Bien lo calificas como asombro. Estemos a la expectativa. Que la recurrente contemplación de las arboledas a medida que se dotan de su nuevo florecimiento nos encoja un poco menos de lo que estamos.
Tus versos sobre los árboles me han traído a la memoria los desvelos y el amor que el escritor Chateaubriand sentía por todos ellos. En su obra Memorias de Ultratumba hay una pasaje (que no he logrado localizar) en el que, con su habitual delicadeza, cuenta cómo los iba plantando. Los fue llevando desde de lejanos países que visitó hasta su jardín, y, al caminar entre los frágiles plantones, les dedicaba sus cuidados y pensamientos. Uno de tales pensamientos era recurrente: les “decía” que cuando ellos crecieran y fueran altos y fuertes, él, quizá, podría protegerse bajo sus sombras y disfrutar del espectáculo de sus altas copas y coloridos. Adelantándose así al asombro y al placer futuros. Ese mismo asombro que tú deslizas en tu verso > Solo resta el asombro Un abrazo, amigo Álvaro Medina de Toro
8 comentarios:
Siempre pasa algo, pasa el tiempo que no es poco.
Bien lo calificas como asombro. Estemos a la expectativa. Que la recurrente contemplación de las arboledas a medida que se dotan de su nuevo florecimiento nos encoja un poco menos de lo que estamos.
Siempre vivimos a la espera de algo o de alguien.Los árboles conocen su ciclo y no esperan.
Nada para e o tempo menos ainda...
Besos, excelente fim de semana , meu amigo.
Contemplar, que no es poco.
Saludos
Francesc Cornadó
Pasan las estaciones, al ritmo de sus pájaros, flores... y paisajes con sus árboles desnudos que poco a poco el tiempo los va vistiendo.
Besos
Tus versos sobre los árboles me han traído a la memoria los desvelos y el amor que el escritor Chateaubriand sentía por todos ellos. En su obra Memorias de Ultratumba hay una pasaje (que no he logrado localizar) en el que, con su habitual delicadeza, cuenta cómo los iba plantando. Los fue llevando desde de lejanos países que visitó hasta su jardín, y, al caminar entre los frágiles plantones, les dedicaba sus cuidados y pensamientos. Uno de tales pensamientos era recurrente: les “decía” que cuando ellos crecieran y fueran altos y fuertes, él, quizá, podría protegerse bajo sus sombras y disfrutar del espectáculo de sus altas copas y coloridos. Adelantándose así al asombro y al placer futuros. Ese mismo asombro que tú deslizas en tu verso > Solo resta el asombro
Un abrazo, amigo
Álvaro Medina de Toro
Ni imaginas, ¡Cuánto me gustaría, que el asombro y la tormenta, volviesen a sorprenderme...!
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