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jueves, 9 de junio de 2016

La nueva forma de entender el mundo como raíz de El doncel de don Enrique el doliente de Larra,noticias de nuestras lecturas y un autorretrato quijotesco de Adrián.


Larra fue un hombre decididamente partidario del concepto de civilización de su tiempo. Sus grandes preocupaciones, manifestadas en sus escritos -sobre todo en los artículos políticos y costumbristas sobre la España de su tiempo- se originaban, sobre todo, en las reticencias que determinadas fuerzas tradicionalistas oponían al desarrollo completo de esa civilización moderna, lo que provocaba confusión y conflicto. Aunque sin llegar nunca a establecer un planificado proyecto político -como tampoco lo llegó a escribir como crítico o escritor-, siempre apostó por abrir las puertas a la modernidad. De hecho, mucha parte de su frustración como hombre público y pensador se ocasionó al comprobar que España no le acompañaba al ritmo y por el camino que él creía conveniente.

En El doncel de don Enrique el doliente, Larra parte de la confrontación del mundo de la civilizada Europa del siglo XIX con el pasado que reconstruye en la narración:

nuestra nación, como las demás de Europa, no presentaba a la perspicacia del observador sino un caos confuso, un choque no interrumpido de elementos heterogéneos que tendían a equilibrarse, pero que por la ausencia prolongada de un poder superior que los amalgamase y ordenase, completando el gran milagro de la civilización, se encontraban con extraña violencia en un vasto campo de disensiones civiles, de guerras exteriores, de rencillas, de desafíos, y a veces de crímenes, que con nuestras extremadas instituciones mal en la actualidad se conformarían.

En el fondo, aunque parece negarlo, Larra propone un camino para su presente. La España de su tiempo estaba igualmente instalada en el conflicto. Hay algo necesario en una época de transición convulsa como la que le tocó vivir a su generación: buscar en la historia momentos similares -aunque no sean idénticos- en los que poder proponer el drama que supone para los individuos y las sociedades no llegar a espacios de entendimiento civilizado. El civilizado siglo XIX parece proponer otra forma de solucionar esos conflictos. El choque entre los tiempos convulsos del pasado en el que la historia aún no podía aceptarlas y las nuevas maneras de entender el mundo, las relaciones personales y la libertad, protagonizan en realidad estas revisiones literarias del pasado. Gustaron, aparte de que tuvieran más o menos calidad literaria, porque extremaban las dificultades para llevar a cabo lo que sentían los que ya eran modernos en una época aún regida por muchas condiciones del pasado. Era una forma de explicar lo que a tantos les estaba ocurriendo.
De esta novela hay suficientes ediciones en el mercado y tenéis una buena edición digital de acceso y descarga gratuita en este enlace de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.  Con este título damos por terminado el curso.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino comienza la lectura de la novela de Larra y la sitúa ante las preocupaciones del propio autor y de su época y la necesaria revisión de la historia. No os perdáis las ilustraciones.


Pancho culmina su comentario de la novela de doña Emilia Pardo Bazán que nos ocupó hace unos meses. Y lo hace en una entrada excelente tanto en su punto de arranque como en la conclusión. No os perdáis la forma de ilustrarla.



Tras ello, Pancho retorna a La saga/fuga de J.B. de Torrente Ballester, que leímos aquí en 2014 pero en la que sigue encontrando fuente de inspiración. Llega ahora a una de las cosas que más me hicieron disfrutar de la novela: las disquisiciones literarias y lingüísticas. Una buen dosis de humor gallegosalmantino...

Comienzo a recoger sugerencias de lecturas para el próximo curso. Recordad que leeremos en común diez títulos -uno al mes-, alternando autores vivos con clásicos, siempre en español. Podéis dejar vuestras sugerencias como comentario a esta entrada, a través de correo electrónico o en mi muro de Facebook o en el del Club de lectura (os invito a seguirlo a través de este enlace).
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas del presente curso, en este enlace

Autorretrato quijotesco de Adrián
Como saben los lectores habituales de este blog, este club nació con una aventura: la primera lectura colectiva completa del Quijote que usaba los recursos de la web 2.0. Aquí quedó aquella locura como la única guía de esta novela en abierto y gratuita para consulta de los intersados. Además, cualquiera puede unirse, comentar y aportar ideas. Como Adrián, alumno mío en el Grado de español de la Universidad de Burgos, que se ha lanzado a leer el Quijote y se ha hecho un autorretrato quijotesco como los que se publicaron durante aquellos meses de lectura gozosa. ¡Qué grande, Adrián! A ver si alguien se anima a seguir tu ejemplo y me remite nuevos autorretratos de lectores cervantinos.


 

jueves, 26 de mayo de 2016

Atrapados en una relación. Final del comentario de Cicatriz de Sara Mesa y noticias de nuestras lecturas. Sugerencias para el próximo curso.



Cicatriz es una curiosa mezcla entre novela de encargo editorial o de género y novela personal. O eso parece, por lo menos (aunque no fuera así). Escrita a partir de algunos elementos ya aparecidos en la obra anterior de Sara Mesa. De ahí la extraña sensación que recibe el lector desde el comienzo hasta el final. Por una parte, percibe que se introduce en una novela bien escrita, en la que es innegable el buen oficio de escritura y la sabia manera de mantener una historia con muy pocos elementos (dos personajes centrales, unas vidas cruzadas, la obsesión recurrente y asfixiante, etc.), una novela que contiene los principios básicos de una narración en la que solo pueden introducirse narradores con un mundo personal que narrar. Por otra, las claves de un género (la novela sentimental o romántica) matizada por una modalidad concreta que se acerca lo más extraño en él, que busca sin duda un tipo de público concreto que garantice un cierto éxito de ventas. Es una novela que plantea la extrañeza pero sin alterar de verdad el mundo de valores convencionales, que quiere narrar una sensación personal de caminar por el filo del abismo pero sin llegar a caer nunca en él, con lo que el lector general no se verá amenazado. Ni la extrañeza ni los recursos literarios manejados con habilidad (el desorden temporal, las citas literarias) son tan intensos como para alejar al lector que se busca.

Quizá estemos ante una de las novelas últimas que con más fortuna han sabido mezclar esos dos conceptos (la novela de autor y la novela de género). Por eso mismo, los lectores o quedan atrapados en la historia, sus incidencias y la estrategia temporal con la que se cuentan o se ven expulsados de ella más o menos hacia la mitad de la narración, cuando las repeticiones de las situaciones y algunas inverosimilitudes propias del género (no solo las argumentales sino también por la caracterización psicológica de los personajes) pueden hacerles insoportable la lectura.

