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lunes, 3 de mayo de 2021

Galdós, enamorado

 


Diferentes circunstancias (problemas iniciales, la pandemia causada por la COVID-19 y los cierres de los espectáculos públicos, un accidente de la actriz protagonista), retrasaron el estreno de Galdós enamorado, la obra de Alfonso Zurro, que también dirige el montaje, previsto para enero de 2020 en el Teatro Pérez Galdós dentro de los actos que conmemoraban el centenario del escritor canario Benito Pérez Galdós. Ahora felizmente ya está de gira por diferentes ciudades en locales con aforo limitado y otras medidas marcadas en los protocolos sanitarios demostrando que los espacios  escénicos pueden ser seguros. He podido verla ayer domingo en el Teatro Zorrilla de Valladolid. No importa el retraso, la pandemia ha provocado que, en la práctica, se sumen las conmemoraciones del centenario del fallecimiento de Galdós (1920) y el de Emilia Pardo Bazán (1921), las dos figuras sobre las que trata la obra. El texto propone explícitamente una cierta condición de atemporalidad en cuanto a estas cuestiones de los centenarios, sobre los que se ironiza.

Galdós enamorado es, inicialmente, una ficción sobre las relaciones entre don Benito y doña Emilia que se construye a partir de la indagación teatral de los dos actores protagonistas, María José Goyanes y Emilio Gutiérrez Caba, convertidos así también en personajes que a través del juego metateatral subrayan, ironizan o resaltan la contemporaneidad del espectáculo mientras que los escritores disfrutan de la atemporalidad de su condición.

Dado que solo se conocen hasta hoy las cartas que Emilia Pardo Bazán dirigiera a Galdós, el motor inicial de la obra es la investigación de lo que pudo ocurrir con las que Galdós escribiera a la Pardo Bazán (cierta noticia reciente sobre ellas está llena de misterio y sospechas sobre las que se ironiza también en el espectáculo). No tanto por el interés público sino porque el escritor necesita completar su memoria con ellas. Mientras tanto, reconstruyen su relación amorosa a partir de las que se conservan. Pardo Bazán y Galdós viven en la atemporalidad de su condición literaria, pero los actores no y, mientras construyen el espectáculo, recrean lo que pudo ocurrir con las cartas que debieron conservarse en el Pazo de Meirás hasta que este cayó en manos de Francisco Franco, cuya familia lo ha retenido hasta la reciente sentencia judicial que obligó a su restitución como patrimonio del Estado.

Este juego metateatral de una obra que se construye delante del espectador y que propone las secuencias presentes protagonizadas por Goyanes y Gutiérrez Caba frente a la atemporalidad de Pardo Bazán y Galdós, a salvo ya de cualquier circunstancia, permite a Alfonso Zurro dar variedad a la obra, que entrelaza eficazmente la teatralización de la amistad, el amor y la admiración literaria entre los dos escritores, la relación entre los actores que estudian el montaje teatral y las escenas en las que, a través de la farsa y la parodia, indagan sobre lo que pudo ocurrir con las cartas perdidas. Mientras Pardo Bazán y Galdós viven su relación ya eterna y Goyanes y Gutiérrez Caba trabajan el texto en su condición de actores, aparecen Francisco Franco, Carmen Polo, el comisario Villarejo, etc., pero de una forma muy contenida para que no se apropien de la obra ni aparten al espectador del propósito del montaje, que no es otro que homenajear a estos dos escritores desde la condición de seres humanos que aman.

Este camino de transición entre los tres mundos, cada uno con su marca genérica propia, era muy difícil de resolver, pero está bien conseguido en el texto y extraordinariamente en la actuación de los actores protagonistas, que nunca pierden el tono y consiguen hacer amables las transiciones. Los peligros de un texto como este se han solventado en una buena dirección y en la gran profesionalidad de María José Goyanes y Emilio Gutiérrez Caba que saben apoyar la obra sin imponerse a ella, pero dejando a su vez la impronta indiscutible de sus cualidades.

La obra gustó mucho al público que llenó el aforo permitido del teatro.

jueves, 15 de abril de 2021

En tan poco tiempo, ¡cuánta mudanza! La vida y la historia en Trafalgar de Benito Pérez Galdós. Anuncio de la próxima lectura

 


En tan poco tiempo, ¡cuánta mudanza!, se dice Gabriel Araceli al recordar lo que había ocurrido desde sus tiempos de niño hasta el momento en el que decide abandonar a sus amos para ir a Madrid: desde aquel día, ¡cuántas cosas me han pasado dignas de ser referidas! Mi destino, que ya me había llevado a Trafalgar, llevome después a otros escenarios gloriosos o menguados, pero todos dignos de memoria, continúa, para añadir después una de las claves de la serie de los Episodios Nacionales, la estrategia narrativa y comercial de los episodios: ¿Queréis saber mi vida entera? Pues aguardad un poco, y os diré algo más en otro libro.

Desde su condición de hombre mayor -no olvidemos que la novela se nos presenta como un relato autobiográfico-, Gabriel recuerda cuánto aprendió en los tiempos relatados en Trafalgar. En primer lugar, sobre las cosas de la gran historia. La derrota naval de la que es testigo le lleva a comprender que los gobernantes no están a la altura de la nación y que picarse de honra y orgullo no solucionan los problemas, sino que los complica. Por esto termina dando la razón a los argumentos de Doña Francisca. En segundo lugar, sobre cómo afectan esas cosas a la vida de la gente normal, embarcada en guerras y cuestiones que alteran su vida y no la mejoran, en un país sumido en la corrupción y en la falta de proyecto propio, subordinado a los intereses franceses que solo acarrean muertes y sufrimiento. Siendo todo esto importante, Gabriel Araceli también aprende sobre la vida y los afectos, renunciando a su primer amor y gestionando su futuro. Por eso, decide romper con todo y marchar hacia un futuro que, para el narrador, ya es pasado.

Y esta es una de las claves del éxito narrativo de esta novela -y de toda la serie-, la acertada combinación entre las cosas menudas y las cosas grandes y la visión de una persona que ha atravesado gran parte del siglo para comprender que solo la iniciativa personal animosa y generosa puede superar las pésimas decisiones de los que nos gobiernan. Así se adentra Gabriel Araceli en el futuro en el que ya se encuentra: con la incertidumbre propia del que sabe que todo dependerá del esfuerzo propio en un país desgobernado.


NOTICIAS DE NUESTRAS LECTURAS

El pasado mes de enero terminaban las conmemoraciones con motivo del centenario del fallecimiento de Benito Pérez Galdós. Pasados los grandes fastos, el mejor homenaje a un escritor siempre es leerlo. No es la primera vez que don Benito asoma en el Club de lectura y, con toda seguridad, no será la última. En estos momentos convulsos en los que todo se pone en cuestión, es bueno leer la novela con la que arrancara uno de los grandes proyectos narrativos españoles, los Episodios Nacionales, que nos plantea hoy los mismos interrogantes que entonces ante un cambio de sociedad y la competencia de los gobernantes. Adelante, entonces, con Trafalgar, que nos ocupará las próximas semanas. De la novela hay muchas ediciones, críticas y populares. Aunque siempre recomendaré las que van acompañadas de aparato crítico (prólogo y notas a pie de página) como las de la editorial Crítica, la RAE o Cátedra, podemos afrontar con éxito su novela en cualquiera de las otras ediciones e, incluso, en la que podemos hallar gratis y con un texto correcto en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes en este enlace.

