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sábado, 16 de agosto de 2025

El monte incendiado

 


España y Portugal sufren una de las mayores oleadas de incendios forestales de su historia que coinciden con el intenso calor de  este agosto, como no se recuerda. El fuego ya ha entrado en uno de los espacios más intensamente grabados en mi memoria, el valle del Ambroz, y las columnas de humo se ven desde Béjar. En Puerto de Béjar han comenzado a caer pavesas. Si cierro los ojos puedo recorrer con la memoria muchos de los senderos ahora amenazados. Leo y escucho las soluciones fáciles de los oportunistas, circulan por las redes sociales y los teléfonos móviles imágenes falsas y bulos, como ha ocurrido en todas las desgracias naturales, epidemias y conflictos sociales de la última década. También muchos testimonios de los afectados, cuyo dolor e indignación debemos acoger (exijamos que, con ellos, las administraciones competentes cumplan su función). El comportamiento de las brigadas y voluntarios que combaten el fuego es heroico y va mucho más allá de su obligación. No hay solución fácil porque las causas son múltiples. La cuestión debe abordarse desde muchos ángulos y nos afecta a toda la sociedad. El campo que se incendia no es solo un lugar para hacerse fotografías para las redes sociales con los girasoles, la lavanda y los cerezos florecidos, ni un espacio para invadir y maltratar los fines de semana y las vacaciones, tampoco un espacio que pertenezca solo a los propietarios de los terrenos. Acoger ahora los discursos fáciles de algunos oportunistas sería irracional, pero este mundo se ha echado ya en manos de las vísceras cuando más hace falta la razón.

Javier Celán, gran artista de la fotografía y autor de películas en las que la imagen y la poesía se unen hasta hacerse la misma cosa, me entregó el otro día una copia de la fotografía de mi madre que habíamos usado para un cortometraje en el que he colaborado y que se estrenará en breve. Es un corto que tiene mucho que ver con este sentimiento doloroso que provocan los incendios en los bosques. En él el monte es parte de la experiencia del ser humano. Tiene razón Javier con sus metáforas visuales: el bosque es lo que nos hace humanos, en realidad, porque lo llevamos dentro. Nuestra relación con él nos define y de él nacen muchos de nuestros relatos ancestrales. Alejarnos del bosque nos hace menos humanos.

Hay algo que no queremos entender porque nos hemos desconectado de la naturaleza desde hace unas décadas. Cuando usamos el concepto de bosque primigenio, casi siempre erramos. Existen muy pocos bosques primarios en el mundo. La mayoría de las masas forestales que conocemos, incluso las más intrincadas y densas, son producto de la labor humana. Los bosques de castaños que se han quemado en las Médulas no han estado allí siempre, sino que fueron plantados, explotados y delimitados desde la romanización de la península (parece incorrecto pensar que el castaño no existía antes en España, pero no a ese nivel de explotación), como también son obra humana el Castañar de Béjar, las extensiones de fresnos, tan relacionados como la ganadería, o los grandes pinares de mi tierra. Los últimos descubrimientos han demostrado que gran parte de la selva amazónica es producto de la selección y trabajo de los seres humanos que la habitaron hace cientos de años. No cuidar estos bosques como debemos define nuestra época.

Javier Celán me entregó la fotografía de mi madre envuelta cuidadosamente con un papel rojo. No me dijo qué era y al retirar el envoltorio y  ver el rostro de mi madre me conmoví tanto que tuve que tomar aliento. Hace unos días se cumplieron seis años desde que no puedo abrazarla como hacía en los últimos años de su vida, tan pequeñita y frágil, pero con esa entereza que le hizo superar todo (una infancia de la postguerra, el trabajo infantil, la pérdida de la primera hija, la privación de tanto para darnos todo a los hijos), excepto la muerte de mi padre. Protestaba mucho cuando la estrujaba, porque le quitaba el colorete o la despeinaba, pero aún conservo la dimensión exacta de su cuerpo en el abrazo que yo sostenía durante segundos hasta que conseguía que riera. Javier me entregó la imagen trabajada como una prueba de autor a partir de una vieja fotografía deteriorada que yo conservaba y que usamos en la película. Veo ahora a mi madre muy joven, bellísima, no permitiéndose sonreír del todo, como si anticipara algunas de las muchas tristezas que le iba a deparar la vida, como si supiera que la felicidad de los humildes siempre es castigada. La oreja izquierda despejada, de la que pende el único adorno que necesitaba. ¿Qué edad tendría entonces? Menos de veinte, calculo. Javier ha titulado la imagen La paloma de Santa Clara, como la conocían en el barrio vallisoletano en que naciera. Mi padre le llevaba seis años y, por entonces, lucía un bigotillo de artista de cine que le hacía muy atractivo. Una pareja muy guapa.