Los personajes se ven atrapados en una relación que resultará incomprensible a muchos, aburrida y sin interés a otros y, en cambio, intensa, emocionante y peligrosa a muchos. A mí me ha resultado interesante la forma en la que ha desmontado una historia propia de novelas románticas -en su deriva más extraña pero también más de moda- para llevarla a un formato de novela que pueda interesar a quien pide más de una narración pero pienso que el camino inverso no lo recorre de forma tan eficaz. Es innegable su contemporaneidad pero habría que matizar mucho si una novela de este tipo cuestiona de verdad la sociedad y determinadas psicologías tanto como aparenta, si el calado en la historia va más allá de la narración de una obsesión y una relación tóxica, como se dice ahora.

Noticias de nuestras lecturas

Luz del Olmo lee Cicatriz para salir de dudas y aportar su opinión sobre esta novela que ha generado ideas encontradas entre los miembros del Club de lectura. Como debe ser, puesto que cada lector se acerca a los títulos con mirada propia.

Paco Cuesta juega con el final de Cicatriz y lo lleva de forma contundente hacia otro lugar. Un microrrelato con la tensión adecuada.

Mª Ángeles Merino sigue con su amiga Austri el comentario de la novela, buscando explicaciones ahora a la afición a las marcas y la relación que establecen en torno a ellas los protagonistas.



Pancho continúa con el comentario de Los Pazos de Ulloa, novela que nos ocupó hace unas semanas. Pancho nos lleva desde los pazos hasta Poveda para explicarnos cómo el mundo y la infancia son dos tierras paralelas hasta que el primero desemboca en la segunda y parece frustrar el futuro.


Durante el mes de junio leeremos una novela histórica que recrea la biografía y leyenda de uno de los trovadores españoles más famosos, Macías: El doncel de don Enrique el Doliente, de Mariano José de Larra. Hay suficientes ediciones en el mercado y tenéis una buena edición digital de acceso y descarga gratuita en este enlace de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.  Con este título damos por terminado el curso.

Por otra parte, comienzo a recoger sugerencias de lecturas para el próximo curso. Recordad que leeremos en común diez títulos -uno al mes-, alternando autores vivos con clásicos, siempre en español. Podéis dejar vuestras sugerencias como comentario a esta entrada, a través de correo electrónico o en mi muro de Facebook o en el del Club de lectura (os invito a seguirlo a través de este enlace).

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas del presente curso, en este enlace

jueves, 19 de mayo de 2016

Cicatriz de Sara Mesa y la novela sentimental o romántica a la moda, más noticias de nuestras lecturas.



Ciactriz parte de la novela sentimental o romántica a la moda. Más bien de una deriva de este género, la que se introduce por los aspectos menos convencionales sociológicamente buscando lo raro o extravagante con el fin de provocar un choque en el lector habituado a la novela romántica tradicional. Sucedió, a nivel internacional, con las Cincuenta sombras de Gey (aunque parezca problemática la comparación por las diferencias argumentales, no lo es tanto en la propuesta narrativa). En España estamos menos acostumbrados a este tipo de historias que en el mundo anglosajón. En esta modalidad de la novela sentimental se suele buscar lo extraño en las relaciones personales pero sin llegar a afectar del todo al sistema de creencias ni cuestionar de verdad los valores sociológicos convencionales de los que, en apariencia, se separa pero solo en apariencia. De hecho, estas novelas suelen tocar estos motivos para interesar a un tipo de lector que no trata de cambiar su sistema de creencias pero sí asomarse un poco a lo que hay fuera de él para, al cerrar el libro, sentirse más reconfortado con su propia vida. No creo que lleguen a interesar a quienes cuestionan de verdad las relaciones personales más convencionales.

La novela de Sara Mesa tiene mucho en común con estas historias: el número escaso de personajes, la trama basada en exclusiva en una relación entre dos (hombre y mujer) que puede conducirlos a la destrucción personal -sin llegar nunca puesto que siempre la protagonista da un paso atrás en el momento oportuno- pero en la que se ven atrapados de forma inevitable, la sencillez en las caracterizaciones y en el argumento, personajes insatisfechos con su vida y que, aunque parecen ser reales contienen inverosimilitudes en su planteamiento que el lector o acepta incialmente o abandona la lectura, situaciones obsesivas planteadas reiteradamente, alternancias argumentales que juntan y separan a los personajes, etc. Propias de esta modalidad de la novela romántica podemos encontrar el establecimiento de unas relaciones poco convencionales y hasta patológicas según los parámetros habituales de la sociedad pero que no afectan más que a los propios personajes.

La autora es consciente de estas similitudes. De hecho, hay un momento en el que se hace referencia indirecta al tipo de trama más convencional de este género narrativo tan en boga hoy,  cuando el protagonista se cuestiona lo que pasaría si él fuera rico cosa que, como sabemos, es unos de los requisitos de este tipo de personajes. Y el final abierto deja la posibilidad de poder continuar la historia o bien en la cabeza del lector o bien con una segunda parte.

Sara Mesa quiere salvar a su novela de ser una más de este tipo de historias y para ello tira de oficio, que no puede cuestonarse, con el uso de recursos narrativos que distancien Cicatriz de los títulos habituales de este género. En primer lugar, la corrección estilística. La novela está escrita con un estilo cuidado, más elaborado que el que es normal en este tipo de novelas. Por otra parte: el desorden argumental (saltos temporales que sorprenden y quieren fomentar la intriga pero no llegan nunca a dificultar la lectura), mantener toda la novela en un espacio mental muy cerrado con una tensión narrativa efectiva (a costa de repeticiones que pueden llegar a cansar a algunos lectores pero en otros pueden provocar la sensación de agobio que llega a sentir la protagonista y quiere transmitir la historia), las referencias culturales (literatura, cine, música), etc. No todos los lectores considerarán estos recursos suficientes para sacar la novela del género de partida.


El jueves de la semana que viene terminamos con los comentarios de la novela de Sara Mesa. El martes 31 tendremos la habitual reunión mensual del club de lectura en su formato presencial. Para el final del curso programamos un viaje al lugar en el que se originó la poesía trovadoresca en la Provenza francesa y, con ese motivo, leeremos en el mes de junio una novela romántica basada en la historia y leyenda del trovador español más famoso a través de la literatura: El doncel de don Enrique el doliente, de Mariano José de Larra. Hay varias ediciones disponibles en el mercado y una buena edición digital de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes que puede descargarse gratuitamente en este enlace.