María Ángeles Merino (y su madre, a la que agradecemos la colaboración), comenta con Austri el papel de doña Francisca, tan atenta a la realidad de la vida. Necesario.

Pancho continúa su comentario de la novela de Galdós y profundiza en la mezcla sabia de lo grande y lo pequeño. Y termina con Sabina, que eso vale en sí mismo visitar esta buena entrada.




La próxima semana comenzamos la lectura de Mil amaneceres, de José Luis Alonso de Santos (editado por el Ayuntamiento de Valladolid, 2019). Un largo monólogo teatral sobre el paso del tiempo, la piedad, las relaciones de los seres humanos marginados con el poder, que puede leerse como si se tratara de una narración en primera persona. 

AVISO A LOS MIEMBROS DE LA SECCIÓN PRESENCIAL DEL CLUB

La evolución de la pandemia por COVID-19 en la llamada tercera ola, provoca que no podamos reunirnos presencialmente con normalidad. Las instituciones con las que colaboramos habitualmente (Universidad de Burgos e Instituto de la Lengua de Castilla y León) tienen cerradas sus instalaciones para todo lo que no sea el funcionamiento ordinario de las mismas, por cuestiones sanitarias, y todo nos lleva a ser lo más prudentes posibles. Por este motivo, los participantes recibirán los materiales a través del correo electrónico. Todo antes que detener completamente el funcionamiento del club. Sé que sabréis comprenderlo. Si alguno de los participantes en el formato virtual a través de las redes sociales quisiera recibir estos materiales, debe facilitarme su dirección de correo electrónico.

Pido a los miembros del Club de lectura en su formato presencial que presten atención al correo electrónico porque se está intentando buscar una sala que nos permita reunirnos con todas las garantías sanitarias a partir de marzo siempre que la evolución de la epidemia nos lo permita.


Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales) en este blog.

Para conocer la forma de seguir las lecturas de este club y sus características y la lista del presente curso, pinchar sobre este enlace.

ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

jueves, 18 de marzo de 2021

La historia desde los que la padecen

 



Uno de los muchos aciertos de Trafalgar es que está contada en primera persona por un testigo de los acontecimientos que no es un protagonista de la gran historia sino un héroe secundario, en palabras de Georg Lúkacs, que asentó una herramienta metodológica de primer orden para analizar y comprender la novela histórica. Inicialmente, se construye el personaje de Gabriel de Araceli a la manera de la picaresca española, derivada ya en costumbrismo. Gabriel de Araceli nos cuenta su historia cuando ya es un hombre mayor y, desde las primeras líneas nos da cuenta de esa condición de secundario:

Se me permitirá que antes de referir el gran suceso de que fui testigo, diga algunas palabras sobre mi infancia, explicando por qué extraña manera me llevaron los azares de la vida a presenciar la terrible catástrofe de nuestra marina.

Al hablar de mi nacimiento, no imitaré a la mayor parte de los que cuentan hechos de su propia vida, quienes empiezan nombrando su parentela, las más veces noble, siempre hidalga por lo menos, si no se dicen descendientes del mismo Emperador de Trapisonda. Yo, en esta parte, no puedo adornar mi libro con sonoros apellidos; y fuera de mi madre, a quien conocí por poco tiempo, no tengo noticia de ninguno de mis ascendientes, si no es de Adán, cuyo parentesco me parece indiscutible. Doy principio, pues, a mi historia como Pablos, el buscón de Segovia: afortunadamente Dios ha querido que en esto sólo nos parezcamos.


Nacido en el gaditano barrio de la Viña, Gabriel nos contará desde sus primeros recuerdos y juegos en la Caleta hasta las consecuencias del desastre de la batalla de Trafalgar (por hablar solo de la primera novela de la serie). Dado que Gabriel no es un pícaro-delincuente sino una persona normal que se ve sometido a las consecuencias de la azarosa vida del siglo XIX español, el tono de la novela ya está hecho desde estos primeros párrafos: el narrador es un testigo más que un protagonista y, como tal, nos cuenta la historia adoptando una cierta distancia con lo narrado, aunque esté inmerso en lo más duro de los acontecimientos. A ello ayuda y no poco que se nos cuente desde la perspectiva del que ha vivido mucho después de lo ocurrido. Desde esa perspectiva de una persona que ve la historia desde abajo, que la sufre y no la protagoniza, nace otra de las condiciones ideológicas de la narrativa. Y se completa con la entrada de la vida cotidiana, las emociones y la vida doméstica. En las primera páginas, Galdós asienta definitivamente los Episodios Nacionales como la historia contada por quienes la padecen y cuyo papel en ella es fundamental como carne de cañón, pero anecdótica para los tradicionales libros de historia. Todo un acierto que separa radicalmente estas novelas de la literatura histórica romántica y de los tratamientos habituales de esta modalidad hasta el momento.

NOTICIAS DE NUESTRAS LECTURAS

El pasado mes de enero terminaban las conmemoraciones con motivo del centenario del fallecimiento de Benito Pérez Galdós. Pasados los grandes fastos, el mejor homenaje a un escritor siempre es leerlo. No es la primera vez que don Benito asoma en el Club de lectura y, con toda seguridad, no será la última. En estos momentos convulsos en los que todo se pone en cuestión, es bueno leer la novela con la que arrancara uno de los grandes proyectos narrativos españoles, los Episodios Nacionales, que nos plantea hoy los mismos interrogantes que entonces ante un cambio de sociedad y la competencia de los gobernantes. Adelante, entonces, con Trafalgar, que nos ocupará las próximas semanas. De la novela hay muchas ediciones, críticas y populares. Aunque siempre recomendaré las que van acompañadas de aparato crítico (prólogo y notas a pie de página) como las de la editorial Crítica, la RAE o Cátedra, podemos afrontar con éxito su novela en cualquiera de las otras ediciones e, incluso, en la que podemos hallar gratis y con un texto correcto en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes en este enlace.

María del Carmen Ugarte García señala con acierto las tres condiciones de la propuesta galdosiana: pacifismo, mirada desde abajo y mirada desde el mundo doméstico. Una entrada más que recomendable.

Pancho da cuenta de la polifonía de voces de la novela y, en especial, de la mirada femenina. Y termina con una canción de los Rolling Stones, que no se puede pedir más. ¿Que cómo lo hace? Aquí tienes la respuesta.

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jueves, 11 de marzo de 2021

Cómo afrontar la (re)lectura de Trafalgar de Benito Pérez Galdós.

