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sábado, 24 de abril de 2010

Una exposición insuficiente: Escrito está. Poesía experimental en España (1963-1984)




Sale uno de esta exposición sin comprender su necesidad y lamentando su insuficiencia tal y como está mostrada. Escrito está. Poesía experimental en España (1963-1984) se clausura mañana en el Patio Herreriano, de Valladolid, un museo de arte contemporáneo que no termina de arrancar, lamentablemente, y que urge potenciar. El comisario es Fernando Millán y ha sido organizada por el Museo Patio Herreriano y Artium, en donde se expuso con anterioridad. Las obras proceden de la colección privada del propio Fernando Millán (aquí puede verse una visita guiada por él en Artium y aquí su prólogo al catálogo de la exposición).

Millán, que es un personaje significativo en la vanguardia de aquellos años y desde hace tiempo estudioso y divulgador de sus logros, ha recopilado en la selección para esta exposición, una serie de documentos de interés indudable pero no ha sabido explicarlos ni prescindir de los redundantes. Y es un tanto extraño que haya sido así, porque es uno de los mejores conocedores de la poesía experimental española de la década de los sesenta y los setenta. Ni la forma de exponer los materiales ni la estructura elegida aporta más que cierta curiosidad del producto al visitante, sobre todo si éste desconoce la materia de la que se trata. Uno intuye que en esta exposición hay un guión de una exposición importante, un primer borrador de algo que sí es necesario: la explicación de los diferentes movimientos, intentos y logros de la poesía experimental española de aquellos años, tal y como uno se espera bajo ese título. Ni siquiera el pequeño muestrario monográfico dedicado a Francisco Pino y Felipe Boso les hace justicia.

No se puede decir que sobre nada de lo que está, pero la repetición de las formas hubiera podido simplificarse para dar paso a otros ejemplos y autores: quizá el problema está en que la muestra expuesta no responde a un título tan genérico y hubiera sido mejor ajustarla a los orígenes y primeros años del grupo al que perteneció el mismo Millán, puesto que uno intuye que es su verdadero objeto. Sin duda, la exposición hubiera ganado en claridad. Pero como se nos ofrece como una muestra ambiciosa, hay que decir que es muy pobre la sección de la poesía objetual o la muestra de formatos nuevos en revistas y libros, que faltan autores y obras de los autores sí presentes, que no se abre a nuevas posibilidades que fueron apareciendo, en especial en los años ochenta. Y que tal y como está, uno comprende el inicio temporal (1963) pero no el final (1984). Los videos expuestos son oportunos pero escasos. Por otra parte, en las dos ocasiones que fui a verla, no funcionaban correctamente los ordenadores ni los audios de los poemas sonoros.

El visitante de la exposición no podrá sacar conclusiones acertadas de ella si no tiene conocimientos previos: podría malinterpretarla y pensar que es producto de un grupo de colegiales, lo que sería muy injusto con el esfuerzo realizado por los pioneros de la poesía experiemental de aquellas décadas.

Y es una lástima, porque todavía está por hacer la historia de la poesía experimental española de la postmodernidad. Quizá haya un desenfoque general: se ven demasiado las más que obvias relaciones con la vanguardia de la primera mitad del siglo XX y no tanto el contexto de una nueva época histórica que se gestó a finales de los años cincuenta y que ha llegado hasta nuestros días. Y ese desenfoque provoca confusión porque la poesía experimental en parte es heredera de la poesía de vanguardia, pero no pertenece al mismo tiempo histórico.

Quizá el problema de esta exposición proceda del exceso y desenfoque entre el título y su realidad. Posiblemente en los tiempos de bonanza económica ninguno de los muchos museos de arte contemporáneo que han proliferado por estas tierras la hubiera programado de esta manera. Pero desde hace unos meses observamos cómo las exposiciones temporales buscan formatos baratos para llenar varias salas: se acabaron los tiempos del derroche aunque suponga una reducción en la calidad de la forma de exponer. Es un error que va en perjuicio de lo mostrado. Esta exposición hubiera sido más digna con una tercera parte del espacio físico que ha ocupado, lo que hubiera obligado a centrarla.