Noticias de nuestras lecturas

Mª Luz Evangelio escribe un relato sobre la obsesión por la lencería del protagonista de Cicatriz y explica las razones que le llevaron a hacerlo tras darse cuenta de que la novela no le había gustado... Os invito a leer esta entrada, muy sugerente en todo y que propone algo que no deberíamos olvidar: no siempre los libros que leemos en el club nos tienen que gustar a todos pero sí pueden darnos motivos para comentar, proponer y crear a partir de ellos, como en este caso.

A Myriam Goldenberg tampoco le ha gustado esta novela y lo argumenta con toda precisión en su entrada.

Mª Ángeles Merino (y su amiga Austri), comentan las relaciones de los dos protagonistas de la novela a partir de la idea de que no se establecen desde la realidad, sino desde la forma en la que él construye una imagen a la altura de su deso y ella se ve atrapada en la misma...


Pancho sigue con sus comentarios a le lectura que tuvimos hace unos meses de Los Pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán. Llega aquí al momento de las elecciones y las enfoca desde los establos... Menos mal que termina con Serrat.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas del presente curso, en este enlace

jueves, 12 de mayo de 2016

La estrategia temporal en Cicatriz de Sara Mesa y noticias de nuestras lecturas


Una de las primeras cosas con las que se encuentra el lector de Cicatriz es el desorden temporal. Al capítulo inicial, Cicatriz (que lleva el número 0) le sigue otro, Siete años antes. De esa manera, poco a poco se articula todo el relato: Dos años antes, Cuatro meses después, Un año antes, Por estas mismas fechas, Tres meses antes, Tres años antes... así hasta el Epílogo. Se intercalan otros capítulos que no rompen, necesariamente, el tiempo del que les precede y que hacen referencia a momentos concretos de la historia que tienen un determinado valor y en las que la voz narradora quiere detenerse: Siesta, Perro, Compraventa, La lista, Autobús, Libro.

Evidentemente, el desorden temporal para contar una historia no es de la invención de Sara Mesa. Fue una constante durante la vanguardia del siglo XX y afectó por igual a todas las formas narrativas (novela, cine, etc.). A veces para destruir todo convencionalismo en la hilación argumental. En tiempos más cercanos, los del experimentalismo formal a partir de los años sesenta, para crear una cierta expectación en el receptor, que tenía que coser tanto las elipsis provocadas por el desorden como el desarrollo lógico temporal de la historia. Se crea, así, una tensión en la mente del lector con la que puede jugar el autor porque exige su atención. En los casos más experimentales, puede provocar la ruptura completa, lo que exige un lector muy especializado. No es el caso de Cicatriz: es fácil reconstruir la historia, incluso rellenar las elipsis. No procura Sara Mesa ni perder al lector ni generar en él más desasosiego que el inevitable de colocar las piezas en su lugar. Quizá la autora ha elegido el desorden temporal para provocar la necesidad que la mayoría tiene de reconstruir la historia y darle una explicación, quizá también haya querido indicar con ello el cierto desorden en la relación entre los protagonistas, tan llena de silencios en muchas cosas como de ocultaciones o de máscaras. Así, el capítulo inicial se convertirá en el eje de construcción del relato que nos lleva a través de los saltos temporales hacia una histórica atípica de dependencias entre dos personas que no parecen tener una vida satisfactoria. Cosa que sabemos, precisamente, más por lo que no se dice que por lo que se dice.

Este desorden es una parte más del relato, sin duda alguna, y es manejado con eficacia y oficio. Y, en algunos casos, junto al estilo, le salva de caídas en el tono narrativo que podrían aproximarlo a cierta narrativa sentimental tan de moda en los últimos años, con las que, como diré en la próxima entrada, deberíamos relacionar la historia de partida.

Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta construye un relato dentro del relato: una forma de leer Cicatriz que construye un cuento que explica una de las formas en las que uno puede leer esta novela haciéndola suya.

Mª Ángeles Merino da cuenta, en esta entrada, de todo lo ocurrido en la sesión presencial del club el día 3 de mayo. En ella comentamos la visita a Alcázar de San Juan y la lectura de las Noches lúgubres de Cadalso. Y después se introduce en el mundo de Cicatriz conversando de nuevo con Austri: aquí hablan de la protagonista y su forma de enfrentar la vida.



Pancho continúa su excelente comentario de nuestra lectura de Los pazos de Ulloa. Llega aquí hasta el momento en el que los conflictos políticos hacen entrada en una sociedad que parecía tradicional... y quizá no deje de serlo ni así. La entrada sorprende hasta con el vídeo final.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas del presente curso, en este enlace

jueves, 5 de mayo de 2016

Comenzamos con Cicatriz, de Sara Mesa, y noticias de nuestras lecturas.


A veces una novela consigue sobresalir por encima de los muchos títulos publicados en una temporada en España. Se necesita no tanto una calidad determinada sino acertar con el tema, el enfoque narrativo, la editorial que sitúe el libro entre los lectores adecuados y dar con la clave de lo que lo que el circuito literario -iba a decir el mercado- espera como novedad, no como repetición de una fórmula de éxito. En el año 2013 ocurrió con Intemperie, de Jesús Carrasco (que leímos aquí en su día), que no parece haber sorprendido tanto con su segunda novela.

En el año 2015 sobresalió la novela que nos ocupará a lo largo de este mes, Cicatriz, de Sara Mesa (Anagrama), que tuvo unas cifras de venta superiores a lo habitual y un innegale impacto crítico y mediático. No me extrañaría que, con el tiempo, se hable de esta novela con similares expresiones a las que se usan para los primeros títulos de José Ángel Mañas (Historias del Kronen, 1994) o Ray Loriga (especialmente desde Héroes, 1993, hasta La pistola de mi hermano, 1997), en una línea que nos llevaría, directamente (a lo largo de estas entradas diré por qué) hasta Entre visillos de Carmen Martín Gaite (1957, que fue objeto de lectura aquí) o Nada de Carmen Laforet (1944, también leída en este club). Eso sí, cada uno en su tipo de novela, por supuesto, porque no todos tienen el mismo rango literario. Todos estos títulos, con sus muchas diferencias, tienen algo en común: llamaron la atención entre los críticos y los lectores por su registro literario, por adoptar un tipo de literatura que se despojaba de las características narrativas más en boga en su momento -lo que las hacía aparecer a veces como poco literarias- y por dar voz a unas circunstancias sociológicas concretas que no eran abordadas de esa manera por los autores más establecidos. No eran los únicos que lo hacían ni los primeros, pero sí los que acertaron con el momento editorial y llegaron a un público que se sintió identificado tanto con lo que se contaba como en la forma en la que se hacía.

