Mostrando entradas con la etiqueta José Zorrilla. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta José Zorrilla. Mostrar todas las entradas

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Días del Don Juan Tenorio

 


Desde mediados del siglo XIX, estos días son días del Don Juan Tenorio de José Zorrilla. La obra, que en su estreno en marzo de 1844 cosechó un éxito mediano tirando a pobre debido a que no se había ensayado lo suficiente y que algunos de los actores estaban completamente fuera del papel, cuando se repuso en un mes de noviembre encontró su lugar adecuado. Especialmente por el empeño del primer actor Pedro Delgado. La historia ya la sabemos, Zorrilla vendió los derechos de edición y representación de la obra (bien, pero sin las ganancias que le hubiera deparado reservárselos). A su regreso de México en 1866 se encontró con que el drama se representaba en noviembre en todos los teatros de España y salvaba económicamente las temporadas de las compañías. Fue inútil que batallara por recuperar los derechos, que combatiera contra su propia obra denunciando los defectos que veía en ella décadas después y que intentara sustituirla por una curiosa zarzuela con el mismo título y música de Nicolau Manent: no puedo hacer nada. La obra ya no le pertenecía y no solo porque no tuviera los derechos sobre ella, sino porque se había hecho un bien común tanto en España como en América. Lo mismo ha ocurrido con los detractores del drama, que los ha tenido y muy importantes. Aunque ya no es lo que fue en cuanto al monopolio de los escenarios en octubre y noviembre, el drama sigue representándose y gustando al público, permitiendo todo tipo de innovaciones y parodias e, incluso, lecturas contrarias al original. Como repertorio ha desaparecido prácticamente, porque también han desaparecido las compañías con repertorio, salvo excepciones. Sin embargo, ahí está siempre, como apuesta de producción y reto para directores de escena y actores.

Ya he explicado en este espacio las causas de la permanencia del drama. En primer lugar, se ha convertido en un rito escénico, uno de los pocos que conserva de verdad el teatro en español. Incluso contando con los montajes teatrales que celebran historias locales, no hay nada parecido al Tenorio salvo, quizá, El misterio de Elche, que no es exportable fuera de esa localidad. De hecho, parte del rito es, sin duda alguna, la lectura teológica de la obra, incluso para los no creyentes, como sucede también en Divinas palabras de Valle Inclán, por ejemplo (no cito por citar a Valle, puesto que fue un fervoroso admirador y plagiador de Zorrilla). Esto hace que al público no le importe verlo año tras año y que espere con atención la manera en la que uno u otro director resuelve las escenas más populares.

En segundo lugar, a pesar de todo lo que el propio autor denunció en su obra, es un engranaje escénico perfecto, que funciona y entretiene. A parte del público le sigue conmocionando la presencia de espectros en escena o emocionando la escena amorosa del balcón; pero también puede interesar a los que ven en todo ello algo ingenuo o hasta naif visto desde hoy (cosa que sucede desde el siglo XIX: reléase el capítulo en el que Ana Ozores acude al teatro en La Regenta).

En tercer lugar, la evolución del personaje principal y el papel otorgado por Zorrilla a Doña Inés (de la que siempre dijo que era el personaje central de su visión del mito), tienen lecturas muy actuales, incluso en sus aspectos más polémicos y que nos siguen interrogando en el presente: ¿es posible el cambio del burlador, su arrepentimiento?, ¿aceptamos que un burlador, un personaje violento que desprecia todo, pueda cambiar? En contra de los que piensan que está muy forzado en el drama, soy de los defienden que está motivado y ajustado al mensaje de la obra. El problema no es del texto, sino casi siempre de dramaturgia.

En definitiva, ahí está Don Juan Tenorio, para quien quiera algo de él.

(Desde que fuera elegido como Presidente de Amigos del Teatro de Valladolid, me he puesto al frente del reto de montar el drama de Zorrilla, una tradición que está en la asociación desde 1987, recogiendo la que promovía su fundador, Ángel Velasco, con su propia compañía. En este ciclo bianual hemos contado con la dirección de Francisco Pardal, que ha contribuido a humanizar la lectura de la obra. A lo largo del año, la representamos en junio en la calle, en Valladolid, y en estas fechas en el Teatro Zorrilla de la mano del empresario Enrique Cornejo, al que agradecemos la generosa ayuda para que este montaje sea posible desde que se hizo cargo del teatro en 2010. También la hemos llevado a otras localidades. Sin embargo, yo no soy más que una demostración de la tradición del Tenorio: recojo lo que tantos han hecho antes y lo dejaré en las manos de quienes me sucedan.
En el presente año las representaciones tienen lugar en el Teatro Zorrilla de Valladolid los días 31 de octubre, 1, 2 y 3 de noviembre, a teatro lleno, como es habitual.)

lunes, 7 de noviembre de 2022

"Mi casa en la calle de la Ceniza. El hogar de José Zorrilla". XV Semana de Estudios Románticos

 


La Casa de Zorrilla organiza una nueva edición de la Semana de Estudios Románticos, ciclo dedicado al movimiento literario del siglo XIX en el que se forjó la personalidad y la obra del escritor vallisoletano José Zorrilla. Se inscribe dentro del programa Valladolid Letraherido de la Concejalía de Cultura y Turismo, marco de referencia de la actividad literaria de la ciudad y desde hace unos años tengo el honor de coordinarla en sustitución de Ángela Hernández, ese gran referente de la cultura vallisoletana y gran defensora de la Casa.

En esta ocasión lleva por título genérico Mi casa de la calle de la Ceniza. El hogar de José Zorrilla. El autor vallisoletano siempre arrastró la frustración de no formar un hogar verdadero. A lo largo de su vida viajó mucho y residió en diferentes ciudades tanto en España como en el extranjero. Quiso asentarse en la casa familiar de Torquemada, pero hubo de venderla para afrontar las deudas que le dejara su padre. En Madrid no consiguió nunca sentir como propias ninguna de las casas en la que viviera, como también le ocurrió en Barcelona. En su larga estancia en México, siempre dependió de que le cedieran sus protectores alguna quinta. Por eso, a la casa de la calle de la Ceniza de Valladolid, en la que naciera, la sentía como suya aunque nunca tuviera la propiedad. A ella le dedica alguna de las mejores páginas de sus Recuerdos del tiempo viejo, las memorias en las que dio cuenta de su vida y de sus domicilios. Con la adquisición del edificio y su restauración por parte del Ayuntamiento y la puesta en marcha del Museo José Zorrilla, el poeta ha encontrado definitivamente su hogar, que comparte con todos los vallisoletanos no solo en las visitas guiadas a la Casa sino en los actos culturales que en ella se organizan durante todo el año.

Esta es la motivación de la XV Semana, que servirá también como reflexión sobre su obra más popular, el drama Don Juan Tenorio, y sentido homenaje a Ángela Hernández, que fuera su directora y tanto por mantenerla, dotarla de contenido y actualizarla. Su reciente fallecimiento nos ha privado de una persona entregada a la cultura.

También dedicamos un espacio al estudio de la obra más famosa del autor, el drama Don Juan Tenorio.

