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jueves, 29 de junio de 2017

Amor, juventud y esperanza: resolución de los conflictos en Pasos en la piedra y noticias de nuestras lecturas


Pasos en la piedra se cierra en el Domingo de Resurrección del año 1977. El rito de la Semana Santa termina, lo sabemos, con la resurrección de Cristo y en la mañana del Domingo de Pascua se celebran, casi en toda España, procesiones del encuentro entre el Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría. Son especialmente relevantes las de Castilla y León, en donde la costumbre marca carreras y bailes con los pasos procesionales. José Manuel de la Huerga usa este momento final en su narración con la doble función con la que utiliza en toda la novela los momentos más importantes de la Semana Santa. Por una parte, la descripción de la costumbre, de la tradición; por otra parte, el simbolismo que tiene para la trasformación de los personajes y, por lo tanto, del país. No olvidemos que aquel domingo venía después del sábado en el que se legalizó al PCE y, por lo tanto, se pusieron definitivamente las bases para que fuera posible la democracia en España tras la muerte del dictador.

El padre Alas cree imposible la resurrección en un país que celebra el dolor hasta la muestra morbosa de la sangre y el sufrimiento:

Tengo una noticia importante que daros, que espero no os haya pasado desapercibida. Aquí, en Barrio de Piedra, en la Meseta Norte, Jesús está muerto. Y sigue así desde hace dos mil años. Jesús no ha resucitado...todavía. No lo ha conseguido aún, a pesar de seguir intentándolo tozudamente, año tras año, y ya van casi dos mil. Los aquí presentes le acompañamos sinceramente en su prendimiento, en su flagelación, su coronación bufa y su camino de martirio. No nos perdemos el momento de clavarlo en el Árbol de la Muerte, pero...

Sin embargo, algo ocurrirá en Barrio de Piedra: la belleza del amor, con su poder de trasformación, la ternura de lo espontáneo. La personalidad y belleza de la joven musulmana Ashma y su relación con el postulante Juan provocan una conmoción (la chispa que propicia la resolución del conflicto) que se inserta en la propia tradición de la Semana Santa. Inspirado en ella, el imaginero Tapias podrá al fin pensar la realización de un viejo encargo que celebra el encuentro de la resurrección en el que se mezcla la sensualidad de la vida, el vigor de la materia de la naturaleza y la alegría de que sea posible un renacer. Eso sí, el autor deja claro que ese nuevo comienzo nos da la oportunidad pero el resto depende de lo que hagamos con él. Será el monseñor Satrústegui quien mejor resuma todo lo que ha significado la celebración de esa Semana Santa, con el simbolismo histórico político claro:

Quiera Dios que este Domingo de Resurrección sea largo, y dure, y extienda su manto protector sobre los próximos días laborables...

Es casi al final cuando el narrador de la historia toma protagonismo durante unas párrafos. Como narrador omnisciente ha conducido al lector sin inmiscuirse pero en ese momento se hace explícita la propuesta ideológica y la moral de la novela, que espera la verdadera resurrección que lleve a una subversión por la cual tengan voz los "disueltos en el río de la Historia". No sé si era necesaria esta apostilla -suficientemente clara en la novela- o debería haberse dejado en la voz de alguno de los personajes, puesto que no veo necesaria una mayor explicitación de la propuesta de la novela que el lector no necesitaba.

José Manuel de la Huerga ha escrito una excelente novela llena de muchas cosas. El lector sale de ella reconfortado, con una galería de personajes reconocibles que lo acompañarán siempre y que contienen cada uno de ellos una pequeño relato propio; la narración costumbrista de estampas, vidas y personajes impagables en un marco coral, apasionantes siempre, llenos de perspectivas; se sale de la lectura con el agrado de encontrarse ante una novela muy bien escrita, en un estilo que tiene todas las tonalidades (no quiero dejar de reseñar el excelente lirismo de algunos fragmentos). Lo que podría haberse decantado por el drama deviene finalmente en la esperanza de que el mundo no está escrito y es posible cambiarlo. Si en Barrio de Piedra tardó dos mil años en resucitar Cristo, quizá todavía sea posible.

Noticias de nuestras lecturas

En las noticias de la semana pasada olvidé, por error, incluir la primera parte del excelente comentario sobre la presencia del personaje de Judas en la novela de José Manuel de la Huerga que escribiera Myriam Goldenberg en su blog. Os recuerdo que aquí podéis encontrar la primera parte y aquí la segunda de Estereotipos y prejuicios entorno a la figura de Judas (desde el Judas bíblico a Leoncillo Astudillo, el de la lencería).