Sara Mesa (Madrid, 1976) ha publicado con anterioridad tres novelas, un poemario y dos libros de relatos. En algunos de ellos ya estaban presentes los recursos y los ambientes de Cicatriz, pero es en esta en donde ha encontrado la forma adecuada de expresión para contar desde dentro las circunstancias mentales de los protagonistas, singularmente de Sonia, que establece una relación epistolar -usando para ello las formas modernas de comunicación, desde el chat hasta el correo electrónico, el SMS o el teléfono- con un extraño personaje, contradictorio a pesar de su forma tajante de expresarse, un tanto inverosímil -supongo que algo que busca conscientemente la autora- y manipulador. Estas relaciones rozan en momentos el acoso, en otros la dependencia emocional y crean en ambos unas ataduras emocionales que no les dejan muchas opciones para vivir fuera de esa relación, que se convierte en obsesiva. Y siempre ponen de manifiesto la dificultad que tienen ambos para relacionarse con el mundo de una manera sana y madura, que respete las convenciones marcadas por la sociedad. El desorden argumental con el que se cuenta la historia pone de relieve esta característica mental de los personajes, que se traslada al lector con los saltos temporales, el uso continuo de la elipsis, la forma en la que se trasladan los intercambios epistolares o los diálogos y el hecho de que el narrador omnisciente no tome partido por ninguna de las opciones, limitándose, en apariencia, a dar cuenta de los hechos, casi como un trascriptor.

Esta lectura nos acompañará hasta la primera semana de junio. Como siempre, las entradas correspondientes al club de lectura se publicarán los jueves y en ella recogeré las aportaciones de todos los que se suman habitualmente.


Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta analiza de forma excelente alguna de las claves narrativas de la obra de Sara Mesa. Un punto de partida interesante para comprender la novela.


Mª Ángeles Merino concluye el comentario de la tercera noche de Cadalso junto a su amiga Austri, que ha tenido pesadillas... menos mal que terminan en el Parral en primavera, para compensar.

Luz del Olmo termina su comentario-glosa en verso de la obra de Cadalso. Desde dentro, el protagonista llama a la amistad como única forma de salvarse del dolor.



Pancho regresa a Los pazos de Ulloa, de doña Emilia Pardo Bazán, lectura que nos ocupó hace unos meses y cuyos comentarios aún no había terminado. En esta entrada comienza a hacerse patente el poder de la casa sobre sus moradores.

Recojo en estas noticias las entradas que durante la semana han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas del presente curso, en este enlace

jueves, 28 de enero de 2016

Calderón es un clásico, pero no un contemporáneo. A propósito de El Alcalde de Zalamea y noticias de nuestras lecturas.


Tenemos que ser conscientes, cuando nos enfrentamos a una obra de teatro barroca, que lo que nosotros leemos o vemos como espectadores difiere notablemente de la comedia concebida por sus autores o recibida en la época -lector o público teatral-. En primer lugar, la trasmisión textual -salvo que dispongamos de un autógrafo e incluso en estas ocasiones- interviene continuamente en el texto para adaptarlo a la compañía o al momento de la representación. Cada cierto número de años, además, las obras sufrían una trasformación. Esta podía ser tan radical que ya no debemos hablar de adaptaciones sino de versiones o de obras nuevas. En segundo lugar, tanto la concepción de la obra, su puesta en escena y su recepción difieren de cualquiera de nuestras representaciones. Todo es diferente: la estructura en tres jornadas, la forma de concebir la función -intercalando obras menores-, la concepción de la compañía, la manera de representar las obras, la adecuación del mensaje de la comedia con el público que asistía a los corrales, etc.

De hecho, debemos pensar en la misma tradición textual de la obra que nos ocupa. Partiendo de una obra anterior de Lope de Vega, Calderón construye la suya que sufre, a lo largo de los siglos, trasformaciones significativas. Incluso en el título, puesto que esta comedia fue conocida durante mucho tiempo como El garrote más bien dado, que pone el acento en el momento escénico clave del drama y en su mensaje ideológico. Cuando nos acercamos a El alcalde de Zalamea, todo nos tienta para que saquemos conclusiones propias más de nuestra ideología que del propio texto. Es fácil leer, incluso en documentos académicos, lecturas feministas o revolucionarias. Ni Calderón era feminista tal y como concebimos hoy este concepto ni mucho menos revolucionario. El texto es una obra plenamente barroca, defensora del sistema estamental del momento y de la visión teológica del mundo en el que cada estamento tenía su misión y cada individuo su lugar. Lo veremos a lo largo de estos comentarios.

Esto no quita que, como ha sucedido a lo largo de los siglos, propongamos nuestra propia visión de la obra e incluso la escenifiquemos conforme a nuestros planteamientos teatrales e ideológicos. Pero eso no es Calderón, sino una obra diferente aunque tenga las palabras de Calderón. Es lícito, pero no deberíamos esconderlo ni hacer declaraciones que conviertan a Calderón -o a Lope- en un contemporáneo nuestro. Son autores y textos clásicos y, como tales, resisten su lectura a lo largo de los tiempos y permiten que cada época los lea de una manera o de otra. Pero no, no son nuestros contemporáneos.

Hay suficientes ediciones disponibles en el mercado en papel y en formato electrónico. Os recomiendo aquellas que vengan acompañadas de prólogo y notas a pie de página. En Internet podéis encontrar una fiable y gratuita en el Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta comienza con fuerza esta lectura: plantea una de las claves fundamentales para comprenderla, el concepto del honor. Pasa después a analizar, con acertados toques de actualidad, una de las claves de la obra: la construcción del texto y la autoría.

Pancho escribe sobre la vida de Calderón para, acto seguido, llevarnos a la jornada primera de la obra: la ilumina, haciéndonos del autor una persona que experimentó aquello de lo que habla. Entrada más que oportuna.

Hasta cocinando no puede dejar de llenar la cabeza de literatura y secundarios Mª Ángeles Merino. Si queréis saber por donde sale ahora para comentar este drama os aconsejo que no os perdáis su informada y divertida entrada.

Gelu comienza su comentario de la obra situándonos en el conflicto del honor y el individuo, bien documentada, como siempre.  Y en su otro blog nos regala la información y todo tipo de materiales sobre una de las adaptaciones más populares de la obra, la película estrenada en 1954 y dirigida por José Gutiérrez Maeso, algo convencional a la hora de afrontar el drama como era habitual en aquella época del cine español



Paco Cuesta termina con acierto su lectura de Los Pazos de Ulloa proponiendo una síntesis de objetivos buscados por doña Emilia Pardo Bazán y que justifican los toques folletinescos de la novela.

