
Son muchas las obras que se han inspirado en el Quijote, desde el mismo momento en el que se publicó la primera parte hasta nuestros días. Eso ha hecho que mucha gente conozca la obra sin leerla. A veces, ese conocimiento simplifica y domestica a Cervantes, pero esta novela es tan poderosa que siempre vuelve. Es curioso cómo gran parte de las obras inspiradas en este libro son, a su vez, también parodias de otros géneros, en la estela de la propuesta inicial cervantina.
A mí me gusta mucho el acercamiento a la infancia de los personajes del Quijote, sobre todo si se hace de una manera en la que no trata a los niños como tontos. No estoy de acuerdo en que una novela de este tipo no se pueda leer a cualquier edad. Es curioso cómo hacemos caso de estas recomendaciones que ponen en las tapas de los libros, indicando la edad recomendada como si fuera una ley por cuyo incumplimiento nos pudieran meter en la cárcel, y luego dejamos a nuestros hijos ante la televisión sin preocuparnos de más, o los llevamos a ver películas en las que hay mucho más de lo que nos asusta en el Quijote. ¿Será porque la letra es peligrosa en un mundo de imágenes? ¿O porque queremos simplificar su capacidad de pensamiento? La lectura exige un esfuerzo de comprensión y cuando estamos formando nuestra mente siempre debe haber cosas que no comprendamos para que crezcamos. Si no comprendemos nada de lo que leemos abandonaremos ese libro y cogeremos otro: hay más frustración cuando a un niño no le gusta un dulce que parecía delicioso y no organizamos tanto escándalo. Pero si comprendemos todo lo que leemos, terminaremos aburriéndonos por mucho que el argumento sea entretenido, puesto que las estructuras narrativas terminarán siendo las mismas y nos cansaremos: el libro debe estar por encima de nosotros y más cuando somos niños. Muchos no comprenden esto y de ahí que se abandone la lectura a edades tempranas, porque nos han acostumbrado a que los libros que leemos de niños sean fáciles y como los videojuegos siempre plantean retos son más atractivos y la satisfacción más inmediata. Esta es una de las claves del fracaso en lectura y lenguaje de nuestros jóvenes: que los hemos acostumbrado a lo fácil y a lo inmediato. Tema para otro día.
Hace unos días, Bipolar me mandó la portada de un tebeo que yo leí en su día y del que ya ni me acordaba, Mortadelo de la Mancha, protagonizado por los que son en sí mismos la mejor parodia de otro género popular, como lo eran las novelas de caballerías: los relatos de espías. Mortadelo y Filemón son dos personajes claves en la historia del cómic y no sólo del español. Qué gran genio Ibáñez y cómo sigo leyendo cualquier obra suya que cae en mis manos.
Como tenemos tiempo en nuestra lectura colectiva y virtual del Quijote, os propongo que rescatemos estas cosas del olvido, que las coleccionemos en nuestros comentarios. Los que no queráis hacerlo en vuestros blogs -o no tengáis-, podéis mandármelas por correo electrónico y yo las publicaré aquí con las Noticias.
Noticias de nuestro Quijote.
Javier G. Riobò sigue su comentario en imágenes del Quijote, basado en los escaparates de las calles. En su entrada sobre el capítulo XVII, nos reserva una sorpresa al final, con un Sancho transformado, aunque el manteo permanezca.
Euphorbia Splendens, en Híbridos equinos, lleva su comentario del capítulo XVII hacia los machos del arriero. Y de allí a un recuerdo de la infancia. Esto es algo que me agrada de nuestra locura: el Quijote nos lleva hacia dentro. Así sí se disfruta de la lectura.
Manuel Tuccitano, en El Quijote y el manteo, centra su comentario en el manteo de Sancho como parte del entramado de elementos folklóricos de la obra. Y lo documenta con gran acierto. No os perdáis el dibujo de Inés, muy trabajado y gracioso.
Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré lo antes posible.
Vale.