 


Más allá de cualquier polémica, la narrativa de Benito Pérez Galdós sigue despertando el interés de los lectores, especialistas y editores. Las viejas diatribas, renovadas cada cierto tiempo, lo acusan de falta de altura de estilo y de profundidad en sus personajes y de tener una condición inferior y menos moderna con respecto a los grandes narradores europeos de su tiempo. Todo ello es injusto y suele acontecer que quienes acusan así a Galdós ni conocen bien su obra ni su vida y pensamiento y tampoco están dispuestos a contextualizarlo en la España de su tiempo, sepultada bajo la losa de desprecio que corrió entre los intelectuales de la vanguardia de las primeras décadas del siglo XX español. Ahí está Galdós, resistiendo a todo, ganando lectores e imitadores en cada generación. De vez en cuando, algún escritor lanza un proyecto similar a sus Episodios Nacionales, que no resiste la comparación.

Pocos han novelado la historia de las clases medias españolas del siglo XIX y su trascurrir por un siglo tan convulso como aquel. Esa novela del siglo se escribe en Galdós desde la esperanza de que la dinámica histórica pudiera cambiar a mejor la situación de un país que había entrado en colapso y la amargura del fracaso de la burguesía en su misión histórica regeneradora. Los Episodios Nacionales retratan de forma realista este caminar desde la esperanza hasta el fracaso de la burguesía española que no cumplió adecuadamente la misión que la historia le reservaba. El realismo de Galdós no es objetivo ni tiene por qué serlo. Comienza con el relato de la decadencia de la monarquía y los gobernantes españoles a principios de siglo y termina con el de una vida política y social decepcionante. En ambos, la gente común se ve marginada de la historia y se dedica a salvar su día a día y solucionar sus problemas domésticos como buenamente puede. Las pocas figuras políticas válidas que aparecen en los Episodios son consideradas eso, excepciones.

Visto todo desde una España también colapsada como la nuestra, que ve decaída la vida del país en todos sus niveles, sin proyecto común y con todas las instituciones en franca decadencia, la lectura se antoja más que apasionante. En algunas de las páginas de Galdós detectamos situaciones y afirmaciones que, mutatis mutandis, se nos presentan como contemporáneas, lo que aumenta el placer de este acercamiento a la primera de las novelas que componen los Episodios Nacionales. En Trafalgar, como veremos, todo está por hacer. El reino está mal gobernado y afronta el desastre sin más condiciones que el valor y la habilidad individual de cada cual. La construcción del personaje que protagoniza la primera serie, Gabriel Araceli, se hace con tonos parecidos a los de la picaresca, pero adaptada al siglo XIX. Hay un cierto tono de esperanza, la posibilidad de que algo pueda cambiar, que no mitiga ni siquiera el hecho de que el relato se nos presente como unas memorias que escribe Gabriel de mayor para contarnos lo vivido. La derrota en Trafalgar fue el final lógico de una decadencia moral del país, pero en la energía de la gente podría residir la solución si tuvieran la oportunidad de que se permitiera el terreno libre a esas individuales. En tierras en donde el mérito se recompensa, suele suceder. Si quieres saber qué ocurre en la España galdosiana, te invito a seguir nuestra lectura.

NOTICIAS DE NUESTRAS LECTURAS

El pasado mes de enero terminaban las conmemoraciones con motivo del centenario del fallecimiento de Benito Pérez Galdós. Pasados los grandes fastos, el mejor homenaje a un escritor siempre es leerlo. No es la primera vez que don Benito asoma en el Club de lectura y, con toda seguridad, no será la última. En estos momentos convulsos en los que todo se pone en cuestión, es bueno leer la novela con la que arrancara uno de los grandes proyectos narrativos españoles, los Episodios Nacionales, que nos plantea hoy los mismos interrogantes que entonces ante un cambio de sociedad y la competencia de los gobernantes. Adelante, entonces, con Trafalgar, que nos ocupará las próximas semanas. De la novela hay muchas ediciones, críticas y populares. Aunque siempre recomendaré las que van acompañadas de aparato crítico (prólogo y notas a pie de página) como las de la editorial Crítica, la RAE o Cátedra, podemos afrontar con éxito su novela en cualquiera de las otras ediciones e, incluso, en la que podemos hallar gratis y con un texto correcto en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes en este enlace.

María Ángeles Merino inicia la lectura de Trafalgar y comenta la novela con ayuda de su amiga Austri, que la sorprende en su paseo diario, reconciliada ya con la obra y encontrando con acierto el núcleo del que comenzar: la personalidad del protagonista. 

Si queréis saber qué tiene que ver Gabriel Araceli con Loquillo, debéis acudir a la primera entrada que dedica Pancho a la novela de Galdós. También para saber la verdad de la construcción del personaje y su carácter.


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Pido a los miembros del Club de lectura en su formato presencial que presten atención al correo electrónico porque se está intentando buscar una sala que nos permita reunirnos con todas las garantías sanitarias a partir de marzo siempre que la evolución de la epidemia nos lo permita.


Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales) en este blog.

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domingo, 4 de octubre de 2020

Pues de esta me despido

 


El centenario del fallecimiento de Benito Pérez Galdós, que  se cumplió el pasado 4 de enero, revivió una vieja polémica sobre la actualidad de su obra y su importancia para la historia de la narrativa española. La devolvió a las páginas de los periódicos Javier Cercas, que sin ser antigaldosiano canónico, considera al autor sobrevalorado, le dio la réplica Antonio Muñoz Molina, defendiéndolo. Han seguido la estela de Cercas o de Muñoz Molina otros, no faltando quien ha buscado puntos de encuentro. Las polémicas sobre Galdós vienen de lejos. Ya en su vida sufrió feroces ataques por el lado de los neocatólicos, que veían en sus novelas un furibundo anticlericalismo. En su inquina, llegaron a promover una campaña para impedir que Galdós obtuviera el Premio Nobel de Literatura. Y lo consiguieron. Esta campaña siguió durante décadas. A ella vino a sumarse el desprecio estético que lanzaron contra su obra los renovadores del lenguaje a partir de finales del XIX, modernistas y vanguardistas, que apreciaban en él las claves decimonónicas de las que querían desprenderse.

Sin embargo, Galdós ha seguido teniendo fortuna editorial y contando con numerosos lectores, mucho más allá de los meramente académicos. También gloriosas e interesantes adaptaciones de sus obras al cine. Sin embargo, la televisión ha desaprovechado una fuente magnífica. Bastaría con lanzarse a convertir los Episodios Nacionales en serie televisiva moderna para difundir la historia del siglo XIX de España, en la que está todo lo mejor y también todo lo peor que somos. Los Episodios son un retrato múltiple de España, pero especialmente del gran fracaso colectivo de aquellos tiempos, el incumplimiento de la burguesía española, que no estuvo a la altura de la necesaria trasformación del país.

