une a nuestra lectura del poemario de Neruda. Siento que se me pasara informar de su entrada en su día. En ella podréis ver cómo nos marcan las lecturas hechas en el momento justo de nuestra vida.

Paco Cuesta encuentra la inteligente forma definitiva de dejarse llevar por la poesía de Neruda. Imprescindible.

Mª Ángeles Merino comenta el poema 19, con unas ilustraciones que son una glosa al mismo poema. Os invito a ver esta entrada.

Gelu comenta el poema 12 de Neruda y completa la información biográfica que nos ayuda a comprenderlo.


Excelente la nueva entrada que publica Pancho sobre Todo lo que era sólido de Muñoz Molina, que nos ocupó en diciembre. Toca dos temas interesantes del libro: la comparación con los EE.UU. y la necesidad de dar testimonio de lo vivido. No menos interesante e imprescindible es la que dedica a la que podríamos pensar la verdadera causa de todo: el olvido de lo que éramos.

 

Gelu continúa con sus entradas sobre La estafeta romántica de Galdós, aquí para seleccionar y comentar las cartas XX y XXI. Buena oportunidad para engancharse a esta lectura que hicimos el año pasado.

Anuncio de la lectura del mes de febrero


En el mes de febrero leemos la novela de Laura Castañón Dejar las cosas en sus días, una magnífica saga familiar que atrapará al lector tanto por lo que cuenta como por la forma en la que lo hace. En este enlace podéis encontrar su página oficial en Facebook, con toda la información necesaria. La autora está al tanto de esta lectura y participará en la reunión de febrero del Club de lectura presencial, en Burgos. Todos aquellos seguidores de La Acequia estáis invitados a participar en ese acto, que se anunciará oportunamente.


Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

jueves, 23 de enero de 2014

Ritmo y estructura métrica en los Veinte poemas de amor y una canción desesperada y noticias de nuestras lecturas


Diseño de Rita para la lectura del poemario de Neruda


Hoy quizá no sorprenda tanto, pero una de las cuestiones básicas que sostienen el poemario de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Neruda es su estructura mética. Estos días me he paseado por Internet para encontrar análisis métricos de estos poemas y cotejarlos con los varios que se han publicado en artículos y libros y con el mío. He constatado algo sorprendente: la variedad de resultados en el cómputo silábico para algunos versos. No es de extrañar, no todas las personas saben métrica por mucho que escriban artículos o hagan análisis para sus páginas en Internet. Uno de los errores más soprendentemente repetidos es computar como versos de 13 o 15 sílabas lo que son perfectos alejandrinos de 7 y 7 sílabas en cada hemistiquio. Nos solemos olvidar que en español los versos mayores de 12 sílabas necesitan una pausa intermedia (la cesura), que hace que cada una de las partes (hemistiquios) se comporten métricamente como versos independientes.

En los Veinte poemas de amor y una canción desesperada predomina el alejandrino (7 más 7). Este verso había sido retomado por los modernistas y Rubén Darío lo había convertido en un verso no solo natural para el oído español sino también en un verso que significaba, en gran medida, la renovación poética que había impulsado. El alejandrino no era solo la recuperación de un verso no frecuente en la métrica española desde la Edad Media o la introducción de una rítmica francesa, sino un gesto de rebeldía. Significaba desbordar el endecasílabo, todar de una nueva sintaxis a la exposición de las ideas en un poema y estructurar todo un juego musical al combinar dos piezas de ritmo impar (los hemistiquios de siete) en un verso de cómputo par.

Neruda juega a partir de Darío y de los que le siguieron. Aunque predomina el alejandrino, lo combina con otros versos impares (el lógico de 7, pero también con versos de 5, 9, 13, etc.) pero también con pares y adelgaza la rima con el asonante. También se aventura por el verso libre (como en la mitad del poerma 11) auque procura construirlo a partir de estructuras reconocibles de hemistiquios impares. Esta mezcla de ritmos pares e impares ya no nos sorprende, pero en su día era materia polémica que dividía a un poeta o a un lector entre modernos y antiguos. En aquellos tiempos los oídos de los que apreciaban la poesía estaban acostumbrados a escuchar estas modificaciones y o bien las rechazaban como impropias o bien se detenían a apreciar qué había pasado allí, en donde todo crujía. Lo mismo que ocurría desde hacía unos años en la música clásica.