Aunque no estaba para literaturas, Mª Ángeles Merino publica su entrada apoyándose en los nueve libros leídos en el presente curso del club. Los libros siempre arropan.



Pancho continúa con su infatigable tarea de disfrutar a poquitos de La saga / fuga de J.B., título de Torrente Ballester que leímos aquí hace tiempo. En esta entrada toca una de las cosas más divertidas de la novela: la manera en la que nacen las leyendas y mitos...

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles anterior hayan publicado los blogs amigos asociados a esta lectura.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog.

Con esta lectura, que concluimos hoy, cerramos el curso actual del Club de lectura. En julio anunciaré los primeros títulos del próximo. Admito sugerencias que me podéis hacer llegar a través de comentarios en el Facebook o en esta entrada del blog o por correo electrónico. Recordad que leemos, por turnos, un autor vivo y otro muerto, títulos escritos siempre en español como lengua original. Para el próximo curso ya tenemos en cartera: La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez, El hombre pez de José Antonio Abella, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y una selección de novelitas de María de Zayas.

jueves, 22 de junio de 2017

La grieta en Pasos en la piedra de José Manuel de la Huerga y noticias de nuestras lecturas.


Hacia el final de la novela se hacen más evidentes los conflictos que modificarán la sociedad española y que se hacen visibles en la grieta de la magnífica y oportuna ilustración de la portada, obra de Rafa Vega (el libro entero está muy bien editado, como es norma, por otra parte de Menoscuarto). José Manuel de la Huerga nos los presenta de varias maneras. Por una parte, directamente, sobre todo en las intervenciones de Jacinto Miguel, joven cachorro fascista. Este personaje es algo caricaturesco pero responde correctamente al comportamiento de algunos miembros de la extrema derecha española de aquellos tiempos, que se consideraban guardianes de un mundo que no debía cambiar, el de la dictadura y sus valores morales. Sus ataques verbales a Germán, la acción contra el convento, las pintadas, todo es coherente con lo sucedido en los tiempos en los que se ambienta la novela. También es expresión directa de los cambios las acciones simbólicas de los elementos de izquierdas -Germán y Peter atentando contra el monumento fascista, cofrades del Camino, jóvenes postulantes- o la noticia de la legalización del PCE.

Pero hay otra expresión más sutil de estos cambios. Ambientada la novela en una época de tradiciones, resultará sorprendente conocer que algunas de ellas no tienen mucho tiempo y que otras pueden estar inventándose en el mismo momento. Basta algún cambio por el motivo que sea, seguido por la masa de los habitantes de Barrio de Piedra, para que la tradición se reinvente. No sé si está en el propósito inicial del autor pero hay una lectura del sistema según el cual este puede adaptarse y sobrevivir a la mayoría de los cambios, integrándolos y dotándolos de un significado similar a las tradiciones más antiguas. Muchos de los habitantes de la ciudad estarían dispuestos a jurar que esa nueva tradición existía desde siempre...

El próximo jueves terminamos el comentario de esta novela, abordando uno de los elementos simbólicos sustanciales, la posibilidad o no de la Resurrección en la meseta castellana gracias al amor.

Noticias de nuestras lecturas

La madre de Mª Ángeles Merino vuelve a colaborar con ella en una de nuestras lecturas.  Y es una delicia leer el diálogo entre madre e hija. Para no perdérselo.

Myriam Goldenberg presta atención a la presencia del tópico del judío en la novela de José Manuel de la Huerga ambientada, como sabemos, en la semana santa. Es interesante y oportuno el contraste. Una primera entrada como introducción y otra con el análisis de la cuestión en la novela, imprescindible.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
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Con esta lectura, que nos ocupará hasta la próxima semana, cerramos el curso actual del Club de lectura. En julio anunciaré los primeros títulos del próximo. Admito sugerencias que me podéis hacer llegar a través de comentarios en el Facebook o en esta entrada del blog o por correo electrónico. Recordad que leemos, por turnos, un autor vivo y otro muerto, títulos escritos siempre en español como lengua original. Para el próximo curso ya tenemos en cartera: La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez, El hombre pez de José Antonio Abella, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y una selección de novelitas de María de Zayas.

jueves, 15 de junio de 2017

Entre la tradición y la ruptura: Pasos en la piedra, de José Manuel de la Huerga y noticias de nuestras lecturas


