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sábado, 10 de noviembre de 2012

La hora del compromiso, noticias de nuestras lecturas y propuestas para el Club de lectura de La Acequia



El lector de Julio Verne narra la historia del compromiso ideológico en la lucha antifranquista, sus causas, el contexto sociológico en el que se desarrolla y su evolución a lo largo del tiempo hasta la Transición a la democracia que se dio tras la muerte del dictador. En la materia narrativa pesan mucho más los hechos ocurridos a finales de los años cuarenta, cuando el protagonista era un niño, que lo sucedido a partir de ahí, que se trata casi como los antiguos epílogos de las novelas realistas en los que, en pocas páginas, se daba cuenta de lo que había ocurrido con los personajes de la historia narrada.

A pesar del poco espacio narrativo que ocupa lo que le sucede a Nino en el resto de su vida, en estas páginas encontramos unas claves de comprensión de la actitud con la que la autora encara la historia que narra. El protagonista vive aun -mentalmente- en el monte. Lo vivido en su pueblo natal, las actitudes de las gentes a las que conoció, la necesidad de comprender los silencios tanto como las palabras, lo intuido en la Casa Cuartel de su infancia, la forma de actuar de su madre y de su padre, etc., explican todo lo que es, desde su habilidad para no ser detenido hasta su emoción al recibir el reconocimiento de Pepe el Portugués. Pasando por algo significativo: la defensa del compromiso mantenido por aquellos guerrilleros de su infancia y la tela de araña en la que consistían sus relaciones con la gente del lugar. Es desde este núcleo de pensamiento desde el que Almudena Grandes afronta la materia narrada y por eso mismo se explica que el libro sea, sobre todo, la narración de lo ocurrido en aquellos años cuarenta en los que terminó una forma de lucha contra la dictadura para comenzar otra.

El simbolismo del crecimiento físico de Nino en ese tiempo visualiza esa toma de conciencia del muchacho, explicada a partir de sus relaciones emocionales más que ideológicas: su relación con Pepe el Portugués, pero también la forma en la que sus padres se defienden para sobrevivir en una situación como aquella, así como en la conciencia de que una leyenda como la de Cencerro solo pudo darse en aquellos tiempos y nunca en unos más modernos. Así lo explica también la autora en la nota final que acompaña a la novela.

De esta forma, narrando los acontecimientos desde la óptica de un adulto que recuerda lo que vio de niño intentando conservar la forma en la que un menor comienza a comprender el mundo sin tener todas las claves, en una época en la que todo eran silencios y ocultación y se tenía que expresar con símbolos como la ropa tendida o canciones populares aparentemente inocentes, consigue la implicación del lector con lo narrado. Eso sí, solo si el lector está dispuesto a no entrar en el libro con prejuicios ideológicos.


Noticias de nuestras lecturas

Luz del Olmo confiesa su relación con este libro: esta confesión suya es parte de lo que atrae o repele al lector de la novela de Almudena Grandes. Aceptar la relación que tenemos con esas emociones explica si podemos o no avanzar hasta el final del texto.

Mª Ángeles Merino llega, en su relato ilustrado y oportuno -ahora diálogo con Nino- al momento en el que todo plasma el cambio que se introduce en el personaje, poseedor ya de secretos que deberá callar durante tantos años...

 Propuestas para el Club de lectura de La Acequia

Esta es la última entrada correspondiente a El lector de Julio Verne, aunque seguiré dando cuenta de las que publiquen aquellos que hayan seguido esta lectura. Aunque he meditado mucho sobre la continuidad de esta sección -tanto en el formato virtual como en el presencial-, así como de mi blog -confieso ahora que he estado a punto de cerrarlo en las semanas pasadas-, sigo agarrándome a la idea original del proyecto y continuamos adelante.

