lunes, 26 de noviembre de 2018
Pinares en niebla
Y a fin de cuentas, qué somos, qué soy
en las mañanas frías de este otoño,
caminando en los pinares en niebla.
© Pedro Ojeda Escudero, 2018
domingo, 25 de noviembre de 2018
El canto de plano
Calculé la distancia y tiré el canto. Una, dos, tres, antes de hundirse en el agua. La charca se llenó de ondas. Recuerdo la sensación aún y que no había nadie junto a mí. ¿Existió aquel prodigio que no repetí o lo imaginé como soñaba regates en el campo de fútbol improvisado en el barrio? Para un niño algo torpe y retraído no estaba mal, tres saltos nerviosos y certeros sobre la superficie de la charca. La piedra se sumergió después, guardando el logro en el barro.
sábado, 24 de noviembre de 2018
Poema de otoño
Se fueron ya las hojas de los árboles
y se guardó la piedra en el plumier
para mostrarla al viento.
- Mira: Canto rodado.
La mano sopesaba la distancia
-qué lejos el camino de la escuela-.
Se puso a llover íntimo en la noche.
© Pedro Ojeda Escudero, 2018
jueves, 22 de noviembre de 2018
Todo está escrito: Cien años de soledad como metaliteratura y noticias de nuestras lecturas, con anuncio de la próxima.
Al final de la novela, Aureliano Buendía (ya Babilonia por su relación con los textos de Melquíades) se encierra en la casa. Todo en ella es reflejo de la muerte, de un fin de ciclo del que no se salvan ni los rosales. En ese justo momento comprende todas las claves de los pergaminos de Melquíades que habían predicho, cien años antes, la historia de Macondo y de su familia, tan íntimamente unidas: El primero de la estirpe está amarrado en un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas. Comprende que la clave de lectura no es un signo sino el mismo tiempo: esos cien años se han concentrado en un instante. Y sucede el prodigio: Aureliano lee su propia historia, la de su familia. Es decir, lee la novela que el lector externo -nosotros- tiene en sus manos. García Márquez juega sabiamente con la ansiedad de ese lector, encarnándola en la del propio Aureliano, que salta páginas para llegar a la última, su presente, como si se estuviera viendo en un espejo hablado.
En ese momento, todo lo que ha vivido en los últimos tiempos (la relación con su tía Amaranta Úrsula, que da a luz a un niño con cola de cerdo y muere desangrada en el parto; al niño se lo están comiendo las hormigas) ha quedado ya relegado a un pasado leído. También que Macondo desconociera finalmente a los Buendía y se convirtiera en un pueblo abandonado. La maldición que perseguía a la familia desde el inicio se cumple inexorablemente y los Buendía y Macondo están condenados a desaparecer. El ciclo se cumple, como si el tiempo circular fuera más poderoso que el lineal: la fundación y la extinción.
El lector ha leído Cien años de soledad asombrado por la prosa pero también por la historia de una saga familiar en la que lo real y lo fantástico parecen mezclarse. García Márquez siempre lo negó. El realismo mágico era, primero y sobre todo, realismo: lo mágico era la forma de contarlo, pero todos los sucesos pueden ser vividos porque hasta los más fantásticos son productos de los sueños producidos por las personas que los viven.
Muchas de las cuestiones que el lector se plantea al leer la novela de García Márquez, se deberían solucionar en ese final, que aclara algo esencial: todo lo leído está escrito, es decir, todo es literatura. Una narración en la que el último de los protagonistas puede leer su propio destino. Un prodigioso juego metaliteratura.
Noticias de nuestras lecturas
De tiempos míticos y la gestación de un héroe va la nueva entrada de Pancho sobre Cien años de soledad. Y termina, no sé cómo, pero hace bien, con Lucho Gatica...
Y nuestro título del mes de noviembre
Comenzamos la lectura de Filek. El estafador que engañó a Franco, de Ignacio Martínez de Pisón, que comentaremos en la sesión presencial del próximo martes 27.
Paco Cuesta publicó su aportación. Su enfoque sobre cómo enfrentar la novela de Martínez de Pisón es tan adecuado desde el inicio hasta la personalización última, que te recomiendo que no te la pierdas.
Paco Cuesta publicó su aportación. Su enfoque sobre cómo enfrentar la novela de Martínez de Pisón es tan adecuado desde el inicio hasta la personalización última, que te recomiendo que no te la pierdas.
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.
miércoles, 21 de noviembre de 2018
Todas nuestras víctimas, novela de Luis Diaz Viana.
Luis Díaz Viana es un antropólogo de reconocido prestigio, que ha visto recompensada su trayectoria con numerosos y prestigiosos premios. Como investigador del CSIC, son ya clásicos sus trabajos, en los que ha formalizado una sólida teoría sobre la cultura popular a partir del análisis filológico del folklore y una mirada moderna a lo tradicional desde una clave humanista. Un clásico de la especialidad.
Como escritor, es una voz reconocible en la poesía española de los últimos años. Quien quiera comprobarlo puede consultar la recopilación de sus poemarios en Honor de la Quimera (2015), libro ampliado en 2016 con Paganos. Los últimos paganos (Premio de Novela Ciudad de Salamanca, 2010) fue su entrada en la narrativa y el punto de partida de una proyectada trilogía que reflexiona sobre las voz colectiva. Todas nuestras víctimas (Difácil y Páramo, 2018) es la segunda novela de esta trilogía. Tiene en común con la primera el espacio (físico y espiritual) en el que se desarrolla buena parte de la trama y es un acontecimiento editorial en primer lugar, por la categoría del autor; en segundo, por la intención de la obra, que la eleva muy por encima de la novela española actual; en tercer lugar, por tratarse de la primera colaboración de dos editoriales como Difácil y Páramo, que vienen dando muestras de calidad y coherencia en sus catálogos en una época en la que esto no es fácil de mantener en el mundo del libro. Se presentó oficialmente el pasado viernes día 16 en el programa Valladolid Letraherido, que dirijo para el Ayuntamiento de Valladolid.
Inicialmente, Todas nuestras víctimas se extiende desde un presente que coincide con los atentados del 11 de marzo de 2004 hasta un pasado, el de la guerra civil española y sus consecuencias: el hijo de un antiguo franquista espera a su hermana para celebrar el funeral del padre en su pueblo, del que fue alcalde. Los dos hermanos tienen posiciones ideológicas diferentes y también lo son sus recuerdos. Pero la lectura simplista del argumento puede llevar a error a quien se acerque a la novela y entenderla como una saga familiar o como una más de las que se han escrito sobre ambos acontecimientos por separado (no tengo noticia de que antes de esta obra se hubieran sumado). Luis Díaz Viana ha trabajado la estructura de la novela y su intención para que sea mucho más, toda una reflexión sobre la memoria colectiva, algo que le ha preocupado también como investigador (Nada quedaría de todo lo vivido sin la voz continuada de la memoria, dice uno de los personajes). De hecho, es evidente la conexión de alguno de los planteamientos narratológicos de Todas nuestras víctimas con el trabajo de un antropólogo, pero esto sin perjuicio de la lectura, que permite un público muy amplio. La conexión enriquece notablemente a la novela, profundizando su calado y su objetivo e incluso sobre el mismo concepto de la novela como género en el que caben materiales muy diversos.
