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lunes, 10 de enero de 2022

El relato de lo vivido

 


(Los buenos deseos de Año Nuevo se amontonan en las escombreras de enero.)

En la Universidad imparto un monográfico sobre las emociones en la literatura y hoy he querido hablar de cuando la literatura se convierte en eje central de las mismas. Nos emocionamos ante muchas cosas: la visión de un atardecer, por ejemplo, pero esta emoción es efímera. Para retenerla debemos convertirla en un objeto, una fotografía, que nos permitirá evocar la emoción al contemplarla. Hay otra forma más intensa, relatarla, que el objeto en el que convertimos la emoción sea el texto literario. Al trasformarla en un relato damos una nueva vida a aquella emoción primera y se convierte en sustancia misma de una nueva emoción en cada relectura. Besamos, por ejemplo, y ese beso se convierte en memorable en nuestro recuerdo. Para que este beso sea más, debemos relatarlo: el beso en la mejilla de de Miguel Hernández a Josefina Manresa cuando eran novios (Te me mueres de casta y de sencilla). Si queremos que sea aún más, lo elevamos a un beso dentro de otro beso, dentro de otro. En la rima XXIX (35), Gustavo Adolfo Bécquer nos cuenta un beso que es más que un beso (Sobre la falda tenía). Este beso de los personajes de la rima nos lleva a otro, el de Francesca de Rimini y Paolo Malatesta que nos cuenta Dante en el Canto V de la Divina Comedia. Un beso que les costó la vida cuando el marido de Francesca y hermano de Paolo los sorprende y mata. Allá están, en el Infierno, y Dante se apiada de los amantes y los comprende. Francesca le cuenta que ellos se besaron cuando en el libro que leían se besaban Lancelot y Ginebra, esposa del rey Arturo. De pronto comprendemos el primer beso y sabemos que los personajes de Bécquer se besan en contra de las convenciones sociales y que se atreven a romperlas y dar cauce a sus emociones porque son lectores. Quizá se amen, pero mucho más ha tenido que ver la literatura: ha creado la situación en la que la emoción permite el beso. Quizá otros amantes se hayan besado al leer la rima becqueriana. Llega un momento en la vida en el que comprendes que la emoción más sublime es el relato de lo vivido.

miércoles, 28 de enero de 2015

La Divina Comedia de Dante ilustrada por Salvador Dalí


La historia del encargo que recibiera Salvador Dalí para ilustrar la Divina Comedia de Dante con motivo de las conmemoraciones programadas para celebrar el  séptimo centenario del nacimiento del poeta recoge diferentes incidentes hasta que viera la luz definitivamente en 1964. Sea como sea, el resultado es el encuentro de dos genios del arte. El punto de partida, el texto clásico de Dante con toda su fuerza, en ese camino de depuración desde el infierno hasta el cielo que es, a la vez, una vía moral pero -y sobre todo- un caminar poético. A Dalí debió motivarle y mucho el encargo más allá de por las ganancias económicas que jamás despreciara. Si hay un artista contemporáneo que pueda ir más allá de la mera ilustración del texto de Dante para dialogar con él y profundizar en una visión plena de modernidad ese es, sin duda, Salvador Dalí. Por una parte, el texto que traza con su alegoría la frontera de lo medieval a lo renacentista, de un mundo teológico a un mundo humano, de una poética medievalizante a otra humanística. No es de extrañar que la grandeza de sus versos y la fuerza de sus imágenes y su pensamiento haya supuesto un reto para artistas plásticos de todas las épocas y que su influencia todavía pueda percibirse viva y fecunda en juegos intertextuales más o menos explícitos de obras literarias contemporáneas (recordemos aquí la trilogía de Óscar Esquivias que nos ocupó varios meses de nuestro club de lectura). Por otra parte, Salvador Dalí, lleno de surrealismo y empapado de imágenes y obsesiones que trasladará a sus ilustraciones de la obra de Dante. En estas son reconocibles sus trazos, sus paisajes, motivos y temas recurrentes.

