sábado, 16 de agosto de 2025
El monte incendiado
domingo, 27 de julio de 2025
lunes, 27 de enero de 2025
La lluvia, conflicto constante
domingo, 12 de enero de 2025
El mundo sigue girando
Del amanecer al atardecer: un día, menos la noche. Hoy han sido espectaculares los dos por aquí. De fondo, el ruido de las motocicletas. Se celebra en la ciudad una de las concentraciones más importantes del invierno en Europa. Algunos vienen de tan lejos, que allí habrá amanecido a otra hora. El día lo hace el sol, ¿o cada uno?
En las noticias del mundo parecen vencer aquellos que no creen en la democracia. Los argumentos que se les oponen son fáciles de derrotar: a ellos no les sirven y basta. No se puede acordar nada con quienes no creen en el diálogo. Han conseguido ya controlar las emociones y entramos en una época en la que nada será cierto. No están locos, como piensas a veces cuando los ves gesticular en la pantalla del televisor o del móvil: tienen intereses. Al resto, nos toleran porque nos necesitan como disfraz, secuaz, paniaguado o cliente. Algunos les seguirán por las migajas. El neofeudalismo que parece venir tiene esto: de ciudadanos a vasallos que recuerdan vagamente que tuvieron derechos convertidos ahora en conceptos simulacro. ¿Los aplaudiremos para que nos protejan del conflicto que ellos mismos han creado?
El mundo sigue girando, ya lo ves, es su ley natural y para eso no nos necesita. Queda ladrar al atardecer. Y cuando no tengas ni fe, ni yerba de ayer secándose al sol, ¿te acordarás del que, un día, cansado, se puso a ladrar?
viernes, 3 de enero de 2025
Los clásicos
lunes, 23 de diciembre de 2024
Empalizadas
domingo, 6 de octubre de 2024
Hay que cultivar nuestro jardín
Il faut cultiver notre jardin. La frase, lo sabemos, es de la obra Cándido (1759) de Voltaire, en la que reacciona contra el optimismo de Leibniz. Se le ha dado muchas vueltas a su significado final y su carácter pesimista o egoísta. Ante la certeza de que no podemos cambiar el mundo y de las penalidades que en él nos ocurren, debemos trabajar nuestro pequeño pedazo de huerto y encontrar en esa labor la raíz de nuestra felicidad: no es el jardín quien da la felicidad, sino nuestro trabajo en él. Cualquier ideología o religión que quiera salvarnos de los otros producirá un dolor irreparable y la destrucción violenta. De la Guerra Fría que nos atenazó después de la Segunda Guerra Mundial se salió con una mirada trasversal en la que se buscó lo que nos une antes que lo que nos separa. A veces basta con compartir una viandas sobre una manta tendida en el suelo. En la segunda parte del Quijote, Sancho se encuentra con el morisco Ricote, que regresa oculto a su pueblo, del que tuvo que salir por el decreto de expulsión del Rey: en vez de denunciarlo a la autoridad, a lo que estaba obligado por la ley, ambos se tienden en el suelo y comen y beben juntos. ¿No sirve ya nada de esto? Pedimos que cambie la deriva violenta de nuestro mundo y somos incapaces de cambiar nuestra actitud ante los otros.
Qué hermosa esta rosa de hibisco, no sé bien si malvarrosa o peonía, que florece en octubre y asoma desde el jardín.
miércoles, 2 de octubre de 2024
Un campo de amapolas
En los sacrificios, la sangre se derrama del altar y hace charco en el suelo. El brazo del sacerdote se mancha hasta el codo. Desde allí caen las gotas al vacío.
Miro el valle desde aquí: se adivina buena sementera de odio.
Siempre he pensado en el campesino que ha labrado amorosamente su tierra, que asiste con sudor e incertidumbre al crecimiento del cereal, se alegra de cómo ondea aún verde en primavera y debe abandonarla cuando llega el ciclo implacable de la guerra.
¿Después de nuestra muerte, quedarán las banderas? ¿Quién depositará un puñado de tierra sobre nuestros cadáveres? ¿Dónde habrán quedado los dioses a los que rezamos?