Una de las cosas que más claramente define Galdós es la desafortunada falta de buenos gobernantes en la historia española, que se hizo más patente en una época de cambio radical. Al final de Trafalgar, el primero de los Episodios Nacionales, un marinero que ha participado en la batalla naval cruza unas palabras con Gabriel, el protagonista. Palabras de desánimo, pero no solo por la derrota, sino por todo lo que ocurre en un sistema tan corrupto y nefasto:

-Pues de esta me despido -prosiguió el marinero-. No quiero más batallas en la mar. El Rey paga mal, y después, si queda uno cojo o baldado, le dan las buenas noches, y si te he visto no me acuerdo. Parece mentira que el Rey trate tan mal a los que le sirven. ¿Qué cree usted? La mayor parte de los comandantes de navío que se han batido el 21, hace muchos meses que no cobran sus pagas. El año pasado estuvo en Cádiz un capitán de navío que, no sabiendo cómo mantenerse y mantener a sus hijos, se puso a servir en una posada. Sus amigos le descubrieron, aunque él trataba de disimular su miseria, y, por último, lograron sacarle de tan vil estado. Esto no pasa en ninguna nación del mundo; ¡y luego se espantan de que nos venzan los ingleses! Pues no digo nada del armamento. Los arsenales están vacíos, y por más que se pide dinero a Madrid, ni un cuarto. Verdad es que todos los tesoros del Rey se emplean en pagar sus sueldos a los señores de la Corte, y entre éstos el que más come es el Príncipe de la Paz, que reúne 40.000 durazos como Consejero de Estado, como Secretario de Estado, como Capitán General y como Sargento mayor de guardias... Lo dicho, no quiero servir al Rey. A mi casa me voy con mi mujer y mis hijos, pues ya he cumplido, y dentro de unos días me han de dar la licencia.

Levanto la vista del libro. Miro cómo oscurece este primer domingo de octubre de 2020. Siempre me sorprende Galdós por la actualidad de muchos de sus párrafos. Casi dos siglos nos separan del momento en el que fue redactado este texto y mutatis mutandi... Yo seguiré leyendo a don Benito. Que polemicen.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Centenario de Benito Pérez Galdós

 


La pandemia por el COVID-19, no debería apartar nuestra atención de otras cosas. Algunos de los actos culturales más esperados este año han sufrido las consecuencias de la epidemia, los confinamientos y las necesarias medidas adoptadas por los gobiernos. El mundo de la cultura -especialmente aquellos profesionales cuyos ingresos económicos dependen de los actos que se han suprimido-, se ha visto muy afectado. En cuanto a lo relacionado con la literatura, la conmemoración de dos centenarios se unían en este 2020 y los festejos correspondientes no han podido ser lo que deberían, pero eso no es del todo excusa porque la primera actividad relacionada con escritores es la lectura de sus obras y esto se podría haber favorecido más con las campañas adecuadas.

El 17 de octubre de 1920 nacía en Valladolid Miguel Delibes, uno de los autores más leídos del siglo XX, cuya estela editorial y la influencia en nuevas promociones sigue vigente. Como se tomó la decisión de retrasar las actividades para hacerlas nacer en torno a esa fecha, en vez de tomarla como la culminación de los actos, volveremos a hablar de Delibes durante los próximos meses.

Unos meses antes, el 4 de enero de 1920, fallecía en Madrid otro de los autores más populares de la historia de la literatura española, Benito Pérez Galdós. Desde su llegada a la capital de España en septiembre de 1862 para estudiar en la universidad, participó en la vida cultural de forma activa. Pronto comenzó a trabajar como periodista y en 1870 publicó su primera novela, La Fontana de Oro. Después vinieron muchos títulos, que le convirtieron en un autor prolífico, de éxito y de gran influencia en el panorama literario español. Sus Episodios nacionales son un cuadro literario de toda la España del siglo XIX. Siendo novelas de apasionante lectura, no dejan de levantar un testimonio de lo ocurrido en el país desde la óptica ideológica de Galdós, que nos da cuenta de la evolución de la revolución burguesa en España desde sus primeros tiempos, en los que toda la trasformación y modernización del país parecía posible, hasta la decepción de lo ocurrido en las décadas siguientes. Los comenzó a publicar en 1873 y la quinta y última serie quedaría incompleta en 1912.

Las novedades editoriales galdosianas de este año presentan un gran interés para los lectores. Se han publicado tres biografías del autor, cada una con sus matices, una reedición muy oportuna y excelente en todo de Galdós novelista, la colección de artículos que le dedicara Clarín, al cuidado de Adolfo Sotelo y otros trabajos apreciables de los que espero dar cuenta aquí.

La intención del programa Valladolid Letraherido que dirijo junto a Paz Altés para la concejalía de cultura del Ayuntamiento de Valladolid es abordar algunas de ellas como homenaje a uno de los grandes autores de nuestra historia literaria. Comenzamos mañana con la presentación de Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso de Francisco Cánovas Sánchez (Alianza Editorial) dentro del Circuito literario organizado junto al Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. Seguro que resultará interesante para todo el público este acercamiento a Galdós. (Detalles en la imagen del cartel que encabeza esta entrada.)

jueves, 10 de julio de 2014

Balance del curso del Club de lectura y noticias de nuestras lecturas


Con El río que nos lleva de José Luis Sampedro cerramos el presente curso del Club de lectura y nos tomamos el verano de descanso. Ha sido un curso intenso y gratificante. Hemos leído 5 novelas, 1 libro de cuentos, 1 poemario, 1 obra de teatro y 1 ensayo. Como es habitual, se ha procurado dar variedad a los géneros y se han intercalado autores vivos y autores fallecidos, obras más conocidas y otras casi olvidadas. Comenzamos el año con el éxito de la temporada en la narrativa española y lo cerramos con la recuperación de un título imprescindible de un autor fallecido hace poco y al que cabía hacer este homenaje por su significado moral en los últimos años en España. Cada lector tendrá sus preferencias. Yo he podido apreciar la buena recepción del ensayo de Muñoz Molina, que nos ha permitido reflexionar sobre las causas de la crisis actual y su desarrollo, también la sorpresa que ha supuesto Intemperie y El río que nos lleva y, para algunos, el libro de cuentos de María Teresa León, poco conocido. La novela de Torrente Ballester ha tenido una recepción diversa: hay quienes no han podido con ella y quienes han quedado enganchados en su mundo y continúan leyéndola y saboreándola a sorbitos. Pero sin lugar a dudas, la mejor recepción la ha tenido Dejar las cosas en sus días, de Laura Castañón, que ha sido leída y comentada con muchas ganas por los participantes.

Estos nueve títulos han sido: 

Intemperie de Jesús Carrasco.
La estafeta romántica de Benito Pérez Galdós.
Todo lo que era sólido de Antonio Muñoz Molina.
Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda.
Dejar las cosas en sus días de Laura Castañón.
La saga/fuga de J.B. de Gonzalo Torrente Ballester.
Rosa-Fría, patinadora de la Luna de María Teresa León.
El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín.
El río que nos lleva de José Luis Sampedro.

Aparte de mantener una reunión cada mes en el formato presencial sostenido por la encomiable labor de la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Universidad de Burgos y de las entradas semanales de los blogs participantes en este club recogidas en mi entrada de los jueves en La Acequia y de los comentarios que suscitan entre quienes siguen las lecturas, este curso se ha añadido la página de Facebook (en este enlace) en la que también se recogen las opiniones y comentarios de quienes prefieren esta red social.

Sin duda, la novedad de este año ha sido la participación de la novelista Laura Castañón en un encuentro que tuvo lugar el 25 de febrero en la Sala Polisón del Teatro Principal de Burgos. Al éxito de público se sumaron la cercanía y la apasionada forma de contar historias de la autora y el acto resultó muy interesante. Tenemos el firme propósito de que los encuentros con los autores sean más frecuentes y se abran, como en este caso, al público en general.