Como sabemos, Pasos en la piedra está ambientada en la semana santa española de 1977, cuando se legalizó el Partido Comunista. Una época de cambios bruscos en España que se reflejan sutilmente en la novela y no solo por las noticias de esa legalización. Parece que las celebraciones de semana santa son las de siempre: el narrador las describe minuciosamente, no falta nada, ni siquiera las pequeñas anécdotas que se convierten en tradiciones pasado el tiempo y cuya razón de ser termina perdiéndose en los tiempos de la trasmisión oral unas pocas generaciones después. Esto es, en sí mismo, uno de los valores de esta novela que no sé si los lectores más preocupados por las incidencias del argumento sabrán apreciar. Para hacerlo hay que leer con gusto lento y no querer saber antes de tiempo la suerte de tal o cual personaje o la resolución de alguna de las varias tramas cruzadas. No conozco muchas narraciones literarias más ajustadas de algunas de las tradiciones, pasos y procesiones de la semana santa castellana. En Pasos en la piedra se funden varias de diferentes localidades y el lector interesado sabrá identificarlas en esta suma. Es parte de ese carácter simbólico-mítico de Barrio de Piedra.

En los momentos narrados encontramos unas fuerzas que intentan que nada cambie, que todo siga igual. No necesariamente todas afines al régimen franquista como las fuerzas vivas más reacias al cambio o los grupos de extrema derecha: algunas lo hacen por amor y fidelidad a la tradición. En el lado opuesto, otras buscan los cambios: no todas son extremistas de izquierda. Germán mantiene una posición conflictiva. Lleva dentro de sí todas las tradiciones de su ciudad y las ama aunque no esté dispuesto a aceptarlo, pero vive ideológicamente en una posición totalmente contraria.

El padre Alas capitanea una interesante posición intermedia que refleja una posición vivida en la iglesia católica de aquellos tiempos, tras el Concilio Vaticano II (1962-1965). La Comunidad Cristiana de la Huerta de los Frailes pretende una espiritualidad más sincera, despojada de muchos de las manifestaciones externas del ritual católico, una iglesia pobre más cercana del cristianismo de los primeros tiempos. En ella se ha introducido el pensamiento reformista y sus más jóvenes participantes han formado un grupo de debate un tanto clandestino que se llama Grândola, por influencia de la canción que simbolizó el inicio de la revolución de los claveles en Portugal. En aquella comunidad está Juan que, en la Huerta, conoce a la joven musulmana Ashma, iniciándose entre ellos una relación sentimental contraria a todas las normas convencionales.

Ashma protagoniza también uno de los pasajes más interesantes de la narración al aparecerse en la madrugada del viernes santo al poeta y eremita Claudio Pino, quien la lleva a la casa del imaginero Tapias, en la que vive la joven. En el taller del escultor, abrazada dormida a una estatua articulada de Cristo yacente, hace posible lo que el padre Alas creía imposible: un Cristo resucitado en la semana santa castellana. El erotismo inicial de la escena -más en la mente de Tapias y en lo que se desencadena en el lector, claro, que en la intención de la joven- da paso en seguida al símbolo del amor y de la alegría de la resurrección que superan el sufrimiento, el dolor y la orgía de sangre de las imágenes procesionales y los penitentes que se flagelan.

Por el mismo camino va la complicidad entre Germán y su amigo alemán, Peter. Este, en la misma madrugada del viernes santo, medita como antropólogo, sobre lo que ha visto en esos dos días en los que lleva en la ciudad. Desde su altura científica se cree capacitado para explicar todo como una dolencia, como un trastorno psiquiátrico, una especie de catarsis colectiva de una sociedad detenida en el tiempo. No se ha dado cuenta, aún, de que se han introducido ya los elementos del cambio: el amor y el conflicto social.

Noticias de nuestras lecturas

Mª del Carmen Ugarte dedica una brillantísima entrada a una de las características más brillantes de esta novela, el trabajo con el lenguaje, sello estilístico del autor. Para no perderse esta entrada.

Myriam Goldenberg analiza una de las claves de la novela: la posibilidad de encuentro de mundos y perspectivas diferentes a través del amor. Excelente forma de ver la narración.

Mª Ángeles Merino levanta acta de la última sesión del curso en el formato presencial del Club de lectura. Allí está casi todo: las opiniones sobre Brillante, la forma de leer Pasos en la piedra y el sencillo homenaje a Azorín para conmemorar los cincuenta años de su fallecimiento. Por aquí seguiremos con Pasos en la piedra hasta final de mes.