Después de recorrer otras ciudades, llega a Valladolid la exposición Dalí. La Divina Comedia (Sala Municipal de exposiciones del Museo de Pasión, hasta el 1 de marzo), que muestra con acierto el centenar de ilustraciones que no puede perderse ningún aficionado. Quizá el folleto podría haber estado mejor redactado y se debería haber completado la información con otros elementos, pero es suficiente el motivo de encontrarse con este recorrido de perfección personal y artística que es, en definitiva, el encuentro entre ambos genios.

jueves, 4 de agosto de 2011

Un poema cabe en un verso y noticias de nuestra lectura.


La rima 53/XXIX (Sobre la falda tenía) es perfecta técnicamente y contiene una intencionada mirada artística que se va desplegando por capas de tal manera que puede contentar a un variado tipo de lectores.

En principio es, en verso, una estampa que los pintores románticos intentaron atrapar decenas de veces: la imagen de una pareja de jóvenes lectores enamorados. Bécquer, en esto, no puede ser más de su época: la mujer que lee sirve de inspiración a los artistas del momento porque ya es una realidad social innegable. Curiosamente, en la actitud ensimismada de la lectora -que lee desentendiéndose de todo lo que hay a su alrededor o que ha dejado abandonado por un momento el libro, que sostiene con ensayado desmayo sobre su falda, para mirar hacia el vacío aunque, en realidad, mira hacia dentro de su propia fantasía- hay un componente de evidente sensualidad, de elegante sensualidad, como el que representará mucho tiempo después el de la fumadora. Pocos saben que Bécquer, entre sus muchos proyectos, quiso lanzar una colección de obras de lectura exclusivamente dirigida para la mujer con una evidente finalidad comercial. La incorporación de la mujer de clase media a la lectura de novelas es muy anterior, por supuesto, pero solo a mediados del siglo XIX es tan evidente, tan pública y constituye un mercado editorial tan importante y en crecimiento hasta hoy. De hecho, muchos escritores ya escribían pensando en este público potencial bien con fines meramente comerciales bien con intención de influir en el comportamiento de la mujer desde perspectivas ideológicas muy diversas (o ambas cosas a la vez). El éxito era creciente, para escándalo de los moralistas conservadores, que condenaban esta costumbre porque la consideraban peligrosa para su educación sentimental.

Cuando a la lectora le acompaña su enamorado, todo adquiere un significado evidente:

Sobre la falda tenía
el libro abierto;
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros;
no veíamos las letras
ninguno, creo,
y, sin embargo, guardábamos
hondo silencio.

Es una escena estática, de la que se podría haber obtenido una fotografía de época con un significado costumbrista -evidentemente, de un costumbrismo bien diferente al que retrataba los oficios que desaparecían en el cambio histórico que se producía en aquellos momentos-. Un encuentro de dos amantes en un lugar apartado, con la excusa de leer juntos un libro. Pero las pasiones se han desbordado, como era de esperar, por otra parte. De hecho, esa convulsión sentimental está representada de una forma radicalmente moderna y rupturista para su época: la mezcla de versos de ritmos par e impar en una misma composición que da la sensación de inestabilidad, de que algo está pasando aunque no lo parezca. Y es justo esa pasión interior, reforzada por la métrica, la que rompe el estatismo para que estalle la pasión:

¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Solo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Solo sçe que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestos ojos se hallaron
y sonó un beso.

Bécquer nos ha contado la anécdota con suma perfección técnica: nos ha llevado al beso de forma progresiva pero inevitable. Pero no se queda ahí, porque no es su intención y da un salto. En una primera lectura parece que el argumento de la rima continúa, sin más, lo dicho. Los amantes dialogan brevemente -retoman, en realidad, un diálogo interrumpido por la conmoción pasional- y explican lo que les ha pasado a través de la lectura:

Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos
yo dije trémulo:
-¿Comprendes ya que un pomea
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
-¡Ya lo comprendo!

