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jueves, 15 de octubre de 2020

Esquirlas [Aforismos] de Atilano Sevillano

 


La trayectoria literaria de Atilano Sevillano (Argusino de Sayago, Zamora, 1954) comenzó a finales de los años noventa y, desde entonces, ha publicado con asiduidad, cultivando tanto la poesía como la prosa desde su inicial poemario Presencia indebida (Devenir, 1999). Es también uno de los poetas visuales más interesantes de las últimas décadas en el panorama castellano leonés. En los últimos años se ha decantado por los géneros breves, con un buen muestrario que abarca desde la prosa (De los derroteros de la palabra, 2010, Lady Ofelia y otros microrrelatos, 2015, Al pie de la letra. Microrrelatos de la A a la Z, 2017, Minificciones de diván, 208) hasta la poesía (dimos cuenta aquí de su más reciente poemario, Trazos. Haikus y otros poemas breves, 2020). En esta vertiente, era lógico que se encontrara antes o después con el aforismo, que vive en España una época de gran cultivo en las últimas décadas. Producto de ese feliz encuentro es Esquirlas (Alhulia, 2020).

El volumen se divide en tres cuadernos: Volátiles, Nótulas y Pecios precedidos de un prólogo en el que el autor define su concepción del aforismo. En esta definición, Atilano Sevillano no pretende ser original (es casi imposible serlo tras el abundante aparato de definiciones y estudios sobre el género), pero asienta bien el camino por el que decide transitar el autor, que se aleja conscientemente de la mera ocurrencia o la brillantez formal sin más, tan frecuente en las redes sociales. Tras un brevísimo repaso de la evolución del aforismo y su alejamiento actual de la antigua moralidad o condición retórica o sentenciosa, da en una clave que le sirve como estructura de construcción: A pesar de su apariencia fragmentaria, el aforismo constituye una plenitud textual mínima y están escritos con una marcada intencionalidad estética. Si se han de señalar las cualidades exigibles al aforismo, vendrían a ser estas: sorpresa, pensamientos, poesía y dicción contenida.

Los trescientos aforismos del libro abordan una gran variedad de temas, pero abundan los literarios (metaliterarios, en muchas ocasiones) y el pensamiento filosófico. Correspondiendo a la edad madura en la que han sido escritos, se nos presentan como reflexiones vitales con una fuerte carga irónica y humorística, que los aleja convenientemente de la severidad de la sentencia clásica para convertirlos, como mucho, en verdades provisionales, tal y como los define el autor: Todo aforismo es subjetivo (...) y viene a ser un atajo, el camino más corto y el pensamiento.

El título de la primera sección, Volátiles, alude a esa condición del aforismo, que se convierte en elemento de apariencia ligera, capaz de surcar el mundo para atarlo en imágenes de conceptos aparentemente separados a través del ingenio. Esta condición se asocia al aforismo desde siempre y expresamente en aquel inteligente Diario volátil de Miguel Sánchez Ostiz. En la segunda, Nótulas, se rinde tributo expreso a Cristóbal Serra (1922-2012), que así llamaba a sus reflexiones y textos aforísticos. Un juego humorístico conceptual con el que se define la intencionalidad de referencia y anotación sobre todo del género. Y en la tercera, Pecios, el volumen se adentra en la profundidad de los significados con los que el aforismo explica con brevedad toda una filosofía y actitud vital. Así era como titulaba sus ensayos más breves Rafael Sánchez Ferlosio (1927-2019), reunidos en un volumen que nunca debería faltar en cualquier biblioteca, Campo de retamas. Es difícil que no sean conscientes estas referencias en un autor como Atilano Sevillano, que también es fino lector, pero podrían ser decantación de lecturas que van llegando a quien las acumula con sentido. De hecho, una de las circunstancias más notables de los aforistas de profundidad y no ocasionales es el conocimiento pleno de la evolución y el cultivo de género que practican para construir la referencia y la originalidad. Una de las grandes diferencias entre unos y otros.

De la mano de esas referencias y las citas iniciales (Bergamín, Bufalino, Zaid, Kraux y Sukhorukov), Atilano ofrece al lector unos textos brillantes, llenos de lucidez, humor y metaliteratura. El primero de la colección es toda una declaración de intenciones: Estamos hechos del sabor de los sueños. Le siguen otros con el tratamiento irónico de los tópicos literarios vistos desde ángulos diferentes (Amor cuántico: entre ella y nosotros nada fue posible), la cercanía a la greguería (La muerte es un reloj en marcha y sin saetas), la paradoja que une el ingenio expresivo con la profundidad del mensaje (Vivir suele acortar la vida), la metaliteratura (La poesía, cuando es verdadera poesía, es siempre búsqueda e interrogación), la condensación de la experiencia vital (Estamos aquí para descubrirnos a nosotros mismos. De poco sirve cerrar los ojos) o una certera definición del género, que lo es también de todo en la existencia (¡Brevedad, cuán larga siempre pareces!).

