El sol ha comenzado su desplazamiento hacia el norte en el ocaso, hasta el solsticio de verano, que este año cae en jueves, el 20 de junio. Por estas tierras, a las 22:50 h. Es algo inapreciable día a día. De pronto, una tarde en la que hace mucho que no miras al cielo, te das cuenta: ya no está ahí, donde estaba. ¿Dónde habías puesto la cabeza? Me he levantado del ordenador para ver lo que pone el calendario para ese día. Dos días después, el 22, habrá luna llena. A las 22:51 el sol entra en Cáncer y será verano. Ese día, el taco cita una frase de Thomas Carlyle, el filósofo e historiador escocés que llegaría a ser rector de la Universidad de Edimburgo: La facultad de amar y de admirar es el punto de partida para medir la grandeza de las almas escogidas. Es decir, no es ser amado o admirado, sino amar y admirar. El sujeto es acción. En los tiempos en los que preparaba mi tesis doctoral me acerqué a él por sus trabajos sobre la cultura alemana de los principios del romanticismo y por su historia de la Revolución Francesa (1837), que tanto influyó en los escritores británicos del XIX. Denunció con dureza la explotación de los desfavorecidos en la Revolución Industrial, pero no creía en las masas: para él eran los individuos los que debían tomar la iniciativa siempre. Por eso su concepción sobre los héroes, aquellas grandes personalidades que han marcado la historia, que también influyó y mucho en la narrativa británica de aquel siglo. Fue calvinista, perdió la fe y acabó como deísta (un pensamiento que afirma que solo con la razón puede afirmarse la existencia de una divinidad, que no necesita revelación ni iglesia ni intervenir en el mundo de los seres humanos). Es curioso dónde me ha llevado levantar la cabeza y ver ponerse el sol un poquito más hacia el norte de donde yo lo esperaba. Mientras tanto, ya ha oscurecido, un minuto antes que mañana.