Este año permanece la representación habitual de las escenas del cementerio del Don Juan Tenorio a cargo de Amigos del Teatro, en un escenario instalado entre los cipreses del Jardín romántico de la Casa de Zorrilla y que suelen sobrecoger a los asistentes. Junto a esta representación habitual, este año hay dos novedades: la ofrenda del Día de los Muertos a la manera mexicana gracias a la Asociación de Mexicanos en Castilla y León, que nos detallará su presidente, Eduardo Reyes, y la inauguración de la estatua de Don Juan Tenorio, embozado, obra de Miguel Ángel Tapia, que quedará instalada en la calle Fray Luis de Granada.

Todas las conferencias se celebrarán en la Sala Francisco Cossío de la Casa Revilla. La entrada es gratuita hasta completar el aforo. 

Iré actualizando esta entrada con los enlaces a las charlas, que incluiré en el detalle del programa que sigue:

Programa

Martes 8
19:30 h. Sala “Francisco de Cossío (Casa Revilla). Charla: “La Casa-Museo Zorrilla. Historia y memoria”. En recuerdo de Ángela Hernández Benito (1949-2022). A cargo de Pedro Ojeda Escudero (profesor UBU, asesor científico de la Casa de Zorrilla y codirector del programa “Valladolid Letraherido”.
Enlace a la grabación de la charla:

Miércoles 9
19:30 h. Sala “Francisco de Cossío” (Casa Revilla). Charla: “Los afanes literarios de Ángela Hernández Benito”. A cargo de Paz Altés Melgar, editora, lectora y conocedora de la obra de la autora.
20:00 h. Sala “Francisco de Cossío” (Casa Revilla). Presentación editorial: El cuarto de los niños o ¡Quien fuera niño para encontrar un gato!, de Ángela Hernández Benito. Editado por sus amigos y admiradores, mediante financiación colectiva. Presentan: Eva Moreno y Pedro Ojeda.
Enlace a la grabación de esta parte de la sesión: https://fb.watch/gIHLDfwjv0/
20:45 h. Sala “Francisco de Cossío (Casa Revilla). Presentación: “El Día de Muertos en México. Celebrar la memoria y privilegiar el recuerdo sobre el olvido”. A cargo de Eduardo Reyes, presidente de la Asociación de Mexicanos en Castilla y León.
Enlace a la grabación de esta parte de la sesión: https://fb.watch/gIHOgMyybY/
21:00 h. Jardín romántico Casa de Zorrilla. Acto de inauguración de “La ofrenda del Día de Muertos, de Casa de Zorrilla”, instalada en el jardín romántico. Degustación de pan de muertos y dulce de calabaza. Amenización musical: Alberto Bosque Coello. Diseño y montaje: Asociación de Mexicanos en Castilla y León.

Jueves 10
19:30 h. Sala “Francisco de Cossío (Casa Revilla). Charla: “Vestir a Don Juan (Don Juan Tenorio en la casa del autor)”. A cargo de Rosario Charro, profesora de la Escuela Superior de Arte Dramático y actriz.
Grabación de la sesión: https://fb.watch/gJNraqWrT4/

Viernes 11
12:00 h. C/ Fray Luis de Granada, 1 (junto al portón de acceso al jardín romántico de la Casa de Zorrilla). Acto de inauguración: La escultura “Don Juan Tenorio, embozado”, de Miguel Ángel Tapia. Preside: Óscar Puente, alcalde de Valladolid. Microteatro a cargo de Amigos del Teatro: “Este don Juan maldito, por doquier me sale al paso”. Guion: Pedro Ojeda. Duración aprox. 10 minutos.
19:30 h. Sala “Francisco de Cossío (Casa Revilla). Charla: “Hacia una dramaturgia de Don Juan Tenorio (Don Juan Tenorio en la casa del autor)”. A cargo de Francisco Pardal, director de escena y actor, director del montaje del drama de José Zorrilla para Amigos del Teatro en 2022-2023.
21:00 h. Jardín romántico de la Casa de Zorrilla. Minutos de teatro: “Las escenas del cementerio, de Don Juan Tenorio de José Zorrilla”. A cargo de Amigos del Teatro. (Duración aprox. 20 minutos).


Más información pinchando sobre este enlace.




viernes, 28 de octubre de 2022

Días de Don Juan Tenorio

 


Aunque en otras redes sociales seguiré más o menos activo (Facebook, Twitter, Instagram), tardaré unos días en actualizar este blog. Los preparativos de las representaciones del drama Don Juan Tenorio de José Zorrilla me tendrán ocupado y sin el tiempo ni la tranquilidad suficientes para redactar las entradas de los próximos días. Nos vemos en el teatro.

Teatro Principal de Medina de Rioseco: sábado 29 de octubre. 19:30 h.

Teatro Zorrilla de Valladolid: domingo 30 y lunes 31 de octubre; martes 1 y miércoles 2 de noviembre. 19:00 h.

Toda la información sobre este montaje en esta entrada del pasado día 1 de octubre.

sábado, 1 de octubre de 2022

El reto de Don Juan Tenorio

 


Cuando asumí la presidencia de Amigos del Teatro de Valladolid el pasado mes de enero, uno de los retos más importantes que se me presentaba era la representación del drama Don Juan Tenorio de José Zorrilla que esta asociación ha programado anualmente desde su fundación en 1977 sin faltar un solo año a la cita. No es nada fácil mantener durante tanto tiempo la tradición de un montaje tan complejo, que implica a tantas personas y que supone una apuesta por la mejora continua. En efecto, la propuesta escénica de Amigos del Teatro ha crecido continuamente y se ha adaptado a los tiempos y posbilidades, con la exigida renovación de actores, directores, cuadro técnico, etc. Desde hace unos años, se ha establecido en el Teatro Zorrilla de Valladolid durante las fechas tradicionales en torno a los primeros días de noviembre, gracias al apoyo del empresario Enrique Cornejo, pero también se ha promovido un montaje anual en la calle, en las proximidades del día de San Juan, en junio, apoyado por el Ayuntamiento de Valladolid. Como es de suponer, son dos circunstancias muy diferentes, que necesitan un tratamiento distinto.

Antes de ser presidente, fui responsable, junto a Mayca Martínez Peña, de llevar esta producción al teatro de la Capitanía General de Sevilla (un espacio que pocos pueden presumir de haber pisado) y al Teatro Principal de Béjar. Aún no se me ha olvidado la emoción que supuso ver a todo el público puesto en pie aplaudiendo al final de aquella función sevillana, encuadrada dentro de las actividades relacionadas con la celebración del bicentenario de José Zorrilla.

Por mucho que conociera la obra -que he comentado aquí en varias ocasiones- y por mucho que tuviera experiencia previa en la gestión y organización de todo tipo de actividades, no sabía la dimensión exacta del reto que me aguardaba y no solo por lo complejo que resulta siempre movilizar tantas voluntades, actores e infraestructura. El drama de Zorrilla es muchas cosas -una lectura romántica en la tradición del burlador; un engranaje endiabladamente atractivo para el público; un poderoso artefacto escénico que funciona más allá de los lunares que tantos han indicado, comenzando por el propio autor; un reto para cualquier actor o actriz y, por supuesto, para un director de escena-, pero ante todo es un clásico del teatro español. Por ese mismo concepto de clásico tiene en sí una permanente tensión entre la tradición y la novedad en cada uno de los montajes, especialmente en la exacta dosis de ambas. Como todos los clásicos, arrastra, en la tradición de sus montajes, añadidos que no estaban en el original, pero se han instalado en la mentalidad colectiva y que una reflexión más detenida nos lleva a preguntarnos sobre su verdadera utilidad y si no están adulterando el sentido de la obra y enturbiando su comprensión actual. Es interesante ver cómo una buena parte del público se aferra a una manera de representar la obra afirmando que siempre se ha hecho así, pero desconociendo que no tienen razón en tal aseveración y que, si fuéramos al propio dramaturgo este afirma lo contrario. En efecto, fue Zorrilla quien primero negara alguno de esos amaneramientos en la representación que se le fueron acumulando a la obra.

