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viernes, 22 de febrero de 2019

Un pintor se cae del andamio: inicio de la lectura de El color de los ángeles y noticias de nuestras lecturas.


Una leyenda sevillana cuenta que una gitana le leyó la mano a Bartolomé Esteban Murillo y le previno para que huyera de las bodas porque en una de ellas le ocurriría una desgracia. Dice también que el pintor era supersticioso y huyó de estas ceremonias hasta que se cayó de un andamio pintando los Desposorios místicos de Santa Catalina, un encargo del convento de los capuchinos de Cádiz para el retablo mayor de la ya desaparecida iglesia de Santa Catalina. Era enero de 1682 y el pintor contaba ya con sesenta años. El cuadro representa la unión mística de la santa con Dios. La misma leyenda dice que el pintor moriría el 3 de abril siguiente a consecuencia de aquella caída y que no pudo completar el cuadro. Esta leyenda tiene todo el aroma de un invento posterior y novelesco, pero sea como sea, aquel accidente provocó que Murillo dejara de pintar y tuvo mucho que ver con su fallecimiento.

La escritora y periodista Eva Díaz Pérez (Sevila, 1971) comienza El color de los ángeles (Planeta, 2017) narrando aquella caída del andamio con un lenguaje que nos introduce plenamente en el mundo de olores, color y sensaciones que rodeaban a Murillo en su taller. Obsesionado por conseguir el azul místico con el que dotar de vida propia al lienzo, el pintor sube al andamio, tropieza y cae. Guardando reposo en un intento de recuperación, el pintor recuerda su vida inevitablemente mezclada con la evolución de la ciudad. Sevilla es, sin duda, un personaje más de la narración: la ciudad cambia, como cambia España y el mundo. Esta tensión entre lo biográfico y la ciudad es uno de los aciertos de esta novela cuya lectura nos acompañará en las próximas semanas: Murillo y Sevilla, Murillo y la pintura.

De entre los títulos en los que Murillo ha sido personaje literario con motivo del cuarto centenario de su nacimiento, son reseñables dos novelas: la de Eva Díaz Pérez y El enigma Murillo de Andrés González Barba. Este narra el saqueo de cuadros de Murillo que protagonizaron las tropas francesas del mariscal Soult, del ejército napoleónico, en Sevilla (uno de los varios ejemplos de depredación del patrimonio cultural de las tropas francesas a su paso por España, que solían valorar y apreciar más el arte español que los propios nacionales). He elegido la de Díaz Pérez por remontarse a la Sevilla en de Murillo, reconstruir su vida a partir del accidente y levantarnos un cuadro fiel de los tiempos en los que le tocó vivir.


Y noticias de nuestras lecturas



Hasta Joaquín Sabina y Fito Páez lleva Pancho su comentario de Cien años de soledad, la novela de García Márquez que nos ocupó hace semanas. De su extraordinaria entrada me gusta mucho cómo ha sabido poner de relieve esos personajes de Macondo que se encierran durante años sin que el mundo parezca afectarles en su retiro...



Mª Ángeles Merino comenta con todo acierto el poemario de Luis Alberto de Cuenca que nos ocupó hace unos días, Cuaderno de vacaciones. No puedes dejar de leer su entrada.

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Cambios en el listado de lecturas del presente curso
 y otras noticias

  • Como a la ocasión la pintan calva, los miembros del club de lectura nos sumamos al proyectado viaje de Alumni UBU a Sevilla con motivo de la exposición que conmemora a Bartolomé Esteban Murillo en el Museo de Bellas Artes de aquella ciudad. Por esta razón, en el mes de febrero leeremos la novela El color de los ángeles de Eva Díaz Pérez (Planeta, 2017), que recrea la vida del pintor y la Sevilla de su tiempo. Así, las lecturas continuarán de la siguiente manera:

- Febrero: El color de los ángeles, de Eva Díaz Pérez.
- Marzo: Los amores equivocados, de Cristina Peri Rossi.
- Abril: Concierto barroco, de Alejo Carpentier.
- Mayo: Tea Rooms, de Luisa Carnés.
- Junio: La Tesis de Nancy, de Ramón J. Sender.


Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales) en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

jueves, 7 de febrero de 2019

De Borges a la madre del poeta, algunas claves de Luis Alberto de Cuenca y noticias de nuestras lecturas, con anuncio de la próxima.


