jueves, 16 de mayo de 2013

Campos de Castilla en 1912 y noticias de nuestras lecturas.


Los lectores de la primera edición de Campos de Castilla no leyeron el mismo libro que hoy tenemos en nuestras manos. En 1912 se cerraba con un secreto íntimo: la esperanza de que Leonor, la joven esposa del poeta, mejorara de su enfermedad, pero el poemario consiste en otra cosa, fundamentalmente en la idea filosófica inicial que lo impulsa.

Cuando el libro se publica, de nuevo, en la primera edición de sus Obras completas (1917) el poemario ha cambiado en el sentido en el que dijimos en la entrada anterior del Club de lectura, incorporando los nuevos poemas escritos tras la muerte de Leonor y su destino en Andalucía. Desde 1912 hasta 1917, además de todo lo comentado la semana pasada, había ocurrido otra cosa: Antonio Machado desarrolla algo esencial para la modernidad poética española. De la lectura que Rubén Darío había hecho de los poemas becquerianos, nos había llegado a la poesía española la necesidad de que un poemario tuviera unidad y no consistiera solo en una selección de los mejores poemas escritos en un tiempo determinado. Con las Obras completas de Machado se introduce el crecimiento de la obra en torno a la voz poética del autor con la fuerte exigencia de que tampoco sea solo una recopilación de la obra sino una ajustada visión de la obra propia a la altura de un estado concreto de la evolución poética de esa voz (de ahí que en cada edición de las Obras completas se modifiquen los textos). Por eso, cada libro incorporado a las Obras completas tiene una nueva vida, diferente a su edición suelta.

En 1912 los lectores tuvieron en su mano la relación que el poeta -que se nos presenta ideológica, moral y estéticamente en ese modélico autorretrato inicial para que conozcamos quien nos conduce a través de los versos- sostiene con el paisaje. Venía Machado de una poesía intimista y su estancia en Soria le asoma a un paisaje y unas gentes desconocidas que mira de forma curiosa porque quiere comprenderlos en su raíz más honda, preocupado como estaba por la reflexión filosófica sobre los males de España que habían iniciado los regeneracionistas a finales del siglo XIX de una manera positivista y que el modernismo trasformó en mirada espiritual.

Usa para ello esa mirada propia del modernismo: descubrir las claves esenciales del paisaje en las que hallar lo permanente de un pueblo, sus grandezas y sus miserias. De ahí el valor simbólico del paisaje y el uso de la mitología popular, la relación tradicional con la agriculta o la ganadería o el acercamiento al folklore. Llega a Soria en un momento de decadencia de aquella zona castellana, afectada por la emigración y el abandono de las tierras. Y pone el acento en lo que para él es la clave del problema: entre los castellanos presentes y la Castilla eterna hay una desconexión. Se ha roto el pacto de respeto que deben los habitantes al paisaje y han roto con las tradiciones, dejándose llevar por un espíritu de ruindad, miseria y cainismo. De ahí las imágenes constantes de estos poemas iniciales de Campos de Castilla y de La Tierra de Alvargonzález, el texto más largo del poemario, que resume su planteamiento ideológico inicial.

Machado, además, toma una imagen construida tiempo atrás y que él eleva a la categoría definitiva por la fuerza poderosa de sus versos: el Duero, a su paso por Soria, es el corazón de Castilla y Castilla es el núcleo desde el que se construyera España. Es muy duro al describir esa ruptura de la armonía entre hombre y paisaje en la Castilla soriana. Esta dureza se marca aún más porque la voz poética toma distancia de lo que mira. Todo lo que ve en aquel paisaje es la clave para comprender los males que afectan a la nación.

En La Tierra de Alvargonzález da la solución a lo problemas: es el personaje del indiano que, tras conocer tierras lejanas, vuelve para recuperar el pacto con la tierra y las tradiciones. Es decir, regresar a la esencia espiritual que marca el paisaje sin desconocer lo que existe fuera de la propia tierra.


Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta nos muestra cómo es caminar de la mano de Machado, con guiño cinematográfico incluido y valiente.

Kety nos regala, en verso, una semblanza completa de Machado que es toda una hermosa forma de comenzar a leerlo.

Ele Bergón se inspira en Machado para pasear los campos castellanos y después cantar a una olma muerta...

Gelu nos lleva por Campos de Castilla, antología de rimas y conclusiones que nos ponen ante el espejo del trato que se le ha dado a don Antonio.

Pancho nos ayuda a situar Campos de Castilla en el contexto vital de Machado y analiza el autorretrato que supone el prólogo en el que el poeta se presenta.

Mª Ángeles Merino escribe una entrada imprescindible dando cuenta de la exposición que conmemora el centenario de la publicación de Campos de Castilla. No os la podéis perder.

