Hoy vienen conmigo tus ojos de un secreto verde aromatizado de limón y hierbabuena. Nunca niebla sobre tu cuerpo, que me gustaría recorrer ahora mismo haciendo sombra con mi mano mientras tomas el sol. Si levanto la vista, tu risa añil hace mediterráneo el páramo y sobre la meseta de enero navega el tiempo en el mar abierto. Te oigo reír y en tu risa veo a tantas mujeres fuertes encalando el hogar y marcando con índigo los vanos de puertas y ventanas, banderas de vida. En ti hay una historia que resume la historia de todas las mujeres que te han traído hasta aquí y que te oigo contar mientras te beso.
Mi madre tendía la ropa en una cuerda atada a un poste y un almendro seco. En el almendro había un hueco y en él anidaban los gorriones en primavera. De las sábanas tendidas nacían pardales hacia la luz blanquísima del verano.
Por la ventana del patio de luces, abierta a la tarde de agosto, entró la voz de una muchacha que cantaba a su hija la historia de un acerico tan hermoso que ningún alfiler quería herirlo.
Vuela, mi niña, la vida,
vuélala como si fuera
siempre miel de tu sonrisa
siempre miel y hierbabuena.
4 comentarios:
Conectas tan emotivamente con aquel decir castellano ya escasamente practicado...
Siempre miel es difícil, pero es bueno el consejo, hay que volar la vida, aunque pinche. Veo a tu madre mirando sorprendida la salida del nido de los pardales por encima de su ropa blanquísima.
La nostalgia de los que se fueron, siempre queda con nosotros, en esa memoria que nunca muere.
Uno de estos recuerdos imborrables son las sábanas tendidas al sol, en las últimas gotas del rocío por el verde de la era y aún siguen en la parte de atrás, de mi nueva casa.
Por pequeños ventanales, entraba la luz del sol en un cielo azul añil. Esa era su melodía.
Besos
La memoria oral, siempreviva, regada de miel albahaca y hierbabuena, es el regalo de unos labios; el recuerdo.
Besos, Pedro.
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