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Con esta lectura, que nos ocupará todo el mes de junio, cerramos el curso actual del Club de lectura. En julio anunciaré los primeros títulos del próximo. Admito sugerencias que me podéis hacer llegar a través de comentarios en el Facebook o en esta entrada del blog o por correo electrónico. Recordad que leemos, por turnos, un autor vivo y otro muerto, títulos escritos siempre en español como lengua original. Para el próximo curso ya tenemos en cartera: La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez, El hombre pez de José Antonio Abella, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y una selección de novelitas de María de Zayas.

viernes, 9 de junio de 2017

Lunada, el cine, los espacios y los personajes de Pasos en la piedra de José Manuel de la Huerga y noticias de nuestras lecturas.


José Manuel de la Huerga cuida con especial atención la construcción de los personajes que aparecen en las páginas de Pasos en la piedra. Dota a todos, incluidos los más episódicos, de una descripción que consigue instalarlos en la imaginación del lector. Ya vimos en la entrada anterior cómo también ocurría con los espacios hasta conseguir levantar una ciudad y un paisaje por el que todos podríamos haber caminado. Los personajes están dentro de esos espacios, con mayor o menos comodidad -esta adecuación completa o no los define, en gran medida-. El narrador omnisciente nos hace entrar en ellos como en las antiguas películas que comenzaban con una panorámica general para ir ajustándose luego a las circunstancias del relato pero esa panorámica dotaba al conjunto no solo de un marco de entrada sino de una definición. En la novela, ese marco es explícito: Germán se imagina la panorámica que rodaría sobre su ciudad ("Sería un plano general lento, extremadamente lento, un barrido entre dos luces que abarcara desde lo alto del Puente de Hierro ..."; "Germán Ojeda rodaba un documental sin cámara..."), como también imagina rodar en las calles. En gran medida, Pasos en la piedra responde en muchos momentos a una estructura de planos cinematográficos.

También de forma menos explícita se utilizan estas estructuras cinematográficas para presentarnos a los personajes. En su deambular por la ciudad, Germán y su amigo Peter entran en espacios que son completados necesariamente por un personaje característico, a la manera de los secundarios que llenaban la pantalla del cine durante unos minutos. Con eso se consigue, también, la sensación de relato coral. Los dos visitantes son el vínculo de unión necesario para presentárnolos a través de una descripción física pero también a través de sus propias palabras y acciones. Esto sucede, lógicamente, más al inicio de la novela, en donde se completa el conjunto de personajes con los que nos iremos familiarizando a lo largo de la narración de tal manera que hasta los más negativos tengan un punto de ternura nostálgica.

Germán y Peter se acercan al Mirador de Troncoso, un lugar en alto desde el que se observa el valle. Desde allí se nos presentan dos personajes sustanciales para el desarrollo de la novela: la cámara pasa de un plano general a otros más próximos. Uno, el catedrático de Biología del instituto de secundaria, Antonio Lozano, el Pajarero, que hace curiosa pareja con su hermano Mateo, el librero (certero homenaje a la librería Relieve de Valladolid). Se trata de un hombre aficionado a la ornitología desde niño y que solo vive para observar pájaros. Le mantiene la esperanza de describir científicamente al pájaro solitario, que él cree un endemismo de la zona al que ha bautizado como Carduelis lozania y con el nombre común de Lunada. En gran medida, este personaje y sus búsquedas contiene uno de los mensajes más importantes de la novela, entre el costumbrismo y el lirismo, la realidad y el sueño, la vida cotidiana y la esperanza. El segundo de los personajes -al que ya se ha hecho mención en las páginas anteriores de la novela porque marcó en gran medida a Germán y a muchos jóvenes de Barrio de piedra durante varias generaciones-, es el padre Luis Alas, crítico con los excesos religiosos de la semana santa y en sí mismo contradictorio entre la autoridad que le confiere su posición y su mundo interior que iremos conociendo a lo largo de la historia.

Hará bien el lector en pararse en cada una de las descripciones de sus personajes en el momento en el que aparecen. El catálogo final nos propone un cuadro de seres que parecen instalados en un mundo que está a punto de agrietarse, con todas las consecuencias que esto tendrá para ellos.

(Esta entrada, correspondiente el Club de lectura, debería haberse publicado ayer jueves, pero problemas de última hora me lo impidieron.)