Tengo encogido el estómago. Gracias  al cortometraje de Javier Celán, la imagen de mi madre se instaló como un poema en los paisajes que tanto han significado en mi vida los últimos años, ahora amenazados por el fuego. Desde el otro día, me adentro en mi propio bosque, para escuchar el picapinos lejano y el rumor de los regatos que buscan el valle. Ojalá el incendio no llegue hasta la sierra de Béjar porque yo ya llevo un incendio dentro que tardaré mucho en apagar. No puedo despedirme de tantas cosas.

domingo, 27 de julio de 2025

lunes, 27 de enero de 2025

La lluvia, conflicto constante

 


Marca la lluvia
el conflicto constante
en el cristal.

Circunstancias del calendario. Hoy, decenas de miles de palestinos desplazados por la guerra en Gaza, regresan a su casa tras el alto el fuego: a pie, la mayoría. Quieren comprobar si aún tiene paredes. Muchos de ellos solo quieren reencontrarse con los seres queridos, de los que hace meses que no saben nada. Muchos habrán muerto, todos tendrán cicatrices. En realidad, no quieren regresar a su casa, sino al hogar. En la televisión, imágenes de la conmemoración de la liberación del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz hace ochenta años. Se recuperan las imágenes de aquel crimen contra la humanidad que algunos quieren negar, como si no hubiera existido. Pocas cosas peores que ver al otro desprovisto de su condición humana.

Herminia es la profunda borrasca que nos azota estos días. Hace honor a la etimología de su nombre. Llueve y la lluvia deja rítmicas notas líquidas sobre el cristal de la ventana mientras escribo.


domingo, 12 de enero de 2025

El mundo sigue girando

 


Del amanecer al atardecer: un día, menos la noche. Hoy han sido espectaculares los dos por aquí. De fondo, el ruido de las motocicletas. Se celebra en la ciudad una de las concentraciones más importantes del invierno en Europa. Algunos vienen de tan lejos, que allí habrá amanecido a otra hora. El día lo hace el sol, ¿o cada uno?

En las noticias del mundo parecen vencer aquellos que no creen en la democracia. Los argumentos que se les oponen son fáciles de derrotar: a ellos no les sirven y basta. No se puede acordar nada con quienes no creen en el diálogo. Han conseguido ya controlar las emociones y entramos en una época en la que nada será cierto. No están locos, como piensas a veces cuando los ves gesticular en la pantalla del televisor o del móvil: tienen intereses. Al resto, nos toleran porque nos necesitan como disfraz, secuaz, paniaguado o cliente. Algunos les seguirán por las migajas. El neofeudalismo que parece venir tiene esto: de ciudadanos a vasallos que recuerdan vagamente que tuvieron derechos convertidos ahora en conceptos simulacro. ¿Los aplaudiremos para que nos protejan del conflicto que ellos mismos han creado?

El mundo sigue girando, ya lo ves, es su ley natural y para eso no nos necesita. Queda ladrar al atardecer. Y cuando no tengas ni fe, ni yerba de ayer secándose al sol, ¿te acordarás del que, un día, cansado, se puso a ladrar?


viernes, 3 de enero de 2025

Los clásicos


Ahora que todo el mundo sabe lo que debe hacer, me declaro ignorante. Es sorprendente cuántas personas conocen el secreto del éxito y se empeñan en darnos lecciones después de haber visto unos cuantos tutoriales sobre cualquier cosa y cuatro memes graciosos en las redes sociales tecnológicas. En todo.

La exhibición de la fortuna siempre esconde carencias.

El Pijoaparte de Juan Marsé quería salirse de su esfera por el camino fácil. Hoy hubiera sido influyente y presumiría de haber minado criptomonedas antes que nadie. Su meta ya no sería llegar a los barrios ricos de Barcelona, sino a los Emiratos Árabes Unidos o a cualquier gran ciudad de negocios de Asia, pero allí seguirá siendo un hortera que se dirige, sobre todo, a los de su barrio, para mostrarles su nueva vida como impostor. Se lo notarán a poco que abra la boca. Acabará igual que el Pijoaparte porque nunca aceptará a una Salvadora como el Manuel de Baroja. En el fondo, su gran problema es que jamás leerá a Marsé.

La alternativa ya está escrita en los clásicos, pero quién los lee ahora.

lunes, 23 de diciembre de 2024

Empalizadas

 


El viento no perdona y derriba los árboles envejecidos o enfermos o aquellos a los que las lluvias han removido la base de tierra en la que enraízan. Quedan erguidos los más jóvenes y sanos. Por ahora.

Hay quien quiere que entre los seres humanos suceda igual: dejar a la naturaleza seguir su curso y que sobrevivan solo los más fuertes. En las redes sociales tecnológicas, veo la moda extendida entre algunos influyentes de prepararse física y mentalmente como si mañana fuera a declararse una guerra. En realidad, para ellos ya se ha declarado. En su mente, estamos a un milímetro del caos y viven en una ficción permanente en la que se encuentran en el lado correcto y se preparan para protegerse a ellos y a sus familias: solo ellos saben cómo hacerlo y no necesitan a nadie más. En su fe no hay lugar para los débiles. Como mucho, se apoyan en un pequeño grupo como ellos, quizá para levantar la empalizada que proteja a su tribu. Los demás, dicen, estamos ciegos o somos perezosos, estúpidos o, sencillamente, nos beneficiamos de su trabajo como los parásitos. Es tan irracional su pensamiento, que asusta. No lo saben: ellos traen el conflicto que les devorará inevitablemente porque su debilidad está en el fanatismo de su pensamiento y en la propia creencia de su superioridad. La verdadera fuerza consiste en crear una vida en la que no se necesiten las empalizadas.

