El lector de Julio Verne narra la historia del compromiso ideológico en la lucha antifranquista, sus causas, el contexto sociológico en el que se desarrolla y su evolución a lo largo del tiempo hasta la Transición a la democracia que se dio tras la muerte del dictador. En la materia narrativa pesan mucho más los hechos ocurridos a finales de los años cuarenta, cuando el protagonista era un niño, que lo sucedido a partir de ahí, que se trata casi como los antiguos epílogos de las novelas realistas en los que, en pocas páginas, se daba cuenta de lo que había ocurrido con los personajes de la historia narrada.
A pesar del poco espacio narrativo que ocupa lo que le sucede a Nino en el resto de su vida, en estas páginas encontramos unas claves de comprensión de la actitud con la que la autora encara la historia que narra. El protagonista vive aun -mentalmente- en el monte. Lo vivido en su pueblo natal, las actitudes de las gentes a las que conoció, la necesidad de comprender los silencios tanto como las palabras, lo intuido en la Casa Cuartel de su infancia, la forma de actuar de su madre y de su padre, etc., explican todo lo que es, desde su habilidad para no ser detenido hasta su emoción al recibir el reconocimiento de Pepe el Portugués. Pasando por algo significativo: la defensa del compromiso mantenido por aquellos guerrilleros de su infancia y la tela de araña en la que consistían sus relaciones con la gente del lugar. Es desde este núcleo de pensamiento desde el que Almudena Grandes afronta la materia narrada y por eso mismo se explica que el libro sea, sobre todo, la narración de lo ocurrido en aquellos años cuarenta en los que terminó una forma de lucha contra la dictadura para comenzar otra.
El simbolismo del crecimiento físico de Nino en ese tiempo visualiza esa toma de conciencia del muchacho, explicada a partir de sus relaciones emocionales más que ideológicas: su relación con Pepe el Portugués, pero también la forma en la que sus padres se defienden para sobrevivir en una situación como aquella, así como en la conciencia de que una leyenda como la de Cencerro solo pudo darse en aquellos tiempos y nunca en unos más modernos. Así lo explica también la autora en la nota final que acompaña a la novela.
De esta forma, narrando los acontecimientos desde la óptica de un adulto que recuerda lo que vio de niño intentando conservar la forma en la que un menor comienza a comprender el mundo sin tener todas las claves, en una época en la que todo eran silencios y ocultación y se tenía que expresar con símbolos como la ropa tendida o canciones populares aparentemente inocentes, consigue la implicación del lector con lo narrado. Eso sí, solo si el lector está dispuesto a no entrar en el libro con prejuicios ideológicos.
Noticias de nuestras lecturas
Luz del Olmo confiesa su relación con este libro: esta confesión suya es parte de lo que atrae o repele al lector de la novela de Almudena Grandes. Aceptar la relación que tenemos con esas emociones explica si podemos o no avanzar hasta el final del texto.
Mª Ángeles Merino llega, en su relato ilustrado y oportuno -ahora diálogo con Nino- al momento en el que todo plasma el cambio que se introduce en el personaje, poseedor ya de secretos que deberá callar durante tantos años...
Esta es la última entrada correspondiente a El lector de Julio Verne, aunque seguiré dando cuenta de las que publiquen aquellos que hayan seguido esta lectura. Aunque he meditado mucho sobre la continuidad de esta sección -tanto en el formato virtual como en el presencial-, así como de mi blog -confieso ahora que he estado a punto de cerrarlo en las semanas pasadas-, sigo agarrándome a la idea original del proyecto y continuamos adelante.
