lunes, 9 de septiembre de 2024

El segundo café del día


A veces tengo la sensación de que el mundo no existe. No sé si el mundo o el tiempo. Un día te levantas, te desayunas, te duchas, te vistes y sales a la calle. De pronto, en la esquina, te preguntas si esas acciones han sucedido hoy o corresponden a otro día: ayer, el verano pasado, por ejemplo. Como cuando subes a paso airoso las escaleras de un edificio y llegas al cuarto piso sin tener conciencia de haber pasado por el tercero. Comienzo a preocuparme si me dura más allá del segundo café de la mañana. Si lo hace -si dura más allá del café-, echo el día al montón de los días extraños, que miro con cierta aprensión al hacer el balance de fin de año.

8 comentarios:

Literatura y tercer milenio dijo...

No lo amontones sin más; dale tiempo, quizá un poco más de dos cafés.

Fackel dijo...

Ay de nuestra percepción del tiempo, y demos gracias que al menos nos acordamos aunque no siempre precisemos. ¿Serán las neuronas vacilantes? ¿Será la monotonía que nos pierde y fije un tiempo único? ¿Será la dosis del café o su carencia?

Emilio Manuel dijo...

Llega un momento que las rutinas diarias llega a engañarnos.

Sor Austringiliana dijo...

Ordenamos el caos con el tiempo y el espacio, pero dejamos huecos extraños. El café ayuda a rellenar.

Francesc Cornadó dijo...

Muchas veces el olvido actúa como antídoto.

Luis Antonio dijo...

Ese es el problema de la rutina. A veces es saludable romperla ...sin estridencias

Campurriana dijo...

De pronto, en la esquina, te preguntas si esas acciones han sucedido hoy o corresponden a otro día: ayer, el verano pasado, por ejemplo.

Esto mismo que escribes, me ocurre a mí, Pedro. Me he sentido totalmente identificada.
Hoy, recopilando recuerdos con forma de imágenes con la ingenua intención de lograr ordenarlos de alguna manera, he pensado eso de nuevo.
Un momento tras otro que convierte un instante en eterno hasta el cruel momento en el que uno es consciente de que no se repetirá nunca más. Un paisaje visto de una y mil maneras.
Es la vida. Y es maravilloso.

Un abrazo. Me alegro de regresar a este acogedor lugar que tiene tu inconfundible sello.

Ele Bergón dijo...

¡Qué manía tiene el tiempo de no detenerse algún ratito, para seguir adelante con sus "cosas".

Besos