Aunque Lola Garrido, la comisaria y también propietaria de esta colección de retratos insiste en que no se agrupan bajo más criterio que su gusto personal, que reconoce heterodoxo, y la emoción que le ha provocado e impulsarle a adquirirlo, lo mostrado en ella nos aproxima, casi en su totalidad, a una visión de la mujer a lo largo de más de un siglo de fotografías.Quizá ella, como coleccionista, ni siquiera sea muy consciente de lo que regala al espectador de En el trascurso del tiempo. Retratos del siglo XX. Colección Lola Garrido (Sala Municipal de Exposiciones de San Benito de Valladolid, hasta el 17 de mayo): mujeres de todo tipo retratadas a lo largo de décadas por algunos de los más grandes artistas de la fotografía mundial y con una calidad indiscutible que hace obligada la visita para los amantes de la fotografía.
Mujeres. Desde las más sofisticadas, elegantes o deseadas hasta las que sufren las penurias de la necesidad en la recesión de los años treinta como las de Dorothea Lange, desde las que son retratadas por su condición de estrellas del cine hasta esa mujer de la imagen que aparece en el folleto que anuncia la exposición. Una mujer satisfecha de sí misma o, al menos, feliz en ese instante en el que el fotógrafo tomó la imagen, aunque esté alejada de los cánones tradicionales de belleza. Es feliz porque se siente feliz en un día de playa y por eso mismo es hermosa. Esta imagen dice mucho de toda esta mirada. Todavía hoy sofisticamos demasiado el posado. La costumbre actual del selfi lleva a posturas predispuestas por la moda que aprenden los jóvenes en las redes sociales, muchas veces forzando el gesto. No sé si la mujer de la fotografía del folleto era verdaderamente feliz en su vida pero eso ya no nos importa como espectadores: la imagen ha detenido para siempre ese fragmento de la vida en la que lo era. Junto a ella hay retratos llenos de glamour de Marilyn Monroe o de Marlene Dietrich o de una millonaria fotografiada en su coche de lujo junto al chófer. Pero la mujer que parece verdaderamente feliz por sí misma es esta, a la que el fotógrafo ha regalado un eterno día de playa. Eso es, en definitiva, un retrato: convertir en permanente un instante. Por eso mismo debemos pensar si queremos convertirnos para siempre en una mera postura o algo más.