En enero de 2009 publiqué una foto de este mismo lugar para una entrada, Decorado de cartón piedra. Me preocupaban mucho las ciudades como espacio de nuestras biografías por entonces. Esa tapia -que oculta las vías de la ciudad de Valladolid- estaba muy deteriorada y dejaba a la vista los materiales con los que está hecha. Su único elemento decorativo era y es una figura romboidal que se repite a lo largo de toda la tapia. Con treinta y ocho de estos rombos -contados desde el inicio de la tapia y que incluyen el de esa fuente que se ve en la imagen, en su origen una las arcas que marcaban la traída de aguas de las Arcas Reales- publiqué al año siguiente otra entrada, un poema visual, Nacidos iguales. Motivos para una decoración de interior en treinta y ocho versos (octubre de 2010), en el que meditaba sobre cómo lo que parece ser igual en el momento del nacimiento va diferenciándose por el trascurrir del tiempo. Parece ser igual, pero no lo es, porque a cada uno de esos rombos le afecta el sol, el viento y la lluvia de modo diferente, como también han sufrido de manera distinta las agresiones de los seres humanos y posiblemente unos tuvieran más cemento que otros o éste cuajara mejor o peor según la hora en la que fueron construidos. Desde entonces, la tapia ha sufrido una intervención provisional para evitar su deterioro, a la espera del plan que quizá algún día soterre las vías a su paso por la ciudad.
Traigo esta noticia aquí porque gracias a una nota de la Sra. Pingos en Facebook me enteré de que alguien había intervenido sobre este rombo -solo sobre este rombo- pintándolo de azul. Quizá su intención haya sido convertirlo en marco de otras intervenciones sobre el espacio interior, pero a veces un marco ya es, en sí mismo, la expresión de una intención. En cuanto pude, fui a sacar una serie de fotografías que completaran las que he hecho a esta tapia durante años. En estas fotografías veo el tiempo, el paso de lo antiguo a lo viejo, pero también veo el comportamiento de una ciudad con sus espacios: abandono y desidia, adecentamiento sin más. Finalmente, el color que alguien ha querido dejar como nota transgrerosa -el que lo haya realizado se arriesga a ser multado-. Basta un leve toque de color y la tapia entera ha cambiado.
7 comentarios:
Un sólo gesto humano puede provocar un cambio.
Muchos años pasando ahí al lado, y siguiendo hipnotizado la sucesión de rombos. Es historia de la ciudad, aunque en algunos aspectos sea para mal (dividir la ciudad en dos mitades). Me gusta el azul del marco.
Esa tapia la he conocido en todas sus facetas, y es verdad que la rutina quita importancia a las cosas, casi las hace invisibles. Es como una merecida condecoración a los muchos años de misión cumplida, "proteger", "tapar" y sobre todo "dividir" y eso suele suceder al final... Muchos lo están deseando, y a la vez por lo que se ve, le están cogiendo cariño. ¡Ya que está, vamos a ponerle bonito!
Pronto lo veré, tengo que pasar por ahí al menos dos veces, cuando llego y cuando me voy.
Abrazos.
Gracias a esa persona anónima que ha repintado el rombo, estamos compartiendo tu entrada y tomando conciencia de la relevancia que adquiere cualquier modificación formal de las cosas, de las personas...
Son pequeños los gestos que van marcando las diferencias. Tanto en los muros como en los días de la gente, esas sutiles variaciones nos aportan la gracia y la identidad que luego nos caracterizan.
Buena observación.
Un abrazo
Un toque de color que indica transgresión pero
También posibilidades de cambio y transformación.
Besos
A veces es solo eso, un toque de color, leve, casi inapreciable,pero que puede cambiarlo todo...
La foto, me encanta.
Besos.
;)
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