Distintas voces narradoras se suman para construir el relato en fragmentos que van desde el realismo hasta el lirismo. Estas voces son presentes y pasadas y el lector no sabe bien si corresponden a personajes vivos o muertos hasta que comprende que eso, en realidad, no importa porque lo que interesa es la misma forma de construir ese relato de la memoria a partir del perspectivismo. Es decir, el mismo hecho de la construcción de la memoria colectiva, algo que es una verdadera carencia de la sociedad española, incapaz de trazar un relato consensuado de su historia, en especial en lo que toca a lo acontecido tras la sublevación militar de 1936 y durante la dictadura franquista, que sembraron de víctimas el país, aún lleno de fosas comunes que atañen a cada una de las familias pero también a todos: Carmen era el nudo del relato, pero la historia era suya. Y el libro de su historia no podría cerrarse hasta que apareciera el cuerpo de su padre. Esto es válido también para la memoria individual cuando toca aspectos colectivos en los que se insertan las creencias de quienes hablan: No me apesadumbra demasiado la muerte de mi padre. Lo que me preocupa es dónde colocarlo mentalmente. Precisamente este es uno de los grandes aciertos de esta novela. Otro es la estructura.
La novela se divide en siete capítulos que van ampliando esa memoria tejida de lo individual y lo colectivo a partir de las voces que participan en ella, a los que se añade un Responso en el que autor evidencia su perspectiva ideológica, una Nota aclaratoria sobre la forma en la que se concibió la novela y un Apéndice sobre La misma melodía triste: sobre el pueblo y la memoria de la guerra civil (A modo de breve ensayo histórico). Haría mal el lector en saltarse estas dos últimas partes y entenderlas como ajenas a la novela y, por lo tanto, prescindibles a la hora de la lectura. Luis Díaz Viana ha entendido el género como algo mixto y no leer el ensayo final es cercenar la narración y la novela misma como hecho literario. Por otra parte, esta estructura desvela una forma de trabajar minuciosa, una propuesta en la que están las voces de los personajes y en la que el autor se pone de manifiesto en estos finales que alejan el foco progresivamente de lo particular a lo general, de lo narrado a lo reflexivo, ampliando el significado de Todas nuestras víctimas como novela, llevándola a ser mucho más que una historia sobre la guerra civil española o el 11M y la forma en la que se ha manipulado el relato y la construcción de la memoria. Todo un acierto.
lunes, 19 de noviembre de 2018
Señor Ruiseñor. Els Joglars, fiel a sí mismo
Desde su inicio, la compañía teatral Els Joglars se ha caracterizado por desenmascarar todos los tipos de dictaduras e ideologías excluyentes: políticas, religiosas, artísticas, culturales. Son bien conocidos los problemas que ello les ha traído: condenas, juicios, exilios, denuncias, amenazas, boicots, vetos y un largo muestrario. También éxito de público, parte del cual ha sido fiel a su propuesta desde el inicio, mientras que otra parte iba o venía según quiénes fueran los satirizados. Siguen fieles a sí mismos, sin duda.
La compañía nació en 1962, en tiempos de renovación del teatro europeo y bajo la dictadura de Francisco Franco. En España, fueron pioneros de las nuevas formas, que pedían un trabajo colectivo y una mayor importancia del teatro físico sobre el predominio casi exclusivo de la palabra. De aquellos tiempos son de los pocos grupos que siguen en activo. Ya en los primeros montajes pusieron de manifiesto su actitud crítica frente a todos los poderes, pero, especialmente, contra los que impedían la libertad de expresión. Fueron implacables contra el franquismo y el postfranquismo, pero también contra la unión de la iglesia católica y el estado, el férreo control de los gurús culturales y de los medios de comunicación, etc. Elaboraron para ello obras con sátira directa, explícita, en la que volcaban elementos teatrales diversos que se sumaban para denunciar los abusos de los poderosos, fácilmente reconocibles siempre. Desde los años noventa comenzaron a denunciar el nacionalismo catalán excluyente que derivaba hacia el control de la vida en Cataluña, la manipulación educativa y de los medios de comunicación, así como a la construcción de una realidad identitaria basada en la mistificación de la historia. Fueron de los primeros en hacerlo, implacablemente, hasta el punto de que quienes les aplaudían solo unos años antes, cuando atacaban el postfranquismo, comenzaron a vetarlos al sufrir las sátiras en propia carne. Quizá sea la mejor demostración del éxito y la eficacia de su denuncia, así como la demostración de que si en su día fueron valientes en el combate contra el franquismo, lo siguen siendo contra los gobernantes de la comunidad autónoma de la que proceden y en la que tantas dificultades tienen para representar sus obras. Lejos de una dictadura militar del carácter de la franquista, hoy no corren el riesgo de ser encarcelados o multados pero sí el de no poder representar en Cataluña, ser apartados de cualquier apoyo institucional, ninguneados en los medios de comunicación y señalados, viviendo en un cierto ostracismo. También han corrido otro riesgo: que aquellos que antes se sentían atacados o que no comprendían o aceptaban sus propuestas escénicas, ahora los acojan con entusiasmo solo porque señalan hacia otro lado.
La compañía nació en 1962, en tiempos de renovación del teatro europeo y bajo la dictadura de Francisco Franco. En España, fueron pioneros de las nuevas formas, que pedían un trabajo colectivo y una mayor importancia del teatro físico sobre el predominio casi exclusivo de la palabra. De aquellos tiempos son de los pocos grupos que siguen en activo. Ya en los primeros montajes pusieron de manifiesto su actitud crítica frente a todos los poderes, pero, especialmente, contra los que impedían la libertad de expresión. Fueron implacables contra el franquismo y el postfranquismo, pero también contra la unión de la iglesia católica y el estado, el férreo control de los gurús culturales y de los medios de comunicación, etc. Elaboraron para ello obras con sátira directa, explícita, en la que volcaban elementos teatrales diversos que se sumaban para denunciar los abusos de los poderosos, fácilmente reconocibles siempre. Desde los años noventa comenzaron a denunciar el nacionalismo catalán excluyente que derivaba hacia el control de la vida en Cataluña, la manipulación educativa y de los medios de comunicación, así como a la construcción de una realidad identitaria basada en la mistificación de la historia. Fueron de los primeros en hacerlo, implacablemente, hasta el punto de que quienes les aplaudían solo unos años antes, cuando atacaban el postfranquismo, comenzaron a vetarlos al sufrir las sátiras en propia carne. Quizá sea la mejor demostración del éxito y la eficacia de su denuncia, así como la demostración de que si en su día fueron valientes en el combate contra el franquismo, lo siguen siendo contra los gobernantes de la comunidad autónoma de la que proceden y en la que tantas dificultades tienen para representar sus obras. Lejos de una dictadura militar del carácter de la franquista, hoy no corren el riesgo de ser encarcelados o multados pero sí el de no poder representar en Cataluña, ser apartados de cualquier apoyo institucional, ninguneados en los medios de comunicación y señalados, viviendo en un cierto ostracismo. También han corrido otro riesgo: que aquellos que antes se sentían atacados o que no comprendían o aceptaban sus propuestas escénicas, ahora los acojan con entusiasmo solo porque señalan hacia otro lado.
Señor Ruiseñor, dirigida por Ramón Fontserè, profundiza en su sátira implacable del nacionalismo catalán excluyente y separatista. Estrenada el pasado viernes en el Teatro Calderón de Valladolid, yo pude asistir a la representación del domingo. El teatro se llenó en todas las funciones.