El pino caído sobre el cauce de la acequia, como un puente que invita a pasar al otro lado.


domingo, 6 de octubre de 2024

Hay que cultivar nuestro jardín

 


Il faut cultiver notre jardin. La frase, lo sabemos, es de la obra Cándido (1759) de Voltaire, en la que reacciona contra el optimismo de Leibniz. Se le ha dado muchas vueltas a su significado final y su carácter pesimista o egoísta. Ante la certeza de que no podemos cambiar el mundo y de las penalidades que en él nos ocurren, debemos trabajar nuestro pequeño pedazo de huerto y encontrar en esa labor la raíz de nuestra felicidad: no es el jardín quien da la felicidad, sino nuestro trabajo en él. Cualquier ideología o religión que quiera salvarnos de los otros producirá un dolor irreparable y la destrucción violenta. De la Guerra Fría que nos atenazó después de la Segunda Guerra Mundial se salió con una mirada trasversal en la que se buscó lo que nos une antes que lo que nos separa. A veces basta con compartir una viandas sobre una manta tendida en el suelo. En la segunda parte del Quijote, Sancho se encuentra con el morisco Ricote, que regresa oculto a su pueblo, del que tuvo que salir por el decreto de expulsión del Rey: en vez de denunciarlo a la autoridad, a lo que estaba obligado por la ley, ambos se tienden en el suelo y comen y beben juntos. ¿No sirve ya nada de esto? Pedimos que cambie la deriva violenta de nuestro mundo y somos incapaces de cambiar nuestra actitud ante los otros.

Qué hermosa esta rosa de hibisco, no sé bien si malvarrosa o peonía, que florece en octubre y asoma desde el jardín.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Un campo de amapolas

 


En los sacrificios, la sangre se derrama del altar y hace charco en el suelo. El brazo del sacerdote se mancha hasta el codo. Desde allí caen las gotas al vacío.

Miro el valle desde aquí: se adivina buena sementera de odio.

Siempre he pensado en el campesino que ha labrado amorosamente su tierra, que asiste con sudor e incertidumbre al crecimiento del cereal, se alegra de cómo ondea aún verde en primavera y debe abandonarla cuando llega el ciclo implacable de la guerra.

¿Después de nuestra muerte, quedarán las banderas? ¿Quién depositará un puñado de tierra sobre nuestros cadáveres? ¿Dónde habrán quedado los dioses a los que rezamos?

El único consuelo es que llegará un tiempo en el que ya no estemos y todo quedará bajo un hermoso campo de amapolas.

miércoles, 6 de abril de 2022

Ucraniana

 


Subieron al tren en el último momento. Los acompañaba el vigilante de seguridad de la estación de Burgos, que no se apartó de su lado hasta que no aparecieron los interventores. Casi sin resuello: una mujer de unos treinta y tantos años, un niño de unos cuatro y un anciano chiquito que me recordó a los habitantes de los pueblos castellanos, curtidos por el sol del verano y el frío del invierno. No hablaba, pero permanecíó atento a todo, se dejaba llevar por ella, quizá su hija o su nuera. Ella tenía unos hermosos ojos tristes entre azules y grises, aparentaba mucho mayor de lo que era, como esas personas que en días envejecen años, y no paraba de repetir la única palabra que parecía conocer en español: gracias. Lo hacía repetidamente, gracias, gracias, gracias. El niño se desentendió de la situación y contemplaba el paisaje que veía a través de la ventanilla. Los dos interventores hablaron entre sí y, con la ayuda de una aplicación del teléfono móvil, tradujeron los mensajes al ucraniano. Le explicaron que, con la falta de tiempo, se había subido a una composición diferente, que debería cambiar en Madrid a la suya, pero que no se preocuparan. Poco más tarde, le dijeron que no hacía falta, les habían buscado plaza en esta. Con discreción, uno de ellos se agachó junto a ella y le enseñó el móvil. ¿Necesitáis algo de comer, un café? Como ella dijo que no, el interventor le preguntó dos veces si estaba segura, que no se preocupara, que si necesitaba algo para el niño, pero ella repetía que no, gracias, gracias, gracias. Cuando recogieron sus cosas -una mochila grande para los tres que el anciano cargaba- y se dirigieron al coche que les habían asignado, acompañados por los interventores, me quedé mirándolos, deseándoles que tuvieran suerte. Parecían andar en sueños.

viernes, 1 de abril de 2022

Sobre un poema de Shevchenko

 


Sobre Testamento, del poeta ucraniano Tarás Shevchenko.