Pero lo que parece sencillo es, en realidad, un juego complejo de espejos y metaliteratura. Un guiño por el que Bécquer nos lleva donde él quiere llegar en realidad: a la literatura. Hay un salto en el poema, que corresponde con el salto de intensa emoción provocado por el beso y representado, en la escritura, por los puntos suspensivos que se escriben tras el beso. Pero este silencio es parte del poema: en realidad es lo que lo explica. En los puntos suspensivos se halla todo lo que significa lo que ha ocurrido antes -que prepara este silencio- como lo que ocurre después -que lo explica-. Bécquer escribe el poema entero para explicar justamente esos puntos suspensivos, que es en donde radica de verdad el poema: es decir, lo que no se puede explicar con la palabra sino a través del lenguaje metafórico. La experiencia de la belleza solo puede sentirse: a través de la lectura del verso de Dante con el que arranca el poema (La bocca mi bacciò tutto tremante...), a través del beso de los dos amantes. Dos experiencias en los que los protagonistas han estado tan cerca de la belleza que no necesitan palabras para explicarla. Excelente paráfrasis del texto de Dante: lo explica y amplía, precisamente, a través del silencio.

En esta estrofa final no la explican, solo la aceptan.

En Bécquer todo esto se hace a través de un hermoso y certero juego de espejos: en el verso de Dante (Divina Comedia, Infierno, Canto V), Francesca de Rímini cuenta que Paolo la besó mientras leían una narración en la que Lancelot besaba a Ginebra (seguirá la muerte violenta de ambos al ser descubiertos por el marido y la condena al infierno, que con fineza Dante hace derivar de un hecho desencadenado por la lectura de un libro). Bécquer hace que sus enamorados repitan la misma acción. Interesante planteamiento y relectura becqueriana del texto clásico que, a su vez, parte de otra lectura de un texto caballeresco: Fracesca y Paolo están en el Infierno porque su amor era adúltero, pero Dante se apiada de ellos precisamente por su condición de amantes y su aceptación del sufrimiento que ello les acarrea. Otro dato que puede aclarar la intención de Bécquer: en la Divina Comedia, Francesca cuenta, ante una pregunta directa del mismo Dante, que se enamoraron precisamente en ese momento de la lectura, cuando llegan al instante en el que Lancelot besa la risa amada (il disiato riso) y algo les impulso a imitar el gesto. Bécquer continúa el bucle literario ideado por Dante (cuya obra también es un camino hacia el descubrimiento de la poesía mucho más que un viaje alegórico) y lo actualiza para el siglo XIX. Pero, a la vez, lo usa para explicar cómo la belleza -que es el fin último de la poesía- no puede ponerse en palabras más que por aproximación. O, como en este caso, a través del silencio.

Incluso aquellos que lean esta rima solo desde el argumento intuyen toda esta belleza. Es sobre todo por estas razones por las que Bécquer debe leerse hoy.

Noticias de Bécquer

Cecilia publica una entrada en la que se juntan la experiencia personal con Bécquer y una razón certera: en los estudios de literatura, al llegar a Bécquer, por muy mal que nos lo explicaran, el joven estudiante detectaba que algo había cambiado y comenzaba a entrar en territorio conocido.

Ele Bergón recrea con sutileza y contención la leyenda becqueriana Los ojos verdes. Después, resume con inteligencia, en un solo párrafo, Maese Pérez el organista.

Mª Ángeles Merino, nuestra Abejita de la Vega, da toda una lección de cómo se interioriza, actualiza e ilustra una leyenda como La promesa.


En este enlace podrás encontrar las instrucciones para seguir la lectura de la obra de Bécquer en La Acequia, con los índices de las entradas. Si me he olvidado de alguien, avisadme para corregir el error.

Noticias de la lectura de la trilogía dantesca de Óscar Esquivias



Os invito a participar en esta lectura colectiva y virtual de la trilogía dantesca de Óscar Esquivias, continuando la variedad de estilos, propósitos y miradas que nos han enriquecido la lectura del texto cervantino en los dos últimos años.

Noticias de la lectura del Quijote 

La lectura del Quijote se convierte en proyecto permanente de La Acequia (en este enlace) al que se puede incorporar todo aquel que lo desee en cualquier momento y, por lo tanto, seguiré  publicando, periódicamente, las noticias correspondientes.

Relación de próximas lecturas

Septiembre: Riña de gatos, de Eduardo Mendoza.