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino continúa su relato del encuentro que mantuvimos con José Manuel de la Huerga en la pasada Feria del libro de Burgos. Aquí lo termina, con su amiga Austri, hablando de pájaros y amantes...

Myriam Goldenberg retoma sus celebrados trabajos para el club de lectura. En su primera entrada, propone afrontar la lectura a partir de ese cruce de cosas entre la espiritualidad, la religión oficial y la vida común de las personas. Acertado.

A Mª del Carmen Ugarte se le disparan los recuerdos a partir de la lectura de Pasos en la piedra. Da cuenta de ellos -aparte de comentar las primeras páginas de la novela- en una apasionante prosa que no os podéis perder de ninguna de las maneras.



Gracias a Mª Ángeles Merino podemos disfrutar con la lectura que su hermano Agustín hace de Brillante de Luis Ángel Lobato. En esta entrada, sobre uno de los poemas más crípticos del poemario y la posibilidad del encuentro entre la voz poética y la amada.



Sigue Pancho con el comentario de La saga/fuga de J.B. que nos ocupara hace meses y que él decidiera disfrutar a poquitos. Aquí disfruta y nos hace disfrutar enredándose con cosas de obispos y bizqueras y, no me digáis cómo, termina con Van Morrison y hace bien.

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Con esta lectura, que nos ocupará todo el mes de junio, cerramos el curso del Club de lectura. En julio anunciaré los primeros títulos del próximo curso. Admito sugerencias que me podéis hacer llegar a través de comentarios en el Facebook o en esta entrada del blog o por correo electrónico. Recordad que leemos, por turnos, un autor vivo y otro muerto, títulos escritos siempre en español como lengua original. Para el próximo curso ya tenemos en cartera: La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez, El hombre pez de José Antonio Abella, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y una selección de novelitas de María de Zayas.

jueves, 1 de junio de 2017

El regreso a la provincia en la propuesta inicial de Pasos en la piedra de José Manuel de la Huerga y noticias de nuestras lecturas.


Germán Ojeda regresa a su ciudad natal, Barrio de Piedra, en la semana santa de 1977 (en cuyo sábado santo será legalizado el PCE). Su viaje no tiene motivos de añoranza o de reencuentro familiar sino que se trata de un intento de apartarse de los momentos convulsos y peligrosos que se vivían en aquellos meses en el Madrid de la transición hacia la democracia, con altercados continuos provocados por la ultraderecha. Para su familia, muy significada ideológicamente con el régimen franquista (su padre es gobernador civil), Germán estudia la carrera de Derecho en la capital. Sin embargo, Germán simpatiza con el Partido Comunista -aún en la clandestinidad- y ha abandonado los estudios de leyes para comenzar los de cinematografía. Lo acompaña en el viaje un joven aleman, Peter Gesteine, que realiza una tesis doctoral sobre etnografía. Esta extraña pareja es el punto de arranque de Pasos en la piedra, con la que José Manuel de la Huerga ha obtenido el  último Premio de la crítica de Castilla y León.

El inicio de la narración resume en gran medida la propuesta que desarrollará la novela. De la Huerga opta por contarnos aquellos momentos que significaron una rápida trasformación de la sociedad española desde una ciudad de provincias que no existe pero es verosímil puesto que reúne en su construcción gran parte de lo que era la España de la transición en cualquier capital castellana de aquellos tiempos. Barrio piedra -de la que se acompaña un plano al inicio del volumen- apareció en su novela anterior, Solitarios y está tan bien diseñada, pensada y habitada que ha conseguido que en ella se reconozcan varias ciudades (Valladolid, Zamora, Toro, Medina de Rioseco, etc.), fácilmente detectables en las reseñas que se han hecho de la novela en medios de comunicación. Barrio de piedra no existe pero muchos de los que tenemos una cierta edad hemos caminado por sus calles y conocido a sus personajes. Dentro de los posibles espacios míticos construidos por relatos de ficción modernos - el condado deYoknapatawpha, Macondo, Castroforte del Baralla, Región, Ciudades de Sombra y Celama, etc.-, de la Huerga apuesta por uno verosímil reconocible en tiempo, espacio y relatos.