Tarás Shevchenko (1814-1861) es considerado uno de los fundadores de la poesía nacional ucraniana. Siervo, hijo y nieto de siervos, demostró pronto sus condiciones como pintor. Algunos artistas que lo protegieron consiguieron su libertad por 2500 rublos. Enfrentado con el régimen zarista sufrió prisión y exilio. Su poema Testamento, en el que canta por la libertad de su patria, me ha conmocionado desde la primera vez que lo leí, hace años. Es fácil encontrar su traducción al castellano en internet. Sobre él he compuesto apresuradamente este poema en cláusulas latinas, que iré perfeccionando y ampliando con el tiempo.

Pide Shevchencko palabras que sean estepas en calma
cuando le llegue la hora de ser recordado y su tumba se cubra de flores,
pero reclama que antes rompamos cadenas, alcemos las voces,
busquemos las manos de todos, en lucha que traiga la paz de los libres.
Mira Schevchencko los campos dorados, el cielo de azul más intenso,
el agua del Dniéper fluyendo amorosa camino del mar.

Las familias recuerdan tu verso en la nieve teñida de púrpura hoy.

Pido que el Dniéper contenga la vida, Schevchencko, la paz en la estepa,
que los campos se cubran de mieses doradas al viento,
que la voz del poeta se escuche en los valles,
pido que canten los coros las tierras, las aguas, los cielos,
que las manos ofrezcan la paz
y que puedas, Schevchencko, según tu deseo, dormir en tu tierra.

domingo, 13 de marzo de 2022

La guerra

 


(Dibujo del gran Antonio Cantero Garrido.)

Evocando a Heráclito de Éfeso, dice Fernando de Rojas, en el prólogo a la Celestina, que todo en la vida nace como contienda y batalla. La razón filosófica busca en la confrontación de los elementos naturales la vida sin necesidad alguna de los dioses. Los contarios luchan creando y destruyendo. Continúa Fernando de Rojas: ¿Pues qué diremos entre los hombres a quien todo lo sobredicho es subjeto? ¿Quién explanará sus guerras, sus enemistades, sus embidias, sus aceleramientos e mouimientos e descontentamientos?  La Celestina, sobre la que trabajo estos días, no es otra cosa que la demostración de esta terrible visión de la vida.
A partir de la Ilustración, el mundo parecía tener otras opciones. Por supuesto que se entendía la historia como una confrontación entre la luz y la oscuridad, la razón y la irracionalidad, la humanidad y la inhumanidad, la civilización y la barbarie, pero todo parecía alumbrar un camino hacia el progreso inevitable del ser humano, especialmente con aquellos principios que regulaban la acción avarienta de las naciones y los poderosos: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada en 1789 por la Asamblea Nacional Constituyente francesa, la defensa dieciochesca de los derechos internacionales y la economía moral, que recuperaban todos los trabajos de grandes personalidades del renacimiento español como Francisco de Victoria, los movimientos abolicionistas, sindicales y sufragistas. Sin embargo, triunfaron el neocolonialismo y las ideas basadas en el predominio de unas supuestas razas y culturas sobre otras, que justificaron los nacionalismos exacerbados, la depredación del mundo por élites de poder y encendieron múltiples guerras regionales y dos guerras mundiales.
Tras el fracaso de la modernidad, la humanidad buscó un nuevo camino para salir de las grandes ideologías y creencias que lo habían provocado. La postmodernidad inventó una manera de mundo que nos permitió respirar, construir una nueva relación entre el individuo y la sociedad con un amplio espacio de encuentro entre ambos lados. Durante unas décadas parecía que lo mejor era posible, pero nos acomodamos. La ilusión de libertad y optimismo que trajo la postmodernidad se acabó con la entrada en el siglo XXI. La fortaleza de aquellos conceptos que triunfaron a partir de la década de los sesenta del pasado siglo era también su debilidad. La postmodernidad fue arrasada por la avaricia neoliberal, que ha fabricado un engendro espantoso, que es en lo que consiste la globalización económica basada en los resultados económicos y en la ruptura de toda normativa que controle el enriquecimiento despiadado de corporaciones. A la sombra de este poder surgen individuos sin más ética que ganar dinero ni más corazón que su cartera de criptomonedas, refugio de toda la inmoralidad de este mundo en el que nos encontramos. Como reacción, brotan de nuevo los nacionalismos y los neofascismos, la demagogia y los populismos. Mal futuro. Un buen porcentaje de las personas parece buscar refugio en lo emocional, en el temor y en la rabia y se convierten en presas fáciles para quienes han construido mensajes de fácil digestión.
Tras el fracaso de la modernidad, surge una nueva era de inestabilidad que busca la destrucción de los sistemas estatales que procuran la cohesión de la sociedad y su sustitución bien por élites de poder locales bien por grandes corporaciones, según el espectro ideológico predominante en cada caso. En esta destrucción todos hemos participado, de una manera o de otra: ampliando el descrédito de la democracia, de los partidos políticos, sindicatos y cualquier otra institución, cerrando los ojos ante la corrupción, difundiendo bulos. La inestabilidad lleva a muchos a abrazar soluciones radicales que parecen confirmar lo dicho por Fernando de Rojas y a otros a buscar caminos propios de bucaneros electrónicos y estafadores. Hay quien sueña con un mundo regido por corporaciones que los usuarios puedan regular con movimientos desde su ordenador portátil o su móvil. Hay quien lo hace en una sociedad en la que los intereses individuales prosperen sin limitación alguna. No es ingenuidad, es puro egoísmo.
Este mundo surgido en los primeros años del siglo XXI ha tomado de nuevo la idea del conflicto permanente. De ahí proceden las últimas crisis económicas que hemos padecido, las guerras que derivaron en terrorismo internacional, los movimientos migratorios que han causado tanto dolor y tantas muertes. También la actual invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Tras la caída del muro de Berlín, Rusia, la Federación Rusa, no ha caminado hacia una sociedad igualitaria y cohesionada, sino hacia un régimen autoritario cuyo supervivencia solo es posible si se disfraza con ultranacionalismo para derivar las dificultades de la población, un regreso a las peores ideologías de finales del siglo XIX que provocaron millones de muertos en el mundo. Al frente, quien ha conseguido ser alabado a la vez por la izquierda y la derecha radicales y tejer una red de conspiración mundial en la que han caído quienes se aferran a la fuerza ante el temor a la libertada auténtica. No es contradictorio: es un síntoma.
El mundo occidental ha perdido también los valores sobre los que se construyó la idea del estado del bienestar y se encuentra desde hace décadas en manos de grandes corporaciones financieras que controlan todos los sectores, desde la energía hasta la cultura, y que solo buscan mejorar los resultados económicos anuales.
Nos espera el abismo de la guerra, cuyo final todavía no sabemos y cuyas consecuencias serán más duraderas de lo que imaginamos. 
Y mientras tanto, la muerte.

