Con motivo de la publicación de la Obra completa de Blas de Otero (ed. de Sabina de la Cruz, Barcelona, Galaxia Gutember, 2013), me han asaltado los recuerdos. Blas de Otero, como tantos otros autores de la poesía social de los años cincuenta del pasado siglo, fueron echados al olvido -o eso intentaron- por los poetas que introdujeron la postmodernidad en España. Hubo confrontación y poca elegancia en aquella batalla, por ambas partes. Solo se salvaron algunos poetas que habían estado incómodos en la etiqueta de poesía social y no se encontraban en las nuevas etiquetas de las vanguardias formales de los años sesenta. Nada nuevo. El tiempo decanta las cosas, por supuesto. También atempera los enfrentamientos personales. Sobre todo porque vienen nuevas generaciones que rivalizan con los jóvenes de antaño y los colocan en su sitio.
De aquellos poetas que cruzaron el duro páramo de la dictadura -que fueron muchos y buenos-, el nombre de Blas de Otero ha sido uno de los más recordados, aunque haya dejado de leérsele. Un poemario suyo le instala para siempre en la historia de la poesía española: Ángel fieramente humano (1950).
Leí a Blas de Otero con motivo de su fallecimiento, en 1979. Era un adolescente que soñaba comprender el mundo a través de la literatura y la noticia de su muerte me interesó. Con mis pocos ahorros compré un ejemplar de la segunda edición de Poesía con nombres (Madrid, Alianza, 1979), que el mismo poeta había preparado dos años antes. Aún lo conservo, agradecido a las colecciones de libros de bolsillo de Alianza Editorial o de Austral, que me permitieron leer tanto en aquellos años en los que los veranos significaban horas de lectura apasionada. La cubierta es de Daniel Gil: un blanco que, con el tiempo, ha tomado un color ahuesado, con el título en un rojo gastado. Las letras están en relieve y ahora mismo he detenido la escritura para pasar mis dedos sobre ellas.
Poesía con nombres es una antología de poemas escritos por el autor desde 1950 en los que la escritura se centra en un nombre propio. Me gustó aquel libro: Blas de Otero repasaba, en homenaje y juego intertextual, nombres de escritores y personajes que le permitían reflexionar sobre la literatura y España (es una constante en la poesía de Blas de Otero, poco dado a esconder sus fuentes). Allí están Antonio Machado o don Quijote, Sancho o Velázquez, Miguel Herández o José Menese. En la antología se encuentra su poema A la inmensa mayoría -una declaración de poética- pero también está el que quizá sea su poema más logrado, inspirado en una frase que pronuncia Sancho en el Quijote (II, 74): ...porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más... En el poema se denuncia la injusticia en la que se vive en todo sistema falto de libertad, en el que el miedo impera:
Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados ¡zas! por una bala.
Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por ti, por mí, por todos.
Y también
por ti.
(Aquí
no se salva ni dios. Lo asesinaron.)
Escrito está. Tu nombre está ya listo,
temblando en un papel. Aquel que dice:
abel, abel, abel... o yo, tú, él...
Blas de Otero se lo dedica a Sancho, a Sancho Pueblo, el único que tiene la razón en tanto desafuero:
Pero tú, Sancho Pueblo,
pronuncias anchas sílabas,
permanentes palabras que no lleva el viento...
En efecto, la mayor tontería que puede hacer alguien es dejarse morir, así, sin más, en un momento en el que vienen a por todos y que una bala, ¡zas!, puede trizar tu vida, mi vida. También tu vida. Porque aquí no se salva nadie en estas batallas en las que el enemigo puede cambiar de nombre o de munición, pero las víctimas se llaman siempre de la misma manera.
15 comentarios:
No lo conocía; este poema que traes es precioso.
Un beso
Gracias por la recomendación. La literaria y la vital. Un saludo
Buenos días Pedro.
He sentido un escalofrío al leerlo, no conocía el poema.
Un abrazo
Desde que recuerdo, Blas de Otero es uno de mis poetas favoritos. Creo que es un perdedor, y ahí radica uno de mis intereses hacia su obra
¿Por qué un perdedor? Escribir poesía social en la oscura España del franquismo era abonarse a la derrota; que lo hiciese un vasco, en español, y mostrando un gran amor a España (que no tiene porque ser patrimonio de unos pocos) era perpetuarse en el abandono de quienes reescriben la historia.
Y sin embargo, leer a Otero es redescubrir el compromiso sin alharacas. No es poco.
Por cierto, y como continuación al final de tu post, dos versos de Otero.
