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sábado, 28 de junio de 2014

La Residencia de Estudiantes. La cultura de la Edad de Plata y Valladolid


Al interesante programa de actividades que se han organizado desde que se conmemorara el centenario de la Residencia de Estudiantes, se suma ahora esta exposición que añade la vinculación de varios residentes con la ciudad de Valladolid (Sala Municipal de Exposiciones de la Casa Revilla de Valladolid, hasta el 20 de julio).

Organizada por Acción Cultural Española, el Ayuntamiento de Valladolid, la Residencia de Estudiantes y El Norte de Castilla, repasa primero la importancia que tuvo la Residencia desde su fundación por la Junta de Ampliación de Estudios en 1910 hasta 1936, cuando la Guerra civil vino a cerrarla. La Residencia fue uno de los proyectos más notables de educación superior en España y su disolución por el régimen dictatorial de Franco una de las cosas que más debe lamentar la cultura española. Un efecto de su cierre fue la destrucción de un verdadero tejido cultural y científico sostenible. De ese vacío tardó medio siglo la Universidad y la cultura española en recuperarse, si es que alguna vez lo hizo.

Por otra parte, la Residencia no era un proyecto aislado sino la culminación más visible de todo un programa de educación laica, moderna y con unos valores cívicos, de igualdad y progreso que buscaba tanto la mejora del país en su conjunto como la excelencia de las individualidades a las que, además, se les inculcaba su condición de deudores con una sociedad que les apoyaba. Próxima a los ideales de la Institución Libre de Enseñanza y el krausismo, suponía el broche de un proyecto educativo que abarcaba todos los niveles. Basta repasar los nombres de los científicos, intelectuales y artistas vinculados a la Residencia para comprenderlo. La Residencia adoptaba gran parte de las innovaciones de los campus anglosajones y, además, valoraba el intercambio activo entre los residentes de varias ramas. No se entendía la educación en apartados estancos como se favorece ahora sino la eficaz convivencia entre las ciencias, las humanidades y los estudios técnicos. Fomentó también un programa activo de becas para que pudieran acceder estudiantes menos favorecidos económicamente, la educación integral y cívica y la incorporación activa de la mujer a los estudios superiores. También la divulgación de los conocimientos y descubrimientos científicos mundiales: allí dieron conferencias Einstein, Curie o Le Corbusier. Su programa de actividades y publicaciones asombra todavía hoy.

La vinculación vallisoletana con la Residencia no fue menor. Una de los efectos del impulso cultural de aquella época fue el establecimiento de una red con nudos en casi todas las capitales de provincia. Algunos jóvenes vallisoletanos estuvieron vinculados directamente con la Residencia, como Jorge Guillén (integrante del Grupo del 27) o Pío del Río Hortega (excelente médico e investigador). Pero es más interesante aún la extensión de lo que ocurría en la Residencia o en sus proximidades a estas capitales de provincia. En el caso de Valladolid, Jorge Guillén sirvió de puente para que a Valladolid llegaran Alberti o Lorca y fueran recibidos por escritores locales como José María Luelmo o Francisco Pino, impulsores también de revistas en cuyas páginas colaboraron.

Esta exposición nos brinda una nueva ocasión para meditar sobre la historia cultural de España, que tanto ha crecido a empujones por culpa de la violenta actuación de tantos contra todo lo que suponía modernizar el país.