Ya es conocido. Uno de los rasgos del estilo de Luis Alberto de Cuenca es la mezcla, en el mismo poema, de elementos que provienen de la más alta cultura clásica con otros propios de la cultura popular de las últimas décadas (cómic, cine, música, etc.). Todo ello, en este poeta, se gira siempre hacia la experiencia personal. Luis Alberto de Cuenca ve el mundo y lo siente a través de esa cultura heterogénea, jugando a uno y otro lado del canon clásico (de ahí que se le pueda aplicar el concepto de transculturalidad), pero abre la puerta a los momentos vividos que luego explica con este rasgo de estilo que definimos. Por ejemplo, en el poema Me acuerdo de..., se enumeran los recuerdos que de forma poco ordenada le asaltan: Borges a través de Marcos Barnatán, una tienda de tebeos de su infancia, el pelmazo de Proust cuando desayuna magdalenas, profesores de colegio a partir de Shakespeare, sus hijos Álvaro e Inés a través de la lectura de Espronceda o El mago de Oz, etc. Pero el verso final cierra el poema, desnudo de esas referencias:

Me acuerdo de mi madre a todas horas

Esto también sucede en la parte final del poemario, que contiene poemas de amor que parecen -solo parecen- desnudos de retórica y referencias y por eso algunos lectores los preferirán sobre los anteriores. En Eva presente se comienza con el mito de Afrodita, con referencias a Cyrano y Gautier, para decantarse a través de la referencia bíblica del título, en una soberbia imagen personal:

Y entonces Dios,
que había imaginado el paraíso
bajo la especie de tu cuerpo,
te confió a mis brazos para siempre.

Este elemento transcultural, como el de la transvanguardia o transarte, define a Luis Alberto de Cuenca y a un grupo de escritores y artistas que comenzaron a expresarse a partir de los años setenta del pasado siglo. A la muerte del arte o de la cultura seguía el no arte y uno de sus elementos claves es lo heterogéneo de los materiales requeridos, pero siempre asimilados a partir de las experiencias biográficas y de una lectura personalísima de todo. Por supuesto que hubo mucha vanidad y cosas superfluas, como en todas las propuestas estéticas, pero hacerlo bien suponía un esfuerzo notable que no siempre ha sido apreciado por los críticos fáciles de aquella postmodernidad, que suelen confundir el rábano con las hojas. Sucede lo mismo con la técnica formal de los poemas de este volumen: no hay nada más difícil que hacer poesía que no lo parezca ni en el ritmo aunque lo tenga, puesto que no se trata de escribir cualquier cosa disimulándola de poesía como suelen hacer muchos de los imitadores de este estilo. Pruebe el lector.

Noticias de nuestras lecturas




Pancho continúa su atenta  lectura de Cien años de soledad, que nos ocupó hace unas semanas. Y aquí llega a una buena demostración de cómo se salta en la novela de lo real a lo mítico y viceversa...

Anuncio de la próxima lectura


El año pasado se conmemoraba el cuarto centenario del nacimiento del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo. Con ese motivo, aparte de exposiciones, ciclos de conferencias y libros académicos, se publicaron varias obras que abordaban su vida desde la literatura. 

Sin pretensión de agotar el tema, la presencia de Murillo en obras literarias data de los tiempos en los que el pintor vivía, aunque sorprende la escasa atención que ha merecido uno de los pintores más importantes de todos los tiempos. De su tiempo, podemos señalar el romance El mulato de Murillo (1656). Del sevillano hablaron famosos viajeros románticos por España : G.H. Borrow y Richard Ford; también Bécquer, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Pedro Antonio de Alarcón, Campoamor e incluso Verne (el capitán tenía en el Nautilus una Asunción de Murillo); no faltaron referencias en Rubén Darío, Cansinos Assens, etc.

En el año del cuarto centenario se publicaron dos novelas escritas por periodistas sevillanos: El color de los ángeles, de Eva Díaz Pérez y El enigma Murillo de Andrés González Barba. La primera nos sitúa en la vida del pintor; la segunda trata del saqueo de sus obras en Sevilla por las tropas napoleónicas y está ambientada, por lo tanto, en el siglo XIX. Esa es una de las razones que me ha llevado a seleccionar la de Eva Díaz Pérez como lectura de las próximas semanas.

Cambios en el listado de lecturas del presente curso
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  • Como a la ocasión la pintan calva, los miembros del club de lectura nos sumamos al proyectado viaje de Alumni UBU a Sevilla con motivo de la exposición que conmemora a Bartolomé Esteban Murillo en el Museo de Bellas Artes de aquella ciudad. Por esta razón, en el mes de febrero leeremos la novela El color de los ángeles de Eva Díaz Pérez (Planeta, 2017), que recrea la vida del pintor y la Sevilla de su tiempo. Así, las lecturas continuarán de la siguiente manera:

- Febrero: El color de los ángeles, de Eva Díaz Pérez.
- Marzo: Los amores equivocados, de Cristina Peri Rossi.
- Abril: Concierto barroco, de Alejo Carpentier.
- Mayo: Tea Rooms, de Luisa Carnés.
- Junio: La Tesis de Nancy, de Ramón J. Sender.


Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales) en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

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domingo, 3 de febrero de 2019

Cuaderno de vacaciones de Luis Alberto de Cuenca y noticias de nuestras lecturas


Los poemas recogidos en Cuaderno de vacaciones (Visor, Premio nacional de poesía 2015) fueron escritos en los veraneos por Luis Alberto de Cuenca desde el 2009 hasta el 2012. Inicialmente ese es el punto de unión de los textos. El título recuerda aquellos cuadernos de actividades escolares que se pusieron de moda para que los alumnos mantuvieran la tensión del aprendizaje en las vacaciones de verano, repasaran conocimientos o recuperaran las tareas pendientes en septiembre. Muchos recordarán aquellos cuadernillos que separan a los niños de disfrutar del buen tiempo y la falta de horarios. Ese carácter del volumen se confiesa en la Nota del autor (firmada el 23 de octubre de 2013) con la que comienza y que contiene, en estas líneas, una plena definición de la dedicación a la literatura tal y como la entiende Luis Alberto de Cuenca (la negrita final es mía):

lo que configura este libro como un corpus orgánico y unitario es precisamente su escritura gozosa, vacacional, ausente de todo tipo de preocupaciones laborales y académicas, su fusión decidida con el ocio, que es, a la postre, el padre de todos los vicios, y todo el mundo sabe que la poesía es un vicio, y de los más entrañables y deliciosos. Siempre he pensado que hacer versos es una fiesta, algo muy parecido a la felicidad, y que el papel en blanco no es una cárcel metafísica sino un campo de juego, y que dar rienda suelta a lo que anida en tu interior no es un drama existencial sino un acto de liberación  no exento de alegría.

El libro no representa un nuevo o diferente Luis Alberto de Cuenca, sino una profundización en la forma en la que entiende la poesía. Estos textos de verano resultan un encuentro con las líneas esenciales de la obra de este poeta, uno de los nombres fundamentales de la poesía española desde los años setenta con una de las trayectorias poéticas mejor reconocibles: juego literario en el que entran como referencias por igual los clásicos, la cultura pop y las vivencias personales, que se fusionan en un mismo texto; ironía y elegancia hasta en la introducción de expresiones coloquiales mezcladas con locuciones latinas o referencias culturales; inversión de los significados comunes de los tópicos literarios o folclóricos (como en el caso de Caperucita roja y el lobo y, en general, todas sus aproximaciones al mito de la bella y la bestia); postmodernidad que busca acercarse a los grandes temas desde las formas menos dramáticas (incluso en el lenguaje), etc. Hay un elemento más de unión en los textos. La mayoría nacen de lecturas realizadas en esos momentos de vacaciones, que el autor glosa llevándolas a su universo literario.

Quizá en este libro se agudizan dos aspectos con respecto a la obra anterior del poeta: el pensamiento sobre el tiempo, que le lleva a ironizar sobre su propia decadencia, y el amor, en el que su mujer, Alicia (Alicia Mariño), es la protagonista, dedicándole la última sección del volumen con un grupo de poemas con expresión aparentemente más directa y menos cargada de transculturalismo.

Uno de los ejes del volumen es La otra noche, después de la movida, poema en alejandrinos (excepto el endecasílabo final) incluido en la sección del mismo título fechada en 2012, texto más largo que los otros poemas en el que se encuentra un repaso autobiográfico de lo que supuso su relación con aquel tiempo vivido de los años ochenta del pasado siglo y que tiene el aire de ser uno de los textos que en el futuro se citen más en los estudios sobre el autor. Dedicado al director de cine Fernando González de Canales, al que responsabiliza de su introducción en los locales en los que se desarrolló, comienza con una definición de aquel tiempo de la movida madrileña que irá matizando irónicamente hasta el verso final:

Hay momentos que brillan tanto, que hasta podrían
quemarte las pupilas si los miras de frente
durante mucho rato.

Tras repasar su entrada en el movimiento cultural de Madrid (en un amplio sentido, claro), sus letras para la Orquesta Mondragón o la colaboración en la publicación La Luna, define su estilo, que lleva el poema desde la poesía más retórica a la más prosaica y coloquial, uno de los sellos de Luis Alberto de Cuenca como poeta:

Y mientras tanto yo escribía poemas
que no se parecían en nada a los de antes
y que, en un cóctel raro, mezclaban clasicismo
con cotidianidad, dejando que la vida
y la cultura fuesen cogidas de la mano
en sus versos y, a veces, hasta dándose el pico.

El poema se cierra con un ingenioso ejercicio  no exento de verdad, que intenta definir su contribución y la de la movida a la historia cultural española y su posición en el presente frente a un cambio de actitud de los tiempos que ha llevado a los miembros de su generación a pasar de ser postmodernos a premodernos:

                                                              Y esa
variación de sufijo nos da muchos problemas,
pues nuestra nueva physis es aún más subversiva
que la anterior y, a poco que bajemos la guardia
nos va a borrar la bofia de un plumazo.

Seguimos el próximo jueves.

Noticias de nuestras lecturas

Luz del Olmo se inspira en la lectura de este libro de Luis Alberto de Cuenca para retornar a la poesía, con un estupendo poema. No te lo pierdas.

Agustín Merino, en el blog de su hermana, hace el mejor elogio de este libro de Luis Alberto de Cuenca: el impulso que le provoca para su propia escritura.

Paco Cuesta escribe una inteligentísima entrada sobre poesía, prosa y otras cosas para entrar en la lectura de este cuadernillo de Luis Alberto de Cuenca. No te la pierdas.

El próximo martes día 5 celebraremos el encuentro mensual del formato presencial de este club para comentar el poemario que nos ocupa esta semana. A las 16:00 hs. en el lugar habitual.