Para ajustar el ritmo de la lectura en La Acequia con la que se da en el Club de lectura presencial que mantengo en las aulas de mi Universidad y facilitar la organización de aquellos que siguen las lecturas que propongo, haremos una pausa de unas semanas en las que seguiré publicando entradas los jueves, aunque, en este caso, sobre el placer de la lectura. Os animo a aquellos que queráis hacerlo, que contéis vuestras experiencias como lectores, de las que daré cuenta aquí los próximos jueves: cuándo os iniciasteis a la lectura de libros y con qué títulos, qué obras os han marcado, qué supone para vosotros leer, diferencias generacionales que observáis con los lectores más jóvenes de ahora, nuevos formatos, etc.

Una vez coordinados ambos formatos del Club -el virtual y el presencial-, seguiremos leyendo por este orden:  la trilogía de Pío Baroja La lucha por la vida nos ocupará tres meses, como ya os anuncié antes de verano, en diciembre-enero leeremos La busca (1904), en enero-febrero Mala hierba (1904) y en marzo-abril Aurora roja (1904). En abril, La marca del meridiano (2012), de Lorenzo Silva (2012); en mayo Campos de Castilla (1912) de Antonio Machado. Finalizaremos en junio con la lectura de El Hereje (1998) de Miguel Delibes, para la que contamos con la inestimable aportación que hizo nuestro querido Pancho en su blog hermano, la mejor guía de lectura sobre esta obra. A propuesta de los participantes en el club de lectura presencial, se organizará, como fin de fiesta, una visita a la ruta que, en la ciudad de Valladolid, se celebra por los lugares en los que trascurre esta novela, con comida incluida. Por supuesto, la participación en esta excursión está abierta a todos aquellos que os apuntéis, aunque hay cierta limitación de plazas. Ya os avisaré en su momento de cómo podéis inscribiros.

Esta entrada no pudo publicarse el jueves pasado,
 espero que sepáis disculpar la falta 

 

jueves, 1 de noviembre de 2012

Vivir en la ocultación y noticias de nuestras lecturas.



Uno de los aciertos de la perspectiva narradora de Almudena Grandes es presentarnos las cosas desde ángulos que se alejan de la simplicidad de las novelas de tesis. Huye la autora de fáciles implicaciones morales o juicios de valor sobre aquella España de la primera postguerra: predominan los matices. El efecto de esta posición narradora se acentúa por dos elementos: el hecho de que el narrador adulto enfoque todo desde su mirada de niño, que comienza a comprender el mundo; la mayor parte de los personajes ocultan sus pensamientos o partes de su biografía puesto que no son del todo lo que su posición en los meses narrados podría señalarlos. En el fondo, todos son supervivientes de unos acontecimientos históricos que les han situado a uno u otro lado de un frente bélico aun no cerrado. El caso del guardia civil Sanchís es el más claro: un hombre solo cuyo único eje vitial -no ideológico- es un amor imposible y extraño. Pocas cosas son lo que parecen. Este aprendizaje es clave en el proceso de madurez de Nino y está ejemplarmente narrado por Almudena Grandes con este juego que parte de la mirada infantil para explicarnos una España en la que todo debía velarse.


Noticias de nuestras lecturas

Gelu teje una entrada de bicicletas y sueños de Verne para enlazar muchas cosas a esta lectura.

Mª Ángeles Merino comenta el simbolismo de Sísifo en la novela y lo entrelaza de imágenes y el descubrimiento del mundo que rodea a Nino.


La próxima semana terminaré con el comentario de El lector de Julio Verne y propondré el futuro plan del Club de Lectura.