martes, 8 de marzo de 2022

El membrillero del jardín. Razones de un silencio

 


Estos días me ha sido imposible escribir. Las noticias de la invasión rusa de Ucrania me han dejado conmocionado. Voy a clase, preparo los actos públicos en los que participo, pero cuando me siento a escribir no puedo hilvanar unas frases. Voy y vengo casi de forma automática.

Para ir desde mi despacho a la zona de clases debo atravesar el jardín del antiguo Hospital militar que ahora es mi Facultad. Me siento privilegiado en esos cientos de metros, haga frío o calor, llueva o no. Las clases se encuentran en los antiguos barracones destinados a la tropa, unos edificios sólidos y severos que cumplen todavía eficazmente su función tras la reforma. El espacio central lo ocupa el jardín. Me gusta que algunos elementos se hayan deteriorado: bancos de madera, la fuente. No sé si es falta de presupuesto o una decisión, pero yo no los sustituiría por nuevos. Lo más llamativo del jardín son algunos árboles: pinos centenarios de un porte admirable, tejos... Aquí y allá rosales y arbustos. Uno de estos me había pasado desapercibido hasta hace dos años, un membrillero (no el árbol de los membrillos, sino uno del género Chaenomeles). En marzo del 2020, justo antes de la pandemia vírica que todavía sufrimos, Paco y yo nos paramos ante él admirados. Ambos nos citábamos a la hora del café en el jardín y solíamos pasear entre los árboles y las plantas, comprobando los cambios que producen en ellos las estaciones. Aquel breve paseo solía ser lo mejor del día. De pronto, en aquel arbusto había explotado la floración y toda la planta ardía. Cuando todo se paró, le escribí a Paco preguntándome si seguiría florecido. Hace quince días, este membrillero comenzó a abotonarse y ayer exhibía las primeras flores. Eran tantas mis ganas, que lo mencioné en clase. No sé qué pensarían de mí los alumnos cuando les pedí que, al terminar la hora, se acercaran a contemplarlo. Ojalá alguno me hiciera caso.

Sé que en el mundo las guerras son constantes y algunas no ocupan nunca un minuto en nuestros informativos occidentales. Otras solo nos preocupan unos días, hasta que otra noticia las sustituye. Vemos a los ucranianos que marchan fuera de su país y no vemos los millones de desplazados que hay en el mundo por conflictos locales. Todas estas lecciones morales me las digo a menudo, recriminándome, no hace falta que nadie me las recuerde. La injusticia y el sufrimiento es mucho en el planeta. Sin embargo, esta guerra de Ucrania se presenta con algunos elementos distintivos que nos devuelven a la historia de hace un siglo en un momento en el que el mundo ha entrado en colapso por las crisis económicas recientes, la avaricia del neocapitalismo, las soluciones extremas nacionalistas, las ideologías radicales y la pandemia. Es la primera vez desde el final de la guerra fría en el que todo lo peor puede ocurrir. Hoy es la primera vez que puedo escribir sobre todo esto y cada noticia que escucho me acerca a esa realidad: todo lo peor puede ocurrir.

El membrillero del jardín de mi Facultad florece todos los años, ignorante de nosotros. Contemplo sus ramas en flor como si en ellas estuviera la única esperanza, como si estas flores tuvieran la respuesta.

viernes, 25 de febrero de 2022

¿Adónde corro?

 


Una mujer pregunta hacia dónde correr en una calle de Kiev. Mira al reportero e insiste: ¿Adónde corro? Suenan las alarmas que anuncian el bombardeo. El reportero la mira y no sabe qué responder. Ella repite su pregunta. ¿Hacia dónde correr cuando suena la alarma y debes buscar refugio? El reportero le indica la boca cercana del metro. Ella lo contempla con tristeza, se da cuenta de que no ha comprendido nada. Malditas sean todas las guerras.

