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jueves, 26 de mayo de 2016

Atrapados en una relación. Final del comentario de Cicatriz de Sara Mesa y noticias de nuestras lecturas. Sugerencias para el próximo curso.



Cicatriz es una curiosa mezcla entre novela de encargo editorial o de género y novela personal. O eso parece, por lo menos (aunque no fuera así). Escrita a partir de algunos elementos ya aparecidos en la obra anterior de Sara Mesa. De ahí la extraña sensación que recibe el lector desde el comienzo hasta el final. Por una parte, percibe que se introduce en una novela bien escrita, en la que es innegable el buen oficio de escritura y la sabia manera de mantener una historia con muy pocos elementos (dos personajes centrales, unas vidas cruzadas, la obsesión recurrente y asfixiante, etc.), una novela que contiene los principios básicos de una narración en la que solo pueden introducirse narradores con un mundo personal que narrar. Por otra, las claves de un género (la novela sentimental o romántica) matizada por una modalidad concreta que se acerca lo más extraño en él, que busca sin duda un tipo de público concreto que garantice un cierto éxito de ventas. Es una novela que plantea la extrañeza pero sin alterar de verdad el mundo de valores convencionales, que quiere narrar una sensación personal de caminar por el filo del abismo pero sin llegar a caer nunca en él, con lo que el lector general no se verá amenazado. Ni la extrañeza ni los recursos literarios manejados con habilidad (el desorden temporal, las citas literarias) son tan intensos como para alejar al lector que se busca.

Quizá estemos ante una de las novelas últimas que con más fortuna han sabido mezclar esos dos conceptos (la novela de autor y la novela de género). Por eso mismo, los lectores o quedan atrapados en la historia, sus incidencias y la estrategia temporal con la que se cuentan o se ven expulsados de ella más o menos hacia la mitad de la narración, cuando las repeticiones de las situaciones y algunas inverosimilitudes propias del género (no solo las argumentales sino también por la caracterización psicológica de los personajes) pueden hacerles insoportable la lectura.

Los personajes se ven atrapados en una relación que resultará incomprensible a muchos, aburrida y sin interés a otros y, en cambio, intensa, emocionante y peligrosa a muchos. A mí me ha resultado interesante la forma en la que ha desmontado una historia propia de novelas románticas -en su deriva más extraña pero también más de moda- para llevarla a un formato de novela que pueda interesar a quien pide más de una narración pero pienso que el camino inverso no lo recorre de forma tan eficaz. Es innegable su contemporaneidad pero habría que matizar mucho si una novela de este tipo cuestiona de verdad la sociedad y determinadas psicologías tanto como aparenta, si el calado en la historia va más allá de la narración de una obsesión y una relación tóxica, como se dice ahora.

Noticias de nuestras lecturas

Luz del Olmo lee Cicatriz para salir de dudas y aportar su opinión sobre esta novela que ha generado ideas encontradas entre los miembros del Club de lectura. Como debe ser, puesto que cada lector se acerca a los títulos con mirada propia.

Paco Cuesta juega con el final de Cicatriz y lo lleva de forma contundente hacia otro lugar. Un microrrelato con la tensión adecuada.

Mª Ángeles Merino sigue con su amiga Austri el comentario de la novela, buscando explicaciones ahora a la afición a las marcas y la relación que establecen en torno a ellas los protagonistas.



Pancho continúa con el comentario de Los Pazos de Ulloa, novela que nos ocupó hace unas semanas. Pancho nos lleva desde los pazos hasta Poveda para explicarnos cómo el mundo y la infancia son dos tierras paralelas hasta que el primero desemboca en la segunda y parece frustrar el futuro.


Durante el mes de junio leeremos una novela histórica que recrea la biografía y leyenda de uno de los trovadores españoles más famosos, Macías: El doncel de don Enrique el Doliente, de Mariano José de Larra. Hay suficientes ediciones en el mercado y tenéis una buena edición digital de acceso y descarga gratuita en este enlace de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.  Con este título damos por terminado el curso.

Por otra parte, comienzo a recoger sugerencias de lecturas para el próximo curso. Recordad que leeremos en común diez títulos -uno al mes-, alternando autores vivos con clásicos, siempre en español. Podéis dejar vuestras sugerencias como comentario a esta entrada, a través de correo electrónico o en mi muro de Facebook o en el del Club de lectura (os invito a seguirlo a través de este enlace).