jueves, 25 de octubre de 2012

Pensar por cuenta propia y noticias de nuestras lecturas



El 25 de junio de 1948, Nino madura. Es un niño aún, pero, en aquella España no hay cuartel para nadie. De golpe, todo su mundo se desabarata. Tenía noticias de la crueldad, de las leyendas de los resistentes, había intuido a través de los silencios y la miradas cómplices de los adultos, de las medias palabras escuchadas, de lo filtrado por las paredes. Pero todo aquello no era más que una preparación para la verdadera revelación: su padre, guardia civil, aplicó la ley de fugas a un guerrillero. Almudena Grandes ha ido intensificando sabiamente la tensión hasta llegar a este momento: parecía que la familia más próxima del niño iba a poder escaparse a la crueldad histórica, pero definitivamente su mundo se vuelve del revés cuando la violencia entra en ella. La conversación posterior con Pepe el Portugués le ayuda a comprender que su padre, en el fondo, es un superviviente que debe pagar el haber estado en el lugar equivocado al que le pertenecía. Este es uno de los grandes aciertos de la mirada narrativa de Almudena Grandes como aportación a la literatura sobre la Guerra civil y el primer franquismo: se mira desde dentro de la violencia sin juzgar a los individuos. No solo en el caso del padre de Nino, pero especialmente en él. El azar le hizo estar en territorio franquista y terminó siendo guardia civil. Como tal, para hacer olvidar que su familia y la de su mujer pertenecían al otro bando tuvo que hacer cosas que no quería. No es condición de héroe, sino de superviviente. Curiosamente, a partir de esa conversación reveladora con Pepe el Portugués será Nino el que crezca -física y moralmente- para desarrollarse como individuo y dignificar a su familia, incluido su padre. De aquella experiencia le queda una lección al muchacho: pensar por uno mismo. Aunque eso le cueste el sufrimiento de saberse diferente, el temor a ser descubierto, el abandonar tan pronto la infancia.

Quizá pensar por cuenta propia tenga esa consecuencia, pero libera siempre.


Noticias de nuestra lectura

Gelu amplia la lectura con películas clásicas sobre libros de Verne, tan presentes en la vida del protagonista de la novela de Almudena Grandes, sin duda.

Ele Bergón nos regala una hermosa entrada a partir de otra de Mª Ángeles Merino sobre la soledad de las mujeres en esta novela.

Mª Ángeles Merino comenta e ilustra magistralmente el momento clave en la vida de Nino, que le separa definitivamente de su infancia y le enfrenta a la toma de decisiones.

jueves, 18 de octubre de 2012

La ropa tendida (de los secretos al conocimiento) y noticias de nuestras lecturas.


Es acertada la forma en la que la autora plantea el inicio del conocimiento -y del cuestionamiento del mundo, que son cosas relacionadas- en el protagonista a los diez años. Todo parte de los secretos, de las palabras medio escuchadas, de los rumores nocturnos, de las leyendas confusas a las que se agarran las personas. Varias veces se repite una expresión hoy en desuso: la ropa tendida. Se pronunciaba esta frase antiguamente cuando las personas mayores se daban cuenta de la presencia de niños en unas conversaciones de mayores. A partir de ahí la conversación o se cerraba o adoptaba claves secretas difícilmente comprensibles para los menores. En la novela no solo se dice esta frase, sino que visualiza: las mujeres tienden ropa de luto o de alivio de luto o de morado republicano para expresar sus emociones, como Pepe el Portugués ondea mensajes en su tendedero. Hay ropa tendida: todo un símbolo que nos hace comprender una sociedad llena de miedos, de temores, de secretos. Como cuando Nino sorprende al más fiero de los guardias pintándole las uñas de los pies a su mujer. Todos deben ocultar quiénes son para parecer otra cosa, a veces por interés, casi siempre por razones de superviviencia.

Curiosamente todo le cambia al muchacho a partir de uno de esos secretos, que le obliga a guardar su propio padre: tendrá clases de mecanografía y taquigrafía de doña Elena. Y en esos meses todo le cambia a Nino: descubre el conocimiento y cómo las ganas de aprender le hacen crecer intelectualmente, ser más consciente de todo lo que ocurre y comprender mejor el mundo en el que se mueve. Desde entonces, se sabe por encima de quienes le venían a contar secretos, como Paquito. O de su propio maestro, al que descubre cobarde cuando le prohíbe la lectura de Galdós.