El listado de lecturas para lo que queda de curso, en este enlace.

jueves, 21 de enero de 2016

¿De algo malo puede salir algo bueno? o el final de Los Pazos de Ulloa y noticias de nuestras lecturas


Cuando se termina la lectura de Los Pazos de Ulloa -sobre todo si se desconoce la continuación de la novela-, el lector se pregunta si es posible la bondad en tierras en las que no hay orden e impera la naturaleza más brutal. Se tiene la sensación de que en aquellas tierras la historia solo pasa para remover la superficie porque todo, en el fondo, sigue igual. Los dos grandes caciques han cambiado de partido político por la evolución de los tiempos pero permanecen enfrentados y repartiéndose el poder con artimañas poco democráticas y hasta delictivas, los sacerdotes y otros elementos propios de la iglesia católica intentan frenar el progreso según los nuevos tiempos mientras que los partidarios de este tampoco son ejemplos a seguir.

Ante el desorden de los seres humanos, imperan las normas de la naturaleza salvaje de aquellos pazos. A la casona de los Ulloa no llega la civilización ni el progreso en esta novela. Destruida la relación de fuerzas del Antiguo Régimen, la casa ha caído en decadencia, como la estirpe que le da nombre y cuyo último ejemplar es don Pedro. Esta decadencia provoca un vacío de poder civilizador y el dominio de las fuerzas más primitivas (de ahí el nombre del mayordomo): el sentido de la posesión de hombres y tierras, un sentido de la tradición cargado de componentes nocivos, las explosiones de furia, el poder de la sexualidad. Nada pueden oponer frente a ellas las personas de carácter débil, como don Julián o Nucha.

Sin embargo, hay un elemento diferenciador en Emilia Pardo Bazán. Ante la brutalidad del drama y los acontecimientos, la debilidad o la inocencia pueden convertirse en una fuente de esperanza. Es algo que la separa del naturalismo puro. En la espiritualidad de don Julián observamos una extraña fortaleza de la debilidad de su carácter. Con el final -casi epílogo- de la novela, la autora parece indicar que esa debilidad de don Julián, aunque no pueda evitar los dramas inmediatos que proceden de las explosiones de violencia, es la única opción de sobrevivir a tanta fuerza primitiva. Se sufre pero se triunfa finalmente. De hecho, los diez años que el sacerdote pasa en una parroquia en mitad de la nada lo convierten en un eremita, casi en un santo, que puede volver para intentar reparar algo de lo que ocurrió. Como si el sufrimiento que le provocó la debilidad de su carácter le convirtiera en un ser puro. Hay una pizca de ascetismo en la intención de este personaje, sin duda.

Finalmente, la escena final -preparada a lo largo de toda la novela- en la que vemos a los dos jóvenes hijos de don Pedro, abre la puerta a la esperanza. Doña Emilia parece querer encender una luz a los lectores a los que previamente ha sobrecogido con buena dosis de folletín truculento. Perucho y su hermanastra se encuentran un tanto por encima de la fealdad del mundo. Ya lo estaban desde el principio, a pesar de las circunstancias de sus vidas. De ahí su complicidad a lo largo de la segunda mitad de la narración, una complicidad que procede de la intuición y no del interés, que nace de la bondad de su carácter y que se ejemplifica en sus acciones y, sobre todo, en la belleza física de ambos. La autora parece contradecir aquí el naturalismo que quiere aplicar a lo largo de la novela diciéndonos que de algo malo puede salir algo bueno. La mirada que les dirige don Julián en las líneas finales es todo un síntoma de que doña Emilia no era capaz de mantener la tesis naturalista en todos sus aspectos. Para comprobar por dónde se decanta sería necesario leer La madre naturaleza...

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que se halla una buena edición de la obra (aquí). También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).

Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta compara con cuadros de tonalidades diferentes la obra y los rasgos de personajes y acciones. Y acierta.

Pancho presta atención a la forma en la que trascurre el paréntesis de calma y en la manera en la que se describe la decadencia de estas casas solariegas ganadas irremediablemente por fuerzas naturales al dejar de prestar su función de ordenación del territorio. Después comenta la focalización de la narración a través de los ojos de Julián y los cambios que ocurren en la casona cuando acontece el embarazo de Nucha.

Gelu nos da la versión que de doña Emilia tenía José Sánchez Rojas. Y un pequeño regalo: el vídeo con las imágenes de la autora en 1920. Para no perdérselo.

Para aquellos que no pudisteis acudir a la reunión del club de lectura en su formato presencial (que mantuvimos el pasado martes), Mª Ángeles Merino hace la detallada crónica correspondiente. En ella podréis leer el debate sobre la actualidad o no de esta novela que para algunos lectores ha envejecido mal.

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

Nuestra próxima lectura: 
El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca


Con la entrada de hoy cerramos el comentario de Los Pazos de Ulloa. Aprovechando que la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha montado El alcalde de Zalamea y que podemos verlo en alguno de los teatros españoles del circuito habitual de la compañía, leeremos esta obra de Calderón de la Barca. Ya sé que muchos no compartís mi afición a leer textos teatrales y así me lo habéis hecho notar en otra ocasión, pero en esto soy muy tozudo... Hay suficientes ediciones disponibles en el mercado en papel y en formato electrónico. Os recomiendo aquellas que vengan acompañadas de prólogo y notas a pie de página. En Internet podéis encontrar una fiable y gratuita en el Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

Como curiosidad: "mi debut" en el teatro con una compañía profesional fue con la que formó Fernando Fernán Gómez en 1979 para poner en escena esta obra. Tenía yo 16 años y necesitaban figurantes locales en su paso por el desaparecido teatro de la Feria de Muestras de Valladolid (en el que tanto buen teatro vi en aquellos tiempos). Hacía de campesino.

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Coro Entreaguas comienza muy acertadamente el comentario de El alcalde de Zalamea vinculando la obra con la violencia de género, algo permanente en la sociedad que está en el desencadenante del conflicto del drama.

El listado de lecturas para lo que queda de curso, en este enlace

jueves, 14 de enero de 2016

Cuando la civilización parece triunfar. Un remanso de paz en Los Pazos de Ulloa y noticias de nuestras lecturas, con el listado para el resto del curso actual.


(Como sabéis, por acumulación de trabajo y necesidad de descanso, esta Navidad me salté un día en la publicación de los jueves del Club de lectura. Por este motivo el comentario de Los Pazos de Ulloa no se terminará hasta la semana que viene. El próximo martes día 19 tendremos la reunión habitual del Club de lectura en su formato presencial.)