Como sabéis, la lectura anterior fue Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Tuvimos la reunión presencial el pasado martes 22 de enero. Faltaba el acta de la misma que siempre levanta Mª Ángeles Merino en su blog y aquí la tenéis, fiel, exacta y detallada.



Sigue Pancho con el comentario de Cien años de soledad, la novela de García Márquez que nos ocupó hace unas semanas. Y llega a la demostración de cómo la historia se impone, violenta, al tiempo mítico. Y termina con Poveda, que es mucho. No os perdáis las fotografías con las que ilustra su comentario.


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  • Como a la ocasión la pintan calva, los miembros del club de lectura nos sumamos al proyectado viaje de Alumni UBU a Sevilla con motivo de la exposición que conmemora a Bartolomé Esteban Murillo en el Museo de Bellas Artes de aquella ciudad. Por esta razón, en el mes de febrero leeremos la novela El color de los ángeles de Eva Díaz Pérez (Planeta, 2017), que recrea la vida del pintor y la Sevilla de su tiempo. Así, las lecturas continuarán de la siguiente manera:

- Febrero: El color de los ángeles, de Eva Díaz Pérez.
- Marzo: Los amores equivocados, de Cristina Peri Rossi.
- Abril: Concierto barroco, de Alejo Carpentier.
- Mayo: Tea Rooms, de Luisa Carnés.
- Junio: La Tesis de Nancy, de Ramón J. Sender.


Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales como esta) en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

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jueves, 17 de enero de 2019

Y la humanidad se volvió loca: la guerra en Los cuatro jinetes del Apocalipsis de Blasco Ibáñez y noticias de nuestras lecturas.


Al declararse la guerra, el viejo Marcelo Desnoyers tuvo la sensación de que la humanidad se había vuelto loca. Su mente capitalista, basada en el progreso constante de la sociedad y no en su destrucción, no podía entenderlo:

¿Era posible una guerra con tantos ferrocarriles, tantos buques de comercio, tantas máquinas, tanta actividad desarrollada en la costra de la tierra y sus entrañas?... Las naciones se arruinarían para siempre. Estaban acostumbradas a necesidades y gastos que no conocieron los pueblos de hace un siglo. El capital era dueño del mundo, y la guerra iba a matarlo; pero a su vez moriría ella a los pocos meses, falta de dinero para sostenerse. Su alma de hombre de negocios se indignó antes los centenares de miles de millones que la loca aventura iba a invertir en humo y matanzas.

Marcelo Desnoyers evolucionará mucho a lo largo del libro. Sin dejar su fe en el capitalismo como progreso de la humanidad, la guerra lo trasformará radicalmente. De hecho, Blasco Ibáñez ensaya en esa evolución un tipo de capitalista humano y pacifista que le gustaría ver en la sociedad. En su estancia en el frente, para defender su posesión del castillo de Villeblanch, comprenderá que el dinero poco vale en el horror de la guerra y que su posesión antes debe servir para evitarla y para realizar una generosa mirada hacia la humanidad, que la mera acumulación de riquezas que pueden perderse en medio de la violencia desatada. Su presencia en el frente de batalla le sirve al autor para dar cuenta del relato de atrocidades que supone cualquier guerra pero también para incidir ideológicamente en la crueldad de la que ha provocado Alemania, de su actitud poco noble en el avance de las tropas, que culmina convirtiendo el hospital amparado por la bandera de la Cruz Roja en un fortín militar desde el que atacar. La finalidad de este relato es doble: por una parte, levantar testimonio de las atrocidades del ejército germánico; por otra, servir de propaganda de la causa aliada, de la guerra defensiva de Francia y de la necesidad de apoyar la lucha contra quienes así se comportan.

La evolución de su hijo, Julio, es igual de marcada. Su amor por Margarita y la entrega de esta a lo que entiende su deber como esposa que intenta reparar el sufrimiento causado, le hace encontrar un motivo para su vida en la causa de la guerra de defensa del mundo occidental frente al imperialismo alemán. Se alista y tiene un comportamiento heroico, convirtiéndose también en un compañero de armas generoso con quienes le rodean. Su muerte es necesaria como reparación de su vida superficial anterior pero también como estrategia narrativa para atrapar las emociones del lector. El bailarín de tango se trasforma en un héroe.

Blasco Ibáñez no escamita detalles en el relato de la guerra: mutilaciones, violaciones de derechos, agresiones, descripción de las heridas y de la suciedad, del hambre... La crudeza del relato, de los efectos físicos y morales de los combates, de las condiciones materiales de la vida de soldados y civiles en la primera línea de batalla, del comportamiento brutal de los soldados y oficiales alemanes... Llega a una tensión narrativa que debió conmocionar a los lectores de su tiempo. Desde la aparición de los cronistas de guerra a mediados del siglo XIX, se cuenta con precedentes en la prensa periódica. También en la novela. Sin duda, el precedente directo de Los cuatro jinetes del Apocalipsis es La Débâcle (1892), la novela en la que Émile Zola narra el final del Segundo Imperio y la guerra francoprusiana de 1870. Tal es así, que el interés biográfico del personaje Marcelo Desnoyers nace al fugarse de Francia para no participar en dicha guerra y la referencia a esa guerra es constante en los motivos de la primera guerra mundial.