Contar la historia de unos días tan convulsos desde una ciudad de provincias en la que parece que nada cambia y que todo ha de repetirse año tras año ("todo igual, como mandan los cánones") rompe una conjunción de espacio y tiempo que parecería fabricada para durar eternamente, como simbolizan las tradiciones que se reúnen en la semana santa castellana. Además, contribuye a matizar una tendencia periodística, histórica y literaria que consiste en narrar los grandes acontecimientos desde la centralidad madrileña. Todo ello está resumido ya en esa extraña pareja de jóvenes que viajan en tren -un tren de los de antes, claro- no solo hacia Barrio de Piedra sino hacia otra época. Tanto la panorámica cinematográfica con la que arranca Germán la historia -con la que intenta mirar desde arriba y desde lejos lo que lleva en realidad muy adentro de él- como la mirada de Peter -que no comprende nada pero experimenta todo lo que supone aquel viaje, desde el radical corte de pelo a poco de pisar las calles de la vieja ciudad-, significa el necesario extrañamiento con el que el narrador nos conduce para introducirnos en una novela llena de personajes y hechos sacados del mejor costumbrismo español, de la novela realista, pero tamizado todo por el lirismo de algunos pasajes y el simbolismo de muchos de los episodios. Este reconocernos en nuestro propio pasado ayuda a comprender qué de aquello se trasformó y qué sigue aún dentro de nosotros y en nuestro entorno, lo que añade una interesante perspectiva lectora.

Disfrutemos durante es mes de junio con la lectura de lo que sucedió en Barrio de Piedra aquellos días de la semana santa en la que se legalizó en España el PCE.

Noticias de nuestras lecturas

Dado que Mª del Carmen Ugarte echa mucho de menos personajes de mujeres en la novela de José Manuel de la Huerga, las busca con candil en la relectura y las encuentra, claro. Quizá el autor haya querido subrayar, precisamente, la sensación de que las "cosas grandes" eran de hombres en aquellos tiempos. Por suerte, vamos cambiando.

Sobre cómo leer esta novela desde su inicio opina y bien Paco Cuesta en esta entrada que concluye con todo acierto en un pájaro.

Mª Ángeles Merino levanta acta minuciosa, interesante y cierta de lo que ocurrió durante la presentación de esta novela en la Feria del libro de Burgos. Eso sí, la acompaña su amiga Austri... que no saludó aquel día.



Mª Ángeles Merino nos sigue facilitando el acertadísimo comentario que su hermano Agustín dedica a Brillante, de Luis Ángel Lobato, nuestra lectura del mes de mayo: aquí sobre el fulgor azul del blancoaquí sobre el alejamiento del azul, con todo lo que ello significa.



Sigue Pancho haciéndonos disfrutar a sorbitos con la lectura de La saga/fuga de J.B. que nos ocupó hace meses. Aquí nos lleva a un delirio lírico y amanecido entre sinestesias y becquerianismos para terminar -no sé cómo, pero ahí están bien puestos- con The Smiths.

Con esta lectura, que nos ocupará todo el mes de junio,  terminamos el presente curso del club de lectura, que regresará en septiembre.
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Con esta lectura, que nos ocupará todo el mes de junio, cerramos el curso del Club de lectura. En julio anunciaré los primeros títulos del próximo curso. Admito sugerencias que me podéis hacer llegar a través de comentarios en el Facebook o en esta entrada del blog o por correo electrónico. Recordad que leemos por turnos un autor vivo y otro muerto. Para el próximo curso ya tenemos en cartera: La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez, El hombre pez de José Antonio Abella, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y una selección de novelitas de María de Zayas.

jueves, 25 de mayo de 2017

ya es el siguiente minuto: la despedida traumática en Brillante de Luis Ángel Lobato y noticias de nuestras lecturas con anuncio de la próxima


No deberíamos olvidar que, aunque no fuera este el orden de publicación, Brillante abre la trilogía del desamor que continúan Lámparas y Dónde estabas el día del fin del mundo. Como tal, es una entrada conceptual en un mundo en el que yo el poético se tambalea víctima de la incertidumbre, el desamor y la contemplación de un mundo hostil ocupado por una ciudad nevada -una ciudad, todas las ciudades- en la que lo nocturno y las luces urbanas evidencian las grietas que separan la realidad de lo onírico. Quizá sea el poemario de más difícil lectura de los tres pero los prepara y reúne en un todo sólido y coherente.

El final de Brillante anticipa todos los finales de mundo que se encuentran en cualquier separación amorosa, más en la que poetiza con tanta fuerza. El yo poético y el tú objeto de la pasión (Perdóname:/ quiero ocuparme de tu vida) se separan y el primero queda en soledad dolorida, anticipada por la amada:

Pero se ondula
un movimiento añil
cuando repites:
ya es el siguiente minuto
no dejes de abrazarme.