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas del presente curso, en este enlace

jueves, 19 de mayo de 2016

Cicatriz de Sara Mesa y la novela sentimental o romántica a la moda, más noticias de nuestras lecturas.



Ciactriz parte de la novela sentimental o romántica a la moda. Más bien de una deriva de este género, la que se introduce por los aspectos menos convencionales sociológicamente buscando lo raro o extravagante con el fin de provocar un choque en el lector habituado a la novela romántica tradicional. Sucedió, a nivel internacional, con las Cincuenta sombras de Gey (aunque parezca problemática la comparación por las diferencias argumentales, no lo es tanto en la propuesta narrativa). En España estamos menos acostumbrados a este tipo de historias que en el mundo anglosajón. En esta modalidad de la novela sentimental se suele buscar lo extraño en las relaciones personales pero sin llegar a afectar del todo al sistema de creencias ni cuestionar de verdad los valores sociológicos convencionales de los que, en apariencia, se separa pero solo en apariencia. De hecho, estas novelas suelen tocar estos motivos para interesar a un tipo de lector que no trata de cambiar su sistema de creencias pero sí asomarse un poco a lo que hay fuera de él para, al cerrar el libro, sentirse más reconfortado con su propia vida. No creo que lleguen a interesar a quienes cuestionan de verdad las relaciones personales más convencionales.

La novela de Sara Mesa tiene mucho en común con estas historias: el número escaso de personajes, la trama basada en exclusiva en una relación entre dos (hombre y mujer) que puede conducirlos a la destrucción personal -sin llegar nunca puesto que siempre la protagonista da un paso atrás en el momento oportuno- pero en la que se ven atrapados de forma inevitable, la sencillez en las caracterizaciones y en el argumento, personajes insatisfechos con su vida y que, aunque parecen ser reales contienen inverosimilitudes en su planteamiento que el lector o acepta incialmente o abandona la lectura, situaciones obsesivas planteadas reiteradamente, alternancias argumentales que juntan y separan a los personajes, etc. Propias de esta modalidad de la novela romántica podemos encontrar el establecimiento de unas relaciones poco convencionales y hasta patológicas según los parámetros habituales de la sociedad pero que no afectan más que a los propios personajes.

La autora es consciente de estas similitudes. De hecho, hay un momento en el que se hace referencia indirecta al tipo de trama más convencional de este género narrativo tan en boga hoy,  cuando el protagonista se cuestiona lo que pasaría si él fuera rico cosa que, como sabemos, es unos de los requisitos de este tipo de personajes. Y el final abierto deja la posibilidad de poder continuar la historia o bien en la cabeza del lector o bien con una segunda parte.

Sara Mesa quiere salvar a su novela de ser una más de este tipo de historias y para ello tira de oficio, que no puede cuestonarse, con el uso de recursos narrativos que distancien Cicatriz de los títulos habituales de este género. En primer lugar, la corrección estilística. La novela está escrita con un estilo cuidado, más elaborado que el que es normal en este tipo de novelas. Por otra parte: el desorden argumental (saltos temporales que sorprenden y quieren fomentar la intriga pero no llegan nunca a dificultar la lectura), mantener toda la novela en un espacio mental muy cerrado con una tensión narrativa efectiva (a costa de repeticiones que pueden llegar a cansar a algunos lectores pero en otros pueden provocar la sensación de agobio que llega a sentir la protagonista y quiere transmitir la historia), las referencias culturales (literatura, cine, música), etc. No todos los lectores considerarán estos recursos suficientes para sacar la novela del género de partida.


El jueves de la semana que viene terminamos con los comentarios de la novela de Sara Mesa. El martes 31 tendremos la habitual reunión mensual del club de lectura en su formato presencial. Para el final del curso programamos un viaje al lugar en el que se originó la poesía trovadoresca en la Provenza francesa y, con ese motivo, leeremos en el mes de junio una novela romántica basada en la historia y leyenda del trovador español más famoso a través de la literatura: El doncel de don Enrique el doliente, de Mariano José de Larra. Hay varias ediciones disponibles en el mercado y una buena edición digital de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes que puede descargarse gratuitamente en este enlace.


Noticias de nuestras lecturas

Mª Luz Evangelio escribe un relato sobre la obsesión por la lencería del protagonista de Cicatriz y explica las razones que le llevaron a hacerlo tras darse cuenta de que la novela no le había gustado... Os invito a leer esta entrada, muy sugerente en todo y que propone algo que no deberíamos olvidar: no siempre los libros que leemos en el club nos tienen que gustar a todos pero sí pueden darnos motivos para comentar, proponer y crear a partir de ellos, como en este caso.