Pongamos un ejemplo de muchos posibles. Para la mayor parte de los espectadores del Tenorio, la famosa escena del sofá en la que Don Juan y Doña Inés sellan su amor debe representante como la fijaron en el ideario colectivo Francisco Rabal y Concha Velasco en la producción de 1966 para el programa Estudio 1 de Televisión Española, quienes, a su vez, recogían parte de la tradición que no estaba en el texto de Zorrilla, pero sí en los añadidos acumulados posteriormente a su escritura. Quizá no perciban estos espectadores que aquel montaje era televisivo y, por lo tanto, obedecía a un código diferente al escénico y que acarrea males terribles cuando se lleva directamente a un escenario. Y, si fuéramos al origen, la famosa escena del sofá no es escena de sofá, sino de balconada: Zorrilla no puso jamás un sofá en la quinta de Don Juan. No se puede entender de otra manera que los personajes vean el Guadalquivir y lo señalen con sus palabras: en la escena Don Juan describe lo que se ve desde el balcón de su quinta. Sucede lo mismo con las motivaciones y acciones presentes en tantas representaciones del Don Juan Tenorio, que ni se entienden ni se matizan, especialmente en lo tocante a las relaciones paternofiliales y de amistad, por no hablar de las modulaciones del proceso de enamoramiento de Don Juan o el comportamiento de los fantasmas o la forma de decir el verso. Quien se haya adentrado en los entresijos de la obra habrá comprobado todos los matices, tonos y ritmos que tiene. No se nos debería olvidar que Zorrilla no escribió la obra por escribirla, sino como producto de un encargo para la compañía del teatro de la Cruz en 1844, para la que trabajaba. A todo esto, se une el descrédito de la obra en algunos sectores, basado en el desconocimiento de lo que verdaderamente dice el drama y del contexto en el que fuera escrita y su significado para la historia del teatro español. De hecho, la mayor parte de las reacciones contra la obra suceden contra la tradición de la misma y no contra el texto, que pocos se han parado a leer de verdad.

Por eso mismo, es un gran reto montar Don Juan Tenorio, porque hay que saber conjugar la tradición y la renovación en las dosis adecuadas. Nuestra intención no es reescribir el Don Juan Tenorio, tampoco aligerarlo en un montaje lleno de didactismo o de explicaciones y saltos que se relacionan artificialmente. Nuestra intención no es romper el drama y llevarlo a un lugar en el que resulte irreconocible, tal y como se ha visto en algunas ocasiones, sino respetarlo incluso contra alguna de las adherencias que lo han traicionado, para proponer una dramaturgia actual coherente siempre con el texto escrito por José Zorrilla y con lo que el autor dejó escrito sobre su obra. Permitir que un espectador nuevo vea la obra como si acabara de ser escrita y asistiera a la primera representación y que un espectador que ya la conoce, la reconozca pero se cuestione alguna de las cosas que siempre ha visto de la misma manera.

En el pasado mes de junio, en nuestra representación en la Pérgola del Campo Grande de Valladolid ante más de quinientas personas, ya pudimos presentar algunos cambios en la dramaturgia teniendo en cuenta la peculiaridad de una representación en la calle con luz natural, un ciclo que culminará en 2023 y que hemos querido hacer explícito con el cambio del cartel que anuncia las funciones, obra de Marta Hdez H. Continuaremos en este sentido el 29 de octubre en el Teatro Principal de Medina de Rioseco (19:30 h) y el 30 y 31 de octubre y 1 y 2 de noviembre en el Teatro Zorrilla de Valladolid (19:00 h).

Todo esto  no sería posible sin la profesionalidad y trabajo generoso de nuestro director, Francisco Pardal, de quienes dirigen la sección de teatro de Amigos del Teatro (Álvaro Téllez y Elvira Abad), del cuadro completo de técnica, regiduría, sastrería, maquillaje, del resto de los miembros de la junta directiva y del extenso cuadro de actores con el que contamos y a los que agradezco su entrega y trabajo. Por supuesto, tampoco hubiera sido posible sin todos los que nos han precedido al frente de este reto en Amigos del Teatro.

La compañía trabajará intensamente las semanas que restan, las entradas ya están a la venta. Se abre el tiempo del público.

domingo, 31 de octubre de 2021

La modernidad de Don Juan Tenorio

 


Acabo de salir del Teatro Zorrilla de Valladolid. He visto, una vez más, Don Juan Tenorio, en el montaje de la Asociación de Amigos del Teatro, de la que soy socio. He hablado ya aquí de cómo se trata de una de las mejores representaciones de la obra que se pueden ver hoy en día, respetuosa con la tradición y el texto. Desde hace cuarenta años no han faltado al encuentro con el público en estas fechas.

No renuncio a cumplir con la tradición. El drama de José Zorrilla reúne todos los componentes de una fiesta teatral y esa es la razón primera para que sostenga en cartel desde su estreno en 1844. Permite montajes tradicionales, novedosos, antidonjuanes y tópicos, puestas en escena ripiosas y absoluta y radicalmente innovadoras, parodias y adaptaciones, todo. Y ahí sigue, año tras año. Que sea una fiesta del teatro, como supieron ver Buñuel, Dalí y García Lorca, que lo montaban cada año con entusiasmo en la Residencia de Estudiantes, es solo uno de sus valores. No el menor, porque le dota de una radical modernidad y una plasticidad en las manos de un buen director de escena, que puede jugar con toda la tradición escénica que implica. Claro, para eso hay que saber lo que se tiene entre manos.

Hay otros valores que dotan a la obra de modernidad. En primer lugar, seamos o  no católicos o creyentes, en el drama de Zorrilla se defiende una religión del amor por encima de la religión autoritaria. Esta evolución, en el momento en que fue escrita, significa un posicionamiento claro, en una España dividida entre sectores progresistas y conservadores, y se encuentra en el núcleo de la mirada del autor, en la creación del personaje de Inés y en la trasformación de su Don Juan. Hoy, que sectores cristianos parecen echar marcha atrás en la concepción de este mensaje de amor y retornar a una mirada autoritaria y severa de la religión, Don Juan Tenorio vuelve a estar de actualidad por esta razón y les da oportuna réplica a los comendadores de turno. Relacionada con esta, hallamos otra razón de la radical modernidad del drama de Zorrilla: la conflictiva relación entre padre e hijo, la rebelión de este basada en sus emociones y libertad, que es coherente incluso en su trasformación final, en la que el padre no existe como referente, puesto que no deja de proceder de un mundo antiguo. Nadie había dramatizado antes esta libertad de un hijo frente a la figura paterna, salvándolo finalmente.

