Es curioso cómo se anula el tiempo en el andén de una vieja estación de provincias. En el fondo, sigue válida la metáfora del viaje. Ahora, los modernos trenes de velocidad alta nos depositan con la pulcritud fría y exacta de un cirujano en un futuro al que uno tiene la impresión de haber llegado antes de lo que conviene, una décima de segundo después de que nos hayamos ido a otra parte en la que tampoco nos esperan.
29 comentarios:
Preciosa entrada, me encanta visitar tu blog.
Un abrazo.
Rita.
Querido Maestro, una profunda reflexión que remueve....así te pones a veces, RE-MO-VE-DOR, a ver si reaccionamos...
Eres la hostia! ;-)
besos
Ali
¡¡que placer haberme encontrado con tu blog!!
un cordial saludo
acá murió el tren
todo es un metrotren atestado de sardinas urbanas
besitos
Es una pena ver cómo esas estaciones están en el olvido, ya quedaron atrás, ni siquiera el tren les espera.
Un beso.
Casi todo va demasiado deprisa.
Un abrazo
Buenas noches, profesor Ojeda:
No siempre es fácil encajar en el puzzle de la vida.
A veces no es cuestión de tiempo, sino de las piezas componentes o del diseño a completar.
Un abrazo
todo el romanticismo perdido en los railes con las despedidas.
Pero por los raíles de la memoria, la velocidad se detiene con nombre de viejos recuerdos.
Y eso, no nos lo podrán quitar...
Besos, Pedro.
Esa estación con chimenea, persianas y antena para la tele es cualquier cosa menos una invitación al viaje: un lugar tal vez para vivir sin temor a perder ningún tren.
Un abrazo.
Me encantan los trenes y las estaciones. Y las abandonadas me traen historias a cientos.
Besos
Por eso a la hora de elegir, me monto en mi escoba biónica y ultrasónica.
Besos
Esas estaciones antiguas tienen mucha alma y mucha historia. Besotes ferroviarios, M.
Añoro el traqueteo cuando viajo ¿a ninguna parte? Las partes siempre son distintas. Besito.
El tiempo puede que viaje en trenes de alta velocidad, pero los relojes permanecen en las estaciones en las que no se detienen esas máquinas autopreñadas de velocidad.
Saludos!
Acabam de fechar a velha estação ferroviária aqui onde vivo e substuiram-na por uma igual a tantas outras...
Querido amigo, recebe um enorme abraço
Estas antigas estações representam o que se foi e hoje, niguém se lembra.
Siempre hay algo que hace parar los relojes porque se te queda grabado para siempre.
¡Cuánta magia conservan esos andenes!..preciosa imagen y muy buena reflexión.
Un abrazo.
Se diría que hoy nada vale nada. Besos, querido amigo.
Solo una vez he viajado en AVE entre Barcelona y Zaragoza un viaje que he hecho infinidad de veces en tren, en autobús, en coche. El trayecto me costó hora y cuarto. Salí desolado del tren. No podían haber reducido la duración del viaje a esa magnitud mínima. Me hicieron sentir triste. Creo que no volveré. No es sentimental. No tuve tiempo de nada.
Esas estaciones siempre serán el recuerdo de la juventud. En el pueblo donde veraneábamos había, en la misma estación, una pequeña taberna con patio y bajo los árboles tome mi primer porrón de cerveza, surgieron los primeros "tonteos" y las primeras locuras junto a la panda de verano.
Nunca he sentido que ningún tren me deje ni muy pronto ni demasiado tarde; todo depende de saber a tiempo, antes de tomar el tren, que vas a encontrar en la estación de destino.
Hemos perdido el tren
una mañana de abril
ahora, ajo y perejil,
en un solitario andén
Vuela el ave, ladra el can
y los que eran no están
no han estado y no estarán.
/CODECOLA
Concedemos poca importancia a una décima de segundo y, sin embargo,en décimas de segundo dejas de existir, dos labios se besan, o pierdes un tren que ya no volverá a pasar.
estas estaciones "antiguas" son como tristes, al lado de las luces de neón de las modernas, que lo ciegan todo...
¿pero cuáles son más auténticas?
biquiños,
Vivimos tiempo de urgencia que nos hace perder vida.
Un abrazo
Creo que eres de los que ve el lado pesimista de las cosas casi siempre (sin ánimo de ofender, por favor) Aunque tienes razón muchas veces. El AVE se hizo porque: "llegamos siempre tarde donde nunca pasa nada. Besos Isabel
Esta imagen me trae muchos recuerdos de los veranos de mi infancia. La estación del pueblo era el punto de llegada a la felicidad. El silbido agudo del tren, en mitad del silencio absoluto de la siesta, imposible aquí en la gran ciudad. Después, la partida, y mis tías acompañándonos a la estación, mojándonos la cara de besos y lágrimas a las pequeñas de la familia, y mis primas y nosotras riendo por no llorar.
La foto es preciosa y muy evocadora.
A lo mejor no hemos ganado tanto con esos trenes de velocidad alta.
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