El único consuelo es que llegará un tiempo en el que ya no estemos y todo quedará bajo un hermoso campo de amapolas.
miércoles, 6 de abril de 2022
Ucraniana
Subieron al tren en el último momento. Los acompañaba el vigilante de seguridad de la estación de Burgos, que no se apartó de su lado hasta que no aparecieron los interventores. Casi sin resuello: una mujer de unos treinta y tantos años, un niño de unos cuatro y un anciano chiquito que me recordó a los habitantes de los pueblos castellanos, curtidos por el sol del verano y el frío del invierno. No hablaba, pero permanecíó atento a todo, se dejaba llevar por ella, quizá su hija o su nuera. Ella tenía unos hermosos ojos tristes entre azules y grises, aparentaba mucho mayor de lo que era, como esas personas que en días envejecen años, y no paraba de repetir la única palabra que parecía conocer en español: gracias. Lo hacía repetidamente, gracias, gracias, gracias. El niño se desentendió de la situación y contemplaba el paisaje que veía a través de la ventanilla. Los dos interventores hablaron entre sí y, con la ayuda de una aplicación del teléfono móvil, tradujeron los mensajes al ucraniano. Le explicaron que, con la falta de tiempo, se había subido a una composición diferente, que debería cambiar en Madrid a la suya, pero que no se preocuparan. Poco más tarde, le dijeron que no hacía falta, les habían buscado plaza en esta. Con discreción, uno de ellos se agachó junto a ella y le enseñó el móvil. ¿Necesitáis algo de comer, un café? Como ella dijo que no, el interventor le preguntó dos veces si estaba segura, que no se preocupara, que si necesitaba algo para el niño, pero ella repetía que no, gracias, gracias, gracias. Cuando recogieron sus cosas -una mochila grande para los tres que el anciano cargaba- y se dirigieron al coche que les habían asignado, acompañados por los interventores, me quedé mirándolos, deseándoles que tuvieran suerte. Parecían andar en sueños.
viernes, 1 de abril de 2022
Sobre un poema de Shevchenko
Sobre Testamento, del poeta ucraniano Tarás Shevchenko.
cuando le llegue la hora de ser recordado y su tumba se cubra de flores,
pero reclama que antes rompamos cadenas, alcemos las voces,
busquemos las manos de todos, en lucha que traiga la paz de los libres.
Mira Schevchencko los campos dorados, el cielo de azul más intenso,
el agua del Dniéper fluyendo amorosa camino del mar.
domingo, 13 de marzo de 2022
La guerra
martes, 8 de marzo de 2022
El membrillero del jardín. Razones de un silencio
viernes, 25 de febrero de 2022
¿Adónde corro?
Una mujer pregunta hacia dónde correr en una calle de Kiev. Mira al reportero e insiste: ¿Adónde corro? Suenan las alarmas que anuncian el bombardeo. El reportero la mira y no sabe qué responder. Ella repite su pregunta. ¿Hacia dónde correr cuando suena la alarma y debes buscar refugio? El reportero le indica la boca cercana del metro. Ella lo contempla con tristeza, se da cuenta de que no ha comprendido nada. Malditas sean todas las guerras.
Una niña, en el refugio, repite ante la cámara que no quiere morir. Lo dice en voz baja. Cuando se apagan las sirenas, recoge sus muñecos y, de la mano de su madre, sube las escaleras, hacia la calle. Se alejan.
A través de las cámaras de vigilancia de un aparcamiento público, desde el sofá de mi casa contemplo pasar vehículos blindados por la calle. Uno, otro, otro.
En la televisión muestran cómo hacer un cóctel molotov para la guerrilla urbana que vendrá. Yo ya sé, dice el hijo adolescente, me lo pasaron por WhatsApp mis compañeros del instituto.
Ayer se nos cruzó una grulla en la autovía. Elegante en su vuelo. Marchan, aquí ya no hay suficiente agua.
viernes, 8 de octubre de 2021
El heliotropo y los nuevos sabios.