Ya nada podrá ser igual para el muchacho y el mundo, en efecto, se pondrá del revés. Quizá sea la razón por la que muchos prefieren no saber, porque el conocimiento siempre trae consigo más las preguntas que cuestionan el mundo que las certezas que tantos quieren vendernos. En aquella España, llena de controles y miedos, de secretos guardados y complicidades en silencio, no había otra forma.


Noticias de nuestras lecturas

La Zarzamora se suma a nuestro club de lectura. En su blog Madreselva rebelde tenéis sus razones y en El trastero su extraordinaria aportación sobre uno de los momentos claves de la novela, la noche en la que Nino se hace mayor de golpe, como si la historia hubiera entrado en su cuarto. No os podéis perder su aportación.

Merche Pallarés llega eficazmente al final, cuando se explican las opciones de Nino en su madurez. Lo advierto para aquellos que no hayáis leído aun el libro.

Mª Ángeles Merino desentraña las complicidades que se tejen a través de la lectura en la vida de Nino. Hay tiempos en los que abrir un libro es un guiño a otro. Después, presta atención de forma excelentemente oportuna a una de las zonas sensibles, emocionales e ideológicas, de esta novelas: la soledad de las mujeres.

jueves, 4 de octubre de 2012

El brusco despertar de la infancia y noticias de nuestra lectura


La infancia se le termina a Nino demasiado pronto, cuando entra la brutalidad en su vida, cuando el mundo, como dice, se pone del revés. Irrumpe, de golpe, en su vida, la historia: la cara más dura de la historia, esa que se rige por grandes ideologías y odios. Los combates entre los guerrilleros y la Guardia Civil y la represión brutal, hace que el mundo del niño cambie definitivamente y que preste más atención a determinadas actitudes de los que le rodean, en especial de sus padres y de su amigo Pepe. Filtrado por el yo narrador adulto, podemos intuir lo que va cristalizando en la mente del niño y el desarrollo de una sensibilidad y de unas ideas que anuncian lo que hará en los próximos años. Como todos los niños, lo que ocurre a su alrededor le desconcierta, por eso espía: espía los ruidos mientras protege a su hermana, espía el comportamiento de sus padres, de su amigo en el molino. Necesita atar certezas porque el mundo ha irrumpido, definitavamente, en su biografía. Aunque sea en una mezcla entre lo que intuye, lo que escucha, lo que le cuentan y las leyendas, como la de Cencerro, el guerrillero que renace.


Noticias de nuestra lectura

Si queréis saber cómo Nino conoció el mar, no dejéis de leer la entrada de Asun con piscinas naturales.

Merche Pallarés centra otro de los temas fundamentales de la novela: el descubrimiento, al mismo tiempo, del amor y el odio, como dos caras invevitables de la misma moneda.

Mª Ángeles Merino comenta también este momento central, en el que el mundo ha cambiado alrededor de Nino.

Paco Cuesta analiza una de las sensaciones de la novela, tan real que atenazó a la sociedad española durante demasiado tiempo: el miedo.

jueves, 27 de septiembre de 2012

La voz narradora



Uno de los aciertos de El lector de Julio Verne es la voz narradora. La construcción del narrador nace de un cruce entre los recuerdos y el momento recordado. Inicialmente, Nino narra lo que vivió a los nueve años, pero tamiza esos recuerdos con su presente: no es un niño, sino un adulto que recuerda y para hacerlo se pone a la altura de los ojos de un niño pero con la selección de detalles de un adulto. Es una difícil opción narradora que está en los genes de la novela a partir de El Lazarillo de Tormes y que debe jugar con la inteligencia del lector sin violentar la mirada infantil. Elige para ello el momento en el que todo cambió en su vida, en el que, de pronto, comenzó a tomar conciencia de muchas cosas que recordará más tarde. Entre ellas, su propia decisión de no ser guardia civil como su padre o la experiencia de conocer a una persona que trasformará su vida, Pepe el portugués.