Leer es un placer cuando se hace en solitario, aumenta cuando se comparte lo leído. Y enriquece escuchar y leer las visiones de los demás. También a los autores.

Dejo para el próximo jueves la lista de lecturas del próximo curso que, como sabéis, se inaugura con la segunda parte del Quijote de Avellaneda.

Te invito a que dejes, en esta entrada o en el muro de Facebook, un comentario con tu propio balance del curso y tus sugerencias para el próximo.

Noticias de nuestras lecturas

Myriam hace un extraordinario análisis de los arquetipos y símbolos de El río que nos lleva usando el I Chin. Más que recomendable.

Gelu sigue con su selección de frases y búsqueda de ilustraciones y vídeos para mejorar nuestra lectura de El río que nos lleva de José Luis Sampedro.

Mª Ángeles Merino da voz a El Americano para completar la polifonía de voces de esta novela de Sampedro construida entre el individuo y el grupo. Un personaje apasionante, sin duda.

Pancho continúa disfrutando y haciéndonos disfrutar de La saga/fuga de J.B. No os perdáis cómo enreda con los tuits y con las reuniones... que se resienten en su siguiente entrada, en la que se habla hasta del cólera morbo...

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en sus blogs hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

Cómo seguir el Club de lectura de La Acequia

El Club de lectura de La Acequia comenzó el jueves 24 de abril de 2008 con la primera lectura colectiva del Quijote realizada con los medios de la web 2.0. Esta iniciativa de lectura de la novela cervantina permanece abierta para aquellos que quieran sumarse a ella en cualquier momento en este enlace y puede usarse como la única guía de lectura completa del Quijote disponible hoy en Internet, con licencia Creative Commons 4.0.

El éxito del proyecto impulsó el lanzamiento de uno de los clubs de lectura más antiguos en Internet en español, gratis y en abierto. Durante el curso académico se propone la lectura de un título al mes, de todos los géneros: narrativa, poesía, teatro y ensayo. Se alternan autores clásicos con autores vivos y por él han pasado nombres como Miguel de Cervantes, Óscar Esquivias, Gustavo Adolfo Bécquer, Eduardo Mendoza, Valle-Inclán, Lope de Vega, Juan Cavestany, Almudena Grandes, Pío Baroja, Lorenzo Silva, Antonio Machado, Miguel Delibes, Jesús Carrasco, Benito Pérez Galdós, Antonio Muñoz Molina, Pablo Neruda y Laura Castañón, Gonzalo Torrente Ballester, María Teresa León, Leandro Fernández de Moratín y José Luis Sampedro, etc.

Desde el año 2011 cuenta con dos formatos:
 
El club de lectura virtual, al que pueden sumarse libremente todos los aficionados a la literatura. En La Acequia se publican todos los jueves entradas correspondientes al libro del mes, más un resumen de las noticias de las lecturas en las que se enlazan los blogs del resto de los participantes. También puede seguirse el club de lectura a través de comentarios en las entradas correspondientes o como meros lectores.  Súmate a la página del Club en Facebook en este enlace.

El club de lectura presencial, sostenido por la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Universidad de Burgos, que se reúne una vez al mes para comentar el título correspondiente. Se programan también encuentros con los autores de las obras. Este segundo formato tiene plazas limitadas y hay que inscribirse al comienzo de cada curso. 

ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia enlazadas aquí tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

jueves, 5 de diciembre de 2013

El intelectual que opina (prólogo a una lectura de Todo lo que era sólido de Antonio Muñoz Molina) y noticias de nuestras lecturas, con el recuerdo del tercer aniversario de nuestra comida quijotesca


La publicación de J´Accuse el 13 de enero de 1898 en la primera página del periódico L´Aurore suele proponerse como la fecha de aparición del intelectual comprometido en los medios de comunicación modernos. Aunque no sea cierto puesto que toda la historia de la prensa no es otra cosa, la repercusión que tuvo el texto de Émile Zola por la personalidad del autor, la importancia del asunto que se trataba y la rápida difusión de esta carta abierta dirigida al presidente de la República francesa, consagra esta fecha como la cristalización de la idea moderna del intelectual. Desde entonces, esta figura ha tenido múltiples evoluciones y un cierto desgaste que, en algunos medios muy interesados, la han llevado al descrédito.

Cuando la filosofía o el pensamiento se limitaba a hablar de cosas en apariencia nada terrenales o su difusión se daba entre círculos minoritarios, el debate poco podía afectar a las personas que en él intervenían. A pesar de ello, Sócrates tuvo que tomar la cicuta que le tendió la mano del verdugo. A partir de la Ilustración, los pensadores comenzaron a tratar de asuntos muy concretos casi de forma única. Y, lo que es más interesante, usaron de la imprenta y de la prensa desde su inicio de una forma radicalmente nueva: ensayo y artículo de periódico son géneros hermanados desde entonces. De hecho, puede afirmarse que en las páginas de la historia de la prensa periódica está la historia del pensamiento occidental desde el siglo XIX hasta la actualidad y que no hay un solo pensador de relevancia en el último siglo que no haya sido colaborador en algún periódico. Y el diario, por su misma concepción, tiene un compromiso con la actualidad.

La generalización y el acceso a la información a través de Internet ha provocado, además, que aquellos pensadores que nos parecían tan alejados sean ahora una realidad muy próxima. Los vemos en televisión, conocemos su rostro por las fotografías y los avatares más pequeños de su biografía. Por eso, ser un intelectual que opina sobre cosas concretas de nuestra realidad tiene hoy mayor riesgo que nunca. Someterse a la mirada crítica de aquellos a los que les molesta lo que se dice exige una pulcritud y una coherencia que pocas personas tienen.  O ninguna, porque todos somos humanos y cometemos errores y caemos en la incogruencia mayor o menor entre nuestro pensamiento y nuestra vida. El problema no es esto sino cuánto margen nos darán nuestros enemigos y, sobre todo, cuánto nos perdonarán nuestros seguidores. Porque a veces tenemos esa cosa: no perdonamos al que opina aquellas cosas en las que incurrimos a diario.

Antonio Muñoz Molina, novelista de éxito desde la aparición de su segunda novela (El invierno en Lisboa, 1987), es también uno de esos intelectuales que opinan en la prensa sobre cuestiones de actualidad y que también ha utilizado el ensayo con regularidad, especialmente sobre temas literarios. No puede entenderse la obra de Muñoz Molina sin esta faceta suya, tan constante e importante desde los primeros artículos publicados en el diario granadino Ideal (recopilados en el Robinson urbano, 1984). Son miles de páginas las que ha publicado así y que contribuyen a crearnos la imagen de un escritor con un pensamiento cívico cuya raíz es la postmodernidad (es decir, la poca solidez de las grandes ideologías, el individuo como un superviviente de la historia que debe pactar consigo mismo y buscar su integridad biográfica y ética en compromisos con los otros y su entorno) y la relación con una línea de pensamiento que lleva hasta lo mejor del republicanismo democrático español de las primeras décadas del siglo XX, especialemente en la defensa de la sociedad civil como máxima expresión de la democracia y la importancia de la educación y la cultura en el mundo actual.