Qué sutileza la de la flor del heliotropo para una planta que tiene un nombre tan bello en su etimología: el giro del sol, como en los girasoles. Aunque luego, la gente no se para en esas cosas y la conoce como verruguera o como yerba borreguera. Quién sabe si porque una denominación es derivación confusamente fonética de la otra o porque tanto sirve para quitar verrugas como para alimentar borregos, que estas herbáceas siempre te dan esas sorpresas. Mientras ando en esas disquisiciones de aficionado, la flor sigue ahí, abierta a la mañana fresca de principios de otoño. Y qué bella.
Si nos perdemos en los nombres, no miramos las cosas, pero luego, para contarlas, cómo nos sirve la palabra exacta, la descripción adecuada.
No sé si han sido las redes sociales las que han impregnado a los políticos y los comentaristas o estos ya andaban en eso y han reforzado la conversación tabernaria de las redes sociales, pero cuánta brocha gorda en los análisis de unos y de otros, que se alimentan mutuamente. He paseado estos días, curioso, por el territorio de un tipo de youtubers y streamers (afortunadamente, hay otros) y salgo asombrado. Jóvenes -ya no tanto- que no saben redactar correctamente los 280 caracteres de un tweet y que se confiesan (la mayoría) orgullosamente fracasados en sus estudios, que han sustituido por un autodidactismo confuso, de baratillo y mezcolanza. Usan una lengua plagada de anglicismos y se apropian de conceptos de los que no saben su correcto significado, pero se indignan fácilmente, defendiendo una visión egoísta y retrógrada de la sociedad que algunos han calificado ya, oportunamente, como neofeudalismo. Incultura y soberbia. Incultura con un altavoz en las manos: predicadores de lo fácil, del insulto lleno de testosterona, del simplismo en provecho propio, de la brocha gorda. Saben que, cuanto más radicales, más fieles tendrán que los visiten (a veces les basta con este alimento para su ego, dado que en la vida fuera de la pantalla no suelen tener éxito) y por cada visita reciben una recompensa económica de esas redes sociales fabricadas precisamente para fomentar ese flujo de visitas derivadas más de las emociones que de la razón. Se creen pensadores y creadores de opinión y solo son sacatripas. Esa tecnología recubre y se nutre de la parte más violenta de nuestro cerebro. No pasan en sus análisis de cualquier cosa de la generalidad, el compadreo y el cuñadismo, vociferan como si fueran los nuevos sabios. Hacen tanto ruido en este nuevo foro, que a los sabios de verdad habrá que buscarlos con el candil de Diógenes.
Y aquí, débil y generosamente bella, el heliotropo.
viernes, 14 de mayo de 2021
¿En qué frágil momento de la noche se viene todo abajo?
¿Hay alguna esperanza para la Franja de Gaza? Miro el cielo de mi ciudad, atardecida. En él no veo los trazos de las luces de los misiles ni la humareda de los bombardeos de estos días, que han causado ya más de un centenar de muertos. ¿Cuándo se termina la esperanza para un pueblo, en qué frágil momento de la noche todo se viene abajo?
Anochece sobre Valladolid, sobre el horizonte, sobre mí.
domingo, 28 de marzo de 2021
Jacintos y ludotecas sin ley
Los jacintos brotan en las cunetas, a ambos lados del camino. Por aquí, el campo tiene gotas de sangre azul y malva en toda la sierra, algo de amarillo. Tiene el jacinto la delicadeza de las cosas más frágiles, pero motea el paisaje de belleza.
La fragilidad humana tiene otra densidad en estos tiempos. Un barco ha taponado el canal de Suez y deja en evidencia la debilidad real de una parte del progreso que ha especializado el mundo en sectores productivos. Tenemos todo a miles de quilómetros.