El resultado es un juego con el ritmo. Al recitar estos poemas, nos damos cuenta de cómo juega con su musicalidad en tonalidades diferentes. Procura siempre marcar un énfasis estructural en cada verso a partir de los acentos claves y a partir de ellos distribuye el contenido temático, que viene a encajar en una estructura previa que lo gobierna.


Noticias de nuestras lecturas



Purificación (Pamisola) recrea, comenta y juega con el poema 10 desde la voz femenina. No os lo perdáis.

Paco Cuesta se pierde en el poema 9, pero de una manera que anuncia que encontrará el camino y la bújula. Imprescindible.

Mª Ángeles Merino comenta e ilustra brillantemente el poema 14. Cierra con la pregunta eficaz sobre los cerezos...

Gelu busca las experiencias biográficas de Neruda para la escritura del poemario. Os gustará esta entrada, además, por la documentación.

Luz del Olmo sigue su interesante juego dialéctico-poético con Neruda. No debéis perderlo.

Pancho publica su decimoprimera entrada sobre Todo lo que era sólido, en la que llega al maltrato de la tierra española que hemos cometido en tiempos de prosperidad y especulación. En la decimosegunda entrada, con una tendencia interior de todo aquel que ve lo que ocurre en España: marcharse, marcharse y volver solo de vacaciones.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

lunes, 20 de enero de 2014

Recitar los Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Neruda


Recitar es versionar un poema. La poesía es, en esencia ritmo: musical, acentual, sintáctico, ideológico, visual, objetual. Pero siempre ritmo. Un poema no funciona si no hay una suma perfecta entre lo que se quiere decir y el ritmo escogido por el autor. En el siglo XX, sin que se pueda precisar el momento exacto, se dejó de recitar poesía como forma habitual de trasmitirla. La poesía se convirtió, así, en un acto íntimo y solitario. No es algo malo, por supuesto. Algunos de mis mejores momentos como lector han sucedido en tardes de verano acompañado de poemarios. Cuando yo era joven solo se recitaban poemas en los círculos provincianos: era un recitado decimonónico, enfático, falso. Recuerdo un poema que recitaba con tanta vehemencia sus poesías que parecía querer agredirnos a los asistentes con un soneto de amor. De aquello vino a salvarnos el movimiento de los cantautores, que nos devolvieron el amor por la poesía musicada: Paco Ibáñez, Serrat, Victor Jara, tantos... De pronto se podía escuchar gran poesía sin avergonzarnos, sin que nos pareciera extraño. Porque es algo sorprendente: hasta el siglo XX la forma habitual de acceder a la poesía era escuchándola recitar o cantar acompañada de música.

Por eso, recitar un poema es devolverlo a una vida habitual hasta hace un siglo. El que recita da su propia versión del poema: debe desentrañar las claves rítmicas. Hay muchas personas que no pueden distinguir entre un ritmo par y uno impar, que no saben para qué demonios sirve una cesura ni qué importancia tiene el acento en sexta en un endecasílabo. Y esto sucede no tanto porque no hayan estudiado poesía sino porque no la escuchan. El que recita debe hallar todo esto y dar su propia melodia al poema.

Hay una teoría que dice que los poetas recitan mal su propia poesía. No es cierto: esto sucede desde hace unas décadas, desde que los poetas dejaron de recitar los poemas en tertulias y les puede el pudor y la falta de costumbre. Algunos, es verdad, parecen sordos a sus propios ritmos. Pero esto no ha sido así por regla general. Zorrilla daba excelentes recitales con sus poemas en el siglo XIX.

Lo que intento con este recitado de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada es dar mi propia versión del poemario de Neruda. Desde las clases de iniciación al teatro que recibí de adolescente hasta las clases en las que disfruto leyendo poesía para explicársela a mis alumnos, desde que comencé a escribir y me gustaba recitar mi poemas, siempre he procurado dar voz al verso.

Recordad que aquí tenéis los seis primeros poemas recitados. Y que seguiré en próximas entradas. Espero que os guste. Soy consciente de que en algunos he acertado más que en otros.

Poema 7


Poema 8



Poema 9




Poema 10


Poema 11



Poema 12




jueves, 16 de enero de 2014

Cruje en ti mi ansiedad última. Angustia y entrega en los Veinte poemas de amor de Neruda y noticias de nuestras lecturas.



