martes, 9 de julio de 2024
Delhy Tejero. Geometría y misterio
lunes, 8 de julio de 2024
Gordolobos en flor
Estos días, las afueras de la ciudad se han llenado de gordolobos en flor, pero este que traigo aquí ha agarrado en una grieta del suelo, pegado a la fachada de un edificio de nueva construcción dentro de la ciudad. De todos los usos del verbasco, me sigue admirando el que produce somnolencia. Se echaba al agua de los ríos para adormecer a los peces y poder cogerlos a mano. Envarbascar es una práctica prohibida por su toxicidad, al menos desde las Partidas de Alfonso X, el Sabio (1255), pero se ha usado de forma tradicional hasta hace poco -quizá aún se use en alguna parte-. Todavía hoy se consumen sus hojas y flores en infusión para enfermedades respiratorias y como calmante. Las romanas usaban la flor para teñirse el cabello de rubio y las hojas aterciopeladas de su roseta se utilizaban para limpiarse en el campo después de aliviarse... También para introducirlas en los zapatos, ayudando a mantener el pie caliente. Será por eso que sonrío al ver un gordolobo conquistar este edificio nuevo en la zona recién urbanizada. Con la lluvia abundante de los meses pasados y las temperaturas últimas, salen yerbas por todos los lugares: alcorques, paseos, jardines, huecos de los edificios, bases de los semáforos y señales de tráfico, vidas perdidas, miradas desorientadas y suspiros de aburrimiento.
domingo, 7 de julio de 2024
Ha fallecido José Antonio Abella
El pasado viernes 5 de julio, falleció en Madrid el escritor José Antonio Abella (nacido en Burgos en 1956). Todos aquellos que lo hemos conocido y apreciado, sabemos de su calidad humana y constancia en el afecto. Tuve la fortuna de tratarlo mucho desde que obtuviera el Premio de la Crítica de Castilla y León, del que yo era miembro del jurado, con una novela sobrecogedora, La sonrisa robada (2014). Antes habían llegado Yuda, La esfera de humo, Unas pocas palabras verdaderas, Crónicas de Umbroso y La tierra leve. Con este bagaje, resultaba sorprendente oírle contar cómo aquella novela fue rechazada por algunas de las más importantes editoriales españolas. Por esto, hubo de fundar su propia marca, Isla del náufrago. Supongo que también por otra de las razones que le caracterizaban: el cuidado muy atento al resultado final de los libros que entregaba a la imprenta, fuera quien fuera el editor.
Tras La sonrisa robada buscó y encontró editores que comprendieran bien sus textos, puesto que había llegado a la conclusión de que importaba más el cariño con el que se trataba al producto literario y la relación entre editor, autor y lector (con el que siempre fue respetuoso) y que el libro estuviera disponible en el largo plazo y no solo en la campaña fugaz que suele caracterizar los lanzamientos de las editoriales más potentes comercialmente. De ahí llegó el feliz encuentro con la cántabra Ediciones Valnera y la vallisoletana Editorial Páramo: El hombre pez, Trampas de niebla, La Llanura Celeste, Aquel mar que nunca vimos, Agnus diaboli.
La jubilación como médico, le permitió dedicarse por entero a la escritura, pero también a la escultura (es el autor, entre otras muchas obras, del famoso Diablo de Segovia, que tanta polvareda levanta aún). Todas sus obras nacían de la preocupación por los débiles que sufren las grandes ideologías y sus injusticias, la lucha moral entre el bien y el mal, la necesaria denuncia de los totalitarismos y una cierta ingenuidad optimista por el futuro del ser humano y su capacidad para la bondad.
