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sábado, 4 de septiembre de 2010

Lo sagrado hecho real


Tras pasar por la National Gallery de Londres y la National Gallery of Art de Washington, se muestra en Valladolid Lo sagrado hecho real, exposición en la que no sólo dialogan entre sí las piezas exhibidas sino que también lo hacen con su vecino Museo Nacional Colegio de San Gregorio, del que hablábamos ayer. De hecho, se encuentra en uno de los edificios del Museo, el Palacio de los Villena y varias de las piezas proceden de su colección permanente.

Salí asombrado: la propuesta de la exposición es brillante, la realización también. Un conjunto impresionante de obras maestras de Francisco Pacheco, Juan de Mesa, Francisco de Zurbarán, Alonso Cano, Diego Velázquez, Pedro de Mena, Gregorio Fernández, José de Ribera, etc. Una exposición que parte de una investigación profunda sobre el arte español de los siglos XVI y XVII y un elegante sentido de la divulgación.

La exposición aborda cómo los pintores y escultores españoles de los Siglos de Oro trabajaron la temática religiosa desde el más impresionante y crudo realismo para aproximarla a toda la población y conseguir emocionarla y sobrecogerla. Sin duda, había un meditado interés por la catequesis y propaganda de la religión católica tal y como se difundía desde las corrientes más ortodoxas de la iglesia, pero esta intención no hubiera tenido éxito sin la magistral realización técnica de los artistas, que elevaron el arte religioso español del momento a una altura inigualable y sorprendentemente actual, aunque ahora nuestra visión de la religión sea muy diferente a la que en su día impulsó estas obras: basta con ver los cuadros expuestos de Zurbarán o las piezas de Gregorio Fernández para apreciar la proximidad y la lejanía.

La tesis de partida de la exposición es muy sugerente: la importancia de la escultura en madera policromada y la organización del trabajo gremial en los talleres que las fabricaban, propició la aparición del profesional que se dedicaba a pintarlas y del que muchas veces no sabemos su nombre aunque de su trabajo resultara, en gran medida, el éxito del aspecto final de la talla. Algunos de los más importantes pintores del momento comenzaron su trabajo en este oficio. Este aprendizaje, el estímulo de las tallas y su impacto en el gusto de la época, supuso que la pintura española dialogara con este tipo de escultura y buscara un efecto tridimensional a partir del trabajo del cuerpo de los protagonistas y su relación con la luz y algunos elementos arquitectónicos, todo ello muy similar a lo que hallamos en las piezas esculpidas por los grandes artistas del momento y los lugares en los que se exhibían. La comunidad de temas y motivos es otro elemento notable.

Esta exposición ha conseguido dotar de una nueva mirada los aspectos básicos del arte del siglo XVII en el que, para lograr los efectos buscados en el espectador, se mezclan por igual los extremos más crueles con los más sutiles, el mayor dolor y la atracción por el cuerpo con una carga indudablemente erótica que hace que estas piezas atraigan nuestra mirada a pesar de la crueldad de muchos temas representados sin ahorrar detalles (heridas sangrantes, posiciones de dolor pero también un delicado tratamiento de los pliegues, de la piel, etc.): una lección de cómo los autores tenían una alta conciencia de la recepción del arte.

La disposición de las piezas y el medido número que se expone para que no abrume, (una visita rápida no dura más de media hora pero recomiendo detenerse en cada obra con calma) su correcto argumento, la extraordinariamente adecuada iluminación y ambiente logrado, todo hace de esta exposición una visita obligada.