Una niña, en el refugio, repite ante la cámara que no quiere morir. Lo dice en voz baja. Cuando se apagan las sirenas, recoge sus muñecos y, de la mano de su madre, sube las escaleras, hacia la calle. Se alejan.

A través de las cámaras de vigilancia de un aparcamiento público, desde el sofá de mi casa contemplo pasar vehículos blindados por la calle. Uno, otro, otro.

En la televisión muestran cómo hacer un cóctel molotov para la guerrilla urbana que vendrá. Yo ya sé, dice el hijo adolescente, me lo pasaron por WhatsApp mis compañeros del instituto.

Ayer se nos cruzó una grulla en la autovía. Elegante en su vuelo. Marchan, aquí ya no hay suficiente agua.

viernes, 8 de octubre de 2021

El heliotropo y los nuevos sabios.

 


Qué sutileza la de la flor del heliotropo para una planta que tiene un nombre tan bello en su etimología: el giro del sol, como en los girasoles. Aunque luego, la gente no se para en esas cosas y la conoce como verruguera o como yerba borreguera. Quién sabe si porque una denominación es derivación confusamente fonética de la otra o porque tanto sirve para quitar verrugas como para alimentar borregos, que estas herbáceas siempre te dan esas sorpresas. Mientras ando en esas disquisiciones de aficionado, la flor sigue ahí, abierta a la mañana fresca de principios de otoño. Y qué bella.

Si nos perdemos en los nombres, no miramos las cosas, pero luego, para contarlas, cómo nos sirve la palabra exacta, la descripción adecuada.

No sé si han sido las redes sociales las que han impregnado a los políticos y los comentaristas o estos ya andaban en eso y han reforzado la conversación tabernaria de las redes sociales, pero cuánta brocha gorda en los análisis de unos y de otros, que se alimentan mutuamente. He paseado estos días, curioso, por el territorio de un tipo de youtubers y streamers (afortunadamente, hay otros) y salgo asombrado. Jóvenes -ya no tanto- que no saben redactar correctamente los 280 caracteres de un tweet y que se confiesan (la mayoría) orgullosamente fracasados en sus estudiosque han sustituido por un autodidactismo confuso, de baratillo y mezcolanza. Usan una lengua plagada de anglicismos y se apropian de conceptos de los que no saben su correcto significado, pero se indignan fácilmente, defendiendo una visión egoísta y retrógrada de la sociedad que algunos han calificado ya, oportunamente, como neofeudalismo. Incultura y soberbia. Incultura con un altavoz en las manos: predicadores de lo fácil, del insulto lleno de testosterona, del simplismo en provecho propio, de la brocha gorda. Saben que, cuanto más radicales, más fieles tendrán que los visiten (a veces les basta con este alimento para su ego, dado que en la vida fuera de la pantalla no suelen tener éxito) y por cada visita reciben una recompensa económica de esas redes sociales fabricadas precisamente para fomentar ese flujo de visitas derivadas más de las emociones que de la razón. Se creen pensadores y creadores de opinión y solo son sacatripas. Esa tecnología recubre y se nutre de la parte más violenta de nuestro cerebro. No pasan en sus análisis de cualquier cosa de la generalidad, el compadreo y el cuñadismo, vociferan como si fueran los nuevos sabios. Hacen tanto ruido en este nuevo foro, que a los sabios de verdad habrá que buscarlos con el candil de Diógenes.

Y aquí, débil y generosamente bella, el heliotropo.

viernes, 14 de mayo de 2021

¿En qué frágil momento de la noche se viene todo abajo?

 


¿Hay alguna esperanza para la Franja de Gaza? Miro el cielo de mi ciudad, atardecida. En él no veo los trazos de las luces de los misiles ni la humareda de los bombardeos de estos días, que han causado ya más de un centenar de muertos. ¿Cuándo se termina la esperanza para un pueblo, en qué frágil momento de la noche todo se viene abajo?

Anochece sobre Valladolid, sobre el horizonte, sobre mí.

domingo, 28 de marzo de 2021

Jacintos y ludotecas sin ley

 

Los jacintos brotan en las cunetas, a ambos lados del camino. Por aquí, el campo tiene gotas de sangre azul y malva en toda la sierra, algo de amarillo. Tiene el jacinto la delicadeza de las cosas más frágiles, pero motea el paisaje de belleza.

La fragilidad humana tiene otra densidad en estos tiempos. Un barco ha taponado el canal de Suez y deja en evidencia la debilidad real de una parte del progreso que ha especializado el mundo en sectores productivos. Tenemos todo a miles de quilómetros.