Un antiguo jardinero con reuma trabaja ahora en un museo dedicado a la figura del artista catalán Santiago Rusiñol (1861-1931), conocido como Ruiseñor, encarnando al pintor en las visitas guiadas, cuando los responsables quieren trasformarlo en un nuevo espacio como museo de la identidad catalana. Ese es el punto de partida para satirizar la sinrazón del nacionalismo catalán independentista, su carácter excluyente y los mensajes racistas y supremacistas de algunos de sus dirigentes. En la caracterización de los personajes son fácilmente reconocibles los políticos actuales más famosos de Cataluña, aquellos que salen todos los días en la televisión, o el abad del monasterio de Santa María de Montserrat (de nuevo la unión de intereses entre la iglesia y el poder político), como parte de la sátira directa que practica El Joglars: tanto los nombres como su aspecto físico, las actitudes y las frases que dicen nos los recuerdan. La imitación se lleva frecuentemente a la farsa, como herramienta de denuncia. Desde ese punto de partida la obra camina a la caricatura de los argumentos independentistas para hacer más evidente su falsedad, incluso los más enraizados en la mentalidad colectiva, o la instrumentalización de los medios de comunicación que tienen a su disposición. Frente a ellos, el jardinero/Rusiñol/Ruiseñor propone una mirada al arte como punto de encuentro. Se provoca así un conflicto entre lo burdo de los argumentos independentistas y la belleza, del que nacen las mejores escenas de la obra, así como el mensaje final.
El joglars no escatima nada para hacer eficaz la sátira, mezclando todo tipo de estrategias y procedimientos teatrales, lo que contribuye a dar variedad a la obra a la que quizá le sobran algunos minutos: caricatura de los personajes, escenarios simbólicos, saltos en el tiempo, lirismo, canciones, sombras chinescas, mezcla de humor y drama, medios tecnológicos, incluso recursos fáciles para provocar la risa, todo sirve para conseguir apelar a la mente y a los sentimientos de los espectadores. Quizá en las próximas funciones se mejoren algunas de las desconexiones entre las escenas o el ritmo de las iniciales. Los actores demuestran, una vez más, su competencia en este género, resaltando por encima de todos Fontserè, eficaz y propio como siempre. Un actor que es capaz de encarnar los personajes de tal manera que nos olvidemos de que es él quien los representa.
Si hay una escena que puede resumir el punto álgido de la sátira, se trata, sin duda, de la canción en la que se ensartan las propuestas del independentismo catalán en la música del himno fascista Faccetta Nera. El resultado es brillante y brutal. Si alguien puede pensar que es exagerada o injusta, basta con leer alguno de los escritos o declaraciones de los políticos a los que se alude o la base ideológica construida desde finales del siglo XIX, para comprender que la realidad está a un pequeño paso de cumplir lo denunciado en la farsa.
Quizá algunos echen de menos en la obra la sátira de los políticos españoles que han contribuido eficazmente a lo que ocurre hoy en Cataluña por ceguera, incompetencia o intereses electoralistas. Yo mismo, como espectador, estuve pensando en esta cuestión durante toda la función: ¿dónde están los que desde la política nacional han conseguido que la cuestión catalana se encuentre hoy como se encuentra? (También pensaba en cuántos de los espectadores allí presentes rechazaban a El joglars cuando satirizaban otras actitudes). Concluí que lo que yo echaba de menos rompería la unidad de la sátira directa tal y como se nos presenta en Señor Ruiseñor y que representar tanta estulticia como se ha dado en estos últimos años da para para varias obras de teatro.
La actualidad de la sátira política en el teatro pone en evidencia las carencias y peligros manifiestos de nuestra sistema, sobre todo en tiempos en los que los populismos, nacionalismos y otros procesos ideológicos similares mueven tan fácilmente las emociones más primarias y pueden conducirnos a situaciones dolorosas y a retrocesos en la democracia. También la necesidad de que los bufones, farsantes, juglares y comediantes sigan en activo. Algunas de esas cuestiones ya han sido puestas en escena por esta compañía con anterioridad. Me temo que la realidad política de este país da para un género teatral entero.
Un antiguo jardinero con reuma trabaja ahora en un museo dedicado a la figura del artista catalán Santiago Rusiñol (1861-1931), conocido como Ruiseñor, encarnando al pintor en las visitas guiadas, cuando los responsables quieren trasformarlo en un nuevo espacio como museo de la identidad catalana. Ese es el punto de partida para satirizar la sinrazón del nacionalismo catalán independentista, su carácter excluyente y los mensajes racistas y supremacistas de algunos de sus dirigentes. En la caracterización de los personajes son fácilmente reconocibles los políticos actuales más famosos de Cataluña, aquellos que salen todos los días en la televisión, o el abad del monasterio de Santa María de Montserrat (de nuevo la unión de intereses entre la iglesia y el poder político), como parte de la sátira directa que practica El Joglars: tanto los nombres como su aspecto físico, las actitudes y las frases que dicen nos los recuerdan. La imitación se lleva frecuentemente a la farsa, como herramienta de denuncia. Desde ese punto de partida la obra camina a la caricatura de los argumentos independentistas para hacer más evidente su falsedad, incluso los más enraizados en la mentalidad colectiva, o la instrumentalización de los medios de comunicación que tienen a su disposición. Frente a ellos, el jardinero/Rusiñol/Ruiseñor propone una mirada al arte como punto de encuentro. Se provoca así un conflicto entre lo burdo de los argumentos independentistas y la belleza, del que nacen las mejores escenas de la obra, así como el mensaje final.
El joglars no escatima nada para hacer eficaz la sátira, mezclando todo tipo de estrategias y procedimientos teatrales, lo que contribuye a dar variedad a la obra a la que quizá le sobran algunos minutos: caricatura de los personajes, escenarios simbólicos, saltos en el tiempo, lirismo, canciones, sombras chinescas, mezcla de humor y drama, medios tecnológicos, incluso recursos fáciles para provocar la risa, todo sirve para conseguir apelar a la mente y a los sentimientos de los espectadores. Quizá en las próximas funciones se mejoren algunas de las desconexiones entre las escenas o el ritmo de las iniciales. Los actores demuestran, una vez más, su competencia en este género, resaltando por encima de todos Fontserè, eficaz y propio como siempre. Un actor que es capaz de encarnar los personajes de tal manera que nos olvidemos de que es él quien los representa.
Si hay una escena que puede resumir el punto álgido de la sátira, se trata, sin duda, de la canción en la que se ensartan las propuestas del independentismo catalán en la música del himno fascista Faccetta Nera. El resultado es brillante y brutal. Si alguien puede pensar que es exagerada o injusta, basta con leer alguno de los escritos o declaraciones de los políticos a los que se alude o la base ideológica construida desde finales del siglo XIX, para comprender que la realidad está a un pequeño paso de cumplir lo denunciado en la farsa.
Quizá algunos echen de menos en la obra la sátira de los políticos españoles que han contribuido eficazmente a lo que ocurre hoy en Cataluña por ceguera, incompetencia o intereses electoralistas. Yo mismo, como espectador, estuve pensando en esta cuestión durante toda la función: ¿dónde están los que desde la política nacional han conseguido que la cuestión catalana se encuentre hoy como se encuentra? (También pensaba en cuántos de los espectadores allí presentes rechazaban a El joglars cuando satirizaban otras actitudes). Concluí que lo que yo echaba de menos rompería la unidad de la sátira directa tal y como se nos presenta en Señor Ruiseñor y que representar tanta estulticia como se ha dado en estos últimos años da para para varias obras de teatro.