Finalmente, hay algo clave para aceptar hoy a este Don Juan y es su evolución, su capacidad para el cambio. Cuando Zorrilla lo escribió, en 1844 era una propuesta nueva y hoy, un tiempo en el que vuelve la rigidez mental y negamos la oportunidad de cambiar a las personas, lo vuelve a ser. Posiblemente, nuestro época se ha convertido, de nuevo, en tiempo de Don Gonzalo de Ulloa. Por desgracia.

Frente a tantas críticas absurdas y estereotipadas, que suelen proceder de quien no ha leído la obra, Don Juan Tenorio sostiene bien su mensaje y teatralidad.

viernes, 18 de diciembre de 2020

Noticias del pianoforte de la Casa Museo de Zorrilla

 

Podemos datar la fabricación del pianoforte de la Casa Museo de Zorrilla de Valladolid, sita en la casa en donde naciera el poeta en 1817 y que pasó a propiedad municipal en 1917, hacia 1840, en el prestigioso taller que la casa Hossenschrueders y sobrinos tenía en la calle de la Luna de Madrid. Para entonces José Zorrilla era un joven escritor que acababa de hacerse famoso en el entierro de Mariano José de Larra en 1937 y que contaba con un creciente éxito en sus poesías y sobre las tablas teatrales. Conocemos que el piano llegó a la Casa entre los primeros objetos donados para el futuro museo y que muy posiblemente procediera del legado de la viuda del poeta, Juan Pacheco. Si esto fuera así, desconocemos cómo y cuándo se hizo Zorrilla con él. A pesar de la vida viajera del escritor y de su precaria situación económica en muchos momentos, no es de extrañar que un instrumento tan suntuoso luciera en el salón de su casa en Barcelona o en Madrid, puesto que era un objeto que prestigiaba toda reunión social en la época. Sabemos, además, que Zorrilla se acompañaba de música cuando recitaba en público. Era reconocida su capacidad de proyectar la voz y declamar sus versos.

No consta tampoco el estado en el que llegó, pero desde que pasó a propiedad municipal hasta el presente, el piano fue deteriorándose, presentando un aparente buen estado exterior cuando se le observaba a media distancia, pero un lamentable estado interno que impedía que fuera usado. También se le habían hecho algunas reparaciones que lo dañaron.

Por suerte, el empeño tenaz de Paz Altés, actual responsable de la Casa Museo y el apoyo decidido de Carmelo Irigoyen, gerente de la Fundación Municipal de Cultura, y de Ana Redondo, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid, han venido a poner remedio a la situación. En el pasado mes de enero, el pianoforte viajó hasta Murcia para que el experto en restauración, Víctor Javier Martínez López, comenzara su trabajo para devolver el antiguo esplendor a este instrumento.

El pianoforte llegó a su casa ayer jueves y hoy viernes ha sido presentado en sociedad. Esta mañana, en rueda de prensa y esta tarde en una conferencia de Víctor Martínez celebrada en la Casa Revilla de Valladolid, en la que el restaurador ha documentado y explicado su proceso de trabajo. Estoy muy de acuerdo con él en los dos principios que le han movido. En primer lugar, se trata de una restauración y no de un arreglo. En segundo lugar, como instrumento musical, su destino final debe ser la música, por lo que, con todos los cuidados que necesita por su antigüedad, se prepara ya una serie corta de conciertos al año, programando el primero para el próximo 21 de febrero, fecha en la que naciera Zorrilla.

Como nadie mejor que Víctor Martínez puede explicar el proceso, dejo en este enlace la grabación de su conferencia, didáctica, minuciosa y bien documentada.

Por mi parte, como asesor y colaborador de la Casa Museo de Zorrilla, solo me queda celebrar la oportunidad de la restauración y que el pianoforte cumpla su función en un espacio que tiene una política museística moderna, variada y abierta a la sociedad y que nos ayude a comprender mejor una de las grandes aficiones del siglo XIX, la música, que se disfrutaba en pequeños conciertos que se acompañaban de recitado y canto en los salones de las casas, favoreciendo encuentros culturales.

Mañana sábado 19, a las 12:00 h, se celebrará en el salón de la Casa de Zorrilla un Concierto de Bienvenida a cargo del pianista Daniel Rodríguez, en el que se ejecutarán piezas apropiadas para este instrumento de Albéniz, Chopin, Schubert, Beethoven, Field, Guelbenzu y Schumann. Dado que el aforo está ya completo, podrá seguirse a través de la emisión en directo en la página de Facebook de la Casa Museo Zorrilla.

(Actualización del 20/12/2020: la grabación del concierto puede consultarse pinchando en este enlace.)


De izquierda a derecha: Víctor Javier Martínez López (restaurador del pianoforte),
 Javier Calaveras (nuestro José Zorrilla) y Daniel Rodríguez (pianista).

jueves, 17 de diciembre de 2020

El pianoforte de José Zorrilla vuelve a casa


En el siglo XIX la música causó furor. No solo en los teatros, sino en todos los ámbitos de la vida de todas las clases sociales. En los bailes, en los templetes de los parques y plazas, en los cafés, en el trabajo, en las reuniones, en cualquier ámbito público o privado. Era costumbre que las reuniones sociales se amenizaran con unas piezas musicales y toda aquella persona de la burguesía acomodada que se preciara de ser alguien, tenía un instrumento en casa y alguien de la familia sabía tocarlo. Los más pudientes no pasaban si un piano, de un tipo o de otro, según la capacidad adquisitiva. Aunque significara una posición concreta, un piano era también el testimonio del amor por la música y construía a su alrededor una espacio de sociabilidad en el que ocurrían muchas cosas, desde negocios hasta la organización de actos culturales de gran relieve. Todavía está por estudiar el significado para la cultura española de aquellas reuniones.

El la Casa Museo de Zorrilla de Valladolid se encontraba el pianoforte que fuera propiedad del poeta, cedido por su viuda, una de las piezas más importantes de aquella donación. El estado del mismo era lamentable y hasta su colocación en el vestidor o antecámara era inapropiada. Un antiguo empeño de Paz Altés, directora de la Casa, consiguió impulsar su restauración el año pasado y el piano viajó en enero desde Valladolid hasta Murcia, lugar en el que el especialista encargado, Víctor Martínez, tiene su taller. La restauración ha sido laboriosa y ejemplar y hoy ha sido devuelto a la Casa Museo, ocupando un lugar de privilegio en el salón principal, como le corresponde. Ha de recordarse que la Casa Museo se sitúa en el edificio en el que nació José Zorrilla y vivió sus primeros años. Aunque la planta baja ha sufrido algunas modificaciones, la primera planta conserva la estructura original. No se trata de un palacio, sino de una casa que representa cómo era la vida de la clase media acomodada, como le pertenecía a la familia de Zorrilla cuando residieron en Valladolid.

Con ese motivo, mañana viernes se presentará en rueda de prensa y, por la tarde, Víctor Martínez explicará el proceso de restauración en una conferencia que se celebrará en la Casa Revilla. El sábado por la mañana tendrá lugar un recital a cargo del pianista Daniel Rodríguez, con los comentarios del propio Víctor Martínez. El aforo limitadísimo por las medidas sanitarias para combatir la pandemia ha provocado que las plazas se hayan cubierto en poquísimo tiempo, pero es proyecto del Museo que el próximo año comience una serie de actos en los que el piano sea el protagonista. Serán actos para un número muy limitado de espectadores, dada la capacidad del salón, y en los que la música tendrá el lugar de privilegio que le corresponde.

