Se nos fueron muriendo como debemos morir todos. Algunos no se murieron porque los mataron antes. A otros los mataron con precisión de años, arrojados al destierro. Entre ellos, Luis Cernuda. Hace cincuenta años, Cernuda, el más joven de aquel grupo de poetas que llevaron la tensión de la hermosura poética a los máximos exponentes que había alcanzado nunca en España, se murió en México. Toda su obra se llenó del conflicto permanente entre la realidad y el deseo, porque toda su obra buscó la expresión de la belleza como anhelo. Hoy lo hemos comentado en clase. Como debía hacerse.
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martes, 5 de noviembre de 2013
jueves, 11 de agosto de 2011
Donde habite el olvido y noticias de nuestra lectura
La rima 67 (LXVI) -nuevo prodigio de técnica artística- nos vuelve a presentar un enigma por omisión: partida en dos estrofas, lo que se calla es la clave de comprensión. El silencio vuelve a cargarse de contenido denso:
El poeta se ha detenido un momento, pero no nos dice su estado actual, que debemos intuir por lo que nos cuenta: el presente da sentido a su pasado y su futuro, implicados en las dos preguntas con las que se inician cada una de las estrofas. Le da sentido porque en sí mismo es de una intensidad dolorosa que explica el camino precedente y el que le aguarda.
La vida como camino doloroso del que solo se podrá descansar en la tumba no es una metáfora original becqueriana: la toma Bécquer de la literatura precedente pero, en especial, de la literatura mística, tan cargada de pensamiento neoplatónico. No tiene el presente más valor que el de la reflexión que ilumina y explica todo. Me corrijo: ¡tiene el valor exacto de la reflexión iluminadora! El poeta ha comprendido, al fin, el sentido de su vida: el de la insatisfacción dolorosa que solo podrá ser superada con la muerte. En ese olvido perpetuo, porque el significado del olvido -de la tumba sin nombre- es precisamente el encuentro con el todo que da sentido a una vida.
Llegados a este punto podemos interpretar el poema de dos maneras: el significado autobiográfico nos llevará a confirmar la leyenda becqueriana del artista romántico; el siginificado poético nos dará la culminación de la misión del artista, condenado a la insafisfacción perpetua ante su arte -que es parte, por supuesto, de su vida: mejor, es su vida-, que solo podrá superarse con la muerte, el olvido, es decir, con la fusión -a partir de la liberación del espíritu artístico de su cárcel física- con la belleza.
Supo asumir las dos lecturas un gran becqueriano del siglo XX, Luis Cernuda, que a partir de este poema construyó uno de los mejores suyos (y de la poesía española). Cernuda consigue, con este diálogo con Bécquer, instalarse en la línea poética más interesante del siglo XX. Ninguno de estos poemas pueden faltar en una antología de la poesía española en la que se quiera explicar cómo el yo poético significa, sin dejar de ser autobiográfico, la poética del artista.
Bécquer, como después Cernuda, usa una expresión directa y la introducción de los elementos autobiográficos para introducirnos en las claves de su interpretación de la poesía: desde Bécquer, el gran reto del poeta es poder hablar de poesía en primera persona usando estos elementos sin que parezca impostado. Y hacerlo en la estrofa que marcará la poesía española del XX: una silva arromanzada de tan sutil melodía.
¿De dónde vengo? El más horrible y áspero
de los senderos busca.
Las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura,
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.
¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
El poeta se ha detenido un momento, pero no nos dice su estado actual, que debemos intuir por lo que nos cuenta: el presente da sentido a su pasado y su futuro, implicados en las dos preguntas con las que se inician cada una de las estrofas. Le da sentido porque en sí mismo es de una intensidad dolorosa que explica el camino precedente y el que le aguarda.
La vida como camino doloroso del que solo se podrá descansar en la tumba no es una metáfora original becqueriana: la toma Bécquer de la literatura precedente pero, en especial, de la literatura mística, tan cargada de pensamiento neoplatónico. No tiene el presente más valor que el de la reflexión que ilumina y explica todo. Me corrijo: ¡tiene el valor exacto de la reflexión iluminadora! El poeta ha comprendido, al fin, el sentido de su vida: el de la insatisfacción dolorosa que solo podrá ser superada con la muerte. En ese olvido perpetuo, porque el significado del olvido -de la tumba sin nombre- es precisamente el encuentro con el todo que da sentido a una vida.
Llegados a este punto podemos interpretar el poema de dos maneras: el significado autobiográfico nos llevará a confirmar la leyenda becqueriana del artista romántico; el siginificado poético nos dará la culminación de la misión del artista, condenado a la insafisfacción perpetua ante su arte -que es parte, por supuesto, de su vida: mejor, es su vida-, que solo podrá superarse con la muerte, el olvido, es decir, con la fusión -a partir de la liberación del espíritu artístico de su cárcel física- con la belleza.