La actualidad de la sátira política en el teatro pone en evidencia las carencias y peligros manifiestos de nuestra sistema, sobre todo en tiempos en los que los populismos, nacionalismos y otros procesos ideológicos similares mueven tan fácilmente las emociones más primarias y pueden conducirnos a situaciones dolorosas y a retrocesos en la democracia. También la necesidad de que los bufones, farsantes, juglares y comediantes sigan en activo. Algunas de esas cuestiones ya han sido puestas en escena por esta compañía con anterioridad. Me temo que la realidad política de este país da para un género teatral entero.
domingo, 18 de noviembre de 2018
Iguales y diferentes. Aforismos, pensamientos y otras cosas
Iguales y diferentes. Irrenunciable condición del ser humano: no existe lo uno sin lo otro. Cuántos quieren amputar una cosa o la otra. En este cercenar derechos se aúnan los extremos, que tanto miedo tienen al individuo y tanto se esconden en las tripas del grupo.
Se unió a un grupo poético para sentirse poeta.
Se unió a un grupo poético para contar con amigos que le compraran sus libros sin darse cuenta de que la mitad del sueldo se le iba en comprar los de los otros. Tenía otras razones inconfesables, pero procuró no comentarlas con nadie.
Fundó un grupo poético para tener seguidores.
Se convirtió en antólogo para que la poesía entrara en su razón.
Vivimos tiempos en los que se agitan las masas. Empezarán a caer los individuos.
Para ser individuo hay que tener un abrigo de buen paño para pasar el invierno.
No se puede ver la luz del sol en tiempos de banderas y consignas. A las proclamas radicales de unos les siguen las proclamas radicales de otros. Políticamente, los tuertos conducen a los ciegos para gobernarlos, no para que recuperen la vista, aunque se lo prometan.
Sectores sociales que hace unas décadas apoyaban a unos se pasan a los otros en masa: gota a gota primero, luego reventando los diques. Los estadistas no lo vieron venir porque no salían de la cocina.
Hay movimientos sociales justos, pero casi nunca salen en los medios de comunicación hasta que no cuentan con mártires o víctimas. En ese mismo momento, comienzan los codazos para salir en la fotografía.
Se hizo líder de su grupo para apuntar el nombre de los muertos. Sabía mirar fijamente para inspirar temor y cómo retirar el saludo a tiempo de manera que los demás tomaran nota, tenía buena caligrafía y gran oratoria, pero nula capacidad de sacrificio personal.
Fue uno de los nuestros hasta que le comenzaron a ir bien las cosas.
Construimos un grupo en torno a su estética, pero lo echamos al olvido con burlas y saña en cuanto nos sentimos traicionados porque no se ajustaba a lo que creíamos de él. En ningún momento le consultamos su opinión para crear un mito con su figura. No nos importaba, en realidad, más que buscar un nombre fuera que definiera nuestras miserias.
Voceaba mucho en el grupo para que no se le vieran las carencias.
Todo integrante de un grupo piensa que los suyos tienen siempre razón. Si duda, es señalado y no tardará en ser expulsado en cuanto comience a visitar los espacios de los otros si no acepta la reeducación y pide perdón público por pensar por su cuenta. Advertencia: no hablo solo de grupos poéticos. En ellos no hay perdón posible.
Tenía tanto miedo a los otros que no se dio cuenta de que era uno de ellos.
Se unió a un grupo poético para sentirse poeta.
Se unió a un grupo poético para contar con amigos que le compraran sus libros sin darse cuenta de que la mitad del sueldo se le iba en comprar los de los otros. Tenía otras razones inconfesables, pero procuró no comentarlas con nadie.
Fundó un grupo poético para tener seguidores.
Se convirtió en antólogo para que la poesía entrara en su razón.
Vivimos tiempos en los que se agitan las masas. Empezarán a caer los individuos.
Para ser individuo hay que tener un abrigo de buen paño para pasar el invierno.
No se puede ver la luz del sol en tiempos de banderas y consignas. A las proclamas radicales de unos les siguen las proclamas radicales de otros. Políticamente, los tuertos conducen a los ciegos para gobernarlos, no para que recuperen la vista, aunque se lo prometan.
Sectores sociales que hace unas décadas apoyaban a unos se pasan a los otros en masa: gota a gota primero, luego reventando los diques. Los estadistas no lo vieron venir porque no salían de la cocina.
Hay movimientos sociales justos, pero casi nunca salen en los medios de comunicación hasta que no cuentan con mártires o víctimas. En ese mismo momento, comienzan los codazos para salir en la fotografía.
Se hizo líder de su grupo para apuntar el nombre de los muertos. Sabía mirar fijamente para inspirar temor y cómo retirar el saludo a tiempo de manera que los demás tomaran nota, tenía buena caligrafía y gran oratoria, pero nula capacidad de sacrificio personal.
Fue uno de los nuestros hasta que le comenzaron a ir bien las cosas.
Construimos un grupo en torno a su estética, pero lo echamos al olvido con burlas y saña en cuanto nos sentimos traicionados porque no se ajustaba a lo que creíamos de él. En ningún momento le consultamos su opinión para crear un mito con su figura. No nos importaba, en realidad, más que buscar un nombre fuera que definiera nuestras miserias.
Voceaba mucho en el grupo para que no se le vieran las carencias.
Todo integrante de un grupo piensa que los suyos tienen siempre razón. Si duda, es señalado y no tardará en ser expulsado en cuanto comience a visitar los espacios de los otros si no acepta la reeducación y pide perdón público por pensar por su cuenta. Advertencia: no hablo solo de grupos poéticos. En ellos no hay perdón posible.
Tenía tanto miedo a los otros que no se dio cuenta de que era uno de ellos.
viernes, 16 de noviembre de 2018
Reservado. Con Javier García Riobó
Ayer pasamos la tarde con Javier García Riobó. Javier es un gran artista especializado en el mundo digital. Con él hice mi poemario Esguevas (2013), alternando sus fotografías y mis poemas. Un poemario agotado hace tiempo, que resultó una pequeña joya gracias a su tozuda forma de estar a pie de imprenta hasta conseguir el tono adecuado en los colores. Él ilustró con sus imágenes Echo al fuego los restos del naufragio (2014) un poemario también agotado en el que volqué todo el dolor de una crisis personal. En este caso hizo más: estuvo conmigo cada semana, ayudándome a remontar aquellos meses terribles de una de esas experiencias de las que se sale con cicatriz. Con él hice Gracias por su visita, una suma de poemas visuales y fotografías a partir de recortes de prensa en los que él ponía las interrogaciones y yo las respuestas que provocan también nuevos interrogantes sobre una época tan reciente que aún es la nuestra (2014, puede consultarse gratuitamente, aquí). Le he puesto texto a alguno de sus proyectos expositivos y él me abrió hace años a una nueva manera de fotografiar la realidad (más cerca, más cerca, me decía). Ayer disfrutamos como críos chicos porque nos mostró proyectos realizados desde los primeros años noventa que ni siquiera a mí me había enseñado antes. Imágenes que lo resumen en su forma de mirar, su manera de experimentar continuamente con texturas, procedimientos digitales y formatos. Y planificamos cosas nuevas de las que daré razón dentro de unas semanas. A Javier no es que lo aprecie como artista creativo, hondo en la reflexión, elegante en el uso de lo digital, es que lo quiero.
jueves, 15 de noviembre de 2018
El amor es una peste. Clave de lectura de Cien años de soledad y noticias de nuestras lecturas
El amor es un tema central en toda la obra narrativa de García Márquez. En algunos casos, incluso desde el título adquiere protagonismo: El amor en los tiempos del cólera (1985), Del amor y otros demonios (1994). Este amor debe entenderse de forma amplia pero casi siempre tiene dentro la más primaria pasión sexual. El autor ha consignado este hecho en múltiples declaraciones y testimonios escritos. Y ahí está también en Cien años de soledad. En esta novela, el amor, el amor pasional, rompe todos los convencionalismos, trastoca todas las previsiones y modifica la historia individual y colectiva. Es la causa original del éxodo y la fundación de Macondo y también la que define a los Buendía, siempre en el riesgo de caer en la maldición que arrastran desde que se unieran dos primos para fundar una saga familiar. Los conflictos amorosos mueven gran parte de las acciones de la narración y tienen una incidencia absoluta en la acción que vertebra Cien años de soledad: El amor es una peste, llega a clamar José Arcadio Buendía.