El inicio de la narración es, gracias a esa opción de voz narradora, pura sensación y, con todo el acierto, produce una corriente de afinidad con los lectores de cierta edad, una empatía que atrapa la atención. Todos los que tenemos unos años recordamos esa sensación del frío, cuando las casas y la vida no estaban tan acondicionadas para combatirlo como ahora. Las frases que dedica Almudena Grandes al momento de despertar en la cama y percibir que ha llegado el frío, que la nariz y los brazos lo sienten, para refugiarse después en el confortable calor debajo de las mantas, consiguen, por su sencillez y por su universalidad, ser tan reconocibles que el lector alcanza a estar en esa misma cama. Una extraordinaria estrategia narrativa para que el libro nos atrape desde su inicio.


Noticias de nuestra lectura

Mª Ángeles Merino comenta e ilustra la forma en la que el protagonista avanza hacia el momento de tomar conciencia de las cosas que ocurrirán y darán sentido al resto de su vida.

Si queréis saber qué tiene que ver Hevia con el inicio de El lector de Julio Verne, no dejéis de leer esta entrada de Paco Cuesta.

Myriam dedica una acertada entrada a los sentimientos amorosos de Nino, siempre marcados por la experiencia infantil y, finalmente, llega a la conclusión de su excelente serie de entradas sobre esta novela, en la que radica la forma en la que los seres humanos nos adaptamos a las más brutales, incluso. Imprescindible.

Merche Pallarés se detiene con acierto en un momento imprescindible para comprender a Nino: la educación entre mujeres.


jueves, 20 de septiembre de 2012

La narración del conflicto de la guerra civil y sus consecuencias



Toda nación tiene varias circunstancias históricas que la han marcado. Se convierten de forma natural en ciclos literarios: los autores vuelven a ellas por varias razones. Todas ellas se pueden resumir en una: las naciones deben comprenderse en esos momentos claves para poder seguir adelante. Esto sucede más aun cuando determidas circunstancias históricas han dejado cicatrices tan profundas que todavía duelen en el presente.

En contra de lo que muchos dicen, aun caben muchos regresos a la Guerra civil española de 1936-1939, sus momentos previos y sus consecuencias. No es, en absoluto, una materia que se haya agotado. Como ya dijimos al leer Riña de gatos de Eduardo Mendoza, ahora parece que podemos abordar aquellos acontecimientos de otra manera porque, entre otras cosas, los tiempos y las estéticas son diferentes. Aun en una autora tan comprometida como Almudena Grandes, esto es cierto: hay una cierta forma de mirar los hechos como si ya no dolieran en condición de españoles y solo afectaran como una fábula de interés general que puede ser leída sin sentir el odio o la pasión de quien siente unas ideologías determinadas. Es algo que se observa desde hace unos años en la narrativa o en el cine español. Entre otras cosas, porque nunca se escribe para el pasado sino para el presente y, en la actualidad, la mayor parte de la población española ha nacido después de aquellos hechos. Por ello, la aproximación es de otra manera, que trasciende lo puramente nacional para buscar sentimientos universales.

Almudena Grandes, en sus Episodios de una Guerra interminable busca narrar aspectos hasta ahora no tan abordados por la novela española de lo que ocurrió tras el final de la Guerra civil y hacerlo desde miradas menos heroicas de lo habitual. Los protagonistas son personas normales situados en situaciones extraordinarias, como los protagonistas de Inés o la alegría o El lector de Julio Verne. Personas a los que la historia cercena la vida, irrumpiendo en lo cotidiano como un elefante en una cacharrería. A partir de ahí la mirada se agudiza: vivimos desde el lado más humano la tragedia histórica que contienen estas páginas.


Noticias de la lectura

Myriam ha publicado ya seis magníficas entradas con su aportación a la lectura, analizando los aspectos más significativos de ella. En la primera, establece la condición de la voz narradora -fundamental- y las trazas psicológicas de los padres del protagonista, junto a su relación con el entorno. En la segunda, analiza las relaciones emotivas entre los miembros de la familia. En la tercera, salta del núcleo familiar al del círculo de amigos del protagonista, una parte indispensable del crecimiento personal. En la cuarta, estudia la educación recibida por el mucho, tanto la oficial como esa otra que se va encontrando en otros lugares. En la quinta, el juego, otra faceta del aprendizaje humano que contrasta aun más con la tragedia que contiene la historia. Finalmente, en la sexta, trata el momento clave en el que el muchacho pierde la inocencia: la historia se le viene encima y desborda definitivamente su infancia.