El relato bélico resulta perfecto también en su ritmo y estructura, desde el vértigo inicial hasta la detallada descripción de la guerra de trincheras. Hasta tal punto que puede afirmarse que se convierte en un modelo de narración para un conflicto militar y su herencia es reconocible en muchas novelas posteriores. Y en otra cosa también resulta ejemplar: la forma en la que cuenta la capacidad de la guerra para detener las vidas, replantear la sociedad y la existencia individual. Nada puede ser ya igual a como era antes.

Noticias de nuestras lecturas

Sobre el éxito en los EE.UU. de Blasco Ibáñez, Paco Cuesta escribe una gran entrada en estilo e intención, que no puedes perderte de ninguna de las maneras.




Desde el árbol de José Arcadio Buendía al que se pega Aureliano cuando muere hasta Poveda nos lleva Pancho en esta entrada sobre Cien años de soledad en la que deja muy clara esa forma de ser entreverado del realismo mágico, incluso con los sentidos agudizados tras la ceguera.Un feliz recordatorio de la lectura que nos ocupó hace unas semanas.

Cambios en el listado de lecturas del presente curso
 y otras noticias






  • El próximo martes 22 de enero celebraremos la sesión presencial para comentar Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Será una reunión muy especial, porque la haremos conjunta con el Aula de historia de Alumni UBU, que ha abordado la primera guerra mundial en un curso titulado De la euforia de la catástrofe a la catástrofe de la historia.  Una ocasión inigualable para charlar sobre la primera guerra mundial, sus causas y consecuencias. Tendrá lugar a las 16:30 hs., en el salón de actos de la sede del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, en el burgalés Palacio de la Isla. La entrada es libre hasta completar el aforo (se reservarán plazas para los miembros del club y los asistentes al curso del aula de historia).


  • Como a la ocasión la pintan calva, los miembros del club de lectura nos sumamos al proyectado viaje de Alumni UBU a Sevilla con motivo de la exposición que conmemora a Bartolomé Esteban Murillo en el Museo de Bellas Artes de aquella ciudad. Por esta razón, en el mes de febrero leeremos la novela El color de los ángeles de Eva Díaz Pérez (Planeta, 2017), que recrea la vida del pintor y la Sevilla de su tiempo. Así, las lecturas continuarán de la siguiente manera:

- Enero: Tras el comentario de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, leeremos Cuaderno de vacaciones, el poemario de Luis Alberto de Cuenca, premio nacional de poesía.
- Febrero: El color de los ángeles, de Eva Díaz Pérez.
- Marzo: Los amores equivocados, de Cristina Peri Rossi.
- Abril: Concierto barroco, de Alejo Carpentier.
- Mayo: Tea Rooms, de Luisa Carnés.
- Junio: La Tesis de Nancy, de Ramón J. Sender.


Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales) en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

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jueves, 22 de noviembre de 2018

Todo está escrito: Cien años de soledad como metaliteratura y noticias de nuestras lecturas, con anuncio de la próxima.


Al final de la novela, Aureliano Buendía (ya Babilonia por su relación con los textos de Melquíades) se encierra en la casa. Todo en ella es reflejo de la muerte, de un fin de ciclo del que no se salvan ni los rosales. En ese justo momento comprende todas las claves de los pergaminos de Melquíades que habían predicho, cien años antes, la historia de Macondo y de su familia, tan íntimamente unidas: El primero de la estirpe está amarrado en un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas. Comprende que la clave de lectura no es un signo sino el mismo tiempo: esos cien años se han concentrado en un instante. Y sucede el prodigio: Aureliano lee su propia historia, la de su familia. Es decir, lee la novela que el lector externo -nosotros- tiene en sus manos. García Márquez juega sabiamente con la ansiedad de ese lector, encarnándola en la del propio Aureliano, que salta páginas para llegar a la última, su presente, como si se estuviera viendo en un espejo hablado.

En ese momento, todo lo que ha vivido en los últimos tiempos (la relación con su tía Amaranta Úrsula, que da a luz a un niño con cola de cerdo y muere desangrada en el parto; al niño se lo están comiendo las hormigas) ha quedado ya relegado a un pasado leído. También que Macondo desconociera finalmente a los Buendía y se convirtiera en un pueblo abandonado. La maldición que perseguía a la familia desde el inicio se cumple inexorablemente y los Buendía y Macondo están condenados a desaparecer. El ciclo se cumple, como si el tiempo circular fuera más poderoso que el lineal: la fundación y la extinción.

El lector ha leído Cien años de soledad asombrado por la prosa pero también por la historia de una saga familiar en la que lo real y lo fantástico parecen mezclarse. García Márquez siempre lo negó. El realismo mágico era, primero y sobre todo, realismo: lo mágico era la forma de contarlo, pero todos los sucesos pueden ser vividos porque hasta los más fantásticos son productos de los sueños producidos por las personas que los viven.

