El Hereje supuso el regreso a la escritura para Miguel Delibes y su despedida. En realidad, en los años noventa manifestó, en varias, ocasiones, su deseo de dejar de escribir. Pero no podía evitar que la literatura se le terminara imponiendo. Publicó Señora de rojo sobre fondo gris en 1991 y Diario de un jubilado en 1995. Ambas tenían su razón: la primera era la expresión literaria del largo luego personal por el que pasó tras la muerte de su esposa. La segunda supuso el regreso de Lorenzo, un personaje por el que Delibes sentía predilección y que ya había aparecido en Diario de un cazador (1955) y Diario de un emigrante (1958). Le debía un tomo más, para profundizar en su evolución y en su historia. Retornar a él cuarenta años después era cumplir con un deber que agradecieron los muchos lectores fieles que tenía Delibes. Andaba Delibes despidiéndose de la literatura, aunque la literatura no le dejaba. Por aquellos años hubo un intento de que alcanzara el Premio Nobel y se promovió su candidatura desde varias instituciones de su ciudad local, Valladolid, pero también regionales y nacionales. Delibes se lo merecía, sin duda, pero moriría, como tantos otros, sin el Premio.
Fueron los amigos que alentaron la campaña los que le animaron a escribir una novela más. Sabían que el Nobel solo se fija en escritores en activo, aunque reconozca toda la obra de un autor. Fue en ese momento en el que surgió la historia de Cipriano Salcedo y el grupo de heterodoxos que vivieron en Valladolid en el siglo XVI. La historia ya había sido tratada con anterioridad por la literatura, pero nunca de la manera en la que la abordó Delibes. Para ello contó con el asesoriamiento de varios expertos en la historia de Valladolid en el siglo XVI: no tuvo que ir muy lejos, alguno compartía con él tertulia semanal. Quizá esta parte perjudique un tanto la novela: hay un momento en el que uno asiste a clases de historia. Sorteando estas páginas que hasta el estilo del resto cambian y de las que se deberían haber prescindido en la redacción final, El Hereje es una gran novela.
Curiosamente, supone afrontar un reto para Delibes, la escritura de una novela histórica. Aunque de esto hablaremos en próximas entradas, el autor consigue salir con bien de esto reto porque escribe una novela histórica de verdad, no como las crónicas noveladas al uso que se limitan a dar unos pequeños rasgos de época. El Hereje es una novela histórica de verdad porque logra poner en pie uno de los debates sustanciales de lo que ocurrió en el siglo XVI español y que tanto lastró la historia del país posteriormente: la libertad de conciencia, que fue impedida en el país por una perversa alianza entre trono e Iglesia. Un debate abierto, mal resuelto y sobre el que aún cabe meditar para comprendernos mejor como país.
Noticias de nuestras lecturas
Os recuerdo que Pancho dedicó a esta novela una serie de entradas que nos sirven de guía en esta lectura.
Mª Ángeles Merino se introduce en El Hereje por donde debe: por su amor a los libros y a Delibes.
Paco Cuesta nos lleva a El Hereje por el núcleo de la propuesta de Delibes: la libertad de conciencia.
Gelu publica su segunda aportación a El Hereje, situándola en el debate -todavía muy actual- sobre la fe y la historia.
No os podéis perder la última entrada dedicada por Pancho a la lectura de la trilogía de Baroja. Imprescindible todo lo que se dice en ella.