La parte central de Los Pazos de Ulloa es un remanso en la tensión narrativa. Al final del primer tomo, don Julián convence a don Pedro para salir de sus dominios y buscar esposa en la ciudad. Todo bajo un lema: Dios sobre todo. Al enterarse de que Perucho es hijo del marqués, abre los ojos y se acoge a todo lo que le enseñaron en el seminario. Don Julián no tiene más fuerza que su inexperiencia en la vida y el ingenuo candor de su personalidad y quiere arrancar del lugar a don Pedro porque ha intuido que es allí en donde reinan unas fuerzas primitivas -el nombre del mayordomo de los Pazos es suficientemente explícito y no necesita explicación- que no puede controlar y que están en la raíz tanto del comportamiento del marqués como de la decadencia de la casa.

La estancia de don Pedro y don Julián en Santiago de Compostela y los primeros meses de regreso parecen certificar la oportunidad de la decisión tomada por el sacerdote: don Pedro, aun con sus modales toscos y un cierto ahogo que siente en la ciudad porque no encaja en esa vida, se comporta de otra manera y parece refinarse. En un momento determinado alude doña Emilia al poder civilizador de la mujer cuando es ella quien domina las relaciones sociales (cosa que no ocurre en la casa de los Pazos pero sí en la de los Lage). Y es lo que aparentemente sucede. Aunque no se enamora, don Pedro se casa con su prima Nucha al estilo de tantos matrimonios de aquellos tiempos: es más un cálculo que un sentimiento, una fórmula casi comercial de tratar las cosas de este tipo entre las clases acomodadas. Su elección de Nucha es significativa: de todas las hermanas es la única que no ha aceptado cortejos de otros hombres, ni siquiera suyo. También pesa la recomendación de don Julián. Don Pedro -ya lo demostró con Sabel- es posesivo en el terreno de las mujeres, calderoniano tal y como lo describe doña Emilia.

Durante un tiempo, el regreso a casa del matrimonio parece alimentar la esperanza de don Julián, que no deja de tener un sentimiento de cariño hacia Nucha, prendado por las bondades de su carácter. Sin embargo, el lector tiene los suficientes indicios para comprender que no durará: Primitivo ha tejido una red de poder todavía más fuerte que antes, amparándose en los tiempos revolucionarios que corren y parece un hombre al acecho, que espera su oportunidad de volver a gobernar sobre los instintos de don Pedro. Y la ocasión se presenta pronto. El momento del parto de Nucha saca lo peor del marqués, que abandona sus modales refinados. Desprecia a su mujer por no ser lo suficientemente fuerte para el trance del parto y la crianza. Y, sobre todo, porque la acusa de ser incapaz de darle un heredero varón. Las horas de espera rompen todo el barniz civilizado de don Pedro y estalla en él el furor de señor feudal que lo conecta con la tierra. Doña Emilia nos lo hace ver con la descripción brutal del ama de cría elegida por don Pedro: el tipo clásico de la vaca humana. Desde ese momento, intuimos el drama final.

Esta es una de las claves de la tesis ideológica de la novela. Es difícil sustentar el progreso de la civilización en entornos como el descrito en los Pazos de Ulloa. Sobre todo, claro, cuando la civilización es representada por una burguesía que ha perdido todo su afán revolucionario y una sociedad tan parada como la provinciana representada aquí por una ciudad a la que se llama, significativamente, pueblo. Las escenas del casino o los paseos por Santiago de la familia Lage son suficientemente esclarecedores.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que se halla una buena edición de la obra (aquí). También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).  La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 21 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Leyendo la entrada de Pancho al respecto, resulta más fácil comprobar cómo mueve los hilos doña Emilia para que la elegida para el matrimonio con don Pedro sea Nucha. Toda una forma de poner en evidencia la hipocresía decimonónica sobre el matrimonio. Pasa después a contarnos el remanso antes de la tormenta...

Gelu llega al final de la novela poniendo de relieve las frases y párrafos más relevantes. No os perdáis el último. Ni su acertado comentario final sobre la forma de escribir de doña Emilia.

Mª Ángeles Merino hace llegar a su narrador epistolar al capítulo clave en donde se nos desvela la verdadera fuerza que manda en los Pazos. Y el pobre tiene poco que hacer ante ella...

Listado de obras para lo que resta de curso
en el Club de lectura

Desde hace semanas tenía pendiente completar el listado de lecturas para lo que queda de curso. Os pido disculpas, pero me ha sido imposible sacar tiempo para  enhebrar antes títulos y fechas.  Por suerte, la espera ha facilitado que uno de los autores más queridos en este Club de lectura, Óscar Esquivias, saque libro en las próximas semanas y podamos traerlo aquí de forma inmediata. La inclusión de este título hace que alteremos por una vez el ritmo por el que alternamos libros de autores vivos y libros de autores fallecidos. Os facilito el listado:

- Febrero: Aprovechando que la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha montado El alcalde de Zalamea y que podemos verlo en alguno de los teatros españoles del circuito habitual de la compañía, leeremos esta obra de Calderón de la Barca. Ya sé que muchos no compartís mi afición a leer textos teatrales y así me lo habéis hecho notar en otra ocasión, pero en esto soy muy tozudo... Hay suficientes ediciones disponibles en el mercado en papel y en formato electrónico. Os recomiendo aquellas que vengan acompañadas de prólogo y notas a pie de página. En Internet podéis encontrar una fiable y gratuita en el Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

- Marzo: Andarás perdido por el mundo de Óscar Esquivias. Este volumen de cuentos publicado por Ediciones del Viento estará disponible en las librerías desde mediados de febrero, así que podremos disfrutar de la lectura de una novedad editorial. Esquivias es uno de los autores más importantes para este Club de lectura y le debemos un encuentro que cuando abordamos su trilogía dantesca no pudimos tener. Lo compensaremos y el autor se reunirá con nosotros en una fecha que anunciaré más adelante. Como siempre, este encuentro, organizado por el Club de lectura, será abierto a todos los que nos quieran acompañar.

- Abril: Noches lúgubres de José Cadalso. Revisitamos uno de los textos fundacionales del romanticismo europeo para sorprendernos con su actualidad, con el vigor de su lenguaje y con la modernidad de sus propuestas, además de comprobar que el amor puede llevar a la locura... Hay suficientes ediciones en el mercado, pero también tenéis una gratuita y muy fiable en el excelente Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

- Mayo: Óscar Esquivias me recomendó el pasado septiembre (en la inauguración del curso del Club de lectura con Diego Fernández Magdaleno) que prestara atención a Cicatriz de Sara Mesa (Anagrama, 2015) y desde que leí esta novela sabía que iba a incluirla a finales del curso presente y quizá tengamos alguna sorpresa con este título.

- Junio: este mes lo dedicaremos a leer el título que motiva (o justifica) nuestro viaje de fin de curso por tierras de la Provenza francesa. En aquellas tierras tendremos la clausura oficial del presente curso. Daré a conocer el título más adelante, así como las instrucciones a seguir por los interesados en viajar con nosotros. Aviso que son plazas limitadas.