El color azul es clave en este poemario -con su singular significado para el poeta- y aquí se torna añil, ese tono de azul oscuro y violeta que penetra directamente en la noche -antiguamente los pintores no usaban el negro para la sombra nocturna, sino tonos de violeta oscuro, morado-. Lo interesante de la expresión usada por Lobato es que dota al color de movimiento a partir de la propia palabra de la amada que anticipa la despedida. La separación se torna violenta y vertiginosa:

Después escupes
el vómito
sobre el retroceso
de todas las cerraduras
y las teclas sin números
de los ascensores.

Es tan doloroso el resultado de la separación, que solo puede expresarse con un intento de alejamiento a partir de la abstracción de las formas geométricas:

En adelante,
sobre la base científica
de otra escena,
el perímetro
de un pómulo que destroza
el ángulo recto
de cualquier pentagrama.

El yo poético queda desarmado y en la incertidumbre más absoluta, que ya no le garantiza ni siquiera la forma en la que la realidad conocida se le ha presentado hasta ese momento:

¿Y si a continuación
de la escalera
me recibe un puente
con un ser gritando?

Y el desamor lo condena casi a vagar por el mundo en el filo de la grieta entre lo conocido y lo que no lo es, lo real y el mundo onírico, cayendo hacia un lado o hacia otro guiándose solo por las luces de una ciudad para siempre nevada y nocturna:

Brillante.
Nada más.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino publica una glosa en verso de su hermano, Agustín, sobre el azul añil, en el poemario de Lobato. No hay que perdérselo, como tampoco esta otra entrada en la que Agustín también -Mª Ángeles aún nos debe entrada personal sobre este poemario- canta el amor constante.



Sigue Pancho disfrutando y haciéndonos disfrutar de La saga/fuga de J.B, la novela de Torrente que nos ocupó hace meses y que él ha decidido disfrutar a poquitos. Aquí nos trae personajes que son porque son una cosa y la contraria...

Próxima lectura:
Pasos en la piedra, de José Manuel de la Huerga



Durante el mes de junio leeremos Pasos en la piedra, de José Manuel de la Huerga. Este título obtuvo el Premio de la Crítica de Castilla y León al mejor libro publicado por autor castellano y leonés en el año 2016. José Manuel de la Huerga (Audanzas del Valle, León, 1967) es un escritor ya consolidado desde que obtuviera el Premio de las letras jóvenes de Castilla y León en 1992 por su relato Conjúrote, triste Plutón. Desde entonces, sus obras se han sucedido de forma regular alternando poesía, relato corto y novela. Con anterioridad había sido cuatro veces finalista del premio de la Crítica de Castilla y León.

Paco Cuesta no ha podido resistirse a comenzar el comentario de la novela e ilustra su primera entrada llamando a la memoria desde un Dodge 3700 GT...

Con esta lectura, que nos ocupará todo el mes de junio, cerramos el curso del Club de lectura. En julio anunciaré los primeros títulos del próximo curso. Admito sugerencias que me podéis hacer llegar a través de comentarios en el Facebook o en esta entrada del blog o por correo electrónico. Recordad que leemos por turnos un autor vivo y otro muerto. Para el próximo curso ya tenemos en cartera: La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez, El hombre pez de José Antonio Abella, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y una selección de novelitas de María de Zayas.

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miércoles, 8 de marzo de 2017

El cielo de Ávila. XV Premio de la Crítica de Castilla y León


Ávila me ha recibido con un cielo lleno de matices. Desde el Rastro, un almendro en flor y la nieve en las cimas. Y la luz, esa luz de Ávila que dimensiona la mirada. Hacía fresco a primera hora, pero el sol ya calienta en las solanas y entra en los patios y en las plazas.