Diseño de Rita para la lectura del poemario de Neruda

En Veinte poemas de amor y una canción desesperada predomina un romanticismo de la angustia. El amor es un episodio milagroso de sublime entrega precedido de tristeza y seguido de melancolía y desesperanza. El poeta viene de la soledad y la tristeza y marcha hacia ella de forma inexorable. El encuentro amoroso es apenas un breve momento que se da en una naturaleza en ebullición constante -uno de los más llamativos valores del poemario son las imágenes de la naturaleza para la expresión del contexto amoroso, de la amada y de la pasión. Por eso, al ser consciente de la brevedad del amor, el poeta lo vive de forma angustiosa: Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última, dice en el poema 8. Todo se encamina, de forma inevitable, hacia el crepúsculo. De ahí los insistentes tintes de dolor permanente y la necesidad ansiosa de encontrar el cuerpo de la amada y entregarse a él en ese breve momento que dura el amor (Entre los labios y la voz algo se va muriendo, dice el poema 13). De ahí también la necesidad de fijar con urgencia el sentimiento -la pulsión amorosa, la tristeza, la soledad y la angustia- con la palabra poética. Pero es precisamente esa intensidad de la entrega la que provoca más dolor. El poeta sabe que la intensidad de la entrega es recompensa espléndida pero también semilla larga de dolor futura: Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido (poema 20). A pesar del largo proceso doloroso que implica el amor en este poemario, el poeta no se arrepiente de su experiencia sino que incurre en cierta morbosa delectación del sufrimiento: mi alma no se contenta con haberla perdido (poema 20). Este dolor que provoca de forma inevitable el mismo sentimiento que da la felicidad máxima, la angustiosa vivencia de la experiencia amorosa, es una de las claves que más atrapan de este poemario. Y cuando el poeta debe marchar, encaminarse hacia el resto de su vida (Es la hora de partir. Oh abandonado, canción desesperada), va cargado de ese dolor pero el lector intuye que en el poemario se nos ha cantado un amor de esos que destrozan por dentro a quien lo vive.


Recitado del Poema 1:



Recitado del Poema 2:



Recitado del Poema 3:



Recitado del Poema 4:



Recitado del Poema 5:



Recitado del Poema 6:


En las dos próximas entregas del Club de lectura del mes de enero completaré el recitado de los poemas.

 Noticias de nuestras lecturas


Kety sigue con su homenaje en verso a Neruda, ahora con una inspiración a partir del poema 12.

Gelu ilustra con todo acierto el poema 18 y recupera una antigua entrada suya sobre Neruda que recomiendo leer. Todo aqui.

Paco Cuesta comenta de forma tan acertada el poema 5 -uno de los mejores del poemario- que no se puede pedir más. Imprescindible.

Mª Ángeles Merino comenta e ilustra el poema 7: descubre por qué el poeta es un náufrago que encuentra breve refugio en los ojos amados.

Luz del Olmo nos regala unos versos de gran belleza escritos a partir del poema 13 de Neruda. 


Pancho, en su novena entrada sobre Todo lo que era sólido, aborda la devastadora actuación megalómana de nuestros políticos -que todos consentimos- y su internacionalización paleta.... Inmejorables las ilustraciones, tan apropiadas. En su décima entrada, dos claves más: la falta de cultura del diálogo y la desmesura de los años de la opulencia. Tampoco hay que perderse las fotografías.

Antonio Aguilera escribe su última entrada sobre Todo lo que era sólido, con una conclusión acertada sobre la democracia participativa.


Gelu no olvida completar su lectura de La estafeta romántica de Benito Pérez Galdós, de ahí su nueva entrada al estilo de las anteriores.

Anuncio de la lectura del mes de febrero


En el mes de febrero leemos la novela de Laura Castañón Dejar las cosas en sus días. En este enlace podéis encontrar su página oficial en Facebook, con toda la información necesaria.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

jueves, 9 de enero de 2014

Un collar infinito para tus blancas manos. El impulso amoroso y la creación poética en los Veinte poemas de amor de Pablo Neruda y noticias de nuestras lecturas