Muchas de las cuestiones que el lector se plantea al leer la novela de García Márquez, se deberían solucionar en ese final, que aclara algo esencial: todo lo leído está escrito, es decir, todo es literatura. Una narración en la que el último de los protagonistas puede leer su propio destino. Un prodigioso juego metaliteratura.

Noticias de nuestras lecturas

De tiempos míticos y la gestación de un héroe va la nueva entrada de Pancho sobre Cien años de soledad.  Y termina, no sé cómo, pero hace bien, con Lucho Gatica...

Y nuestro título del mes de noviembre

Comenzamos la lectura de Filek. El estafador que engañó a Franco, de Ignacio Martínez de Pisón, que comentaremos en la sesión presencial del próximo martes 27.

Paco Cuesta publicó su aportación. Su enfoque sobre cómo enfrentar la novela de Martínez de Pisón es tan adecuado desde el inicio hasta la personalización última, que te recomiendo que no te la pierdas.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

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jueves, 15 de noviembre de 2018

El amor es una peste. Clave de lectura de Cien años de soledad y noticias de nuestras lecturas


El amor es un tema central en toda la obra narrativa de García Márquez. En algunos casos, incluso desde el título adquiere protagonismo: El amor en los tiempos del cólera (1985), Del amor y otros demonios (1994). Este amor debe entenderse de forma amplia pero casi siempre tiene dentro la más primaria pasión sexual. El autor ha consignado este hecho en múltiples declaraciones y testimonios escritos. Y ahí está también en Cien años de soledad. En esta novela, el amor, el amor pasional, rompe todos los convencionalismos, trastoca todas las previsiones y modifica la historia individual y colectiva. Es la causa original del éxodo y la fundación de Macondo y también la que define a los Buendía, siempre en el riesgo de caer en la maldición que arrastran desde que se unieran dos primos para fundar una saga familiar. Los conflictos amorosos mueven gran parte de las acciones de la narración y tienen una incidencia absoluta en la acción que vertebra Cien años de soledad: El amor es una peste, llega a clamar José Arcadio Buendía.

José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán son dos primos que se casan a pesar de los presagios que pronosticaban que podrían engendrar iguanas (Si has de parir iguanas, criaremos iguanas) y de todos los temores que hasta causan un muerto; Aureliano Buendía y Remedios Moscote se unen a pesar de que ella es casi una niña y de que el patriarca se oponía al matrimonio. Amaranta padece la espina de un amor solitario e intenta impedir el matrimonio de Rebeca con Pietro Crespi... La historia de Macondo se entreteje con estas historias pasionales. García Márquez juega sabiamente la dosis justa para evitar que la novela caiga en el mero relato sentimental en el que podría derrumbarse y en el que, de hecho, caen muchas novelas que después han imitado la saga de los Buendía. Para evitarlo está el prodigioso uso del lenguaje, el trabajo con el espacio y tiempo mítico y la mezcla de fantasía y realidad de la que hablaremos en la próxima entrada.

Noticias de nuestras lecturas

Pancho continúa con el comentario de Cien años de soledad y en su entrada deja bien claro que el mundo de Macondo se mueve con las pasiones y que por allí aparecen los Dire Straits. Si queréis saber cómo y por qué, aquí...

Y nuestro título del mes de noviembre


Myriam Goldenberg comienza la lectura de Filek poniendo todas las bases para comprender el punto de partida: el carácter del estafador.

Dado el retraso acumulado en mis entradas correspondientes al club de lectura, no comenzaré a publicar las correspondientes a Filek, de Ignacio Martínez de Pisón (título del mes de noviembre), hasta el próximo jueves, 22 de noviembre. Sin embargo, la sesión presencial para comentarlo se mantiene para el martes 27.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

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jueves, 8 de noviembre de 2018

La casa y la familia en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y noticias de nuestras lecturas.


El espacio mítico en el que trascurre Cien años de soledad es Macondo, una ciudad fundada en plena ciénaga por José Arcadio Buendía y un puñado de familias. Su carácter de patriarca, convierte a la familia Buendía en el eje central de ese espacio mítico, que solo ellos, los Buendía, parecen en condiciones de desentrañar, mantener y comprender.  Mientras que José Arcadio parece dedicarse a los grandes asuntos, Úrsula  Iguarán, su esposa, está dotada de sentido práctico. De hecho, ella sabe resolver mejor cualquier problema precisamente porque no se deja enredar por esas grandes cuestiones y pone todo su empeño en defender a su familia sin pararse a pensar demasiado en por qué suceden las cosas. Es más que significativa la forma en la que Úrsula acomete la reforma de la casa primitiva de los fundadores mientras José Arcadio Buendía intenta hallar a Dios en los daguerrotipos. Levantó Úrsula "no solo la casa más grande que habría nunca en el pueblo, sin la más hospitalaria y fresca que hubo jamás en el ámbito de la ciénaga". Esa casa es el núcleo espiritual de Macondo.