De octubre a enero: Sonatas de Valle Inclán. El orden de lectura de estas novelas no corresponderá con el de la cronología interna de la obra sino con el de su publicación, para experimentar cómo construyó Valle la biografía de su personaje y cómo lo recibieron los lectores de su época


martes, 11 de noviembre de 2008

La puerta del infierno


Las puertas de nuestros infiernos no tienen la grandeza que deseamos o que vimos tantas veces en las obras de arte. Muchos soñaron gestos sublimes para cruzarlas, pero suele ocurrir que, al traspasarlas, lo que hay más allá es lo que ya conocíamos porque lo llevábamos dentro: nuestros infiernos nos acompañan. Abandona toda esperanza, dijo el Dante cuando se encontró una de estas puertas sin la mano amorosa de Beatriz. En el fondo, hasta la esperanza se nos ha vuelto cotidiana y de bolsillo y, quizá por eso, ni las puertas del infierno son ya lo que eran. Será cosa de la crisis del ladrillo, que a todas partes llega.

martes, 1 de abril de 2008

Melena en disolución con Liszt de fondo

Mi amigo Teo me relata el concierto del lunes pasado de la pianista Judith Jáuregui, al que no pude asistir. Me insiste en su brillante interpretración de Después de una lectura de Dante. Fantasía casi Sonata del músico romántico Franz Liszt y me da pie forzado para esta entrada de hoy, a la que casi no llego, abrumado por el tiempo y la fatiga, a punto de convertirse en la entrada de mañana. Después de una lectura de la obra de Dante, acompañado de la fantasía de Liszt, confieso de nuevo que me gustaría haber tenido la oportunidad de aprender música, descifrar el misterio de las notas más allá de leerlas en el pentagrama y comprender tantas cosas que ya para mí quedarán oscuras para siempre.
Con Liszt de fondo, reclamo el volumen de La Divina Comedia mientras tengo un recuerdo para Isaac González Toribio, que lo ha recorrido estas vacaciones, y para mi querido Óscar Esquivias cuya trilogía dantesca ya he comentado aquí y del que volveré a dar buenas noticias en breve. Acaricio el libro y lo recorro como un iniciado en la contemplación de sus secretos hasta llegar al Paraíso y dejarme deslumbrar, anticipándola, por la aparición de Beatriz:
Fatto avea di là mane e di qua sera
tal foce, e quasi tutto era là bianco
quello emisperio, e l'altra parte nera,

quando Beatrice in sul sinistro fianco
vidi rivolta e riguardar nel sole:
aguglia sì non li s'affisse unquanco.

E sì come secondo raggio suole
uscir del primo e risalire in suso,
pur come pelegrin che tornar vuole,

così de l'atto suo, per li occhi infuso
ne l'imagine mia, il mio si fece,
e fissi li occhi al sole oltre nostr' uso.
Y miré fijo al sol, cual nunca hacemos: en este mundo extraño, encontrar la melena en disolución de la amada, mientras resplandece al sol del rostro, es lo que tantas veces nos salva. Melena en disolución, como en la foto, decidida en cascada que nos refugia, un instante suficiente, del mundo.
Perdonadme, hoy es tarde, estoy cansado y tenía ganas de hablar de otras cosas antes de volver al óxido de los días.

viernes, 12 de enero de 2007

El verdadero rostro de Dante

Un grupo de especialistas de la Facultad de Ingeniería de Bolonia ha reconstruido el verdadero rostro de Dante a partir del cráneo del poeta encontrado en 1921. Los especialistas parecen haber sentido alivio cuando han podido demostrar que la nariz de Alighieri no era aguileña. Según parece era grande y alargada y un poco torcida, pero no aguileña. También han demostrado que ni su frente ni su barbilla eran como se creía. Es decir, Dante era feo pero no tenía el perfil con el que ha pasado a la historia. "Hemos restituido a Dante su verdadera humanidad", han declarado.
¿Es ese el verdadero rostro de Dante?
Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura
ché la diritta via era smarrita.
Para mí, Dante está entre la anterior estrofa y esta otra:
A l'alta fantasia qui mancò possa;
ma già volgeva il mio disio e 'l velle,
sì come rota ch'igualmente è mossa,
l'amor che move il sole e l'altre stelle.
Sinceramente, la nariz de Dante es bien poca cosa.