Alguno de sus títulos más importantes procedían de la experiencia personal, especialmente La sonrisa robada (que parte de las investigación que realizó para completar Edelgard, el diario en el que un amigo, el artista José Fernández Arroyo, contaba un amor epistolar y su extraña aventura a través de una Europa sumida en las consecuencias de la II Guerra Mundial), Aquel mar que nunca vimos (sobre la historia del maestro Antoni Benaiges, asesinado al inicio de la guerra civil en los mismos lugares en los que Abella tuvo su primer encargo como médico décadas después), Agnus diaboli (que parte de los ataques que sufrió desde 2019 como consecuencia de su escultura segoviana sobre el Diablo) y Cáncer imperator (a partir del cáncer que ha terminado con su vida).
En 2023 obtuvo el Premio Ateneo Ciudad de Valladolid, el segundo más antiguo de España tras el Nadal, con El corazón del cíclope.
Ha dejado completamente escritas y preparadas para la imprenta varias obras más, antes de despedirse de la familia y los amigos. Verán la luz en breve. En total, once de sus obras las ha escrito en estos diez últimos años, en una dedicación constante a la escritura, que se acentuó desde que le diagnosticaron su enfermedad en 2021.
No se me ocurre mejor homenaje que seguir leyéndolo. En este blog hemos informado repetidamente de sus novelas y en el club de lectura que aquí dirijo, hemos leído La sonrisa robada y El hombre pez (pinchando sobre los títulos se redirecciona a las entradas que dedicamos a estas novelas, que se recuperan en orden inverso a su publicación), que bien pueden servir de guía de entrada en su literatura para aquellos que quieran conocerlo o de reencuentro para sus lectores habituales.
jueves, 4 de julio de 2024
Pariré centauros
No sé si os he dicho que hay un prado en el que vi centauros. Lo atravesaron en carrera feroz hacia el bosquecillo de robles sin prestar atención a nada más que su propio galope, fijos en el retumbar del monte, felices y asesinos.
Cuentan que Nietzsche cayó definitivamente en la locura tras llorar abrazado a un caballo al que fustigaban cruelmente en Turín, en enero de 1889. Pariré centauros, dijo un día: definía así la mezcla de elementos opuestos en su pensamiento, que unía ciencia, arte y filosofía, lo racional y lo pasional.
Entre los centauros que atraviesan el prado, el más joven ríe y se ejercita: sabe que matará a varios de los que ahora juegan con él. Con suerte, llegará a anciano, será sabio y recordará este amanecer glorioso de la sierra al inicio del verano.
martes, 2 de julio de 2024
Rumor de mar en Castilla
Los zarzales en flor junto a la acequia. No deja de sorprenderme la persistencia de la infancia en la memoria, los recuerdos de los brazos arañados por las diminutas espinas, las manos hacia las moras más grandes y jugosas, mi perro abriendo los labios para comerlas de las ramas, sin esperar a que yo se las ofrezca en la palma de la mano. Una para mí, otra para él. Me busco ahora la huella de los arañazos. No están, pero los siento. Hay que esperar aún hasta finales de agosto, pero ya llegan, como promesa cierta de estas flores de ahora.
Han florecido las zarzas junto a la acequia como si todo lo ocurrido desde entonces no sea, como cuando maduren las moras y las recoja a puñados para llevárselas a mi madre, que sabrá hacerlas con leche y azúcar. Me siento en el cemento del sifón, con los pies colgando al camino que corta la acequia. Comienza ya el calor, se levanta por unos segundos el aire y cantan las ramas de los chopos, rumor de mar en Castilla.
lunes, 1 de julio de 2024
Clamor por la vida
domingo, 30 de junio de 2024
Áspero
A la hierba que produce esta flor, que va del azul lavanda al lila, le pusieron el nombre de scabiosa. En latín, significa "áspero". Hay quien dice que porque se usaba para curar la sarna y quien lo achaca a l aspecto y textura de su indumento. A fin de cuentas, es familia de los cardos. Es curioso el número de utilidades de los cardos y la belleza de sus flores (de las más hermosas) y cómo tomamos solo su aspereza para despreciarlos. Qué facilidad para despreciar lo que más nos sirve y cómo apreciamos lo que nos es inútil y hasta perjudicial. Cuánto estropicio cuando nos queremos dar cuenta. Así todo.
viernes, 28 de junio de 2024
jueves, 27 de junio de 2024
Nada quedará de nosotros: gocemos
Nada quedará de nosotros: gocemos.