A Myriam Goldenberg tampoco le ha gustado esta novela y lo argumenta con toda precisión en su entrada.

Mª Ángeles Merino (y su amiga Austri), comentan las relaciones de los dos protagonistas de la novela a partir de la idea de que no se establecen desde la realidad, sino desde la forma en la que él construye una imagen a la altura de su deso y ella se ve atrapada en la misma...


Pancho sigue con sus comentarios a le lectura que tuvimos hace unos meses de Los Pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán. Llega aquí al momento de las elecciones y las enfoca desde los establos... Menos mal que termina con Serrat.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas del presente curso, en este enlace

jueves, 12 de mayo de 2016

La estrategia temporal en Cicatriz de Sara Mesa y noticias de nuestras lecturas


Una de las primeras cosas con las que se encuentra el lector de Cicatriz es el desorden temporal. Al capítulo inicial, Cicatriz (que lleva el número 0) le sigue otro, Siete años antes. De esa manera, poco a poco se articula todo el relato: Dos años antes, Cuatro meses después, Un año antes, Por estas mismas fechas, Tres meses antes, Tres años antes... así hasta el Epílogo. Se intercalan otros capítulos que no rompen, necesariamente, el tiempo del que les precede y que hacen referencia a momentos concretos de la historia que tienen un determinado valor y en las que la voz narradora quiere detenerse: Siesta, Perro, Compraventa, La lista, Autobús, Libro.

Evidentemente, el desorden temporal para contar una historia no es de la invención de Sara Mesa. Fue una constante durante la vanguardia del siglo XX y afectó por igual a todas las formas narrativas (novela, cine, etc.). A veces para destruir todo convencionalismo en la hilación argumental. En tiempos más cercanos, los del experimentalismo formal a partir de los años sesenta, para crear una cierta expectación en el receptor, que tenía que coser tanto las elipsis provocadas por el desorden como el desarrollo lógico temporal de la historia. Se crea, así, una tensión en la mente del lector con la que puede jugar el autor porque exige su atención. En los casos más experimentales, puede provocar la ruptura completa, lo que exige un lector muy especializado. No es el caso de Cicatriz: es fácil reconstruir la historia, incluso rellenar las elipsis. No procura Sara Mesa ni perder al lector ni generar en él más desasosiego que el inevitable de colocar las piezas en su lugar. Quizá la autora ha elegido el desorden temporal para provocar la necesidad que la mayoría tiene de reconstruir la historia y darle una explicación, quizá también haya querido indicar con ello el cierto desorden en la relación entre los protagonistas, tan llena de silencios en muchas cosas como de ocultaciones o de máscaras. Así, el capítulo inicial se convertirá en el eje de construcción del relato que nos lleva a través de los saltos temporales hacia una histórica atípica de dependencias entre dos personas que no parecen tener una vida satisfactoria. Cosa que sabemos, precisamente, más por lo que no se dice que por lo que se dice.

Este desorden es una parte más del relato, sin duda alguna, y es manejado con eficacia y oficio. Y, en algunos casos, junto al estilo, le salva de caídas en el tono narrativo que podrían aproximarlo a cierta narrativa sentimental tan de moda en los últimos años, con las que, como diré en la próxima entrada, deberíamos relacionar la historia de partida.

Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta construye un relato dentro del relato: una forma de leer Cicatriz que construye un cuento que explica una de las formas en las que uno puede leer esta novela haciéndola suya.

Mª Ángeles Merino da cuenta, en esta entrada, de todo lo ocurrido en la sesión presencial del club el día 3 de mayo. En ella comentamos la visita a Alcázar de San Juan y la lectura de las Noches lúgubres de Cadalso. Y después se introduce en el mundo de Cicatriz conversando de nuevo con Austri: aquí hablan de la protagonista y su forma de enfrentar la vida.



Pancho continúa su excelente comentario de nuestra lectura de Los pazos de Ulloa. Llega aquí hasta el momento en el que los conflictos políticos hacen entrada en una sociedad que parecía tradicional... y quizá no deje de serlo ni así. La entrada sorprende hasta con el vídeo final.

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jueves, 5 de mayo de 2016

Comenzamos con Cicatriz, de Sara Mesa, y noticias de nuestras lecturas.