Para alguien como yo, que ha pasado media vida investigando la sociedad y la cultura del siglo XIX, esta noticia se convierte en una de las más importantes de este año. Escuchar sonar un instrumento que fue propiedad de José Zorrilla después de más de un siglo en el que ha permanecido mudo, es algo singular. También saber que su recuperación conduce donde debe, es decir, a la organización de actos para que todos los interesados puedan disfrutarlo, no como algo del pasado, sino como un elemento vivo en el presente, tal y como corresponde a una correcta política museística actual.


sábado, 18 de abril de 2020

Las nubes pegadas a la sierra de Béjar, el pianoforte de Zorrilla y confinamiento literario


Sigo asombrado por lo diferentes que pueden ser unos días que nos parecen todos iguales. Desde hace ya algunos, hemos adquirido unas rutinas que repetimos en cada jornada. Supongo que la rutina nos salva de pensar que estamos confinados. Aunque nos levantemos un poco más tarde o un poco antes, las cosas que hacemos se repiten salvo cuando salimos a comprar, que es muy de tarde en tarde y siempre nos lleva un largo proceso de preparación y un posterior cuidado de limpieza y colocación de lo adquirido. Algún día nos aperezamos más y podemos convertir en un antiguo domingo un nuevo martes; en ocasiones, las llamadas a la familia interrumpen esa rutina cómoda que nos hemos marcado. Pero basta levantar la vista, mirar por la ventana y comprender que ningún día se repite: la luz, el cielo, las nubes, el avance imparable de la primavera hacia el verano.

Desde el primer día no he parado de trabajar en casa: corregir tareas de alumnos, programar las nuevas, cumplir con la odiosa burocracia administrativa en la que se ha convertido en buena parte la docencia, animar proyectos culturales o participar en otros. Alguno de ellos se cumplirán cuando salgamos del confinamiento y no sé cómo se verán afectados por las medidas de distanciamiento social (así lo llaman) que tendremos hasta que venga la vacuna. Me llega la noticia de que avanza a buen ritmo la restauración del pianoforte que perteneció a Zorrilla y que su viuda cedió para la futura Casa Museo del poeta en Valladolid, instalada en su casa natal. Este proyecto impulsado por Paz Altés desde la Casa ha encontrado en el buen hacer de Víctor Javier Martínez López un adecuado camino. En unos meses lo tendremos de regreso y escucharlo sonar y podremos imaginarnos cómo era una reunión en los últimos años de vida del poeta en su salón. Desde este encierro de ahora me imagino acogido entre las paredes de la Casa de Zorrilla.

Otros varios proyectos son para estos días, entre ellos un par de intervenciones en vídeo para dos actos en los que se homenajea a Miguel Delibes, del que se conmemora el centenario de su nacimiento, y que se emitirán los próximos días, y mi colaboración con la participación de los últimos finalistas del Premio de la Crítica de Castilla y León en el Confinamiento literario, una suma de interesantes textos entre los que se han publicado hasta ahora los de Yolanda Izard, José Luis Alonso de Santos, Alejandro Cuevas, Pablo Andrés Escapa, Mauricio Herrero, Adolfo García Ortega y Emilio Gancedo. En las próximas fechas se publicará el resto de intervenciones, incluida la mía. Pueden consultarse y descargarse gratis en la página del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua.

Todos estos proyectos no serían posibles sin las poderosas armas digitales con las que contamos actualmente. Por estas herramientas digitales circula mucha cosa despreciable y otra que no tiene más importancia que la anécdota personal, pero también lo mejor de la literatura y de la ciencia. Por ellas se comparte hoy los conocimientos que nos salvarán de este virus. Es una notable diferencia con respecto a otras pandemias anteriores.

No creo que tarde en aparecer una literatura distópica, como se llama ahora, que se desarrolle en un mundo sin el contacto humano porque todo se haga a través de esta o una futura red de trasmisión de datos. Yo, en cambio, soy de los que no puedo imaginarme al ser humano sin sentir el viento fresco de una mañana en el rostro y el contacto suave de otra mano. ¿Que todo esto podrá simularse con herramientas tecnológicas presentes o futuras? Que no me lo cuenten, que me dejen pensar que es imposible, que podremos recuperar lo mejor que tenemos. Quizá sea la verdadera libertad futura. No quiero tardar en subir a donde están estas nubes pegadas a la sierra de Béjar.

domingo, 27 de octubre de 2019

XII Semana de Estudios Románticos


Mañana lunes día 28 de octubre da comienzo la XII Semana de Estudios Románticos. Estas jornadas nacen en la Casa de Zorrilla de Valladolid, un museo instalado en la casa natal del escritor José Zorrilla, y tienen como propósito el estudio de su obra, de su época y, en general, del romanticismo en todos los ámbitos, incluida su vigencia hoy. Se inscriben dentro del programa cultural Valladolid Letraherido, que dirijo para la concejalía de cultura del Ayuntamiento de esta ciudad junto a Paz Altés y se celebran siempre en los días próximos a la tradicional reposición del Don Juan Tenorio, su obra más popular.

Después de haber participado en varias ediciones, las coordino por primera vez. Tomo así el relevo de  Ángela Hernández, quien ha sido su impulsora y mantenedora en las ediciones pasadas, a veces afrontando todo tipo de dificultades. A Ángela hay que agradecerle su esfuerzo y trabajo, incluso en momentos en los que su salud se resentía por el trabajo que supone una organización de esta envergadura.

No sé si todos los que leen este blog conocen que mi especialidad como investigador es el romanticismo y que he estudiado la biografía y la obra de José Zorrilla en el contexto de aquella tumultuosa, contradictoria y fecunda época. Como asesor del bicentenario del poeta que celebramos hace apenas dos años, una de los resultados de los que estoy más satisfecho es de la nueva visión del escritor vallisoletano que debemos mantener.

  • El lunes 28 intervendrá Javier Barón Thaidigsmann, Jefe de Conservación de Pintura del Siglo XIX del Museo del Prado, sobre La pintura del siglo XIX en las colecciones del Prado. Desde la Casa de Zorrilla nos incorporamos a las celebraciones del bicentenario del Museo. 
  • El martes 29 María López García, profesora del Conservatorio Superior de Danza María de Ávila de Madrid, charlará sobre Un paseo por el ballet romántico
  • El miércoles 30 intervendrá Juan María Bilbao Ubillos, catedrático de Derecho constitucional de la Universidad de Valladolid, con el tema: Una lectura política del romanticismo: los orígenes del constitucionalismo
  • Concluirán las jornadas con la intervención de Rosario Charro García, profesora de la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León sobre Los Tenorio de Dalí.


Todas las charlas tienen el rigor de los especialistas pero presentan el atractivo de que están dirigidas a todo tipo de público. 

El lunes 28, después de la conferencia inaugural, la Asociación Amigos del Teatro de Valladolid nos hará disfrutar con su tradicional representación de las escenas del cementerio del Don Juan Tenorio en los cipreses del jardín romántico de la Casa de Zorrilla. He de agradecer el cariño con el que esta asociación ha colaborado siempre en estas jornadas, incluso interrumpiendo sus ensayos de la obra, que monta en esas fechas en el Teatro de Zorrilla de Valladolid. La mejor representación tradicional del drama que puede contemplarse hoy.