En España, por ejemplo, hay quien quiere especializar una parte del territorio convirtiéndolo en ludoteca sin ley para los que echan de menos la fiesta perpetua. Para eso trabajan, dicen. Si no pueden venir, parecería que nos arruinamos. Con este ruido no nos da tiempo a pensar soluciones mejores.
lunes, 15 de marzo de 2021
Desde las minas de yeso de Valdeolmillos
lunes, 22 de febrero de 2021
Algo nuestro nos ha enviado el primer vídeo de Marte
domingo, 21 de febrero de 2021
Este escrito me lleva de Luis de Góngora a Pablo Hasél pasando por Quevedo
miércoles, 17 de febrero de 2021
Las artes escénicas durante la pandemia
Esta tarde hemos celebrado una sesión en el programa Valladolid Letraherido sobre el estado de las artes escénicas durante la pandemia. En la mesa me acompañaba Margarita del Hoyo, Coordinadora del Máster de Estudios Avanzados de Teatro de la UNIR, que se doctoró con una excelente Tesis sobre el análisis del espectáculo escénico, actriz, docente y autora de estudios imprescindibles sobre el mundo teatral contemporáneo. A su lado, uno siente la importancia de una preparación de gran profundidad en estos aspectos, aparte del poder de la creatividad y la constancia en el trabajo que siempre han caracterizado su biografía.
La pandemia causada por la COVID-19 ha provocado mucho sufrimiento y muertes en el mundo. En la economía, ha desatado una gran crisis y provocado paro, cierre de empresas, la ruina de empresarios y sectores económicos enteros en una situación de agonía y todas las consecuencias que son fácilmente imaginables. Las medidas tomadas por los gobiernos del mundo para detener el avance de la pandemia y evitar el colapso de los hospitales, han sido muy cuestionadas por razones ideológicas, sociológicas y económicas, incluso por quienes comprenden que puedan llegar a ser necesarias, pero en los lugares en los que no se han tomado medidas estrictas estos mismos sectores también se han visto afectados. La retracción de la sociedad por precaución o temor ha incidido también en la situación actual de los sectores relacionados con la vida en sociedad tal y como la concebíamos antes de la pandemia.
El mundo de las artes escénicas ha sufrido las consecuencias, como casi todos los sectores relacionados con la cultura. Los confinamientos, toques de queda, cierre de actividad, limitación de aforos, retracción de la población a las reuniones, etc., han afectado a este mundo hasta llevarlo a una situación límite. Hay que recordar que cuando hablamos de artes escénicas, lo hacemos también de toda una industria y un sector económico en el que están implicados profesionales cuyos ingresos económicos se han limitado o desaparecido. En este sector hay actores, bailarines, directores de escena, pero también técnicos de iluminación y sonido, sastres, escenógrafos, agentes y personal en los locales. Su actividad económica también incide en imprentas, diseñadores y en otros comercios locales...
En todos los casos de confinamiento estricto de la población que se han dado en el mundo, el sector de las artes escénicas ha mostrado su generosidad poniendo a disposición libre de la sociedad grabaciones de obras de teatro, recitando textos, programando actividades que se han emitido en directo, participando en todo tipo de programas, rebajando sus cachés incluso por debajo del coste de producción, etc. La mayor parte de los que participan en el mundo de las artes escénicas lo considera como algo más allá que una profesión y comprenden la función social que tiene, pero esto no impide su reivindicación necesaria y comprensible ante la situación que se ha generado.
A las pocas semanas de desencadenarse la pandemia y decretarse los primeros confinamientos en España, el sector se posicionó lanzando un documento con 52 medidas extraordinarias para afrontar las consecuencias de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 en el sector de las artes escénicas y la música (pinchar sobre el enlace para descargar), cuyas razones deberían estar continuamente en la mesa de las administraciones competentes, más todo el debate generado posteriormente.
Una de las circunstancias que se han constatado en este primer debate es que la pandemia ha causado problemas, pero que estos inciden en los que ya estaban antes del mes de marzo de 2020. Las soluciones concretas a lo que ahora ocurre deberían tener, por lo tanto, una mirada más amplia.
Con este debate iniciamos en Valladolid Letraherido una iniciativa con la que queremos trazar un mapa de situación de varios sectores relacionados con la cultura. Queríamos comenzar con este por la urgencia actual en crear un debate que llegue a la opinión pública y que contribuya a la búsqueda de soluciones.
En el debate hemos contado con las intervenciones grabadas de Miguel Ángel Pérez, José María Esbec, Mercedes Asenjo y Antonio Velasco. Dejo aquí el enlace a la grabación del acto con la finalidad de que podamos seguir debatiendo sobre esta cuestión: https://fb.watch/3JaJqY-i3k/