Para ajustar el ritmo de la lectura en La Acequia con la que se da en el Club de lectura presencial que mantengo en las aulas de mi Universidad y facilitar la organización de aquellos que siguen las lecturas que propongo, haremos una pausa de unas semanas en las que seguiré publicando entradas los jueves, aunque, en este caso, sobre el placer de la lectura. Os animo a aquellos que queráis hacerlo, que contéis vuestras experiencias como lectores, de las que daré cuenta aquí los próximos jueves: cuándo os iniciasteis a la lectura de libros y con qué títulos, qué obras os han marcado, qué supone para vosotros leer, diferencias generacionales que observáis con los lectores más jóvenes de ahora, nuevos formatos, etc.
Una vez coordinados ambos formatos del Club -el virtual y el presencial-, seguiremos leyendo por este orden: la trilogía de Pío Baroja La lucha por la vida nos ocupará tres meses, como ya os anuncié antes de verano, en diciembre-enero leeremos La busca (1904), en enero-febrero Mala hierba (1904) y en marzo-abril Aurora roja (1904). En abril, La marca del meridiano (2012), de Lorenzo Silva (2012); en mayo Campos de Castilla (1912) de Antonio Machado. Finalizaremos en junio con la lectura de El Hereje (1998) de Miguel Delibes, para la que contamos con la inestimable aportación que hizo nuestro querido Pancho en su blog hermano, la mejor guía de lectura sobre esta obra. A propuesta de los participantes en el club de lectura presencial, se organizará, como fin de fiesta, una visita a la ruta que, en la ciudad de Valladolid, se celebra por los lugares en los que trascurre esta novela, con comida incluida. Por supuesto, la participación en esta excursión está abierta a todos aquellos que os apuntéis, aunque hay cierta limitación de plazas. Ya os avisaré en su momento de cómo podéis inscribiros.
Propuestas para el Club de lectura de La Acequia
Esta es la última entrada correspondiente a El lector de Julio Verne, aunque seguiré dando cuenta de las que publiquen aquellos que hayan seguido esta lectura. Aunque he meditado mucho sobre la continuidad de esta sección -tanto en el formato virtual como en el presencial-, así como de mi blog -confieso ahora que he estado a punto de cerrarlo en las semanas pasadas-, sigo agarrándome a la idea original del proyecto y continuamos adelante.
Para ajustar el ritmo de la lectura en La Acequia con la que se da en el Club de lectura presencial que mantengo en las aulas de mi Universidad y facilitar la organización de aquellos que siguen las lecturas que propongo, haremos una pausa de unas semanas en las que seguiré publicando entradas los jueves, aunque, en este caso, sobre el placer de la lectura. Os animo a aquellos que queráis hacerlo, que contéis vuestras experiencias como lectores, de las que daré cuenta aquí los próximos jueves: cuándo os iniciasteis a la lectura de libros y con qué títulos, qué obras os han marcado, qué supone para vosotros leer, diferencias generacionales que observáis con los lectores más jóvenes de ahora, nuevos formatos, etc.
Una vez coordinados ambos formatos del Club -el virtual y el presencial-, seguiremos leyendo por este orden: la trilogía de Pío Baroja La lucha por la vida nos ocupará tres meses, como ya os anuncié antes de verano, en diciembre-enero leeremos La busca (1904), en enero-febrero Mala hierba (1904) y en marzo-abril Aurora roja (1904). En abril, La marca del meridiano (2012), de Lorenzo Silva (2012); en mayo Campos de Castilla (1912) de Antonio Machado. Finalizaremos en junio con la lectura de El Hereje (1998) de Miguel Delibes, para la que contamos con la inestimable aportación que hizo nuestro querido Pancho en su blog hermano, la mejor guía de lectura sobre esta obra. A propuesta de los participantes en el club de lectura presencial, se organizará, como fin de fiesta, una visita a la ruta que, en la ciudad de Valladolid, se celebra por los lugares en los que trascurre esta novela, con comida incluida. Por supuesto, la participación en esta excursión está abierta a todos aquellos que os apuntéis, aunque hay cierta limitación de plazas. Ya os avisaré en su momento de cómo podéis inscribiros.
Esta entrada no pudo publicarse el jueves pasado,
espero que sepáis disculpar la falta