Todas las conferencias tendrán lugar en la Sala Cossío de la Casa Revilla a las 19:30 hs. La entrada es libre hasta completar el aforo.

martes, 26 de junio de 2018

I Tenorio en la calle en la ciudad de Valladolid

La escena de la Hostería del Laurel, con la fachada del Colegio de San Gregorio.
La asociación Amigos del Teatro de Valladolid perseguía un sueño desde hace una década: montar el drama Don Juan Tenorio de José Zorrilla en las calles vallisoletanas y ha encontrado este año el apoyo decidido en el Ayuntamiento de Valladolid, con el corazón de la actividad puesto en la Casa Zorrilla. La feliz unión que se produjo en el montaje del pasado sábado 23 de junio hay que celebrarla. Esta compañía, además, puede lucir los galones de ser la decana en España a la hora de llevar a escena la obra de Zorrilla puesto que lleva setenta y cinco años haciéndolo siempre con éxito de público y, en las últimas temporadas, con indiscutible éxito de crítica (como Amigos del Teatro cuarenta años pero hay que sumarle su origen como compañía de Ángel Velasco). Desde hace años monta este drama todos los meses de noviembre en el teatro Zorrilla de Valladolid a la altura de cualquier compañía profesional española. Se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que en estos momentos, si alguien quiere ver en España un Don Juan Tenorio clásico de gran calidad no tiene mejor oferta que acudir a sus montajes. Por otra parte, no hay ninguna compañía profesional en España que tenga esta obra en su repertorio anual, como sucedía antes, y las que se deciden a montarla se forman especialmente para la ocasión o lo hacen esporádicamente.

Inevitablemente surgirá la comparación con la propuesta de Don Juan en Alcalá, que desde 1984 congrega a miles de visitantes en una fiesta declarada de interés turístico regional, también con algún otro proyecto fallido o montajes ocasionales fuera de locales teatrales (hablo solo de España, claro, porque hay experiencias en el extranjero singularmente atractivas, como las escenificaciones del Tenorio que acomete anualmente con gran éxito la Compañía Nacional de Teatro Clásico Fénix Novohispano de México, que ha llegado a representarlo en el metro).

Esta propuesta del Tenorio en la calle de Amigos del Teatro de Valladolid tiene su personalidad, que la aleja del Don Juan en Alcalá: el respeto al texto y a la mejor tradición escénica del Tenorio, fuera de todo tipo de lucimientos de directores de escena, actores, adaptadores o empresarios; la coherencia del cuerpo de actores y todos los responsables, desde el director hasta el último de los miembros de la compañía, que llevan muchos años integrados en una misma forma de entender la obra y representarla, nada vulgar ni antigua; la huida de todo efecto mediático que propicia la contratación de actores populares con dinero público mirando más el logro publicitario que el espectáculo teatral, etc. Este proyecto, además, tiene otra singularidad: cada año se montará en un barrio de la ciudad, porque persigue el acercamiento de la obra y del teatro a todos. Busca también por lo tanto, formar espectadores. No solo es un Don Juan Tenorio en Valladolid sino que es un verdadero Don Juan itinerante. De todas las formas, no es cuestión de rivalizar ni de comparar, sino de celebrar que el drama se represente en la calle, que el teatro salga a buscar a los espectadores y que todo ello contribuya a acercarlo al público. Todo suma en beneficio de la cultura y del teatro.

En esta ocasión se ha contado con cuatro tablados en lugares absolutamente emblemáticos, muy próximos y que Zorrilla conoció en vida. En ellos, pues, no hay que inventarse una relación con el autor del drama, que era otro de los alicientes de esta primera vez. El primero se instaló en la fachada del Colegio de San Gregorio (Museo Nacional de escultura) para las escenas de la Hostería del Laurel y de la calle; el segundo, en el lateral del Palacio de Pimentel en la plaza de San Pablo, para las escenas del convento y de la quinta de don Juan; el tercero y cuarto, para la segunda parte de la obra, en los jardines de la Casa de Zorrilla, museo instalado en la casa natal del autor romántico que se ha convertido en referencia cultural de la ciudad. Ha de recordarse, para los que no lo conozcan, que desde hace años se representan las escenas del panteón en ese mismo lugar, en el mes de noviembre y que allí se crea una situación muy especial para la ocasión y que, por lo tanto, parte de la experiencia no es nueva ni se ha diseñado para esta ocasión.

En este I Tenorio en la calle todo resultó muy bien. Los cambios de tablado fueron resueltos con rapidez y eficacia por los actores y el personal técnico. El público se mostró respetuoso, soportó el calor, los cambios de lugar y estar varias horas de pie y asistió muy interesado a la representación. Los jardines de la Casa de Zorrilla se llenaron, hasta un punto en el que no hubiera sido conveniente más espectadores.

Lo que es más importante, la representación fue brillante, en especial las escenas de la quinta de don Juan, con Vidal Rodríguez (don Juan), Jesús Cirbián (don Luis) y Pedro Martín (don Gonzalo), excepcionales cuando se encontraron juntos en la escena. El diálogo entre don Juan y el Escultor (Joaquín Yllera) ha sido siempre resuelto con gran solvencia por esta compañía, así como los diálogos en la quinta y el panteón entre don Juan y doña Inés (Laura Peláez). Del resto del cuerpo de actores se puede decir que están a la altura que se requiere en todo momento, aunque quiero destacar  en esta ocasión a Adela Valentín como Brígida y Jesús López (Avellaneda), quien da el carácter perfecto para su personaje. Como he dicho antes, la ventaja de esta compañía es que saben que la importancia de su propuesta es la coherencia del conjunto, la unidad en la representación y la forma de actuar y la manera cohesionada de decir el verso, lo que permite ver el Don Juan Tenorio y no a uno u otro actor o el montaje particular del director. Tiempo y ocasión hay para ver otras propuestas a partir del drama de Zorrilla, por supuesto, pero yo siempre invito a entrar en la obra por la fiesta teatral que es esta obra en su montaje clásico, que demuestra, cuando se hace con la pasión de los Amigos del Teatro de Valladolid, que sigue siendo actual y entretenido.

Este año, además, sucedía algo especial. Después de dieciséis años, se despedían de sus papeles Vidal Rodríguez y Jesús Cirbián. De hecho, cuando se daban la réplica estuvieron a la altura de sus mejores funciones y se despidieron con una honestidad y humildad que avala su trabajo durante estos años para que haya lucido la compañía entera. Es un difícil reto para quienes los reemplazarán en la próxima temporada pero conociéndolos perfectamente, estoy seguro de que estarán a la altura del mejor montaje clásico del drama de Zorrilla que puede verse en la actualidad.




Vidal Rodríguez (Don Juan Tenorio) y Jesús Cirbián (Don Luis Mejía)
 se despedían de sus papeles respectivos con esta función después de 16 años interpretándolos.
Las escenas de la quinta de Don Juan se representaron en el lateral del Palacio de Pimentel.



El escenario para la cena, preparado en los jardines de la Casa Zorrilla.
Vídeos de mi presentación de la función junto a Félix Hernández,
 presidente de la Asociación de Amigos del Teatro de Valladolid.




