Esta mañana, en el Arlanzón, los patos sentían ya la primavera entre juegos y avisos. A tan solo unos quilómetros al norte la nieve caída esta madrugada blanqueaba las tierras de Castilla, pero los patos se limitaban a ignorarla.
Es Pampliega un lugar de cruce de caminos desde siempre. Por aquí pasaban dos calzadas romanas que cruzaban el río por el vado en el que hoy se levanta el puente de origen medieval. Cerca de Clunia y de Sasamón, ambos lugares importantes para el Imperio. Desde la ribera del río, la villa escala la ladera que trepa hacia la mota de la antigua fortificación. Aquí vino a morir el rey Wamba, engañado y retirado de todo. Curiosa historia la de este rey visigodo que no quiso serlo y que terminó engañado y echado del trono. No debía ser mal lugar este en aquellos tiempos, bien comunicado y abastecido. No lo es hoy, tampoco. Quizá el antiguo rey trepara a diario hasta lo alto para mirar desde allí todo aquello a lo que renunció. Y abajo, el Arlanzón, hinchado por las lluvias y las nieves, camino del Arlanza en donde se rinde entre Palenzuela y Quintana del Puente, poco antes de que este lo haga en el Pisuerga antes de llegar a Torquemada.
¿Qué pensaría Wamba desde allá arriba, de los sinsabores del gobierno y de la vida?