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

jueves, 7 de enero de 2016

Cómo preparar un salto argumental o el efectivo truco de los ritmos narrativos en Los Pazos de Ulloa y noticias de nuestras lecturas.


Hay un momento en Los Pazos de Ulloa en el que la autora decide cambiar bruscamente el ritmo. El juego es tan certero que percibimos este juego como si estuviéramos ante una obra musical. El lector queda golpeado ante esta estrategia narrativa y aumenta su interés por lo contado.

Tras plantear los elementos primeros de la acción con la introducción de don Julián en los Pazos como un elemento extraño que terminará dinamizando todo lo que ocurre consigue que el lector se familiarice con el lugar y sus habitantes, que comprenda todas la red de relaciones. Para provocar definitivamente ese conocimiento, la autora se lleva a don Julián a una fiesta en una localidad vecina. Allí se da cuenta de un elemento sustancial para comprender la parte ideológica de la novela: la política, la degradación del sistema español basado en el caciquismo y cómo a las tierras más perdidas no llega la modernidad de las ideas.

Aquella comida en casa del párroco de Naya es desproporcionada -aunque con base real- y evidentemente simbólica. Y en esos festejos don Julián se entera definitivamente de la relación de fuerzas de aquellas tierras y de un secreto -por lo menos para él- que lo desasosegará: Perucho es hijo de Sabel y don Pedro. Como el pobre cura no tiene más armas dado que no conoce de verdad el mundo, se agarra a su emblema religioso: Dios sobre todo y decide actuar con esa máxima. Pero al llegar a la casa solariega se encuentra con una escena brutal: don Pedro golpea a Sabel, en una mezcla de rabia provocada por los celos y el sentimiento de dominio como señor feudal. Aprovecha para convencer al marqués de la única salida posible: sacarlo de aquellas tierras aunque sea temporalmente y buscarlo una esposa. Cree don Julián, en su ingenuidad de hombre civilizado, que eso será suficiente para vencer a las fuerzas de la naturaleza que imperan en los Pazos de Ulloa. No sin riesgo: estos momentos de máxima tensión culminan en el incidente del camino protagonizado por Primitivo, que intenta hacer valer su dominio sobre todo lo que ocurre en el lugar.

Emilia Pardo Bazán juega con maestría la disposición del argumento. Después de la tensión provoca una pausa en el ritmo narrativo en todo lo que ocurre en Santiago que no será más que un paréntesis para continuar después con los preparativos del drama. El pobre don Julián, durante un tiempo, se cree dueño de lo que ocurre pero la fuerza de la naturaleza reclamará pronto su verdadero lugar en la historia.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que puede hallarse una buena edición de la obra (aquí). También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).  La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 14 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas analiza la forma que tiene la autora de ver la vida en provincias de ese pueblo que es Santiago y todas las componendas que se hacen en casa de los Lage para casar a alguna de las hijas con el recién llegado don Pedro.

Paco Cuesta presta atención a cómo se estructura la novela en esta primera parte, cuando todo se ha planteado y comienza a desencadenarse la acción que conducirá al drama.

Gelu continúa con su personal y acertadísimo acercamiento a la novela seleccionando las frases más significativas de los capítulos XXI a XXIV y no menos ilustra y resume los capítulos XXV y XXVI. Recomiendo no perderse el vídeo final.

Mª Ángeles Merino sigue con su estrategia literaria epistolar para ponernos en evidencia el mundo narrativo de la novela. Aquí se encuentra don Julián con los papeles y el estado de abandono de la casa y sus propiedades, símbolo clave de la novela y aquí llega a la inesperada sorpresa del pobre cura, que se cae del guindo...

Hasta la pobre sor Austringiliana se mete en zarandajas en los Pazos y nos lleva hasta una pila bautismal y la pérdida de la inocencia...

Pancho comenta los pasajes en los que doña Emilia parece remansar la acción y lo que ocurre es que se prepara la tormenta y después llega al análisis del Dios sobre todo, el emblema de vida y acción al que tiene que recurrir don Julián cuando la vida -para la que no está preparado- le desarbola.

Luz del Olmo nos regala un retrato ateneístico de doña Emilia, su posición como mujer pionera y el final de la novela (lo advierto para quienes no lo hayan leído) en su entrada.


Pancho se multiplica y continúa con el análisis de las Novelas ejemplares cervantinas que nos ocuparon con anterioridad. Terminó el año y termina su comentario de El coloquio de los perros, para darnos la última lección cervantina, la de la virtud...

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

sábado, 26 de diciembre de 2015

El desprecio de la humanidad y el abuso de la fuerza. El final de un linaje y noticias de nuestras lecturas.


Nos retrata Emilia Pardo Bazán el final de un linaje. Don Pedro de Ulloa ni siquiera es marqués. O, por lo menos, no lo es más allá de los límites de los Pazos de Ulloa. Allí nadie se lo discute y siente un pellizco de orgullo cuando lo saludan con ese título los campesinos con los que se encuentra por los caminos porque los señores de los Pazos "eran marqueses por derecho consuetudinario". Pero fuera de allí don Pedro no es, en realidad, nadie, quizá uno más de los pequeños caciques locales que trufaban la España política del momento y ayudaban a sostener un sistema corrupto desde el origen. Pero eso no es nada puesto que le deja casi como una pieza necesaria pero minúscula en un engranaje mucho mayor que obedecía ya a tiempos nuevos pero necesitaba sostenerse en hombres como él. Este final del linaje que representa don Pedro es una evidencia más del conflicto latente entre los nuevos y los viejos tiempos. Estos solo pueden sustentarse ya en tierras alejadas de cualquier indicio de modernidad.

En estos lugares -ciertamente abundantes en la España del momento-, la legalidad moderna no manda. Más que el título, lo que da verdadera fuerza y dominio es la posesión de la casa solariega que vertebra el territorio y no contravenir los instintos más antiguos del ser humano. La casa central de los Pazos de Ulloa es protagonista de la novela ya desde el título. Falta del limpieza, desordenada, llena de muebles estropeados y cristaleras rotas, conserva, sin embargo, toda la fuerza de su valor simbólico y primitivo. Es más, es precisamente esa sensación de ruina que percibe Julián desde el inicio lo que aumenta el riesgo de la fuerza primitiva que simboliza la decadencia de los Ulloa. Hay varios pasajes que lo evidencian. Uno será el de la tormenta y la acción de Nucha. Otro está al inicio de la novela, cuando el nuevo cura llega a la casa y se produce la primera comida en la cocina, verdadero hogar -quien la controla será el dueño efectivo de todo el corazón de los Pazos-, una escena brutal que sitúa a Julián ante la realidad que le espera: comen primero los perros de caza. Y toda la escena posterior se centra en la sensualidad salvaje de Sabel y la manera en la que Primitivo emborracha a su nieto, Perucho, de apenas tres o cuatro años.