José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán son dos primos que se casan a pesar de los presagios que pronosticaban que podrían engendrar iguanas (Si has de parir iguanas, criaremos iguanas) y de todos los temores que hasta causan un muerto; Aureliano Buendía y Remedios Moscote se unen a pesar de que ella es casi una niña y de que el patriarca se oponía al matrimonio. Amaranta padece la espina de un amor solitario e intenta impedir el matrimonio de Rebeca con Pietro Crespi... La historia de Macondo se entreteje con estas historias pasionales. García Márquez juega sabiamente la dosis justa para evitar que la novela caiga en el mero relato sentimental en el que podría derrumbarse y en el que, de hecho, caen muchas novelas que después han imitado la saga de los Buendía. Para evitarlo está el prodigioso uso del lenguaje, el trabajo con el espacio y tiempo mítico y la mezcla de fantasía y realidad de la que hablaremos en la próxima entrada.
José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán son dos primos que se casan a pesar de los presagios que pronosticaban que podrían engendrar iguanas (Si has de parir iguanas, criaremos iguanas) y de todos los temores que hasta causan un muerto; Aureliano Buendía y Remedios Moscote se unen a pesar de que ella es casi una niña y de que el patriarca se oponía al matrimonio. Amaranta padece la espina de un amor solitario e intenta impedir el matrimonio de Rebeca con Pietro Crespi... La historia de Macondo se entreteje con estas historias pasionales. García Márquez juega sabiamente la dosis justa para evitar que la novela caiga en el mero relato sentimental en el que podría derrumbarse y en el que, de hecho, caen muchas novelas que después han imitado la saga de los Buendía. Para evitarlo está el prodigioso uso del lenguaje, el trabajo con el espacio y tiempo mítico y la mezcla de fantasía y realidad de la que hablaremos en la próxima entrada.
Noticias de nuestras lecturas
Pancho continúa con el comentario de Cien años de soledad y en su entrada deja bien claro que el mundo de Macondo se mueve con las pasiones y que por allí aparecen los Dire Straits. Si queréis saber cómo y por qué, aquí...
Y nuestro título del mes de noviembre
Myriam Goldenberg comienza la lectura de Filek poniendo todas las bases para comprender el punto de partida: el carácter del estafador.
Dado el retraso acumulado en mis entradas correspondientes al club de lectura, no comenzaré a publicar las correspondientes a Filek, de Ignacio Martínez de Pisón (título del mes de noviembre), hasta el próximo jueves, 22 de noviembre. Sin embargo, la sesión presencial para comentarlo se mantiene para el martes 27.
Dado el retraso acumulado en mis entradas correspondientes al club de lectura, no comenzaré a publicar las correspondientes a Filek, de Ignacio Martínez de Pisón (título del mes de noviembre), hasta el próximo jueves, 22 de noviembre. Sin embargo, la sesión presencial para comentarlo se mantiene para el martes 27.
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.
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miércoles, 14 de noviembre de 2018
tantos reyes muertos
¿En qué paran los imperios cuando al rey lo defenestran?
Solo
se sabe
se sabe
en el espectáculo de la caída
antes de la nueva ceremonia.
Nunca tendremos memoria
para tantos reyes muertos
ni registro capaz
para tantos sucesores .
para tantos sucesores .
© Pedro Ojeda Escudero, 2018
martes, 13 de noviembre de 2018
El éxito de lo evidente. Política, poesía y el otoño de fondo.
Vivimos en una época tan banal que lo evidente tiene un éxito enorme. No me refiero a aquello que no sabíamos ver o expresar y que alguien nos hace ver o nos expresa, desvelándolo, como si acabara de crearse, sino a otro concepto de lo evidente, más de andar por casa. Por supuesto, este uso de lo evidente nada tiene que ver con la verdad y con lo comprobable, puesto que nace de la creencia.
Sucede en política: es la base de la propaganda de plastiquillo malo y redes sociales. Los políticos de hoy en día dicen lo evidente, lo que todo el sector de posibles votantes suyos ya piensa y habla, bien porque es lo que siempre han pensado y sentido -creído, mejor-, bien porque se lo han escuchado durante años a las personalidades del medio de comunicación que siguen preferentemente. Estos votantes se sienten reconfortados porque un político les da la razón y estrechan con él un compromiso de fidelidad porque él repite lo que ya tienen dentro de la cabeza. Hasta tal punto sucede, que políticos de diferentes posiciones ideológicas llegan a decir lo mismo y con las mismas palabras intentando pescar votos en un mismo caladero. Bastaría con que un político mandara hacer un extracto de lo que dice un comunicador estrella y lo repitiera para ganar, automáticamente decenas de miles de votos, si no lo hacen ya.
Pero no solo en la política o en la publicidad, en donde lo evidente reina. También en la cultura. Gran parte de la literatura actual se especializa en lo evidente, sobre todo en la poesía a la moda. A los poetas de éxito popular les basta con decir lo mismo que sus lectores potenciales ya dicen, piensan y sienten y podrían escribir por ellos mismos a poco que se esforzaran. Estos se convierten en sus seguidores no porque el escritor les haya descubierto un mundo, una nueva sentimentalidad o una nueva forma de escribir, puesto que lo que suelen decir y la manera en la que escriben son viejas, muy viejas. Se convierten en sus seguidores porque no les hace pensar ni les cuestiona nada ni les plantea ninguna dificultad, sino por lo dicho, porque sus poemas son evidentes, previsibles y cómodos tanto en lo que se dice como en la manera de decirlo. Lo evidente se convierte así en lo fácil: una literatura en la que no hay que esforzarse para nada, como en un restaurante de comida basura. Curiosamente, esto se da en los dos tipos de poesía más alejados entre sí.
Mientras tanto, el otoño ha llegado, como debe ser. Está ahí. Esto sí merece la pena de ser disfrutado. Lo digo por si alguien no lo ha percibido todavía. Evidente.
Sucede en política: es la base de la propaganda de plastiquillo malo y redes sociales. Los políticos de hoy en día dicen lo evidente, lo que todo el sector de posibles votantes suyos ya piensa y habla, bien porque es lo que siempre han pensado y sentido -creído, mejor-, bien porque se lo han escuchado durante años a las personalidades del medio de comunicación que siguen preferentemente. Estos votantes se sienten reconfortados porque un político les da la razón y estrechan con él un compromiso de fidelidad porque él repite lo que ya tienen dentro de la cabeza. Hasta tal punto sucede, que políticos de diferentes posiciones ideológicas llegan a decir lo mismo y con las mismas palabras intentando pescar votos en un mismo caladero. Bastaría con que un político mandara hacer un extracto de lo que dice un comunicador estrella y lo repitiera para ganar, automáticamente decenas de miles de votos, si no lo hacen ya.