Mª Ángeles Merino comienza la lectura con las palabras de presentación de Almudena Grandes -no os perdáis el video de su entrada- y un paseo por la nieve que ayuda a enmarcar la narración de forma simbólica.

Merche Pallarés resume el motor de arranque del libro: la mirada infantil. Esa estrategia narrativa es clave para comprener la estrategia inicial de la autora.

Paco Cuesta vuelve a dar otra lección de pulso lector: hasta la profundidad simbólica del frío.

jueves, 13 de septiembre de 2012

El lector de Julio Verne de Almudena Grandes en el club de lectura


Tal y como me había comprometido en su día, el primer título con el que retomamos el Club de Lectura de La Acequia es una novela de Almudena Grandes, El lector de Julio Verne, segunda entrega de sus Episodios de una Guerra interminable inaugurados con Inés y la alegría. Con estas obras, la autora pretende abordar las consecuencias de la Guerra civil en la sociedad española de la postguerra. Ya sabéis que, en contra de lo que opinan muchos, yo pienso que aun caben muchas formas de mirar aquellos tiempos y que desde hace unos se observa en la narrativa y el cine español un tipo de acercamiento nuevo favorecido por el tiempo trascurrido.

El formato del club será el mismo de siempre. Cada jueves -hasta el 11 de octubre incluido- haré una entrada en la que aobordaré aspectos concretos o generales de la novela y espero vuestros comentarios sobre ellos. También podéis publicar las aportaciones en vuestros propios blogs. Si me avisáis de que lo habéis hecho así, aquí daré cuenta de ello.

También podéis remitirme (a través de los comentarios, a mi correo electrónico o a mi cuenta de Facebook) todo tipo de sugerencias tanto sobre el formato del Club como sobre posibles lecturas futuras. Como sabéis, alternaremos obras recientes con clásicos.

Espero que la experiencia que, en su día, comenzamos con el Quijote, siga enriqueciéndonos a todos.

jueves, 7 de junio de 2012

El placer de la lectura colectiva y noticias de nuestra lecturas

Se puede leer para uno mismo. No importa el lugar ni el formato. Podemos leer para nosotros en el rincón más escondido de nuestra casa, en un jardín o en el metro. Podemos hacerlo con un libro en papel o en un soporte electrónico. Esta lectura íntima, que generalizó en occidente el desarrollo de la imprenta y la aparición de una clase social, la burguesía, que tenía el tiempo de ocio que construyó el hábito de la lectura, es necesaria: es la mejor forma de asimilar un texto, de hacerlo propio.

Pero también se puede leer en comunidad. Desde el inicio del texto escrito hay quien ha leído para otros que no sabían, no podían o no querían hacerlo. El texto leído así nos llega a través de la boca de otro, de la entonación de otro, de la expresión de otro, que puede ser un profesional o no de la lectura, pero que trasforma el texto para entregárnoslo. Curiosamente, esta forma, que era la más habitual hasta hace medio siglo, ha perdido fuerza e incluso muchos no logran adaptarse a ella con comodidad cuando alguien les lee. Hubo tiempos en los que se aprovechaban momentos en los que no se podía leer para que nos leyeran: en el trabajo, en el refectorio, en el oficio relgioso, un autor a la compañía a la que quería colocar su obra teatral, etc. Pero eran otros tiempos: para este tipo de lectura se necesita el tiempo y el sosiego necesario para reunirse en comunidad, cosa muy alejada de nuestro ritmo de vida actual.