Supo asumir las dos lecturas un gran becqueriano del siglo XX, Luis Cernuda, que a partir de este poema construyó uno de los mejores suyos (y de la poesía española). Cernuda consigue, con este diálogo con Bécquer, instalarse en la línea poética más interesante del siglo XX. Ninguno de estos poemas pueden faltar en una antología de la poesía española en la que se quiera explicar cómo el yo poético significa, sin dejar de ser autobiográfico, la poética del artista.
Bécquer, como después Cernuda, usa una expresión directa y la introducción de los elementos autobiográficos para introducirnos en las claves de su interpretación de la poesía: desde Bécquer, el gran reto del poeta es poder hablar de poesía en primera persona usando estos elementos sin que parezca impostado. Y hacerlo en la estrofa que marcará la poesía española del XX: una silva arromanzada de tan sutil melodía.
Noticias de Bécquer
Sólo Gelu es capaz de llegar de Bécquer a Hannibal Lecter, el caníbal... Averigua cómo.
Myriam recrea con fuerza La corza blanca becqueriana, no os lo perdáis.
Pancho comenta la leyenda El beso, en especial centrándose en la figura de la mujer.
Firvulag resume sus impresiones sobre las principales leyendas becquerianas, enlazándolas con las aportaciones de otros colaboradores. Os llamo la atención sobre su senbilidad para apreciar el lenguaje becqueriano y sus juegos.
Myriam recrea con fuerza La corza blanca becqueriana, no os lo perdáis.
Pancho comenta la leyenda El beso, en especial centrándose en la figura de la mujer.
Firvulag resume sus impresiones sobre las principales leyendas becquerianas, enlazándolas con las aportaciones de otros colaboradores. Os llamo la atención sobre su senbilidad para apreciar el lenguaje becqueriano y sus juegos.
Luz del Olmo nos regala dos recreaciones de las leyendas becquerianas La corza blanca y La ajorca de oro: desde la campiña hasta las empinadas calles de Toledo.
Mª Ángeles Merino, nuestra Abejita de la Vega, comenta El monte de las ánimas y El miserere, dos leyendas fantasmales. Para ello se traslada a 1973, en un juego entre la lectura y lo autobiográfico en el que todos podremos reconocernos.
En este enlace podrás encontrar las instrucciones para seguir la lectura de la obra de Bécquer en La Acequia, con los índices de las entradas. Si me he olvidado de alguien, avisadme para corregir el error.
Noticias de la lectura de la trilogía dantesca de Óscar Esquivias
Os invito a participar en esta lectura colectiva y virtual de la trilogía dantesca de Óscar Esquivias, continuando la variedad de estilos, propósitos y miradas que nos han enriquecido la lectura del texto cervantino en los dos últimos años.
Noticias de la lectura del Quijote
La lectura del Quijote se convierte en proyecto permanente de La Acequia (en este enlace) al que se puede incorporar todo aquel que lo desee en cualquier momento y, por lo tanto, seguiré publicando, periódicamente, las noticias correspondientes.
Relación de próximas lecturas
Septiembre: Riña de gatos, de Eduardo Mendoza.
De octubre a enero: Sonatas de Valle Inclán. El orden de lectura de estas novelas no corresponderá con el de la cronología interna de la obra sino con el de su publicación, para experimentar cómo construyó Valle la biografía de su personaje y cómo lo recibieron los lectores de su época
sábado, 26 de abril de 2008
Entre copas (el deseo)
El deseo sexual, la apetencia de la carne del otro/a suele esconder un egoísmo de autosatisfacción lo que no es, en sí mismo, condenable mientras no implique la utilización no aceptada. En algunas ocasiones la satisfacción viene por el dominio del otro, concebirlo como un instrumento al servicio de uno mismo.
Te deseo, decimos. En realidad buscamos la satisfacción de ese deseo nuestro para calmar las ansias: deseo beber de ti hasta saciarme. Si, a la vez, no nos damos al deseo del otro o el otro no nos desea, el desnivel suele asesinar la relación.
A veces caemos en un deseo generalizado, en otras lo concretamos en algo o en alguien. En este último caso lo solemos llamar amor, otro concepto al que cabe dar muchas vueltas porque el amor es otras muchas cosas: la diferencia que va del impulso erótico a la pasión.
Somos tan sencillos que nos complicamos mucho. Suele ocurrirnos en las emociones básicas que sentimos todos. En algunas corrientes de pensamiento se dice que hasta que no estemos libres de deseos no podremos estar en paz con nosotros mismos: la libertad del individuo se basaría en la ausencia de deseo. No se ha logrado jamás, que yo sepa.
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