Pero no solo en la política o en la publicidad, en donde lo evidente reina. También en la cultura. Gran parte de la literatura actual se especializa en lo evidente, sobre todo en la poesía a la moda. A los poetas de éxito popular les basta con decir lo mismo que sus lectores potenciales ya dicen, piensan y sienten y podrían escribir por ellos mismos a poco que se esforzaran. Estos se convierten en sus seguidores no porque el escritor les haya descubierto un mundo, una nueva sentimentalidad o una nueva forma de escribir, puesto que lo que suelen decir y la manera en la que escriben son viejas, muy viejas. Se convierten en sus seguidores porque no les hace pensar ni les cuestiona nada ni les plantea ninguna dificultad, sino por lo dicho, porque sus poemas son evidentes, previsibles y cómodos tanto en lo que se dice como en la manera de decirlo. Lo evidente se convierte así en lo fácil: una literatura en la que no hay que esforzarse para nada, como en un restaurante de comida basura. Curiosamente, esto se da en los dos tipos de poesía más alejados entre sí.
Mientras tanto, el otoño ha llegado, como debe ser. Está ahí. Esto sí merece la pena de ser disfrutado. Lo digo por si alguien no lo ha percibido todavía. Evidente.
lunes, 12 de noviembre de 2018
Niebla
Tenemos niebla,
le digo,
desde hace tanto.
No tanto, dijo,
recuerdo
el sol entre los trigos,
las manos de las madres,
la pureza del cielo, de terso índigo.
Hoy, sobre el campo se echa
la niebla, arrecia el frío.
© Pedro Ojeda Escudero, 2018
No tanto, dijo,
recuerdo
el sol entre los trigos,
las manos de las madres,
la pureza del cielo, de terso índigo.
Hoy, sobre el campo se echa
la niebla, arrecia el frío.
domingo, 11 de noviembre de 2018
De Chillida a Guillén. Esta es la mano de tu amigo
Se cumplen 125 años del nacimiento de Jorge Guillén, efeméride que ha pasado prácticamente desapercibida. Me extraña y no. Me extraña porque hay una línea de la poesía española actual que debería reivindicarlo como uno de los grandes maestros y si no lo hace es por injusticia o ignorancia. No me extraña porque en este país no se lee nada que no salga en las redes sociales y, además, los lectores tienen la memoria frágil. Decía José Zorrilla que no iba a publicar en mayo un texto contra su Don Juan, que llenaba los teatros en noviembre, porque en noviembre en España nadie se acuerda de lo que se publicó en mayo. Hoy hubiera acortado los plazos a semanas.
Para conmemorar esos 125 años del nacimiento de Jorge Guillén, el Patio Herreriano de Valladolid ha programado la exposición De Chillén a Guillén. Esta es la mano de tu amigo (hasta el 3 de febrero), que recuerda la relación entre el escultor vasco y el poeta vallisoletano de la que ya he hablado aquí en varias ocasiones. Algunos podrán pensar que es una exposición menor y un tanto heterogénea por lo mostrado, el argumento y su pretensión, pero hablando de Eduardo Chillida y de Jorge Guillén no hay exposición menor.
En la sala 9 del museo, se expone una serie de dibujos y esculturas de manos -un tema que obsesionó al escultor-, que explica, en buena medida, la concepción del arte de Chillida: la mano del artista se convierte en tema pero también en poética. Se acompañan -sin explicación suficiente de la suma- de las xilografías de Más allá, que muestran la extensión del trabajo del escultor hacia el libro de artista y la relación con la escritura de Jorge Guillén. Recuérdese que en ese título de Guillén halló Chillida la clave que conectó su concepción del arte con la del vallisoletano, al que conoció en 1971 y quiso homenajear en los años ochenta. Esa clave tenía forma de verso: lo profundo es el aire. Hasta primeros de septiembre pudo contemplarse una magnífica exposición en el Arco de Santa María de Burgos -reseñada aquí- en la que se ejemplificaba mucho mejor y de manera más extensa esa relación. En esta de Valladolid también se echa en falta un mayor cuidado de los textos de los folletos, tanto en su didactismo como en su puntuación y sintaxis.
En la antigua capilla, puede contemplarse Lo profundo es el aire IV, una de las obras esenciales en las que Chillida exploró esa profundidad del aire que le llevó hasta el proyecto de vaciado de una montaña entera, Tindaya. La contemplé durante minutos, en silencio, en ese espacio de la capilla -el verdadero corazón del Patio Herreriano-. Solo por eso merece la pena la visita, incluso hubiera bastado para conmemorar la efeméride de Guillén y su relación con Chillida. Impresiona este bloque de granito, su vaciado, el trabajo de Chillida con la piedra. Impresiona también su manera de estar en ese espacio, dialogando con las piedras del recinto. Dos estilos, dos concepciones de arte, dos concepciones opuestas de lo sagrado, que se imponen al espectador en la suma excelentemente propiciada. Quien no se sienta conmovido al contemplarlo carece de sensibilidad artística. Tenerla supone verse apelado por la concepción del arte que allí se manifiesta, para comprenderla, disentir o asentir.
viernes, 9 de noviembre de 2018
El fin del mundo
Se levantó ceñudo y decidió que el mundo no le interesaba ya más, que lo paraba, cansado de tanta estupidez. Se decía que ya verás, ya verás cuando se enteren, la cara de bobos que se les queda. Ni salió de casa hasta las once, a recoger unos zapatos que había dejado a reparar. El zapatero lo miró, le dio los buenos días, le dijo cómo había arreglado las suelas. Veinte minutos después se tomó un café y desde el fondo del local quiso asistir al final del mundo que tan bien había preparado en la noche de insomnio. A la hora de comer, se levantó, decepcionado porque no se le hubiera hecho caso. Quizá al día siguiente.
jueves, 8 de noviembre de 2018
La casa y la familia en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y noticias de nuestras lecturas.
El espacio mítico en el que trascurre Cien años de soledad es Macondo, una ciudad fundada en plena ciénaga por José Arcadio Buendía y un puñado de familias. Su carácter de patriarca, convierte a la familia Buendía en el eje central de ese espacio mítico, que solo ellos, los Buendía, parecen en condiciones de desentrañar, mantener y comprender. Mientras que José Arcadio parece dedicarse a los grandes asuntos, Úrsula Iguarán, su esposa, está dotada de sentido práctico. De hecho, ella sabe resolver mejor cualquier problema precisamente porque no se deja enredar por esas grandes cuestiones y pone todo su empeño en defender a su familia sin pararse a pensar demasiado en por qué suceden las cosas. Es más que significativa la forma en la que Úrsula acomete la reforma de la casa primitiva de los fundadores mientras José Arcadio Buendía intenta hallar a Dios en los daguerrotipos. Levantó Úrsula "no solo la casa más grande que habría nunca en el pueblo, sin la más hospitalaria y fresca que hubo jamás en el ámbito de la ciénaga". Esa casa es el núcleo espiritual de Macondo.