No hay mayor mentira que la autobiográfica. La biografía es interesada mentira ajena.
¿Dónde quedará dentro de cien años todo lo que hiciste en beneficio propio?
Las ciudades solo existen en el recuerdo.
El mundo revive cuando lo abandonamos.
En mi barrio, a las afueras de la ciudad, los chavales construimos ciudades enteras en verano con trazados urbanos más firmes que el de muchas vidas célebres.
El peligro de entrar en un edificio en ruinas y reconocerte.
miércoles, 26 de junio de 2024
Ava Gadner contempla el Misisipi y suena una canción
Dicen que las magnolias son anteriores a las abejas y que la singularidad de sus flores se debe a que buscaban la polinización por un tipo de escarabajos. Sea como sea, ahí está esta abeja castellana, ignorando que entra en una casa que no es suya, como los que se cuelan en el banquete de una boda afirmando que vienen de parte del novio o de la novia, según cuadre; como cuando Ava Gadner se coló en Magnolia (1951), la tercera versión cinematográfica del musical Show Boat. Era tan extraña en aquella película que decidieron prescindir de su voz en las canciones, pero qué importa. Recuerdo o imagino que Ava lleva un traje de cintura imposible y una sombrilla de tela y que un vapor de ruedas de paletas surca el Misisipi mientras alguien canta Ol´ Man River. El vapor Cottom Blossom, con su teatro, suelta amarras. Siempre que escucho la palabra magnolia imagino a Julie LaVerne mirando el río, los ojos verdes de Ava hacia el atardecer de la corriente.
martes, 25 de junio de 2024
Como si no hubiéramos aprendido la historia. Bajo los tilos.
Las catalpas y los tilos han florecido. Aquellas con la elegancia de un mundo decadente y lejano, estos con la exuberante presencia de su aroma. Bajo la catalpa en flor, pasa siempre Scarlett, la niña O´Hara, con su sombrilla, soñando jardines y reuniones de sociedad. Bajo el tilo en flor, resuenan miradas enloquecidas como besos. A diferencia de la infusión que se hace con sus flores y hojas, los besos bajo un tilo florecido llevan a otros besos sin final, besos de verano eternos que ignoran septiembre.
Comienzo este verano como quien se asoma al abismo desde la azotea de un rascacielos para ver pasar el tiempo, bajo el asombro de las cosas y del empecinamiento del ser humano por repetir la historia, como si no se la hubiera aprendido.
lunes, 24 de junio de 2024
Así amanece el día
Así amanece el día, tocado por la fragilidad de la luz. Sobre la ciudad, que contiene el aliento ante el prodigio. Con lentitud de amor, sobre las calles se va imponiendo la claridad. Desde aquí lo contemplo, sin atreverme casi a respirar o hacer ruido al moverme, al sujetar la taza del desayuno. Sin apresurarse, la vida. Solo hay que mirarla, antes de salir al mundo. Decir: yo estuve allí cuando nació.
Cerca de casa, se urbaniza un barrio nuevo surgido en un terreno en donde antes había cuarteles militares. En alguno de los solares todavía sin obras, la maleza. Del latín malitia, maldad, abundancia de malas hierbas, pero en la maleza hay gordolobos, cebada salvaje, malvas, avena, dientes de león, margaritas, alfalfa, mostaza... Muchas de ellas ahora en flor. Azules, amarillos, púrpuras, rosas, blancos.
Al tomar el café de media mañana en la terraza del bar, un gorrión macho. Se posa en la mesa, me mira, cabecea, salta, picotea unas migas del bizcocho que me han dado con la consumición. Un breve vuelo y se posa en el respaldo de silla que tengo enfrente. Otro y regresa a la mesa, casi se me posa en la mano. Después de unos segundos, vuela al árbol cercano y pía desde allí. Quizá no sepa interpretar su canto y me llame.