"Podrán matarme,
pero no morirme"
pues a mi también me pasa que retomo antiguos poemarios de autores chilenos y me pasa como a ti
sin duda las palabras nos trascienden , y a cada lectura , el giro vuelve renovado
besitos
Tienes razón, Blas de Otero era un autor de referencia en los años setenta, todo el mundo (el que leía poesía, que nunca han sido muchos) conocía sus versos, después desaparece, como si se lo hubiera tragado la tierra. Algo he trasteado por internet siguiendo sus versos y me suenan bastantes de aquellos tiempos.
De nuevo un poeta visionario de estos tiempos lúgubres actuales en que ha desaparecido la solidaridad. Insolidaridad más acentuada en la clase trabajadora, por insólita hasta este momento. Ahora cada cual va a lo suyo, después lo propio, y luego otra vez lo mío. A los demás que le vayan dando, mientras a mí no me toque… Pero les llegará porque aquí no se salva ni el tato. Estampillar a unos cuantos privilegiados para perjudicar y humillar al resto, sin respetar nada, es moneda cada vez más común en todos los ámbitos de la clase dirigente para con los trabajadores.
Están sembrando una desconfianza que tardará décadas en superarse. No lo podía expresar mejor el poeta:
"Creo en el hombre. He visto
espaldas astilladas a trallazos,
almas cegadas avanzando a brincos"...
En medio del sálvese quien pueda, no podían faltar las palabras de llamada al zafarrancho, la esperanza. Hacen más falta que nunca poetas y guías, con ideas nuevas que sepan encontrar la salida al laberinto.
Es una buena invitación para para los no versados en poesía. Gracias
Un abrazo
Hola profesor Ojeda.
cada día leo su blog de "LA ACEQUIA", hoy ha sido gratificante encontrarme con esta entrada de la poesia de BLAS DE OTERO,esto evidencia una sensibilidad , que duda cabe,tiempos que pensabamos pasados, pero no hay que perderlos de vista.
Si de algo me ha servido el curso 2º en el programa interuniversitario de la experiencia,entre otras muchas cosas, ha sido para ilusionarme y aprender en las clases de Literatura,coincido con otros-as en la suerte que tenemos teniendole de profesor.
Saludos
luisa
Te dejo en homenaje a el un poéma suyo precioso y que colgue hace ya mucho tiempo en el blog.
Si algo me gusta, es vivir.
Ver mi cuerpo en la calle,
hablar contigo como un camarada,
mirar escaparates
y, sobre todo, sonreír de lejos
a los árboles...
También me gustan los camiones grises
y muchísimo más los elefantes.
Besar tus pechos,
echarme en tu regazo y despeinarte,
tragar agua de mar como cerveza
amarga, espumeante.
Todo lo que sea salir
de casa, estornudar de tarde en tarde,
escupir contra el cielo de los tundras
y las medallas de los similares,
salir
de esta espaciosa y triste cárcel,
aligerar los ríos y los soles,
salir, salir al aire libre, al aire.
Blas de Otero, me gusta.
la "camisa blanca de mi esperanza... que también descubrí como una canción, con la voz de ana Belén.
me impactó la forma de describir a España, "A veces madre, siempre madrastra"...
Abrazos.
Te sigo leyendo aunque esté desaparecida de los comentarios, al igual que hago con el resto de los colegas. Blas de Otero siempre me gustó y debo decir que lo he conocido más a través de FRAN CAMPILLO que lo ha citado en su blog varias veces. Precioso el poema que has transcrito. Besotes, M.
Mírame amigo Profe, de pie aplaudiendo, ofrendando respeto a este enorme, e-nor-me poeta,
y como casi no mezclo lucha con poesía (en mi creencia de no bastardiarla) mira que te traigo y dime si no es fervientemente una maravilla:
Mademoiselle Isabel, rubia y francesa,
con un mirlo debajo de la piel,
no sé si aquél o ésta, oh mademoiselle
Isabel, canta en él o si él en esa.
Princesa de mi infancia; tú, princesa
promesa, con dos senos de clavel;
yo, le livre, le crayon, le...le..., oh Isabel,
Isabel!e...., tu jardín tiembla en la mesa.
De noche, te alisabas los cabellos,
yo me dormía, meditando en ellos
y en tu cuerpo de rosa: mariposa
rosa y blanca, velada con un velo.
Volada para siempre de mi rosa
-mademoiselle Isabel- y de mi cielo.
.
larga vida al blog La Acequia, donde se mantiene viva la llama de los que hay que leer
un abrazo
reconozco que no conozco su obra, pero leyendo estos versos que dejas aquí me siento Sancho Pueblo, totalmente.
biquiños,
Pido la paz y la palabra, leí una vez ante un público joven y reinvindicativo...¿y ahora, cuarenta años después?
Besos
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