Reseña en El Norte de Castilla, aquí.
Excelente galería de fotografías de El Norte de Castilla, aquí.

martes, 27 de marzo de 2018

Celebrando a José Zorrilla en Logroño

Mañana miércoles 28 de marzo a las 19:30 doy una conferencia en el Ateneo Riojano de Logroño (C/ Muro de Cervantes, 1). Hablaré de José Zorrilla como escritor profesional y su lucha por la defensa de la propiedad intelectual. También haré un balance de lo que ha significado la celebración del bicentenario de su nacimiento y la importante y profunda revisión de su personalidad. La entrada es libre hasta completar el aforo y estaré encantado de saludar a todos los que puedan acercarse. El acto ha sido organizado por la Cátedra de español, dirigida por Enrique Balmaseda Maestu y Elisa Borsari, dentro del ciclo Encuentros con los clásicos españoles, gracias a una invitación de mi colega y amigo Francisco Domínguez Matito.

A partir de mañana inicio unos días de descanso en los que no publicaré en el blog con la asiduidad con la que lo hago normalmente, aunque sí procuraré respetar las entadas correspondientes del Club de lectura.

Y si estás pensando en presentarte a un premio de poesía, te recuerdo que estamos en los últimos días de plazo del Premio de poesía Gil de Biedma convocado por la Diputación de Segovia, uno de los más prestigiosos del panorama en español. Aquí las bases.

lunes, 19 de febrero de 2018

Noticias de los días que llevo desaparecido


Algún día daré cuenta de la actividad de estas últimas semanas, que me ha impedido publicar aquí al ritmo habitual desde mi aviso de la conferencia sobre las relaciones de Zorrilla con la vida social de su época en el Museo del Romanticismo. Después han venido varias actividades relacionadas con el bicentenario del autor romántico que se han sumado a lo habitual y a los compromisos adquiridos. Vengo aquí a decir que voy desocupándome y que poco a poco retomaré el ritmo de publicaciones del blog: esta semana daré varias entradas correspondientes al Club de lectura, que lo dejé con Pedro Páramo que si muerto o no y no he hincado el diente aún al próximo titulo, El hombre pez, de José Antonio Abella. Abella vendrá a Burgos la tarde del próximo martes 27 de febrero para encontrarse con los lectores que quieran acompañarnos.

Para los interesados comunico que mañana martes día 20 acompaño a Luis García Jambrina en la presentación en Burgos de su novela El manuscrito de fuego, una nueva entrega de la serie que dedica a Fernando de Rojas. A caballo entre la novela histórica y la novela de misterio, aborda el apasionante caso del asesinato del bufón Francesillo de Zúñiga. Recomiendo no perdérsela. La presentación tendrá lugar en el Palacio de la Isla a las 19:30. Entrada libre hasta completar el aforo. Para no perdérsela.



Y el resto, bien. En estas semanas explico a Góngora a un grupo de alumnos que demuestran una gran creatividad e interés. De ellos es la figurilla cuya fotografía encabeza esta entrada, que tiene mucha enjundia. Y en mi despacho he colocado el cuadro que me regaló en el 2009 Pilar Martínez Navarro con motivo de nuestra lectura del Quijote. Un buen sitio: es el fondo que verán los alumnos con los que me conecte por cámara desde mi ordenador. Tenía esa deuda con Pilar, que me hizo ese regalo con todo el cariño para conmemorar la primera lectura colectiva y virtual que se haya hecho del Quijote completo usando las redes sociales. No se lo dije en su día: llegó roto a mi domicilio por el trasporte y ahora luce como nuevo tras volverlo a enmarcar. Por supuesto, quien se decida a hacerme una visita tendrá café y pastas gratis.



miércoles, 7 de febrero de 2018

No podía vivir sin sociedad alguna


Este jueves 8 de febrero, a las 19:00 hs. daré una conferencia en el Museo del Romanticismo de Madrid con el título No podía vivir sin sociedad alguna. José Zorrilla y las reuniones de sociedad de su tiempo. Esta conferencia se encuadra dentro de las actividades programadas en torno al bicentenario del nacimiento del poeta romántico (Valladolid, 1817 - Madrid, 1893). En ella hablaré de cómo José Zorrilla, a pesar de su tendencia a huir de las reuniones de sociedad tan típicas en el siglo XIX, no pudo evitar participar en alguna de ellas a lo largo de su vida. Analizaré la importancia de dichas reuniones para la vida social y cultural de la época, para los autores que profesionalmente se dedicaban a la escritura y para la sociabilidad general en el siglo XIX. Contaré alguna de las anécdotas más significativas poniéndolas en su contexto y significado adecuado. Espero que los que se animen a acudir pasen una hora agradable y aprovechen para visitar uno de los museos más interesantes en su género en el mundo.

Entrada libre hasta completar el aforo.

miércoles, 31 de enero de 2018

Yo nací para amar y ser amado


Este viernes día 2 de febrero, en la sede de la calle Sierpes del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, daré una conferencia a las siete de la tarde sobre José Zorrilla. Como saben los lectores asiduos de este espacio, estoy implicado en las actividades del bicentenario del nacimiento del autor romántico que se organizan desde la Casa Museo Zorrilla de Valladolid. Desde hace un año, los trabajos han sido intensos y han dado excelentes resultados. En pocas ocasiones una conmemoración de este tipo ha tenido tantas y tan diversas actividades ajustándose al presupuesto ordinario de la institución. Haré balance dentro de unos días.

Titulo mi conferencia Yo nací para amar y ser amado. José Zorrilla, una biografía moderna. En este caso abordaré la personalidad del poeta a partir del verso citado en el título y completaré un panorama del autor señalando los rasgos de modernidad en su vida y en su obra, esos que le hicieron singular en su tiempo y que pueden ser mejor comprendidos desde el presente. En contra de lo que muchos piensan a priori -España es un país de apriorismos provocados casi siempre por desconocimiento y la soberbia-, ni la obra ni la vida de Zorrilla lo convierten en un personaje convencional o decimonónico en el peor significado de este concepto. Ni siquiera su pensamiento. Que pueda estar más o menos alejado de la estética que predomina hoy también depende de qué parte de su obra leamos y cómo lo hagamos, pero no nos debería sorprender en tiempos de que todo lo anterior parece alejado del gusto presente mayoritario. Cuando nos acercamos a su biografía y sus textos sin prejuicios nos sorprende.

Tras la conferencia, se procederá a inaugurar la exposición mi exclusivo nombre de poeta, la versión itinerante de la que puede contemplarse en el Archivo municipal de Valladolid hasta el mes de abril y que, después de Sevilla se mostrará en otros lugares. El acceso es libre.