Sin embargo, a la estirpe fundada por ambos les persigue un pecado original. Son primos y cargan con el presagio de que sus descendientes pueden nacer con cola de cerdo. Sobre Macondo, por lo tanto, parece pesar esa condena primitiva de la sangre. Un Macondo fundado por gente que ha huido de otro pecado: José Arcadio dio muerte a Prudencio Aguilar y el fantasma de este se le aparece. La caravana de fugitivos se detiene allí donde José Arcadio tiene un sueño que le indica el lugar adecuado para la fundación.

Este es el punto de partida: un tiempo y un espacio mítico. Los primeros tiempos de Macondo se dan en el aislamiento, solo roto por los gitanos que llevan las novedades del mundo exterior. Novedades que son avances científicos que José Arcadio devuelve a un mundo en el que no rige la ciencia sino la creencia y la fe. Cuando se rompe el aislamiento, entra de golpe la civilización y el tiempo real: noticias del gobierno exterior, la modernidad, los desajustes sobre las normas que rigen el lugar desde su fundación... y la guerra civil. La armonía, el paraíso en el que nadie había muerto, se rompe.

En los próximos días seguiré con el comentario de esta novela de García Márquez antes de pasar al siguiente título del curso, para compensar en cierta medida que los últimos jueves me haya sido imposible publicar mis aportaciones a esta lectura.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino continúa con la lectura de Cien años de soledad: acierta en la clave quijotesca, también en la reintrepretación de la historia de soledad y círculo y me gusta mucho cómo lleva hacia sí misma la novela. Tanto la lleva que en esta nueva entrada se enfrenta a sus propios recuerdos de lectora del texto, buceando hasta cuando todo estaba por inventar...

Por supuesto, Mª Ángeles Merino levantó acta de la reunión mantenida por el club de lectura en su formato presencial y aquí tenéis el resumen de una sesión divertida e interesante.

Paco Cuesta relee Cien años de soledad y descubre que es la primera vez que lo hace para degustarlo. Solo los grandes clásicos de la literatura lo permiten, desde luego.

Pancho se incorpora a la lectura de Cien años de soledad. Y basta su primera entrada para comprender por qué leer la obra: argumento, técnica y una fiesta de la literatura. Y para llegar desde un cartel que afirma la existencia de Dios hasta María Dolores Pradera y hacerlo con exquisita oportunidad, hay que leer esta nueva entrega suya.  Y en su siguiente entrada, no sé cómo, pero a Pancho se le cuela Sabina en Macondo en el comentario de la parte de la novela en la que se remoza la casa y con ella, la memoria. Y cómo no, nos vuelve a sorprender llevándonos hasta un hombre atado a un castaño con música también de María Dolores Pradera... Y aquí nos lleva de la pubertad de Remedios al encontronazo sexual de Rebeca con su hermano adoptivo, de la mano de María Jiménez, claro. Luego se deja caer por el camino de la trasgresión del mundo que implica la pasión, con Aute, claro. Y pasa después a los Beatles para hablar de la posición central de la mujer en esta novela -de una u otra manera. Como no puede ser de otra manera, a Macondo llega la realidad en forma de guerra y violencias motivadas por los peores afanes de la gente. Y la política, claro. Así lo señala Pancho, que nos salva un poco con María Dolores Pradera, que así se nos parecerá siempre vinculada a Macondo.

Gelu sigue con su comentario de la obra y en la nota final de esta entrada nos ayuda a entender mejor la utilidad de esta herramienta para comprender mejor la novela. No dejéis de leerla. Y aquí aborda el primer capítulo. En esta entrada, además, incluye una entrevista con García Márquez que os puede resultar muy interesante. Y en esta otra termina con el primer capítulo reflexionando sobre la importancia de cada una de las frases del libro, difícil de seccionar por eso. En esta nueva entrada presta atención a algo que non debería pasársenos desapercibido: la cualidad poética de la prosa de García Márquez. Toda una lección de comprender el texto.

Luz del Olmo nos lleva a la tarea de relectura de una novela pasado el tiempo. ¿leemos, en verdad, la misma novela?

Myriam Goldenberg se incorpora a la lectura de la novela de García Márquez con poema y recuerdo de la primera lectura que hizo de la obra. Un recuerdo personal y certero.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

viernes, 21 de septiembre de 2018

El diamante más grande del mundo y noticias de nuestras lecturas.


Sobre el realismo mágico se han vertido opiniones de todo tipo desde que el concepto comenzara a circular en la época de la vanguardias europeas, inicialmente para la pintura. La extensión de su uso se debe al arraigo de la denominación para definir algunas de las características de la literatura producida por autores hispanoamericanos desde finales de los años cuarenta. Suele considerarse Cien años de soledad como el máximo exponente del mismo. Sin embargo, García Márquez dudó mucho del término y de lo que con él se definía. Antes de continuar, invito a leer este artículo del autor publicado en El País en 1981 y reflexionar a partir de él. Si lo contado por García Márquez sucedió estamos ante un texto verídico, de reflexión periodística, procedente del mundo de la realidad aunque tenga toques de estilo literario; si no sucedió, estamos ante lo ficcional verosímil, es decir, en el campo de la literatura. Ahora bien, en ese texto, ¿hasta cuánto nos importa esta división? García Márquez escribió Crónica de una muerte anunciada, una novela en la frontera con la crónica periodística; también escribió Noticia de un secuestro, una crónica periodística en la frontera con la novela. La diferencia entre ambas está fuera del texto: la primera parte de la ficción, la segunda de un hecho real.