En medio de todo ello, don Pedro. El último de un linaje que se arruina sin ninguna grandeza. La propuesta inicial de Pardo Bazán es evidente: cuando a quien le corresponde gobernar un lugar así no cumple su misión, todo se desmorona hacia las fuerzas más primitivas y salvajes de la naturaleza, en las que triunfa siempre el más fuerte. Don Pedro fue criado por su tío de forma improcedente: "especie de señor feudal acatado en el país, que enseñaba prácticamente al heredero de los Ulloas el desprecio de la humanidad y el abuso de la fuerza". Y la consecuencia es la que es, como se aprecia en el archivo familiar, desorganizado y comido por el moho y los insectos. Don Pedro, en el fondo, no tiene más personalidad que la de dejarse gobernar por la casa, no tiene suficiente coraje como para hacer nada que evite la decadencia ni que modernice la vida del lugar. Sus instintos siempre pueden por encima de cualquier sentido de la responsabilidad, puesto que fue educado sin voluntad para tenerla.

Frente a ello, parece que poco puede oponer la escasa fuerza de un personaje tan débil y civilizado como el del cura Julián Álvarez. En ese caldo de cultivo, el joven sacerdote parece candidato a ser una víctima más de la feroz lucha de la naturaleza desatada que domina en la casa.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que puede hallarse una buena edición de la obra (aquí).

También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).

 La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 14 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas publica una oportuna reflexión sobre el contenido político de Los Pazos de Ulloa que viene muy al caso tanto para esta lectura como para las circunstancias españolas actuales... Hay que leerla.

Pancho comenta acertadamente cómo el espacio se convierte en parte sustancial de la novela y termina con Sabina, exacto.

Paco Cuesta analiza el naturalismo de la novela y, para ello, parte del contexto español y europeo y de la posición que ocupaba la autora. Imprescindible.

Mª Ángeles Merino sigue dando paso a la primera persona epistolar del protagonista para comentar la novela: aquí su primera toma de contacto con la realidad. No sabe bien dónde se ha metido el joven cura.

Gelu  llega a la madurez del relato, cuando todo se preparara para el drama final. Y comenta con todo acierto cómo se entremezcla lo ficcional y lo real en la narración.

Luz del Olmo comenta las circunstancias de Nucha a través de un poema en el que se interroga por las claves fundamentales de este personaje.



Pancho llega al comentario del pasaje sobre los gitanos en El Coloquio de los perros, unos párrafos que han suscitado siempre cuestiones sobre los tópicos/afirmaciones cervantinas. Y excelente la forma de terminarlo por parte de Pancho, por cierto.

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Qué país de lobos y noticias de nuestras lecturas.


¡Qué país de lobos!, exclama el viajero que busca Los Pazos de Ulloa. La frase condensa el planteamiento inicial de Emilia Pardo Bazán. Julián, el joven capellán que llega al lugar para arreglar los papeles de la casa de los Ulloa e intentar poner algo de orden civilizado en la vida del supuesto marqués, no comprende nada: ni las dificultades del camino real, ni la forma de caminar de su cabalgadura, ni el lenguaje y las actitudes de los lugareños, ni el recibimiento que le dan el grupo de hombres con los que se topa y entre los que están el propio marqués, el cura y Primitivo.

La autora, siguiendo las normas de la mejor narrativa del momento, sitúa en un lugar consolidado un elemento extraño. El elemento extraño es este joven capellán, refinado en las maneras y demasiado inexperto y civilizado. El abad de Ulloa lo define desde el desdén: Ahora se estila ordenar miquitrefes... Y luego mucho de alzacuellitos, guantecitos, perejiles con escarola... ¡Si yo fuera el arzobispo, ya les daría el demontre de los guantes!

Con este primer capítulo se define el conflicto fundamental de la obra: el choque brutal entre la naturaleza salvaje de los pazos de Ulloa en los que gobiernan solo los más adaptados a una vida sin más leyes que las del imperio de la fuerza y el mundo civilizado del que procede Julián en el que todo está ordenado y pactado por normas y un tipo de convivencia más adecuada a los tiempos históricos. Julián viene de fuera y se encontrará en medio de un mundo que no comprende con la tarea moral de organizarlo de forma civilizada. Veremos, a lo largo de la obra, que no será el único que sufra por este conflicto.

Emilia Pardo Bazán parte de una premisa: es difícil que se pueda alterar la fuerza de la naturaleza con alguien como Julián o como Nucha. En aquellas tierras aún es pronto para alterar el curso natural de las fuerzas en las que solo los más aptos sobreviven. Dejados a su suerte, estos personajes sufrirán el impacto brutal en sus vidas.

No olvidemos algo muy importante en esta novela: el argumento esconde un planteamiento simbólico sobre los acontecimientos políticos españoles que estallan en la Revolución de 1868 y las décadas centrales del siglo XIX en las que se proyecta una extensión de la modernidad sobre toda la geografía española, no del todo conseguida -es el gran fracaso de la burguesía revolucionaria de aquel siglo, como pusiera en evidencia Galdós en sus Episodios Nacionales-. En los reductos en los que no llega triunfa aquello contra lo que tiene que luchar Julián con gran pobreza de medios e inexperiencia: la fuerza bruta frente a la civilización y la cultura, el caciquismo y una cierta forma de vida próxima al salvajismo psicológico. Allí los que no son fuertes, acaban desgraciados. El relato de este conflicto es lo que vemos en Los Pazos de Ulloa.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que puede hallarse una buena edición de la obra (aquí).

También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).

 La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 14 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas sabe cómo adentrase en estas páginas de Los pazos de Ulloa: a través de quien focaliza la narración la autora. Y ahí está explicada, en gran medida, la novela.

Mª Ángeles Merino consigue encontrar la voz de sus entradas: nada menos que el protagonista contándoselo a su madre. Una nueva versión de la historia que nos deparará sorpresas.

Pancho comienza con la buena de doña Emilia y lo hace sin dar pausa a quien lea esta entrada tan bien ilustrada.

Gelu sigue poniendo de relieve algunos fragmentos de la novela... y presta atención a una de sus más importantes características: el análisis psicológico de los personajes.

Paco Cuesta presta atención a los mundos en conflicto en la novela y los analiza con sabia precisión.

Luz del Olmo escribe un poema para comprender al personaje de Sabel. Os lo recomiendo.

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.