Este evento se enmarca dentro de las muchas y variadas actividades sobre Zorrilla que se han organizado dentro del convenio firmado entre el Ayuntamiento de Valladolid a través de la Casa de Zorrilla de Valladolid y el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, que yo coordino y de las que ya he dado cuenta aquí.

viernes, 26 de enero de 2018

Parada poética y ofrenda floral en homenaje a José Zorrilla


El pasado 23 de enero se cumplieron 125 años del fallecimiento del poeta José Zorrilla en Madrid. Por mucho que a algunos les pesara y les pese incluso hoy, Zorrilla era el poeta más famoso de la literatura española y ha conservado ese recuerdo en el imaginario colectivo gracias. Y esta condición se demostró en los actos de aquellos días, los que siguieron a su muerte, con la capilla ardiente en la sede de la Real Academia y su primer entierro. Nunca un escritor había alcanzado en España e Hispanoamérica semejante fama, tanto en círculos académicos como en el ámbito popular, en la prensa y en la trasmisión oral de sus obras, en poesía y teatro. De hecho, el  drama Don Juan Tenorio sigue presente como la obra más representada del teatro español. Quizá Lope de Vega es el único con el que podría compararse en este aspecto, con una diferencia: Zorrilla obtuvo esa fama con 19 años y no cesó -a veces contra su propia voluntad- hasta su fallecimiento, en una época en la que la prensa actuaba como difusor de las grandes personalidades del momento. El 21 de febrero hubiera cumplido 76 años. El 3 de mayo de 1896 se procedió a trasladar sus restos a Valladolid siguiendo los deseos expresos del escritor, que reposan definitivamente desde el 4 de abril de 1902 en el Panteón de Vallisoletanos ilustres, cuya construcción se proyectó para que fuera el primero que lo ocupara.

Desde el 21 de febrero del pasado año hasta el 21 de febrero de este 2018, se conmemora el bicentenario de su nacimiento y esta celebración coincide con esta fecha redonda de los 125 años del fallecimiento. Como saben los que leen habitualmente este espacio o siguen mi perfil en las redes sociales, estoy implicado en los actos del bicentenario bien como asesor académico del mismo en la Casa Zorrilla de Valladolid -que ha modelado una conmemoración ejemplar de la mano de Paz Altés y del que haré balance en los últimos días de febrero para que se comprenda la magnitud de lo conseguido en un país que se ha mostrado siempre cicatero en el homenaje a sus grandes personalidades- bien como conferenciante, autor de trabajos sobre el autor o también como organizador de algunos de ellos, singularmente a través del convenio firmado con el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla o el fin de semana que Béjar dedicó a Zorrilla.

Mañana sábado intervendré como tal y en representación delegada del Instituto de la Lengua de Castilla y León en la Parada poética y ofrenda floral en homenaje a José Zorrilla que conmemora el 125 aniversario de su fallecimiento. Se ha pretendido rescatar el sentido que tenían estos actos en tiempos del mismo Zorrilla porque el bicentenario ha conseguido actualizar al poeta, su biografía y su obra y ponerlas a disposición del público actual. El evento está organizado por el Ayuntamiento de Valladolid y en él se repartirá una reproducción facsimilar de extraordinaria calidad y oportunidad de los ejemplares monográficos que publicara la revista ilustrada el Blanco y negro el 4 de febrero de 1893 y el 16 de mayo de 1896 (con motivo del fallecimiento y del traslado de los restos a Valladolid, respectivamente). En esta publicación ha colaborado el decano de la prensa española, El Norte de Castilla.



jueves, 7 de diciembre de 2017

De la épica a la realidad en La sirena de Gibraltar y noticias de nuestras lecturas y anuncio de la próxima.


Una de las cosas más difíciles cuando se comenta una novela negra o cualquiera de las que contienen un misterio es analizarla sin desvelar el desenlace. No sé si podré cumplirlo del todo en esta entrada, lo que advierto para aquellos que lean una historia solo por el argumento. Aquí he dado ya otras razones para leer La sirena de Gibraltar: está inusualmente bien escrita (lo que no suele ser muy habitual en este tipo de libros), de forma verosímil, con un protagonista que es un descubrimiento y que se ajusta con precisión a un nuevo tipo de aventurero español, con personajes secundarios que completan una gama que va desde lo costumbrista hasta la modernidad, que mantiene bien la tensión y está estructurada con acierto. Sin embargo, no puedo dejar de comentar, sin dar demasiados detalles por la razón dicha, una de las claves más acertadas de la novela.

Algunos novelistas que practican este género incurren en un error: pensar que las cosas grandes que nos amenazan a todos son épicas y tienen una dimensión de grandeza conspiranoica. La realidad nos desengaña, como vemos en cualquiera de los informativos que tratan de corrupción, crímenes y delincuencia. Hasta los mayores delincuentes son seres como nosotros. Cuando un político corrupto deja de ser intocable observamos en él las miserias más humanas y la prensa nos regala sus fotografías en actitudes cotidianas o participando en horteras fiestas de pijama o en orgías en calzoncillos. La épica es cosa de distancia y arte, no de la realidad. Por eso, algunas novelas del género negro nos parecen falsas o pretenciosas. Si algunas de las que toman este camino se salvan es porque son decididamente literarias, con todas las consecuencias.

Leandro Pérez no incurre en ese error tan habitual, sino que maneja sabiamente las claves de la realidad. Inicialmente, el caso de La sirena de Gibraltar parece enraizarse en las grandes palabras que nos han ocupado en la época de la corrupción política y económica que gobernó España -si es que esto es pasado- y las investigaciones llevan al protagonista por ese lado. Alfred Hitchcock fue un maestro en el manejo de ese suspense que comenzaba con una amenaza para el mundo que conocemos y terminaba en una interesante trama de pasiones humanas, muy humanas. Es lo mismo que hace Leandro Pérez con éxito. Son las pasiones más humanas las que explican La sirena de Gibraltar, como todas las cosas que nos ocurren en el mundo por mucha épica que luego le pongamos. De ahí que esta novela nos lleve con el MacGuffin hitchcocktiano hasta la raíz de nuestros comportamientos, que explica por qué puede aparecer una joven muerta en el Manzanares y por qué ninguno de nosotros estamos libres de parecernos a cualquiera de los personajes de la trama.

Noticias de nuestras lecturas


Mª Ángeles Merino ha publicado la segunda parte de su crónica del viaje a Valladolid realizado por el club de lectura con motivo del homenaje a José Zorrilla por el bicentenario de su nacimiento. Aquí la parte correspondiente a la exposición del Archivo municipal, una detallada descripción del recorrido que puede hacerse por la muestra. Y aquí, la tercera, en la que recoge la sesión académica en la que comentamos el drama Don Juan Tenorio. Y la cuarta, con la visita a la Casa Museo Zorrilla... con fantasma y todo, para no perdérsela.

De la cárcel al convento nos lleva Pancho siguiendo el rastro de don Juan en una entrada que termina y bien terminada con Bambino.  En la siguiente comenta el cuarto acto, pura acción... hasta Elton John (nos lleva hasta aquí seducidos como doña Inés). Con todo el acierto ve como dramatización del tiempo la segunda parte del drama. Y hacia el final llega con una magistral manera de percibir la actitud de don Juan ante lo que le sucede.

Anuncio de la próxima lectura



Laura Castañón es una de las escritoras que repiten en este Club de lectura. Ya nos acompañó con su anterior novela, Dejar las cosas en su día, incluso se reunió con los lectores en febrero de 2014. Ahora regresa con La noche que no paró de llover (Planeta, 2017), que nos ocupará todo el mes de diciembre. En enero tendremos un encuentro con la autora en Burgos para comentar la novela.


Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, aunque en las últimas semanas no haya podido cumplir esta promesa por diferentes cuestiones que espero se vayan remansando en las próximas.
Información sobre el presente curso en el club en este enlace.