Y hay otra forma de lectura colectiva que combina lo privado y lo público. Leer cada uno para sí el texto y luego comentarlo con un grupo, darlo vida entre varios y aprender unos de otros, porque cada texto se enrique con sus lectores. Desconfío siempre de aquellos que piden una única lectura para cada texto.

Desde el inicio del Club de lectura de La Acequia hemos construido una comunidad de lectores. Algunos siguen las lecturas de forma silenciosa, otros colaboran publicando sus comentarios o sus interpretaciones tanto aquí o en mi perfil de Facebook como en sus propios espacios.

Cerramos este curso del Club de lectura con mi agradecimiento a vuestra colaboración y participación en el proyecto. He aprendido mucho de vosotros y me gustaría seguir contando con vuestra ayuda a partir de septiembre.

Noticias de La Viuda valenciana


Paco Cuesta publicó una magnífica entrada subrayando las cuestiones esenciales de la adaptación televisiva de la obra de Lope. Imprescindible si queréis comprender las claves de cómo hacer bien este traspaso.

Algunas lecturas para el verano

A lo largo de las próximas semanas iré publicando, a sugerencia vuestra, algunos de los libros con los que llenaré mi verano. No os daré cuenta de los que pertenecen a mi profesión de forma específica, pero sí de aquellos que pueden ser de interés general.

Por ahora, os anuncio, porque sé que algunos necesitáis tiempo para locarlizar los títulos y otros queréis leerlos con calma antes, que el primer libro con el que comenzaremos el curso en septiembre será El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes. Ya os anunciaré el día en el que comenzaré a publicar mis comentarios.

Entre los libros que me acompañarán este verano se encuentran algunos con los que quiero comprender cómo se afrontaron momentos de crisis en otros tiempos. Comienzo con la relectura de la trilogía titulada La lucha por la vida de Pío Baroja, compuesta por tres novelas básicas de la literatura española: La busca, Mala hierba y Aurora roja. Completa la leí hace más de veinte años. Creo que ya toca volver a ella.

sábado, 2 de junio de 2012

El momento del compromiso. Miel de naranjas, de Imanol Uribe


Miel de naranjas, la nueva película de Imanol Uribe es un eficaz thriller ambientado en la postguerra española que se deja ver sin sorprender en ningún momento. Una película con mucho oficio a la que le falta garra, que aborda muchos aspectos ya tratados por la literatura y el cine sin profundizar en ninguno de ellos, que navega entre varios géneros sin conseguir unirlos, que puede gustar pero no entusiasma, que entretiene solo a condición de que no se le pida demasiado.

Quizá en Uribe haya pesado en exceso la fácil argumentación que alude al cansancio del público para ver argumentos ambientados en la guerra civil española y sus consecuencias en los primeros años del régimen franquista, como si aquellos acontecimientos ya no dieran para más y eso justificara el camino emprendido desde entonces por algunos artistas para presentar estos argumentos como si fueran ajenos. En realidad, es todo lo contrario de lo que se repite casi como consigna: aun caben muchas obras más sobre esos años, siempre y cuando se aborden de frente. Por hablar solo de algunos éxitos recientes, con perspectivas completamente diferentes, películas como El laberinto del fauno o Balada triste de trompeta, series de televisión como Amar en tiempos revueltos, novelas como El tiempo entre costuras (de la que hay evidentes resonancias en la trama de Miel de naranjas) o la serie de narraciones que Almudena Grandes dedica a esos tiempos y que también influyen en el guion de la película (El corazón helado, Inés y la alegría o El lector de Julio Verne), lo demuestran. De entre estos títulos, Miel de naranjas se encuentra más en la senda de Amar en tiempos revueltos y las novelas de Almudena Grandes y María Dueñas. Sus seguidores y lectores gustarán, sin duda, de la película de Uribe y a ellos se la recomiendo especialmente: cuidada ambientación -lo mejor de la película-, tramas con la suficiente intriga para mantener la atención, visión esperanzadora en mitad de los momentos más duros, sobresaltos cuidadosamente situados en el guion para renovar la fábula cuando comienza a decaer, empatía con los protagonistas y sus problemas puesto que podríamos ser cualquiera de nosotros, presentación de los conflictos políticos sin el lastre de evidentes tesis ideológicas, etc.