Como pensador sobre cuestiones de actualidad, sus opiniones durante mucho tiempo han coincidido con lo que se conoce como socialdemocracia. Contrario al franquismo y a su influencia en el pensamiento de la derecha española tras la Transición, opuesto también a los maximalismos de la izquierda que sigue sosteniendo la pureza de las ideas marxistas a la manera del sueño soviético, ha coincidido en vivencias biográficas y en ideas con una mayoría amplia de la población española. Por su posicionamiento, no ha dejado de recibir críticas desde los sectores que quedan a un lado y a otro. Un cierto apartamiento de la vida pública española (junto al hecho de que haya residido durante gran parte de los últimos años en Nueva York) y la evolución de la población española, junto a la radicaliación de la opinión públicada por los medios de comunicación en los últimos tiempos hace que comience a parecer menos coincidente con la opinión mayoritaria, como suele pasar en tiempos de radicalización con aquellos que mantienen ideas más centradas y a los que se les exige un mayor compromiso con las ideas más radicales. Quizá no sea Muñoz Molina apropiado para tiempos de radicalización de opiniones pero, precisamente por eso, siempre es oportuno leerlo. Además, claro, de por estrictos motivos literarios.

Todo lo que era sólido nace como ensayo reflexivo sobre lo que ha ocurrido en España en las últimas décadas. Por eso mismo es arriesgado: todos hemos estado ahí y todos tenemos opinión sobre lo que ha ocurrido y todos podemos recordar dónde estuvo o no estuvo el autor o, mejor dicho, cada uno querrá opinar sobre dónde querría que hubiera estado el autor, como si este fuera un individuo obligado a pensar de una u otra manera. De ahí a la crítica feroz o incluso el ataque personal hay un paso. A Muñoz Molina le ha sucedido en varias ocasiones, tanto por ganar el Premio Pleneta como por haber aceptado el cargo de director del Instituo Cervantes de Nueva York o el Premio Jerusalén, o por no haber sido lo suficientemente crítico con algunos gobernantes próximos a su ideología. Este es uno de los mayores riesgos al que se somete el autor de un ensayo como el que nos ocupará el mes de diciembre. El otro será la relevancia del análisis al que somete a la sociedad española.


Noticias de nuestras lecturas

Cien años hay del comienzo de la entrada pórtico de Paco Cuesta sobre Todo lo que era sólido y su final. Cien años que explican cosas.

No os perdáis la acertada forma en la que enlaza Mª Ángeles Merino la lectura de La estafeta romántica con la de Todo lo que era sólido: una relación epistolar entre dos mujeres burgalesas. Aparte de eso, os recomiendo que prestéis atención a la selección de sus textos y sus enlaces.


Pancho acierta, de nuevo, al abordar La estafeta romántica: con cuánto acierto selecciona, comenta e ilumina los temas, los tonos de los personajes y la técnica epistolar galdosiana.

Luz del Olmo nos demuestra que para Galdós la relación epistolar no solo era una forma de escribir novelas sino parte de su vida. No os perdáis la anécdota reumática...

Myriam publica el colofón a su análisis de las relaciones sentimentales y la psicología de los personajes de La estafeta romántica de Galdós, relatando los casos más significados en los que se comienzan a dar los síntomas por los que se resquebrajará la moral tradicional de aquellos tiempos. Excelente e imprescindible contextualización.

Aniversario de la comida quijotesca


La lectura colectiva del Quijote que comenzamos el 24 de abril de 2008 tuvo como fin de fiesta la reunión en Ibeas de Juarros para comer una buena olla podrida. Ayer se cumplieron 3 años. De aquel proyecto, primera experiencia realizada de lectura completa y colectiva de la novela cervantina en la que se emplearon los medios de la web 2.0, proceden muchas cosas: la amistad entre todos los que tomamos parte, la lectura permanente del Quijote que se mantiene en este espacio, la idea de nuestro club de lectura y un gratísimo recuerdo de las horas que pasamos juntos aquellos que pudimos acudir.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Actualidad de La estafeta romántica y noticias de nuestras lecturas, con recordatorio de la que nos ocupará el mes de diciembre.


Una de las razones que me llevaron a proponer La estafeta romántica entre las lecturas del presente curso era comprobar cómo se sostenía hoy Galdós. Y no precisamente en los más aventureros episodios, con más acción y dinamismo, que sabía podían sostenerse sobre todo por la actualización del género que lleva a cabo especialmente Arturo Pérez Reverte -supongo que confeso seguidor de don Benito-, sino en uno muy diferente, escrito cuando don Benito miraba ya ceñudo a la burguesía española del siglo XIX, que le había decepcionado.

Siguen impecablemente vigentes las técnicas propias del folletín decimonónico. Esta novela nos lleva a querer leer la anterior y la siguiente, toda la serie, en verdad, precisamente porque nos aproxima a los personajes con sabiduría, a sus preocupaciones y a su tiempo y queremos saber más de ellos. Desde mi punto de vista, también sigue muy vigente la profundización psicológica en los personajes, retratando varios tipos sociales de la época: el romántico, los jóvenes, los adultos, los fanáticos, las mujeres que miran por su familia -estas son la principal razón del libro. El estilo está pegado a estos personajes, sobre todo a los que pertenecen a la burguesía. Con los matices propios del sesgo literario, podemos reconstruir la forma como se trataban en el formato ritualizado de la carta.

Hay algo que llama la atención al lector hoy. Sobre todo si el lector es joven o no está acostumbrado a la literatura epistolar. Con el correo electrónico, los sms y otros medios de mensajería inmediata electrónica, han desaparecido las cartas, aquellas cartas que se escribían de puño y letra. Galdós sabe adaptar el ritmo de la carta manuscrita en su obra: vemos todos los matices de esta escritura (el formato, los cambios de tono, la forma de tratarse, la postdata, etc.) y este ritmo y estos matices son parte esencial de La estafeta romántica desde el propio título. No estoy seguro de que muchos lectores sepan adaptarse a él hoy en día. Una lástima. Quizá vivamos demasiado deprisa.


Noticias de nuestras lecturas

Myriam aborda las relaciones sentimentales tejidas en la novela de Galdós a través de ese peculiar confesonario que son las cartas. Excelentes sus entradas (1 y 2), que recomiendo leer para comprender este punto esencial de La estafeta romántica.

Pancho analiza en su entrada extraordinariamente la variedad de tonos y temas de las cartas que avanzan ya hacia el conflicto central de la obra.

Mª Ángeles Merino escribe a doña Pilar Loaysa y le comenta los pormenores del cruce de historias. Juega con ventaja, pero se pone en la piel de un personaje más que escribe cartas...

Luz del Olmo nos regala un listado de amores galdosianos. Don Benito no para de darnos sorpresas.

Gelu continúa su tarea de seleccionar fragmentos de la novela galdosiana e ilustrarlos, con oportunos enlaces incluidos que merecen visita.