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Gelu enlaza Lorenzo Silva con Verónica Lake: aquí está el secreto.

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Pancho avanza hacia el final de Aurora roja y comenta con todo el acierto una las claves estructurales de la novela: el acto anarquista del teatro.

9 comentarios:

Paco Cuesta dijo...

La profundidad de la obra de Machado es tal que uno siempre se encuentra en la superficie.
Un abrazo

Myriam dijo...

Este poema es casi una novela y cuenta la vida de toda esa familia. La rivalidad entre hermanos, la envidia de las nueras, como el hno menor deja de ser, en buena hora, cura, se va a Las Indias y hace fortuna y este regreso triunfal de él a su hogar, lo muestra muy superior a los otros por la experiencia heroica vivida del viaje allende los mares a tierras lejanas. Los dos hnos quedaron en cambio encasillados en su terruño y envenenados, tanto que al padre apuñalan, privándolo también de tumba en la tierra que ha labrado, o entre los pinos del valle...y ambos hnos no solo venden todo, mostrando su ineficacia, sino que expían sus culpas ahogándose en la laguna.

Machado en este poema dice mucho,

Besos desde Ibiza

Myriam dijo...

y que cierto: Machado recupera la esencia espiritual, pero sin curas. O sea, la verdaramente profunda e individual, de unión del héroe Miguel con la Naturaleza.

omar enletrasarte dijo...

la emoción que me está consagrando esta lectura me hace venir ganas de cortarme las manos y no escribir más
.
un fuerte abrazo

pancho dijo...

Suponemos que Machado era un hombre ilustrado con muchas lecturas en su bagaje y privilegiado por vivir en Madrid y haber tenido la posibilidad de estar en París, durante dos periodos distintos, y codearse con autores fundamentales de la época. La impresión de una pequeña ciudad castellana de principios de S. XX y el campo debió de ser fuerte, pero lejos de deprimirse, intenta comprender a sus habitantes y recibe la inspiración de las recias y ásperas tierras sorianas que le arañan el corazón curioso de poeta atraído por lo que le rodea. No son tierras agraciadas, pero escondido tienen un misterio, un alma que le seduce.
Como ya podíamos ir a tus clases presenciales de la experiencia (por edad lo digo), pero la distancia lo hace imposible, nos conformamos con estas clases magistrales de literatura on-line, que ya es mucho.
Un abrazo

Sor Austringiliana dijo...

A Machado le interesaban mucho las cuestiones filosóficas. Le dieron una beca para estudios filológicos en París, pero él se iba a la cátedra de Bergson. En la exposición del centenario se muestran sus apuntes de Filosofía, primorosísimos.
Dureza, esa es la clave. Y a los castellanos nos suena aún más duro. Soria debía ser tremendamente deprimente para un hombre como Machado, él huía y se iba al camino entre San Polo y San Saturio. Me lo imagino acabando sus clases y ,como un rayo, a su paseo de las orillas del Duero, algo lejanas, por cierto.

Bueno...también pasaba horas en el casino provinciano, no todo era aire libre.

Gracias por tus comentarios y tus enseñanzas. Confío en que mi análisis de los manuscritos, una especie de tomas falsas, no hubiera molestado a Machado.

Besos

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Gracias, por permitirnos acompañarle en este paseo con Antonio Machado.

COPIO
Pág.26-Obras Completas-TOMO I-Espasa Calpe Ed.1988

[...]“En las navidades de 1910 , acompañado por Leonor, emprende su tercer viaje a París con una pensión de la Junta para Ampliación de Estudios más 300 pesetas del nuevo libro entregado a Martínez Sierra.”
[…]”Allí, en siete meses, Machado siguió tres cursos (Bédier, Meillet, A.Lefranc) en el Colegio de Francia, y asistió allí mismo como oyente a algunas conferencias de Henry Bergson.”
[...]”envió los dos primeros capítulos, sobre enseñanza de la lengua francesa, de un trabajo acerca del Estado actual de los estudios filosóficos en Francia. Escribió también La tierra de Alvargonzález, que mandó antes de julio 1911 a Martínez Sierra para completar el manuscrito de Campos de Castilla.”

Abrazos.

lichazul dijo...

pues me baje un pdf que andaba en la web... pero aún no lo abro, me has dejado la duda ... de todos modos le echaré un ojo

besos y feliz fin de semana PEDRO

Estrella dijo...

Sigo leyendo todo lo que publicas, Pedro, cuando puedo y como puedo porque llevo meses "averiada", y me guardo en favoritos tus entradas sobre las lecturas guiadas para poder seguirlas aunque sea fuera de tiempo. Son clases magistrales y un lujo para los que no podemos ir a la universidad.

Gracias como siempre por tu generosidad.