Esta flor parecía practicar una extraña danza aérea. Es una impaciencia, una herbácea que procede de Cachemira y que ahora puede encontrarse silvestre en España en lugares húmedos. Qué largo su viaje desde el Himalaya hasta la umbría de Béjar. Esta lo es, silvestre, digo. En este racimo tenía todas las posibilidades, desde la flor abierta hasta la promesa futura. Impaciencia, el nombre no define a la planta sino al que la busca. La planta se limita a ser y en eso está su perfección. Hay una belleza que no imita las formas de la naturaleza, pero no me resulta atractiva.
Estos días proliferan las noticias de los nuevos brotes del COVID-19 en España y se discute sobre si estamos aún en la primera ola de la pandemia o ya nos encontramos en la segunda y la eficacia de las medidas con las que se intenta atajar que se extienda la enfermedad y llegue a los niveles del pasado marzo. Las noticias de los medios de comunicación se centran en la irresponsabilidad de muchos en reuniones familiares o de amigos y el descuido de cualquier protección adecuada en los encuentros de ocio y fiestas. Muchas imágenes son escandalosas y deberían tener consecuencias con severas sanciones y procedimientos judiciales para las más graves. Ahora bien, sería preciso una eficaz coordinación y la corrección eficaz de los errores cometidos en los primeros meses de la pandemia porque ya no existe la excusa de la sorpresa. Todo anuncia que en un mes la situación será peor que la actual.
Recuerdo el verano en el que cumplí quince años. Un verano largo y algo solitario en el que leí todo lo que pude. Las tardes en el jardín que mi padre trabajó delante de la casa sin importarle que ni la casa ni la tierra fueran suyas. Yo acababa de regar con la manguera, curvando el aire a la luz arcoíris. La tierra húmeda, los rosales cuajados de flores, el olor de la hierbabuena mojada. Sentado en el suelo sobre el cemento de la acera, apoyaba la espalda en la pared de la casa y leía.
Impaciencia, la vida entera, no solo esta planta. Hay tantas cosas que hacer antes de morirse. Vivir, por ejemplo.
9 comentarios:
Qué preciosa planta y flor. Antes de achacar la nueva oleada de casos de Covid a las causas que mencionas, se comenzaron los casos por los temporeros agrícolas en Cataluña y Aragón, malpagados, explotafos y, cómo no, hacinados en condiciones insalubres. Quizá hubiera que empezar pidiendo responsabilidad es a esos empresarios agrícolas que tanta clsmsron por mano de obra para sus producciones y tan buenísimos resultados nos han traído a todos.. Y las autoridades que no inspeccionaron sus desmanes, parece que habituales.
En cierta ocasión le dije a una persona: deja de pensar tanto en el pasado y en el futuro , se te está olvidando el presente.
Sí. Vivamos.
Me quedo con el niño que lee impaciente en la acera, junto al jardín recién regado. Hay otras impaciencia que pueden ser peligrosas.
Están brotando, cuidado.
Disfruta de agosto.
Aquí discutiendo por todo, haciendo manifestaciones que nada aportan, con propuestas peregrinas, mientras tanto olvidamos que dentro de unas pocas semanas varios millones de niños comenzarán la escuela, salvo decir que todo se hará con normalidad, nadie ha dado una solución a los posibles y múltiples focos de Covid que provocará este comienzo de curso. ¡¡No tenemos arreglo!! ahora toca denunciar al rey ladrón por decir que lo es y preguntarse donde coño está.
Reuniones familiares, de amigos, y algunos irresponsables extendiendo él virus al incumplir normas. No se donde llegaremos. Dentro de unos meses lo veremos.
Besos.
Me quedo de tu texto con el recuerdo de los quince años, nuestras salidas con amigos, las lecturas, los deberes de verano (ag), los calores cuyo recuerdo hoy me rediviven. Todo era tan diferente, ni mejor ni peor, había de todo. Pero teníamos juventud, la vida por delante, entusiasmos y aspiraciones, incluso muy oníricas algunas, y estos días precisamente lo venía recordando. Incluso me tentaba llamar a algún amigo de entonces para contagiarnos de nostalgia. Por otra parte lo que define a este verano sociológico es tan diferente a cualquier otro. Los condicionamientos del coronavirus, las serpientes mediáticas de verano capitaneadas por la fuga de un rey de los dos que tenemos y pagamos, han convertido el verano en algo muy huidizo. Yo huyo e las noticias, me pongo a salvo de la intoxicación. Sigo siendo ciudadano concreto y me reservo el derecho de primogenitura que no deseo que ni un virus ni un aprovechado ni la política mezquina de los hijos de Caín me la quiten.
¡Qué recuerdos de tus 15 años llenos de emoción, lectura y aroma de plantas y flores! Tu padre se habría entendido de maravilla con mi tia materna, la que mw crió. Ella amaba la jardinería con todu su ♥️ y sabía muchísimo de plantas.
De acuerdo totalmente contigo sobre lo que dices de la pandemia.
Vivamos la vida, aunque con mascarillas.
Besotes x2
Tus retratos de interior son tan bellos como esta "impaciencia" que no conocía y me ha parecido absolutamente bella. Con tantas malas noticias con las que convivimos actualmente y con esta incertidumbre que se ha instalado en nuestras vidas, es un enorme placer tener refugios como este blog donde poder resguardarnos. Yo por lo menos lo siento así.
Abrazos enormes, Pedro.
Aquel verano de mis quince años, posiblemente disfruté, pero al llegar el 26 de septiembre, todo se desplomó. Mi padre se fue para siempre. Espero que este año, podamos ver, como tú, en tus quince años "curvando el aire a la luz del arcoiris". Y como la planta Impaciencia, poco a poco vayamos encontramos una cierta tranquilidad.
Besos
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