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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Leer nuestra biografía


Visto del revés comprendemos que el mundo adquiere siempre otro significado. Cuando alguien nos ordena la realidad nos relata su cuento. Deberíamos comenzar a leer nuestra autobiografía. Cada día. Justo después de escribirla.

Razón de mi fotografía de hoy aquí.

sábado, 23 de noviembre de 2013

La sorpresa del receptor


La sopresa del receptor es un recurso que ha funcionado en el arte siempre. La ruptura de las expectativas es tan importante como el cumplimiento perfecto del canon. Nuestra época cultural nace de esa ruptura, de la sorpresa de lo inesperado. A veces puede llevarnos al exceso de artificio buscando el más difícil todavía, en otras ocasiones a la nada más absoluta, pero incluso en estos extremos nos definimos. Deberíamos recordar que buena parte de lo que llamamos arte del pasado no es más que repetición elaborada en un taller. Cuando investigamos nos soprende la cantidad de obras de arte que no son, en realidad, más que producto de ese taller del artista. A muchas personas les basta con que una obra de arte cumpla con lo que esperan de ella, que todo esté como debe estar y se haya realizado con habilidad en cumplimiento de las reglas: hoy esto lo pueden hacer los programas informáticos. Por suerte, el arte avanza gracias a los que rompen las expectativas del receptor acomodado.

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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Sin duda todos llevamos un demonio dentro



Sin duda, todos llevamos un demonio dentro. A unas personas les molesta su propio demonio, a otras solo el que tienen los demás. Juguetón a veces, inofensivo. Destructivo otras. Bromista, saltimbanqui o severo y de levita. Un demonio que nos corroe por dentro o un demonio que sacamos a pasear para otros. Demonios cojitrancos, demonios soberbios y hermosos, demonios miserables y avaros, demonios tiernos que uno se llevaría a casa para cuidarlos, demonios feos como demonios. A algunos demonios hay que mirarlos a la cara porque si no, nos agarran del cuello. A otros basta con ignorarlos porque terminan ahogándose en sus gritos. Lo peor de algunos demonios es que llevan un ser humano dentro.

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martes, 19 de noviembre de 2013

Ignorar el nombre de las cosas. El ser humano asesinado por la historia.


A veces me gustaría ignorar el significado de las palabras, ignorar el significado de todas las cosas, ignorar el significado de todos los gestos, incluso cómo se llaman cada una de las caricias, ignorar el significado de todas las historias. Me gustaría caminar como quien no lleva encima más que el leve peso de la luz del sol. No conocer a nadie, ignorar el nombre de todas las calles y de todas las ciudades, desconocer cómo se llama este río. Este río que me ha traído hasta aquí como terreno de aluvión. Pero conozco el nombre de todas estas cosas y no puedo olvidarlas y una a una las letras de los nombres y sus apellidos.

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sábado, 16 de noviembre de 2013

Asomarse a los días



No debemos asomarnos a los días como si nos hubieran vencido. Aunque fuera verdad, no les demos esa satisfacción. Una de las razones por la que el Cantar de Mio Cid es una obra maestra es por la atención a los pequeños detalles que todos comprendemos: antes de entrar en Burgos, Rodrigo, que ya es un desterrado, levanta la cabeza. No le verán vencido. No les demos la satisfacción de vernos vencidos asomando a los días como si fuéramos al matadero, con la tristeza que nos han tatuado en el rostro. Quizá así descubramos la verdadera razón de nuestra fuerza: ellos tienen el poder sobre nosotros que nosotros les otorguemos.

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viernes, 15 de noviembre de 2013

Terra incognita


Hay un final para todas las certezas. Y después una terra icognita porque todavía nos queda por trazar el mapa del territorio del individuo. El único inexplorado aún porque nos da miedo.

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sábado, 2 de noviembre de 2013

Instante blanco de Bernardí Roig. Intervención en el Museo Nacional de Escultura


La distorsión creada por las obras de Bernardí Roig en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid (Instante blanco, hasta el 12 de enero) coloca al visitante en una inevitable sorpresa de la que saldrá, si sabe aprovecharla, con una grieta que le ayudará a comprender mejor varios conceptos del arte de todos los tiempos pero, especialmente, el contemporáneo. Es de alabar la valentía de la dirección de este Museo al ofrecernos esta sopresa. En una colección que lleva tantos años formalizada se introduce un elemento perturbador que nos provoca una nueva y necesaria mirada. Evidentemente, este juego solo puede ser temporal y no recomiendo visitar por primera vez el Museo ahora. Una apuesta de este tipo solo pueden comprenderla mejor -o rechazarla- los asiduos de la colección con la que se dialoga.

Las esculturas de Bernardí Roig que componen esta intervención suya en el Museo son blancas a partir de una cita del Fausto de Goethe: el tiempo se ha detenido en un momento, la luz se ha coagulado en blanco. Y ese momento es el que nos ofrece en toda su intensidad. Sólo una de ellas tiene unos motivos que recuerdan el traje de un arlequín -lo que refuerza su carácter de juego con el entorno-. Tanto el aspecto de estas obras como su blancura y su posición en el espacio de las salas del Museo establecen un diálogo continuo no sólo con el resto de las piezas expuestas sino, sobre todo, con el propio espectador. Ha querido resaltar el artista la contemporaneidad de la colección del Museo y lo consigue puesto que con su intervención la aleja radicalmente de la museística tradicional. El que entre estos días en el Museo buscando un arte de hace siglos quedará desconcertado. Puede incluso que rechace lo que ve o que le parezca meramente anecdótico si se cierra a su propia circunstancia en el Museo y no quiere comprender que todo espacio expositivo cuenta una historia interesada, un argumento que nos limita y que conviene ser revisado cada cierto tiempo para ofrecer nuevas realidades.

La intervención no solo se encuentra en las Salas del Colegio de San Gregorio sino que se extienden a dos espacios poco conocidos del Museo y que deberían ponerse en valor: el jardín y la cercana Casa del Sol. En esta se encuentra una desconocida pero valiosa colección de copias de obras clásicas realizada a finales del siglo XIX. Allí las tres piezas expuestas de Bernardí Roig proponen un matiz nuevo al contrastar lo clásico y lo moderno, la copia y el original.

Otra cosa de alabar es la excelente información ofrecida en la página del Museo en Internet, que contiene todo lo necesario para comprender la exposición y que recomiendo consultar con detenimiento en este enlace.