García Márquez dejó escrito y dicho que concibió Cien años de soledad como una novela realista y que se asombraba cuando se habla de su imaginación para construir espacios no verosímiles. Si afrontamos así su lectura comprenderemos que mucho de lo que nos parece fantástico se debe sobre todo a la vivencia de los personajes: un panorama mental individual y colectivo que sorprende solo a los que tienen una forma estricta y purista de separar las cosas.

El juego literario está claro desde el primer capítulo: la invención del hielo es vivida por José Arcadio Buendía de tal manera que le lleva a definir un bloque de hielo como el diamante más grande del mundo, pero el gitano le corrige: Es hielo. García Márquez ha echado mano de un recurso que está en la genética de la literatura hispanoamericana desde su inicio, desde el primer diario de Colón: el lenguaje de la maravilla. Cuando no se conoce algo que nos produce un choque emocional porque no lo comprendemos se utiliza la palabra más cercana que se tiene para definirla. Una pura fiesta del lenguaje como herramienta de comunicación que produce, por sí misma, metáforas y símbolos. A pesar de que a José Arcadio Buendía le dan el término exacto, él continúa con su propia vivencia del hecho, pone la mano sobre el hielo "mientras el corazón se le hinchaba de temor y de júbilo al contacto del misterio". El hielo es la realidad, la vivencia es el misterio; la forma de contarlo todo, la literatura. Esa es la clave del realismo mágico y no otra.

(Esta entrada debió publicarse ayer jueves, como es habitual en las que corresponden al club de lectura, pero me lo impidieron mis obligaciones.)
Noticias de nuestras lecturas

Gelu continúa su lectura de la obra de García Márquez: además de su tradicional forma de seleccionar pasajes, aquí llama la atención sobre la imaginación que se derrocha en la novela.

Ya sabéis que esta lectura nos ocupará el mes de septiembre y el de octubre, por su importancia. El último martes de octubre tendremos el encuentro del club en su formato presencial para comentarla. Os recuerdo que es posible apuntarse en este formato porque todavía queda una o dos plazas libres. Puedes ver las condiciones en este enlace

La inauguración del curso la haremos en Burgos en abierto para todos aquellos que podáis y queráis acudir. Informaré la próxima semana.

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lunes, 17 de septiembre de 2018

El coronel Aureliano Buendía ante el pelotón de fusilamiento y noticias de nuestras lecturas.


Uno de los grandes logros de Cien años de soledad es su inicio, que contribuye a excitar al lector para seguir leyendo. Hay todo un misterio que atrapa al lector en esa magnífica frase (Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo). Quien se acerca a la novela intuye que ese después nos llevará a una historia que merece la pena, que explicará por qué el coronel va a ser fusilado y por qué, justo en ese momento, se acuerda de su infancia. Nos habla también de un momento de violencia en la historia individual pero también colectiva y de una época en la que se inventa la máquina de hacer el hielo. Una de las mejores formas de abrir la puerta de una narración.

En el inicio de Cien años de soledad, García Márquez pone en juego el cruce entre la historia particular de una saga familiar (los Buendía) y la historia de una región (Macondo). Pronto percibimos que el coronel no es solo un individuo concreto sino que su vida explica un espacio y un tiempo, unidos todos los elementos en un ciclo a caballo entre lo histórico y lo mítico.

El argumento, desde su arranque atrapa a diferentes lectores, tiene un amplio abanico de posibilidades de acercamiento. Desde aquellos que buscan una mera lectura argumental hasta los que interpretan cada motivo como un símbolo, desde los que gustan de las historias de sagas familiares hasta los que se apasionan por novelas que abordan la historia. Lo veremos.

Por ahora, os invito a adentraros en la vida de Aureliano Buendía, conocer las razones para que se encuentre ante un pelotón de fusilamiento y asistir a la invención del hielo.

(Esta entrada debió publicarse el jueves pasado, pero mis obligaciones en Valladolid Letraherido me han impedido escribir en el blog desde entonces. Continuamos las entradas del Club de lectura el jueves que viene.)

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino madrugó con las tareas hechas y acompañada de varios grandes nombres d ela literatura. La semana pasada nos proponía una excelente manera de comenzar la lectura de Cien años de soledad, como la reinvención de la historia, una reescritura bien quijotesca.

Kety disfruta de su relectura de la novela de García Márquez y aquí lo declara.

Gelu inicia su relectura de Cien años de soledad encontrando las huellas de su anterior apasionamiento por García Márquez y aquí nos lo dice...



Pancho ha continuado con su lectura de Akúside, la novela de Ángel Vallecillo que leímos hace unos meses. Su última entrada da cuenta del balance final y del regusto que queda a quien lea esta novela con la atención debida.

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