A veces una novela consigue sobresalir por encima de los muchos títulos publicados en una temporada en España. Se necesita no tanto una calidad determinada sino acertar con el tema, el enfoque narrativo, la editorial que sitúe el libro entre los lectores adecuados y dar con la clave de lo que lo que el circuito literario -iba a decir el mercado- espera como novedad, no como repetición de una fórmula de éxito. En el año 2013 ocurrió con Intemperie, de Jesús Carrasco (que leímos aquí en su día), que no parece haber sorprendido tanto con su segunda novela.

En el año 2015 sobresalió la novela que nos ocupará a lo largo de este mes, Cicatriz, de Sara Mesa (Anagrama), que tuvo unas cifras de venta superiores a lo habitual y un innegale impacto crítico y mediático. No me extrañaría que, con el tiempo, se hable de esta novela con similares expresiones a las que se usan para los primeros títulos de José Ángel Mañas (Historias del Kronen, 1994) o Ray Loriga (especialmente desde Héroes, 1993, hasta La pistola de mi hermano, 1997), en una línea que nos llevaría, directamente (a lo largo de estas entradas diré por qué) hasta Entre visillos de Carmen Martín Gaite (1957, que fue objeto de lectura aquí) o Nada de Carmen Laforet (1944, también leída en este club). Eso sí, cada uno en su tipo de novela, por supuesto, porque no todos tienen el mismo rango literario. Todos estos títulos, con sus muchas diferencias, tienen algo en común: llamaron la atención entre los críticos y los lectores por su registro literario, por adoptar un tipo de literatura que se despojaba de las características narrativas más en boga en su momento -lo que las hacía aparecer a veces como poco literarias- y por dar voz a unas circunstancias sociológicas concretas que no eran abordadas de esa manera por los autores más establecidos. No eran los únicos que lo hacían ni los primeros, pero sí los que acertaron con el momento editorial y llegaron a un público que se sintió identificado tanto con lo que se contaba como en la forma en la que se hacía.

Sara Mesa (Madrid, 1976) ha publicado con anterioridad tres novelas, un poemario y dos libros de relatos. En algunos de ellos ya estaban presentes los recursos y los ambientes de Cicatriz, pero es en esta en donde ha encontrado la forma adecuada de expresión para contar desde dentro las circunstancias mentales de los protagonistas, singularmente de Sonia, que establece una relación epistolar -usando para ello las formas modernas de comunicación, desde el chat hasta el correo electrónico, el SMS o el teléfono- con un extraño personaje, contradictorio a pesar de su forma tajante de expresarse, un tanto inverosímil -supongo que algo que busca conscientemente la autora- y manipulador. Estas relaciones rozan en momentos el acoso, en otros la dependencia emocional y crean en ambos unas ataduras emocionales que no les dejan muchas opciones para vivir fuera de esa relación, que se convierte en obsesiva. Y siempre ponen de manifiesto la dificultad que tienen ambos para relacionarse con el mundo de una manera sana y madura, que respete las convenciones marcadas por la sociedad. El desorden argumental con el que se cuenta la historia pone de relieve esta característica mental de los personajes, que se traslada al lector con los saltos temporales, el uso continuo de la elipsis, la forma en la que se trasladan los intercambios epistolares o los diálogos y el hecho de que el narrador omnisciente no tome partido por ninguna de las opciones, limitándose, en apariencia, a dar cuenta de los hechos, casi como un trascriptor.

Esta lectura nos acompañará hasta la primera semana de junio. Como siempre, las entradas correspondientes al club de lectura se publicarán los jueves y en ella recogeré las aportaciones de todos los que se suman habitualmente.


Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta analiza de forma excelente alguna de las claves narrativas de la obra de Sara Mesa. Un punto de partida interesante para comprender la novela.


Mª Ángeles Merino concluye el comentario de la tercera noche de Cadalso junto a su amiga Austri, que ha tenido pesadillas... menos mal que terminan en el Parral en primavera, para compensar.

Luz del Olmo termina su comentario-glosa en verso de la obra de Cadalso. Desde dentro, el protagonista llama a la amistad como única forma de salvarse del dolor.



Pancho regresa a Los pazos de Ulloa, de doña Emilia Pardo Bazán, lectura que nos ocupó hace unos meses y cuyos comentarios aún no había terminado. En esta entrada comienza a hacerse patente el poder de la casa sobre sus moradores.

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