En España, por ejemplo, hay quien quiere especializar una parte del territorio convirtiéndolo en ludoteca sin ley para los que echan de menos la fiesta perpetua. Para eso trabajan, dicen. Si no pueden venir, parecería que nos arruinamos. Con este ruido no nos da tiempo a pensar soluciones mejores.

lunes, 15 de marzo de 2021

Desde las minas de yeso de Valdeolmillos

 



Como en otros pueblos de El Cerrato palentino, en Valdeolmillos se horadaron las laderas para extraer yeso. La minería y comercialización del mineral fue muy importante en esta comarca durante décadas en el siglo XX, desde que se abrieran hacia 1914. Las minas, abandonadas hace años, peligrosas por los desprendimientos, tienen cientos de metros de galerías que se unen formando laberintos geométricos. Las bocas se ofrecen al paseante como la entrada sagrada a un templo. Toda profundidad de la tierra lo es. A mediodía, pegaba este sol de marzo. Desde la entrada, aquel laberinto se ofrece como ejemplo de la locura política que se ha desatado estos días en España, un juego de idas y venidas que dentro de unos años amenazará derrumbe. Todo pasa. Me di la vuelta para mirar el valle. Abajo, el arroyo Rioyo camina hacia el arroyo Mayor. Las aguas de esta tierra buscan ya el Pisuerga. Se tiene una idea equivocada de esta Castilla, a la que se cree seca. El observador descubre pronto en el campo los muchos regatos, arroyos, fuentes y manantiales, evidenciados por matas de árboles, hileras de chopos que siguen un cauce, charcas que reverdecen la hierba.

Durante un tiempo, cuando decayó la extracción del yeso, las minas se usaron para cultivar champiñón, pero aquello no cuajó, quizá por demasiado exótico. En otras tierras, a estas galerías se les ha sacado ese provecho o se han convertido en bodegas o en recurso turístico. No así por aquí, en donde todo tiene la condición de la espera a tiempos mejores.

Hace calor a mediodía bajo este sol de marzo. En unos días, dicen, se llega la nieve de nuevo y el frío. Más allá del páramo se escuchan rumores de juegos en los tableros políticos. Aquí ni se juega. Mientras tanto, tendimos el mantel bajo unos pinos.



lunes, 22 de febrero de 2021

Algo nuestro nos ha enviado el primer vídeo de Marte

 


Algo nuestro nos ha enviado el primer vídeo de Marte, las primeras imágenes en movimiento grabadas en un planeta que no es el nuestro. Algo nuestro, con tecnología de diferentes países. Una proeza de la tecnología humana, pero no se va hasta Marte solo con tecnología, hace falta ciencia y pensamiento. Venga ahora el aluvión de críticas y teorías conspiranoicas, que yo podría enumerar aquí mismo si no me diera pereza. Lo cierto es que algo nuestro está en otro planeta, a donde hasta hace poco solo llegaban los dioses.

El ser humano es tecnología.

¿Se podrá levantar alguna vez un muro en Marte que nos separe de otros? Si se puede, lo haremos. Las murallas se levantan antes de que usemos las herramientas para construirlas.

domingo, 21 de febrero de 2021

Este escrito me lleva de Luis de Góngora a Pablo Hasél pasando por Quevedo

 


Estoy con Luis de Góngora en mis clases. Hace tiempo que me despojé de los prejuicios que enfrentan a Góngora con Francisco de Quevedo en favor de este. Ambos grandes escritores, de enorme influencia en la literatura posterior. A Góngora le ha perjudicado que Quevedo fuera más hábil para el mote y cayera mejor, como suelen caer mejor los camorristas. Hasta el punto de que se ha construido una visión amable de don Francisco que no corresponde al original, como se ha levantado la idea de un Góngora muy poco atractivo. Basta con darse un garbeo por sus biografías. Y por sus obras. Muchos de los que admiran tanto a Quevedo no aguantarían ni cinco minutos sentados junto a él en una conversación: es todo lo opuesto a una persona moderna. Sin embargo, Góngora se alejó del mundo cortesano y pudo crear un mundo literario propio de gran modernidad. En ambos casos hay que tener en cuenta que pertenecen a una época regida por la teología y carcomida por la miseria moral del final del imperio español. En contra de lo que muchos afirman, no es Góngora el más retrógrado de los dos en parámetros modernos, ni mucho menos. Los que piensan que no lo entienden tampoco entienden a su rival. De los dos, el cordobés supo mejor construir conceptos nuevos que iban más allá de lo esperable.  Basta con leer el pasaje del macho cabrío en las Soledades, a punto de la blasfemia, para comprenderlo. De todas las formas, esto no es una competición literaria, pero si lo fuera no es seguro que ganara don Francisco echando a correr.