Diseño de Rita para la lectura del poemario de Neruda

Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda es un poemario deudor de Rubén Darío y del modernismo hispánico que este había inaugurado décadas antes. Como tal, es lógico que el tema central sea la sublimación del impulso amoroso expresada de una nueva manera, más libre, menos encorsetada. De ahí la referencia a aspectos carnales, físicas, bien directamente bien a través de metáforas y comparaciones cuyo símbolo central es siempre el mismo, la naturaleza. Esta carnalidad en la poesía quedaba antes relegada a un tipo de poemas escrito para un consumo no público. Rubén Darío y los modernistas consiguieron ponerla en primera línea de la poesía (a la celeste carne de la mujer cantó Darío, y el pimer verso de Neruda comienza con la alusión al cuerpo de la mujer ya no como abstracción sino como presencia física erótica) como una parte más de su libertad temática y expresiva. Hay en todo un poemario un desbordamiento de la pasión y de la expresión directa de los efectos en el poeta, especialmente el de la angustia. De hecho, el libro está ordenado para que exprese la evolución amorosa desde el descubrimiento del cuerpo de la mujer hasta el recuerdo desesperado del amor perdido.

Como en Darío, como en toda la mejor producción amorosa del siglo XX, este elemento pasional tiene mucho que ver con la misma creación poética: de ahí la alusión continua de Neruda a las palabras, a la escritura, casi como obsesión. No es solo ya ese verso tan famoso Puedo escribir los versos más tristes esta noche, sino una implicación absoluta entre el amor (la mujer) y la expresión amorosa -los silencios, la mudez, la palabra expresada anterior y posterior al encuentro. Uno de los poemas en donde mejor se expresa esta relación es poema 5 (Para que tú me oigas...) en donde la palabra del poeta se tiñe de la amada y todas ellas juntas se trasforman en un collar que le entrega:

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

No es otra cosa este poemario: el collar que el poeta le entrega a la amada porque es la amada quien lo provoca.


Poema1

Noticias de nuestras lecturas


Gelu  recrea, con tanto acierto, el poema 19, que no puedo más que remitiros a su entrada para ver a Loquillo y Degás compartiendo con Neruda.

Kety nos regala su interpretación de la poesía de Neruda, todo un sentido homenaje.

Mª Ángeles Merino comenta e ilustra adecuadamente el poema número 5, en el que las palabras de amor son infinitas...

Pamisola comenta el poema número 6 desde las propias palabras de Neruda. Fuerza de la emoción arrolladora y joven.

Luz del Olmo nos sorprende de nuevo, a partir del poema 10, jugando con la mirada del poeta, para sugerir su propio paisaje.

Paco Cuesta finge ser aprendiz de brujo para darnos una lección completa de cómo abordar a Neruda desde la unión de dos elementos: amor sensual y metapoesía. Como si me hubiera leído mi entrada antes de publicarla, cosa que no ha podido hacer de ninguna manera. No sé cómo se ha metido en mi cabeza.

Myriam juega con nosotros: dice que no hará aportación a nuestra lectura pero amasa barro para hacer cerámica nerudiana.


Todo lo que era sólido, de Antonio Muñoz Molina, el primer ensayo que leemos en nuestro club de lectura, ha resultado ser todo un éxito. De hecho, sigue suscitando comentarios por parte de los seguidores y Antonio Aguilera ha impulsado eficazmente su lectura en Priego de Córdoba.

Rafael Ruiz, en su Fray Liberto, comenta y recomienda el libro de Muñoz Molina, sumándose a nuestra lectura gracias al impulso de Antonio Aguilera.

Pancho comenta otra de las claves de lo que ha sucedido en España en los últimos años abordada por Muñoz Molina: la tendencia hacia lo local que ha fabricado miniestados y multiplicado los gastos hasta el infinito, con el aplauso de todos. Después aborda uno de nuestros grandes problemas: la falta de cultura democrática nos hace fáciles presas de aquellos que hablan a las tripas y no a larazón.

Antonio Aguilera aborda una de las perspectivas más sugerentes del ensayo de Muñoz Molina: la necesaria separación de las creencias religiosas de los políticos de su actuación como tales y el laicismo de una democracia moderna.
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Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

jueves, 2 de enero de 2014

Popularidad de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda y noticias de nuestras lecturas