Quizá, como también vimos aquí con una de las últimas novelas de Eduardo Mendoza, Riña de gatos, ambientada en los meses previos a la Guerra civil, sea tiempo ya de tratar lo ocurrido en España durante los años treinta a cincuenta como si fueran historias en las que los españoles ya no estamos implicados. De hecho, hay una gran parte de la población que no ha nacido durante el régimen de Franco y, para aquellos que tienen menos de cuarenta años, el dictador no pasa de ser un nombre en los últimos temas de los libros de historia. Por eso, cada vez aparecen más obras en las que los argumentos ambientados en aquellos años se abordan con los convencionalismos de los géneros de amor o de espías sin la tensión ideológica con la que se hacía hasta hace un par de décadas. El mismo Uribe tiene, en los inicios de su filmogracía, buenos ejemplos de lo que digo. Pero esta opción no debe eximir de la profundidad de la mirada.

Miel de naranjas comienza como una película costumbrista en la que apreciamos la injusticia y arbitrariedad del régimen franquista, localizada simbólicamente en un tribunal militar en el que presta el servicio militar el protagonista, un joven con un origen familiar de izquierdas pero sin una alta conciencia política. Él solo quiere llevar una vida normal como maestro tras licenciarse. Después, la película gira hacia una historia de amor, la que tiene lugar entre este joven y su novia, sobrina del juez militar. Finalmente, en un nuevo giro del guion, se torna película de espías cuando el joven decide comprometerse ante el injusto fusilamiento de un conocido. A partir de ahí, se desarrolla la trama principal de la historia. Visto así, la primera parte de la película es la preparación de la intriga de espionaje y quizá resulte demasiado larga, pero gustará a aquellos que busquen o necesiten la ambientación y la historia de amor, todo ello resuelto de forma eficaz pero sin apasionamiento. Parte de esta falta de profundidad se debe al tratamiento de los espacios interiores, que predominan: decorados bien planteados como localización pero sin un tratamiento que los dote de más significado que el evidente. También a la plana presentación de la historia de amor, en la que tan solo se apuntan situaciones que deberían haberse explotado más como el conflicto entre la sobrina y el tío o la relación pasional de los jóvenes en un mundo tan gris y controlado moralmente.

Los actores desempeñan correctamente sus papeles, es decir, sin excesivos alardes, puesto que los personajes se plantean como meros instrumentos de la intriga: Blanca Suárez, que crece como actriz en los pocos momentos en los que la cámara se le acerca; Iban Gárate, que ejecuta a la perfección el carácter de un protagonista sin carácter -lo que le obliga a una actuación sin demasiado lucimiento y deberemos esperar a otros proyectos suyos para saber lo que lleva dentro como actor-. Otra cosa son dos secundarios: Ángela Molina, en el papel de la madre del protagonista, que cubre a la perfección su papel; y, especialmente, Karra Elejalde, que anula al resto cada vez que aparece en pantalla. Lo mismo puede decirse de la iluminación y la banda sonora: contribuyen a lo evidente y facilitan la comprensión, pero no llegan a tener un auténtico significado que levanten la película más allá de lo que es: una historia de espías desarrollada en la España de los años cincuenta como podría haber tenido lugar en la Alemania de Hitler o en la Unión Soviética. Una opción interesante que evidencia un cambio en las emociones de los españoles a la hora de recordar aquellos tiempos pero que le resta fuerza si, a cambio, no se intensifica la intriga, las pasiones o el conflicto de los personajes. Aquel por el que opta definitivamente Uribe es el de la toma de conciencia y el compromiso ante las injusticias, pero lo trata desde fuera, desde el argumento (lo que lo hace cómodo de seguir pero demasiado plano) y no desde dentro del personaje. Lo dicho, entretiene, pero no entusiasma.