Sin embargo, a la estirpe fundada por ambos les persigue un pecado original. Son primos y cargan con el presagio de que sus descendientes pueden nacer con cola de cerdo. Sobre Macondo, por lo tanto, parece pesar esa condena primitiva de la sangre. Un Macondo fundado por gente que ha huido de otro pecado: José Arcadio dio muerte a Prudencio Aguilar y el fantasma de este se le aparece. La caravana de fugitivos se detiene allí donde José Arcadio tiene un sueño que le indica el lugar adecuado para la fundación.
Este es el punto de partida: un tiempo y un espacio mítico. Los primeros tiempos de Macondo se dan en el aislamiento, solo roto por los gitanos que llevan las novedades del mundo exterior. Novedades que son avances científicos que José Arcadio devuelve a un mundo en el que no rige la ciencia sino la creencia y la fe. Cuando se rompe el aislamiento, entra de golpe la civilización y el tiempo real: noticias del gobierno exterior, la modernidad, los desajustes sobre las normas que rigen el lugar desde su fundación... y la guerra civil. La armonía, el paraíso en el que nadie había muerto, se rompe.
En los próximos días seguiré con el comentario de esta novela de García Márquez antes de pasar al siguiente título del curso, para compensar en cierta medida que los últimos jueves me haya sido imposible publicar mis aportaciones a esta lectura.
Sin embargo, a la estirpe fundada por ambos les persigue un pecado original. Son primos y cargan con el presagio de que sus descendientes pueden nacer con cola de cerdo. Sobre Macondo, por lo tanto, parece pesar esa condena primitiva de la sangre. Un Macondo fundado por gente que ha huido de otro pecado: José Arcadio dio muerte a Prudencio Aguilar y el fantasma de este se le aparece. La caravana de fugitivos se detiene allí donde José Arcadio tiene un sueño que le indica el lugar adecuado para la fundación.
Este es el punto de partida: un tiempo y un espacio mítico. Los primeros tiempos de Macondo se dan en el aislamiento, solo roto por los gitanos que llevan las novedades del mundo exterior. Novedades que son avances científicos que José Arcadio devuelve a un mundo en el que no rige la ciencia sino la creencia y la fe. Cuando se rompe el aislamiento, entra de golpe la civilización y el tiempo real: noticias del gobierno exterior, la modernidad, los desajustes sobre las normas que rigen el lugar desde su fundación... y la guerra civil. La armonía, el paraíso en el que nadie había muerto, se rompe.
En los próximos días seguiré con el comentario de esta novela de García Márquez antes de pasar al siguiente título del curso, para compensar en cierta medida que los últimos jueves me haya sido imposible publicar mis aportaciones a esta lectura.
Noticias de nuestras lecturas
Mª Ángeles Merino continúa con la lectura de Cien años de soledad: acierta en la clave quijotesca, también en la reintrepretación de la historia de soledad y círculo y me gusta mucho cómo lleva hacia sí misma la novela. Tanto la lleva que en esta nueva entrada se enfrenta a sus propios recuerdos de lectora del texto, buceando hasta cuando todo estaba por inventar...
Por supuesto, Mª Ángeles Merino levantó acta de la reunión mantenida por el club de lectura en su formato presencial y aquí tenéis el resumen de una sesión divertida e interesante.
Paco Cuesta relee Cien años de soledad y descubre que es la primera vez que lo hace para degustarlo. Solo los grandes clásicos de la literatura lo permiten, desde luego.
Por supuesto, Mª Ángeles Merino levantó acta de la reunión mantenida por el club de lectura en su formato presencial y aquí tenéis el resumen de una sesión divertida e interesante.
Paco Cuesta relee Cien años de soledad y descubre que es la primera vez que lo hace para degustarlo. Solo los grandes clásicos de la literatura lo permiten, desde luego.
Pancho se incorpora a la lectura de Cien años de soledad. Y basta su primera entrada para comprender por qué leer la obra: argumento, técnica y una fiesta de la literatura. Y para llegar desde un cartel que afirma la existencia de Dios hasta María Dolores Pradera y hacerlo con exquisita oportunidad, hay que leer esta nueva entrega suya. Y en su siguiente entrada, no sé cómo, pero a Pancho se le cuela Sabina en Macondo en el comentario de la parte de la novela en la que se remoza la casa y con ella, la memoria. Y cómo no, nos vuelve a sorprender llevándonos hasta un hombre atado a un castaño con música también de María Dolores Pradera... Y aquí nos lleva de la pubertad de Remedios al encontronazo sexual de Rebeca con su hermano adoptivo, de la mano de María Jiménez, claro. Luego se deja caer por el camino de la trasgresión del mundo que implica la pasión, con Aute, claro. Y pasa después a los Beatles para hablar de la posición central de la mujer en esta novela -de una u otra manera. Como no puede ser de otra manera, a Macondo llega la realidad en forma de guerra y violencias motivadas por los peores afanes de la gente. Y la política, claro. Así lo señala Pancho, que nos salva un poco con María Dolores Pradera, que así se nos parecerá siempre vinculada a Macondo.
Gelu sigue con su comentario de la obra y en la nota final de esta entrada nos ayuda a entender mejor la utilidad de esta herramienta para comprender mejor la novela. No dejéis de leerla. Y aquí aborda el primer capítulo. En esta entrada, además, incluye una entrevista con García Márquez que os puede resultar muy interesante. Y en esta otra termina con el primer capítulo reflexionando sobre la importancia de cada una de las frases del libro, difícil de seccionar por eso. En esta nueva entrada presta atención a algo que non debería pasársenos desapercibido: la cualidad poética de la prosa de García Márquez. Toda una lección de comprender el texto.
Luz del Olmo nos lleva a la tarea de relectura de una novela pasado el tiempo. ¿leemos, en verdad, la misma novela?
Myriam Goldenberg se incorpora a la lectura de la novela de García Márquez con poema y recuerdo de la primera lectura que hizo de la obra. Un recuerdo personal y certero.
Gelu sigue con su comentario de la obra y en la nota final de esta entrada nos ayuda a entender mejor la utilidad de esta herramienta para comprender mejor la novela. No dejéis de leerla. Y aquí aborda el primer capítulo. En esta entrada, además, incluye una entrevista con García Márquez que os puede resultar muy interesante. Y en esta otra termina con el primer capítulo reflexionando sobre la importancia de cada una de las frases del libro, difícil de seccionar por eso. En esta nueva entrada presta atención a algo que non debería pasársenos desapercibido: la cualidad poética de la prosa de García Márquez. Toda una lección de comprender el texto.
Luz del Olmo nos lleva a la tarea de relectura de una novela pasado el tiempo. ¿leemos, en verdad, la misma novela?
Myriam Goldenberg se incorpora a la lectura de la novela de García Márquez con poema y recuerdo de la primera lectura que hizo de la obra. Un recuerdo personal y certero.
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.
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miércoles, 7 de noviembre de 2018
De corazones
German Arzate Garza, Romtesh, Tonto Corazón (2006) |
Nos empeñamos en sacarnos el corazón unos a otros hasta quedarnos tuertos. Nos gusta demasiado hurgar en las vísceras de los demás.
Nos duele el corazón de amor. Es lo malo de las metáforas. Quizá el amor resida en el bazo, pero es menos glamuroso.
Se iba dejando el corazón en los mostradores de los bares del barrio como si fuera un paraguas. De vez en cuando, algún vecino piadoso se lo subía a casa envuelto en papel de periódico.
martes, 6 de noviembre de 2018
El paisaje
Algunos ignoran el paisaje. Como si solo fuera telón de fondo. Estoy mayor, debería decir fondo de pantalla puesto que incluso esto se ha reducido en distancia. Cuántos son los que buscan en fotografías obsesivamente en internet, lo que tienen a la puerta de casa.