 Lectura del mes de diciembre


Comenzamos con la lectura de Todo lo que era sólido, la última obra de Antonio Muñoz Molina, un ensayo sobre lo que ha ocurrido en España en los últimos años. Nos ocupará todos los jueves del mes de diciembre. Una buena oportunidad para reflexionar sobre lo que nos ha ocurrido como sociedad y como país.

jueves, 21 de noviembre de 2013

La historia es algo que pasa lejos y noticias de nuestras lecturas


Al leer La estafeta romántica percibimos que para los personajes que escriben estas cartas, la historia es algo que pasa por allí, en las proximidades, pero no forma parte sustancial de sus vidas. Ya se ha comentado el cambio de actitud de Galdós a lo largo de los Episodios nacionales. En las primeras series, la historia española del siglo XIX -la gran historia- está más presente en la vida de los protagonistas, algo que afecta profundamente a sus vidas y que los impulsa a acciones o cambios de planes. Sin embargo, en la serie a la que pertenece esta novelita la historia se ha alejado de sus vidas. No es que no importe, es que es algo que ocurre lejos y de lo que llegan ecos que no tienen gran efecto en la vida cotidiana. Galdós tejió los Episodios para dar un cuadro del siglo XIX y para ello echa mano de acontecimientos históricos, personajes reales, sucesos de todo tipo, vida cultural y vida cotidiana. Pero sobre todo toma el pulso a la historia de España desde la mentalidad de la clase burguesa que tenía que haber encabezado el cambio y que poco a poco se acomoda a la nueva situación y deja de ser el necesario impulso revolucionario que trasformara el país. Por eso, muy inteligentemente, centra La estafeta romántica en las intrigas de dos mujeres cuyo principal objetivo es concertar matrimonios que aumenten el patrimonio familiar, independiententeme de las guerras carlistas o de las modas románticas. La historia es algo que conocen indirectamente porque su sentido práctico les dice que se dediquen a otras cosas de más provecho. Es un guiño inteligente por parte de Galdós quien, a finales del siglo XIX, ya había comprendido el hondo fracaso de todo un siglo revolucionario. Por eso lo mira desde estas dos mujeres que se escriben alejadas de la corte madrileña o de todo escenario que las aproximara a la historia convulsa del siglo.

Noticias de nuestras lecturas

La estafeta romántica, de Benito Pérez Galdós

Mª Ángeles Merino se dirige a Fernando para comentarle las cartas que de él y de su romanticismo -y del romanticismo en general- se escriben en el texto. No os perdáis las ilustraciones.

Myriam se lanza a una tarea necesaria para comprender la novela -y la obra narrativa entera de Galdós-, su acercamiento a la mente femeninda. Aquí, con más necesidad, dado el carácter de las mujeres que escriben las cartas de la obra. En su primera entrada estudia a Doña María Tirgo, Juana Teresa, Demetria, Gracia. En la segunda, Valvanera, Pilar, Aura, Nicolasa, Pepita, Justina, Jerónima, Carlota y Consolación. Finalmente, concluye su primera aportación sobre la caracterización psicológica de estas mujeres. Son entradas imprescindibles por la forma de penetrar en el carácter de estas mujeres.

Del magnífico análisis de las seis cartas correspondientes que hace Pancho se puede desprender el gran conocimiento de la psicología humana que tenía Galdós. No puedo estar más de acuerdo con la afirmación inicial de su entrada.

Ele Bergón rescata una interesantísima curiosidad: la noticia del final de la revisión de las pruebas de imprenta de La estafeta romántica y el testimonio del trabajo infatigable de don Benito. No os lo perdáis.

Paco Cuesta va del bosque de personajes de la obra a la individualidad y se hace una interesante pregunta al final de la entrada.

Gelu realiza su primera aportación sobre la novela de Galdós y repasa adaptaciones al cine de su obra y la biografía del autor. No os perdáis sus enlaces.


Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

El pasado martes, día 19, tuvo lugar la sesión del Club de lectura presencial correspondiente al mes de noviembre. Aunque en ella dimos cuenta de la lectura de La estafeta romántica, en los blogs todavía seguiremos ocupándonos de esta obra el resto del mes. En diciembre leeremos Todo lo que era sólido, de Antonio Muñoz Molina. En la citada sesión se procedió a la primera selección de textos para el próximo curso a propuesta de los participantes.


jueves, 14 de noviembre de 2013

Las dos cartas iniciales de La estafeta romántica como ejemplo de la técnica epistolar en Benito Pérez Galdós y noticias de nuestras lecturas


Las dos cartas iniciales de La estafeta romántica son un prodigio de habilidad narrativa. En ellas se condensa todo el tono que quiere dar Galdós a este episodio. A la altura de 1899, cuando Galdós lo redacta y publica, el novelista es dueño de una intención clara en estas novelitas. Su pretensión de dar cuenta de la historia de España del siglo XIX no ha cambiado, pero sí se han modificado sus entusiasmos iniciales. Pasada la Revolución de la Gloriosa, en medio de la Restauración y abocado el país a una decadencia que supone su pérdida de peso internacional, a Galdós le ha decepcionado la burguesía que debería haberse encargado de la modernización del país: aquella burguesía revolucionaria ha fracasado, en buena medida, y no ha cambiado suficientemente ni las estructuras socioeconómicas ni las mentales de la nación. De ahí que estos elementos burgueses que aparecen en la serie a la que pertenece La estafeta romántica sean vistos desde un ángulo menos heroico: este heroísmo irá depositándose cada vez más en el pueblo. A esto se suma la crítica que realiza Galdós de los excesos románticos, a los que ve fruto de impulsos infructuosos que desgastaron a una generación idealista sin conseguir unos avances concretos.

Mucho de eso hay en la elección de las dos mujeres que se escriben estas dos primeras cartas. Alejadas de todo heroísmo y todas las veleidades políticas, ambas hablan, fundamentalmente, de "su asunto" que no es otro que la preocupación por los jóvenes, su estabilidad emocional y la forma de concertarles la boda que a ellas les gustaría, siempre en beneficio de la familia, claro.Estas dos cartas facilitan el acceso a la novela a aquellos lectores que no hayan leído los episodios anteriores de la serie. Se nos informa de los datos más relevantes para que podamos comprender las circunstancias en las que se encuentran los protagonistas, con un resumen rápido de los antecedentes. A doña María Tirgo y a la marquesa de Sariñán, a la altura de febrero de 1837, lo que verdaderamente les intersa es saber cómo está Demetria y si Fernando Calpena puede suponer o no una molestia que tuerza los planes que tienen para ella. Galdós sabe adentrarse en el carácter de estas dos mujeres. Sabe captar muy bien Galdós la mentalidad de este tipo de mujeres cuya preocupación fundamental son esas circunstancias familiares y a las que las cosas del mundo les llega como telón de fondo. Su edad y su carácter práctico, además, las hacen criticar tanto los romanticismos de los jóvenes como las calaveradas de los mayores. Pertenecen a una burguesía acomodada -incluso ennoblecida- conservadora, que no quiere más sustos que los naturales de la vida, que ya les parecen mucho. Y así van, en sus cartas, hablando de todo pero centrándose, sobre todo, en las estrategias que les procuren el final feliz de sus planes. Hasta en ese ir y venir de las cartas y en lenguaje, Galdós sabe captar el espíritu de esa clase social.