Escribo esto mientras veo en los informativos cómo se asaltan y destruyen espacios públicos y locales de empresas privadas en Barcelona en el trascurso de las manifestaciones que piden la libertad del rapero Pablo Hasél, que ha ingresado en la cárcel por una suma de condenas entre las que está una por enaltecimiento del terrorismo por el contenido de sus letras que, por sí sola, no le hubiera echo ingresar en prisión.  Los jueces aplicaron una ley y una doctrina muy discutible, porque aquel delito no debería serlo al afectar a la libertad de opinión. Las otras condenas son por agredir a un periodista y amenazar a un testigo en un juicio y estas me parecen ajustadas. Las letras de Hasél son pésimas y fáciles, se dirigen a las emociones básicas y no al razonamiento que de verdad provoca las revoluciones sociales, y en su comportamiento está inscrito que asume las consecuencias de sus actos y sabe instrumentalizarlos en beneficio de su causa. Como consecuencia de su ingreso en prisión, se han convocado estas manifestaciones y en ellas una minoría ha aprovechado, como es habitual en estos casos en todo el mundo, para saquear tiendas de lujo y destruir propiedad pública. Los medios de comunicación ponen el foco en estas actitudes vandálicas, despreciables y que tendrán sus esperables consecuencias judiciales si se puede identificar a los que las perpetran. Y en mitad de todo, las negociaciones para formar nuevo gobierno en Cataluña, que anda desde hace unos años a la deriva.

Es curioso lo que me lleva de Quevedo y Góngora a Hasél. A saber qué mecanismos mentales han provocado esta deriva. Lo único que se me ocurre para concluir es que de los dos, Quevedo hubiera sido el que menos hubiera comprendido las razones del rapero.

miércoles, 17 de febrero de 2021

Las artes escénicas durante la pandemia

 


Esta tarde hemos celebrado una sesión en el programa Valladolid Letraherido sobre el estado de las artes escénicas durante la pandemia. En la mesa me acompañaba Margarita del Hoyo, Coordinadora del Máster de Estudios Avanzados de Teatro de la UNIR, que se doctoró con una excelente Tesis sobre el análisis del espectáculo escénico, actriz, docente y autora de estudios imprescindibles sobre el mundo teatral contemporáneo. A su lado, uno siente la importancia de una preparación de gran profundidad en estos aspectos, aparte del poder de la creatividad y la constancia en el trabajo que siempre han caracterizado su biografía.

La pandemia causada por la COVID-19 ha provocado mucho sufrimiento y muertes en el mundo. En la economía, ha desatado una gran crisis y provocado paro, cierre de empresas, la ruina de empresarios y sectores económicos enteros en una situación de agonía y todas las consecuencias que son fácilmente imaginables. Las medidas tomadas por los gobiernos del mundo para detener el avance de la pandemia y evitar el colapso de los hospitales, han sido muy cuestionadas por razones ideológicas, sociológicas y económicas, incluso por quienes comprenden que puedan llegar a ser necesarias, pero en los lugares en los que no se han tomado medidas estrictas estos mismos sectores también se han visto afectados. La retracción de la sociedad por precaución o temor ha incidido también en la situación actual de los sectores relacionados con la vida en sociedad tal y como la concebíamos antes de la pandemia.

El mundo de las artes escénicas ha sufrido las consecuencias, como casi todos los sectores relacionados con la cultura. Los confinamientos, toques de queda, cierre de actividad, limitación de aforos, retracción de la población a las reuniones, etc., han afectado a este mundo hasta llevarlo a una situación límite. Hay que recordar que cuando hablamos de artes escénicas, lo hacemos también de toda una industria y un sector económico en el que están implicados profesionales cuyos ingresos económicos se han limitado o desaparecido. En este sector hay actores, bailarines, directores de escena, pero también técnicos de iluminación y sonido, sastres, escenógrafos, agentes y personal en los locales. Su actividad económica también incide en imprentas, diseñadores y en otros comercios locales...

En todos los casos de confinamiento estricto de la población que se han dado en el mundo, el sector de las artes escénicas ha mostrado su generosidad poniendo a disposición libre de la sociedad grabaciones de obras de teatro, recitando textos, programando actividades que se han emitido en directo, participando en todo tipo de programas, rebajando sus cachés incluso por debajo del coste de producción, etc. La mayor parte de los que participan en el mundo de las artes escénicas lo considera como algo más allá que una profesión y comprenden la función social que tiene, pero esto no impide su reivindicación necesaria y comprensible ante la situación que se ha generado.

A las pocas semanas de desencadenarse la pandemia y decretarse los primeros confinamientos en España, el sector se posicionó lanzando un documento con 52 medidas extraordinarias para afrontar las consecuencias de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 en el sector de las artes escénicas y la música (pinchar sobre el enlace para descargar), cuyas razones deberían estar continuamente en la mesa de las administraciones competentes, más todo el debate generado posteriormente.

Una de las circunstancias que se han constatado en este primer debate es que la pandemia ha causado problemas, pero que estos inciden en los que ya estaban antes del mes de marzo de 2020. Las soluciones concretas a lo que ahora ocurre deberían tener, por lo tanto, una mirada más amplia.

Con este debate iniciamos en Valladolid Letraherido una iniciativa con la que queremos trazar un mapa de situación de varios sectores relacionados con la cultura. Queríamos comenzar con este por la urgencia actual en crear un debate que llegue a la opinión pública y que contribuya a la búsqueda de soluciones.

En el debate hemos contado con las intervenciones grabadas de Miguel Ángel Pérez, José María Esbec, Mercedes Asenjo y Antonio Velasco. Dejo aquí el enlace a la grabación del acto con la finalidad de que podamos seguir debatiendo sobre esta cuestión: https://fb.watch/3JaJqY-i3k/