De la literatura actual, la de moda, lo que más me llama la atención es esa amputación del paisaje, que me impide creerme lo que leo.
Entre la adolescencia -ahora prolongada décadas- y la madurez está precisamente eso, la consciencia del paisaje.
A veces, con las botas puestas y la mochila a cuestas, tengo la tentación de no regresar a casa. Como cuando me adentraba en los libros de aventuras en mi juventud.
Cada uno tiene un paisaje, cada uno es un paisaje y lo lleva dentro toda la vida.
Una vez más, atravieso la meseta -quizá no he hecho nada más en toda mi vida-. Me acompaña este horizonte, lo llevo conmigo. ¿Cuántas veces he cruzado estos campos?
lunes, 5 de noviembre de 2018
Apunta ya el otoño
Hay un tipo de poetas que presume hoy de innovación formal (riesgo, incluso) y compromiso sin hacer ni una cosa ni la otra. A estos poetas solo les creen los que desconocen la historia de la poesía del pasado siglo, por ejemplo. No sé si presumen por ser ignorantes, porque piensan que los que les escuchan son ignorantes o porque son tan soberbios que han decidido desconocerlo todo del arte que practican. Quizá por no hacer esfuerzo: ni siquiera adanistas, puesto que se les ha pasado ya la edad casi siempre. Se tiene derecho a descubrir las cosas por uno mismo, pero no a vender por nuevo lo ya viejo. Pero me iba yo por las ramas, que venía a contar que apunta ya el otoño en la gradación de verdes de la sierra y que pronto llegarán los tierra y los rojizos y el arce será una llama. He visto la delicadeza de algunas humildes flores, violetas y rosas, y la ferocidad de las bayas rojas. El otoño sí merece ser estrenado cada año.
domingo, 4 de noviembre de 2018
César Vallejo. En el corazón. Homenaje a Julio Vélez
El pasado martes, día 30 de octubre, di mi clase de Literatura española del siglo XX en el Palacio de la Isla, sede del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. El motivo fue la visita guiada a la exposición César Vallejo. En el corazón. Homenaje a Julio Vélez, que realicé para mis alumnos y para los miembros del club de lectura que pudieron acudir y cuyo catálogo animo a descargar gratuitamente. Agradezco las facilidades dadas por esta institución para que fuera posible, que fueron todas: un ejemplo de cómo abrir una institución a los ciudadanos.
Siempre es agradable sacar las clases de las aulas y llevarlas a lugares menos habituales pero igual de importantes. No podía dejar pasar la oportunidad de que mis alumnos, con los que estudio las vanguardias del siglo XX, visitaran esta magnífica exposición sobre César Vallejo comisariada por Gonzalo Santonja (director de la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua) y Jorge Kishimoto Yoshimura (del Centro de estudios vallejianos de Lima y dueño de gran parte de los fondos expuestos) a los ochenta años de su fallecimiento en París. En ella se muestran las primeras ediciones de los libros del poeta peruano, acompañados de otros documentos de gran interés que ayudan a contextualizarlo y comprender su incidencia en la literatura desde su época hasta el presente.
La exposición es interesante por varias razones: en primer lugar, por César Vallejo en sí mismo, un autor universal que siempre está de actualidad tanto por la temática de sus composiciones y el compromiso de su obra como por la forma rupturista y nueva con la que las abordó; en segundo lugar por el homenajeado, Julio Vélez, filólogo y experto en Vallejo fallecido en París en 1992, al que se deben algunos hallazgos excepcionales sobre la obra del peruano (por ejemplo, la divulgación de la primera edición de España, aparta de mí este cáliz, que se creía perdida); en tercer lugar porque es una ocasión única de contemplar reunidos ejemplares de las primeras ediciones de Vallejo con los documentos que ayudan a comprenderlas; en cuarto lugar, porque esta exposición y el congreso de Vallejo realizado en Salamanca hace unos meses (en donde se expuso primero esta muestra), han contribuido a analizar su obra y a desentreñar definitivamente uno de los enigmas de la obra de Vallejo, la identidad del personaje de Pedro Rojas, protagonista del poema III de España, aparta de mí este caliz, identificación establecida para siempre por Gonzalo Santonja a partir de la búsqueda sistemática de la Asociación de Memoria Histórica de Miranda y el investigador Isaac Rilova. Hace tiempo se habían establecido los indicios que abrían el camino para señalar que este Pedro Rojas, ferroviario de Miranda de Ebro, era una construcción poética a partir de un campesino de Sasamón asesinado en Burgos, pero ahora ya se ha documentado todo el proceso que condujo al poema a partir del libro de Antonio Ruiz Vilaplana Doy fe: Un año de actuación en la España nacionalista (1937).
Los documentos de la exposición recorren desde los primeros años de Vallejo hasta la difusión de su obra en la España franquista por la revista Espadaña a pesar de todos los riesgos que ello suponía y que no se le escapan al lector. Incluye, además de las primeras ediciones ya indicadas, un ejemplar de la revista El mono azul en el que se daba la noticia de su fallecimiento en París con una necrológica firmada por María Teresa León.
A la visita guiada a la exposición le siguió una charla en el salón de actos del Instituto en el que realicé un panorama del tema de España en la literatura. Su aparición justifica la redacción final del Cantar de Mio Cid y vertebra de manera única la cultura española hasta el XVII. La Ilustración del siglo XVIII cuestionó el papel de España en la construcción de Europa y provocó la reacción de los intelectuales españoles. A partir de ese momento, España se convierte en un tema obsesivo: durante el romanticismo y el realismo, pero especialmente desde finales del siglo XIX. La guerra civil de 1936 a 1939 elevó la cuestión de España a una altura universal con la participación de lo mejor de la intelectualidad mundial en el debate. En ese contexto, la poesía de César Vallejo es un paso sustancial hacia la universalización del tema de España como referencia sentimental, ideológica, política y literaria en la cultura occidental.
No oculto cierta satisfacción por el hecho de visitar la exposición sobre César Vallejo e impartir esta clase sobre el tema de España en el Palacio de la Isla, que fue sede del gobierno franquista durante años y que la transición a la democracia rescató para la ciudadanía tras el fallecimiento del dictador para convertirlo hoy en un espacio dedicado a la cultura y a la lengua española. Seguirá abierta unos pocos días, por lo que quien quiera verla debe apresurarse.
No oculto cierta satisfacción por el hecho de visitar la exposición sobre César Vallejo e impartir esta clase sobre el tema de España en el Palacio de la Isla, que fue sede del gobierno franquista durante años y que la transición a la democracia rescató para la ciudadanía tras el fallecimiento del dictador para convertirlo hoy en un espacio dedicado a la cultura y a la lengua española. Seguirá abierta unos pocos días, por lo que quien quiera verla debe apresurarse.
viernes, 2 de noviembre de 2018
En el arroyo de las Pascuas
Podría contar las razones de la ausencia de este blog y justificarme por la acumulación de trabajo de estos días. Lo que sí sé entre las pocas cosas que sé es que no podía volver sin estar antes entre los robles del arroyo de las Pascuas. El agua baja ahora de la sierra, fría, otoñal e íntima. No sé bien si debería haber vuelto después de días sin publicar -quién sabe por qué hace uno las cosas- pero aquí estoy, de regreso. En las cumbres, una ligera capita de nieve, como harina en un belén familiar.
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