Diseño de Rita para la lectura del poemario de Neruda

He tenido que rebuscar algo en mi biblioteca particular para hallar este ejemplar de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda. Sabía que lo tenía pero me aparecieron antes otros más modernos. Temí, por un momento, haberlo perdido en una de mis muchas mudanzas. Se trata de la vigésimo quinta edición (26-V-1978) en esa colección de bolsillo de la Editorial Losada a la que debemos tanto, la Biblioteca clásica y contemporánea. Como era de esperar, la compré en la Librería Sandoval de Valladolid siendo muy joven, a principios de los ochenta. Recuerdo todavía mi primera lectura de aquellos versos y cómo influyeron un tiempo en los míos. Neruda siempre escribió con una fuerza arrolladora para bien y para mal y es difícil para un joven lector con apuntes de poeta substraerse a su influencia. Con Neruda me ha ocurrido como con otros poetas: tiempos de pasión y tiempos de distancia. A veces me he puesto profesoral con él, en otras ocasiones me he cargado de ideología para defenderlo, pero siempre he vuelto a estos poemas de una manera o de otra. Aun reconociendo sus defectos, me ocurre con los Veinte poemas de amor y una canción desesperada algo que no me sucede casi nunca. siempre logran devolverme a mi primera lectura, así que algo tendrán para conseguir ese efecto.

Esta edición se hizo con motivo de los dos millones de ejemplares vendidos por Neruda de este poemario, algo insólito para la poesía española, y por eso se acompañó de las ilustraciones de Raúl Soldi. Cuando en 1960 se habían vendido solo un millón de ejemplares, el poeta escribió una Pequeña Historia para que sirvirera de explicación. En ella, él mismo se extrañaba y, a la vez, se enorgullecía del éxito:

Por obra del curioso destino, los Veinte poemas continúan siendo un libro de aqeullos que se aman. por un milagro que no comprendo, este libro atormentadao ha mostrado el camino de la felicidad a muchos seres. ¿Qué otro destino espera el poeta para su obra?.

Desde 1924, este poemario no ha hecho más que crecer en lectores. Sus ediciones se han multiplicado, se ha aprendido de memoria y en Internet pueden encontrarse con facilidad decenas de videos con el texto recitado. Cuando escribió los pemas, Neruda era apenas un joven recién salido de la adolescencia. Según los testimonios biográficos, la mayor parte de los textos están dedicados a una sola mujer, Albertina Rosa, pero no todos. Esto importa solo para la anécdota, porque lo interesante es cómo aquel joven chileno encuentra una fórmula de éxito para expresar, a principios del siglo XX, una forma moderna de amor en la que la carnalidad y la expresión libre y directa son protagonistas. Hay en los Veinte poemas y una canción desesperada una sinceridad arrebatada que ya anuncia la desbordante manera poética que será una de las marcas del estilo de Neruda. Pero esa sinceridad tiene genio poético, uno que le viene de Rubén Darío pero que Neruda sabe hacer propio.

A estos poemas les pasa como a las rimas becquerianas. en su popularidad está su peor enemigo. No es culpa suya, sino de los lectores acomodados. De tan sabidos y repetidos, tan leídos en la superficie de lo que dicen, muchos acaban gastándolos o huyendo espantados de ellos. Pasado casi un siglo, además, a algunos les parecen demasiado tópicos y los desprecian precisamente por populares -quizá por envidia de quien supo hacerlo a edad tan temprana y en época como aquella en la que esta expresión amorosa parecería deber guardarse en secreto-, como si no hubieran sido el tronco fértil del que nacieron todos los que les imitaron, como si no fuera necesario revisitar las cosas en su lugar de nacimiento para comprenderlas mejor. Y a eso es a lo que dedicaremos este mes de enero.

Noticias de nuestras lecturas



Luz del Olmo nos regala una hermosa inspiración nerudiana para comenzar el año. No os la perdáis.

Mª Ángeles Merino comienza en Neruda indicando las diferencias, debidas a la edad y la experiencia, entre la forma de hablar de la pulsión amorosa en la madurez y en la juventud. Muy acertado este comentario para comprender algunas de las claves de los Veinte poemas.

Mª Ángeles Merino nos felicita el año con Muñoz Molina, es decir, con el deseo de que hayamos aprendido algo.

Pancho continúa su extraordinario comentario de Muñoz Molina, con un par de claves ahora: la exhuberancia de nuestros políticos, sobre todo tras encontrar la piedra filosofal de la comunicación, y el elogio que encierra todo el libro al pensador que se atreve a ir contracorriente. Pasa después a comentar, con todo acierto, uno de los pasajes claves del libro, aquel en el que se menciona cómo en España se mezcla todo y esa mezcla nos lastra.

Cuarta entrega revulsiva y acerada de nuestro Antonio Aguilera sobre Todo lo que era sólido: la fiesta como nueva forma de pan y circo...


Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.