Noticias de nuestras lecturas

La estafeta romántica de Benito Pérez Galdós

Myriam introduce la lectura y anuncia los objetivos de sus entradas al analizar la obra desde el punto de vista de los personajes femeninos y las relaciones sentimentales. Excelente aperitivo.

Paco Cuesta analiza con fineza extraordinaria el motivo del suicidio de Larra en la obra.

No os perdáis la entrada de Pancho sobre los pasajes de la obra en los que se relata la muerte y el entierro de Larra. Quiero llamaros la atención sobre las ilustraciones que elige.

Mimosa también se lanza a una oportunísima aportación: las conexiones entre Larra, Werther y Fernando Calpena, que aclaran muchas cosas.

Juega inteligentemente nuestra Mª Ángeles Merino con un diálogo epistolar con nuestro Fernando Calpena, a ver si pone los pies en la tierra el pobre.

Intemperie de Jesús Carrasco

Mª Ángeles Merino continúa narrando desde dentro del niño la historia de esta novela, lo que da otra perspectiva al texto. Llega ahora a su encuentro con el tullido.

Gelu publica su aportación a nuestra lectura de este libro, fijándose en algunos fragmentos y resaltando la altura poética de alguno de ellos.

La ciudad del Gran Rey de Óscar Esquivias

Esta novela de Esquivias -al que tendremos que volver tarde o temprano en el Club de lectura-, compite en una lista de las mejores novelas distópicas. Hay que recordar que fue una de las primeras novelas que comentamos en el club de lectura. Podéis verlo en este enlace.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

jueves, 7 de noviembre de 2013

La estafeta romántica y los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós y noticias de nuestras lecturas


Los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós son el gran cuadro narrativo de la España del siglo XIX hasta el punto de que si alguien deseara conocer la historia convulsa de este siglo podría tomarlos como una fiable aproximación: en ellos se encuentran los principales avatares históricos como los sentimientos, las formas de pensar y las costumbres del país. A partir de 1873 y con la idea de contar un panorama completo de la sociedad de su tiempo (Galdós usaba la novela como herramienta de conocimiento del mundo), dio a la imprenta cuatro series completas de diez novelas cada una (la primera abarca la Guerra de la Indepencia y su protagonista es Gabriel Araceli; la segunda nos lleva hasta la muerte de Fernando VII y se ocupa del conflicto entre liberarles y absolutistas y es protagonizada por el Salvador Monsalud; la tercera trata de la Primera Guerra carlista y la protagoniza Fernando Calpena y la cuarta del período comprendido entre la Revolución de 1848 y la de 1868, protagonizada por José García Fajardo)  y una que quedó imcompleta (que nos llevaría hasta la Restauración borbónica y está protagonizada por el narrador, Tito). El proyecto, que durante algún tiempo mereció críticas de un sector de los escritores y estudiosos españoles, nunca perdió el atractivo para los lectores y ha sido muy imitado por diferentes autores hasta hoy. Algunos rindiéndole un homenaje explícito recientemente, como Arturo Pérez Reverte (sobre todo en Cabo Trafalgar, pero también en Un día de cólera o El asedio). Posiblemente, Pérez Reverte sea quien mejor haya sabido ocupar el hueco ocupado en su día por Galdós en la narrativa española.

Los protagonistas de cada serie nos marcan las perspectivas argumentales adoptadas por el autor, puesto que junto a la explicación de los grandes acontecimientos históricos no dejaba de reflejar la forma de ser y pensar de los españoles del momento, sus costumbres, etc. Así, Gabriel Araceli es un joven aventurero que surca todos los cambios del momento y explica la modernización de la estructura social del país; Salvador Monsalud es un joven liberal luchador constante por el triunfo de esta ideología; Fernando Calpena es un romántico; José García Fajardo es una persona a la que la política ya no le interesa como a los anteriores y Tito es un narrador en primera persona que reflexiona con cierta distancia sobre lo que ocurre.

Galdós nos dejó en estas novelitas su visión de lo que ocurrió en la España del siglo XIX. Su mirada a la historia de España contiene un elemento esencial que la explica: España no ha tenido suerte con sus dirigentes y el pueblo se ha llevado por manifestaciones emocionales. De él surgen los héroes que lo representan y que sacrifican su esfuerzo y en muchas ocasiones su vida sin obtener una recompensa a la altura de sus acciones. Así, la historia de la revolución -y de la contrarrevolución- española del siglo XIX es un complejo entramado que avanza pero no llega nunca a concretarse en grandes realidades. Sobre esta visión de la historia de España Galdós suele adoptar la mirada del cronista. De las épocas anteriores a su llegada a Madrid en 1862 se informó a través de entrevistas con los protagonistas vivos, la memoria oral y, sobre todo, la prensa y las muchas memorias escritas que se ocupan del período. Levantó con ello un testimonio histórico en el que no falta nada de lo esencial y por el que circulan, de una u otra manera, todos los protagonistas, aunque siempre busque un héroe de ficción que explique los hechos.

La novela escogida para comentar en este mes, La estafeta romántica, pertenece a la tercera serie. Al no ser la primera de ella, puede suponer una cierta dificultad para los lectores que necesiten una previa presentación de los personajes, pero este reto es interesante para aquellos que no hayan leído las novelas anteriores puesto que exige una mayor atención de la que se sacará mayor deleite. Supone un significativo cambio técnio al elegir la modalidad epistolar. Aparte de buscar la variedad y no caer en la monotonía de la crónica novelada, Galdós usa esta técnica para otras cosas: abordar una modalidad, la de  la narrativa epistolar, poco cultivada en España pero, sobre todo, para dar paso a la voz femenina en su mayor intimidad. En efecto, Galdós, que siempre mostró una aproximación a los personajes femeninos en su novela, los relata aquí desde dentro, adoptando inteligentemente la fórmula epistolar para ganar en verosimilitud.

Noticias de nuestras lecturas
Intemperie

Mª Ángeles Merino comenta con fina perspectiva una de las notas características de Intemperie de Jesús Carrasco: la ausencia de personajes femeninos.

Anabel Rodríguez escribe sus impresiones de Intemperie a partir de la idea de que en ella hay una extraordinaria película del oeste. Y eso que no le gusta leer en otoño...

La estafeta romántica

Mª Ángeles Merino le busca la forma a la novela para entrar dentro de ella a la misma altura de los personajes. No os lo perdáis.

Paco Cuesta nos lleva de un lado a otro para introducirnos en La estafeta romántica: parece que se dispersa, pero no, ata las muchas cosas de su entrada, como quien no quiere la cosa, de forma certera.

Mimosa escribe una entrada oportuna. Tras regalarnos un relato impagable de su vinculación con Galdós, nos facilita una guía de personajes y cartas que será muy útil para aquellos lectores que la necesiten.

Excelente entrada la de Pancho para comenzar su lectura de La estafeta romántica. Desde el inicio hasta el final y todo ello bien ilustrado.

Ele Bergón -Luz del Olmo- nos regala una preciosidad para quien no conozca la relación que exitió entre Galdós y doña Emilia Pardo Bazán. No digo más.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.