En Ávila nos hemos reunido los miembros del jurado del Premio de la Crítica de Castilla y León que organiza el Instituto Castellano y Leónés de la Lengua. Son ya quince ediciones en las que se ha premiado al mejor libro publicado por un autor vinculado a esta comunidad el año anterior. En la presente edición ha resultado ganador Pasos en la piedra de José Manuel de la Huerga (Menoscuarto), una novela de excelente escritura ambientada en la Semana Santa de 1977, cuando se legalizó el PCE. Vuelve el autor a Barrio de Piedra, una ciudad imaginaria pero muy real, construida a partir de espacios reconocibles de varias ciudades castellanas y con una fuerte carga simbólica que, sin embargo, no lastra la lectura. No existe Barrio de Piedra, pero cuando uno se adentra en las páginas de esta narración la reconoce como si fueran las calles en las que ha vivido y sus habitantes aquellos que llenan sus recuerdos de la infancia y la juventud.  Pasos en la piedra es un relato que atrapa al lector desde el primer momento y en el que se enfrenta una ciudad en la que parece que nunca pasa nada con los sucesos que trasformarán España en la época de la transición hacia la democracia. Todo atado con un motor de la condición humana que se explica al final del libro, que ayuda a los personajes -y a los lectores- a reconciliarse con las contradicciones propias y con las circunstancias de nuestro pasado reciente: "que buscamos un Paraíso, porque alguna vez tuvo que haberlo, en algún lugar. Y seguro que ese Paraíso estaba más cerca de lo que uno creía". Como esta novela ya la había incluido desde el inicio del curso en el listado de libros que leeremos en el Club de lectura de los jueves, tendremos ocasión de volver a ella en el mes de junio para comentarla pormenorizadamente.

A la fase final ha llegado una selección de libros inmejorables tanto por su calidad como su variedad. Están representados todos los grandes géneros y entre los diez finalistas se encuentran autores consolidados, con una obra que atraviesa lo mejor de la literatura de esta región de las últimas décadas.

Dos libros de cuentos. Septiembre negro de Carlos Fidalgo (Castalia, XXV Premio Tiflos de cuento) reúne una colección de relatos sobre grandes deportistas viéndolos siempre desde ángulos poco usuales y sorprendentes, algunos de ellos -como los que dan nombre al conjunto o La nieve de Delorez, sobre Florence Griffith- de excelente factura. De Andarás perdido por el mundo de Óscar Esquivias (Ediciones del Viento) poco nuevo tengo que decir porque lo analicé con detenimiento al incluirlo en el mes de marzo de 2016 en el Club de lectura: un gran libro de relatos de uno de los nombres más importantes de la narrativa española actual en el que hallamos los rasgos más significativos de este autor.

Un libro de teatro, la edición del Microteatro de José Luis Alonso de Santos (Irreverentes), colección de textos en los que Alonso de Santos se mide en la modalidad más breve. Situaciones divertidas que, además, dejan un poso de pensamiento sobre las relaciones humanas y entre el arte y el poder.

Un libro de poesía. De la naturaleza del olvido de Arcadio Pardo (La isla de Sistolá) es un excelente poemario sin ningún defecto. Su reflexión sobre la memoria y la palabra, su magistral juego con el ritmo poético y el lenguaje, lo convierten en un libro que quedará para siempre de uno de los autores más importantes de la poesía española desde los años cuarenta al que, por suerte, parece no faltarle todavía el aliento poético.

Aparte de la novela ganadora, otra más. Musa Décima, de José María Merino (Alfaguara), un relato que fluye con la facilidad propia del autor para analizar las relaciones humanas y la importancia de la armonía personal. Todo ello a partir de un excelente juego con la vida y la obra de una escritora española  del siglo de oro, Oliva Sabuco de Nantes Barrera, autora de la Nueva filosofía de la naturaleza del hombre publicada en 1587.

Un ensayo sobre lo poético. El acontecimiento poético de Jesús Hilario Tundidor (Cuadernos del laberinto) es una luminosa indagación sobre la poesía que complementa y explica la obra creativa de una de las voces líricas más personales de las últimas décadas en España.

Finalmente, el grupo más numeroso, los libros de memorias. Antimemorias de un comunista incómodo, de Andrés Sorel (Península) es el testimonio personal de lo vivido por el autor. Un libro tal y como es Sorel, con una escritura acertada siempre, polémico a veces, en el que basta consultar el índice onomástico para comprender su interés. El olvido y otras cosas imposibles de Pilar Salamanca (Menoscuarto), es un libro apasionante para el lector, que contribuye aún más a poner de relieve la importancia de esta autora tanto por lo que cuenta como por la manera en la que lo hace.

He dejado para el final el libro de Antonio Colinas, Memorias del estanque (Siruela). Unas memorias de una escritura poética en la que Colinas profundiza en su vida, en sus ideas y emociones de una manera sobrecogedoramente bella. Un libro que es un broche de la obra de uno de los mejores poetas españoles actuales pero que también puede servir de puerta de entrada para aquellos que no lo conozcan.