Atilano Sevillano ha escrito un gran libro de aforismos. Estas esquirlas que son astillas, diminutas en apariencia, pero que son capaces de penetrar en la mente del lector y permanecer en ella para provocar una meditación más amplia, la complicidad y el hallazgo de la pieza mayor de la que se han desprendido para tener vida autónoma.

Cierra el conjunto un juguetón, inteligente y provocador Post Scriptum, que invita al lector directamente aludido (impreciso huésped del libro), a incurrir en el aforismo.

Pinchando en este enlace podréis ver la presentación del libro que se ha desarrollado esta tarde en el programa Valladolid Letraherido, en la que acompaño al autor en la mesa.

martes, 22 de septiembre de 2020

Trazos. Haikus y otros poemas breves de Atilano Sevillano

 


Atilano Sevillano (Argusino de Sayago, Zamora, 1954), se embarcó hace un tiempo en la aventura literaria de abordar todos lo géneros breves que se cultivan en la actualidad y de los que él ya venía dando buena muestra desde el inicio de su producción literaria. A falta de alguna entrega más, ha publicado relatos breves y microrrelatos en De los derroteros de la palabra (2010), Lady Ofelia y otros microrrelatos (2015), Al pie de la letra. Micorrelatos de la A a la Z (2017) y Minificciones de diván (2018). Recientemente ha salido al mercado su libro de aforismos, Esquirlas (2020). Con Trazos aborda la poesía breve de origen japonés, presente también en obras anteriores suyas. Es autor de los libros de poesía Presencia indebida (1999) y Hojas volanderas (2008). Sus escritos se caracterizan siempre por la precisión en el lenguaje, el acierto de la expresión y la imagen adecuada que desvela el sentimiento o lo que no parecería verse a primera vista.

Trazos. Haikus y otros poemas breves (Vitruvio, 2020) cuenta con un excelente prólogo de José Antonio Olmedo López-Amor, poeta y crítico literario, que ilumina correctamente al lector para comprender los poemas del volumen, tanto en su línea de procedencia oriental como en su contenido. Como digo, en este volumen, el autor parte de las formas poéticas de la tradición japonesa: la tanka, el haiku y el senryu, todas ellas conocidas e imitadas en Occidente desde hace más de un siglo, tiempo en el que han derivado hacia verdaderos éxitos en la adaptación a una nueva lengua y manera de ver el mundo, pero también hacia fórmulas amaneradas y resultados empobrecedores por mecánicos y previsibles. El prestigio de estas formas poéticas y su cultivo en los últimos años ha dado cosechas de libros reprochables en su totalidad, tanto por no saber medir bien el hilo que debe mantenerlas en su origen como el equilibro con un nuevo decir que resulte correcto y creíble. No es este el caso de Trazos, en el que observamos una cuidadosa apropiación personal de estas formas métricas a partir del canon de la adaptación en España.

El libro consta de tres secciones, cada una de ellas correspondiente a una de esa formas japonesas. En la primera, Susurros de tankas, el autor trabaja con esta estrofa. Se divide en tres partes: Kokoro (es un concepto japonés que hace referencia a la integración de la mente, el espíritu y el corazón), en donde encontramos poemas que cantan la unidad producida casi siempre por el amor, que lleva a la exaltación del momento como plenitud (Ya te instalaste/ en primavera nueva/ como el gorrión./ Ya no habrá más invierno/ en ruda fortaleza); Del poema, que reúne textos metapoéticos, en los que todo se explica, nace o termina en la escritura (Es bien sabido/ que el paisaje se crea/ en el poema./ Si habitamos el centro, se detiene el lenguaje); Tempus fugit, a partir de este tópico literario, tan presente también en la poesía tradicional oriental (La eternidad/ no es la suma de tiempos,/ es el olvido./ Nada perdura siempre,/ me despido del año).

La segunda sección, Instantes se divide en Flor de cerezo, Canícula, Viento de otoño y Nieve. Se trata de haikus que mantienen uno de los principios básicos de esta estrofa, que debe llevar dentro el trascurrir del tiempo, marcado aquí con las estaciones, a partir de una fugaz imagen que lo expresa (un día más/ picotea en el sendero/ el gorrioncillo).

La tercera y última de las secciones se titula Rumor de senryus, dividida en De la ciudad, Cuitas y Ráfagas. En ellos hay la variedad necesaria de esta forma poética, jugando con inteligencia con la reflexión y la ironía. En ellos aparece también el mundo urbano actual o circunstancias de nuestro presente, jugando en inteligente contraste con la misma forma que se adapta (Surcan los coches/ enormes bulevares./ Eterno atasco.), lo que acentúa la ironía de alguno de ellos (Como si nada/ manirroto el alcalde/ nos sube el IBI).

Este libro de Atilano Sevillano, tan respetuoso con el canon de la adaptación de estas formas orientales, pero a la vez tan personal en su mirada y en la reflexión poética, es un buen ejemplo del camino más interesante sobre el que trascurre hoy este tipo de poesía.