martes, 13 de noviembre de 2018

El éxito de lo evidente. Política, poesía y el otoño de fondo.


Vivimos en una época tan banal que lo evidente tiene un éxito enorme. No me refiero a aquello que no sabíamos ver o expresar y que alguien nos hace ver o nos expresa, desvelándolo, como si acabara de crearse, sino a otro concepto de lo evidente, más de andar por casa. Por supuesto, este uso de lo evidente nada tiene que ver con la verdad y con lo comprobable, puesto que nace de la creencia.

Sucede en política: es la base de la propaganda de plastiquillo malo y redes sociales. Los políticos de hoy en día dicen lo evidente, lo que todo el sector de posibles votantes suyos ya piensa y habla, bien porque es lo que siempre han pensado y sentido -creído, mejor-, bien porque se lo han escuchado durante años a las personalidades del medio de comunicación que siguen preferentemente. Estos votantes se sienten reconfortados porque un político les da la razón y estrechan con él un compromiso de fidelidad porque él repite lo que ya tienen dentro de la cabeza. Hasta tal punto sucede, que políticos de diferentes posiciones ideológicas llegan a decir lo mismo y con las mismas palabras intentando pescar votos en un mismo caladero. Bastaría con que un político mandara hacer un extracto de lo que dice un comunicador estrella y lo repitiera para ganar, automáticamente decenas de miles de votos, si no lo hacen ya.

Pero no solo en la política o en la publicidad, en donde lo evidente reina. También en la cultura. Gran parte de la literatura actual se especializa en lo evidente, sobre todo en la poesía a la moda. A los poetas de éxito popular les basta con decir lo mismo que sus lectores potenciales ya dicen, piensan y sienten y podrían escribir por ellos mismos a poco que se esforzaran. Estos se convierten en sus seguidores no porque el escritor les haya descubierto un mundo, una nueva sentimentalidad o una nueva forma de escribir, puesto que lo que suelen decir y la manera en la que escriben son viejas, muy viejas. Se convierten en sus seguidores porque no les hace pensar ni les cuestiona nada ni les plantea ninguna dificultad, sino por lo dicho, porque sus poemas son evidentes, previsibles y cómodos tanto en lo que se dice como en la manera de decirlo. Lo evidente se convierte así en lo fácil: una literatura en la que no hay que esforzarse para nada, como en un  restaurante de comida basura. Curiosamente, esto se da en los dos tipos de poesía más alejados entre sí.

Mientras tanto, el otoño ha llegado, como debe ser. Está ahí. Esto sí merece la pena de ser disfrutado.  Lo digo por si alguien no lo ha percibido todavía. Evidente.

8 comentarios:

José A. García dijo...

¿Poetas de éxito?
No se me ocurre ninguno, porque todo lo que he leído, y en Argentina se publica mucha poesía, aunque ignoro que alguien la lea, que más que poesía parecen frases sueltas, pensamientos sin hilar con la realidad, muy de adolescente que comienza a balbucear sus sentimientos...

Saludos,

J.

impersonem dijo...

Amén, por evidente...

Abrazo

Sor Austringiliana dijo...

Se oye y se lee lo que se quiere oír y lo que se quiere leer. Sordos y ciegos ante lo nuevo.
Esos árboles nos conocen. Evidencia hermosa.

Emilio Manuel dijo...

La ciencia estadística ha hecho mucho mal para lo que es cultura.

XuanRata dijo...

Somos conservadores por naturaleza, huimos de la incertidumbre aún a costa de engañarnos y aún sabiéndolo. A veces parece que ya todo estuviera escrito y que solo buscamos hacernos sitio. Aunque también puede ser que los cambios sean tan lentos que nos cuesta percibirlos y los cambios bruscos suelen ser violentos. Por lo demás lo bueno siempre escasea y tal vez esa sea una de sus condiciones.

María dijo...

Todo a base de propaganda... propaganda electoral... a base de mentiras... publicidad que nos invade desde el materialismo y la moda...

Como bien dices todo se ha vuelto fácil, hasta la poesía, con lo grande que es reflexionar desde el interior y escribir lo que dicta el corazón, pero siempre se va a la fácil, y cuando se intenta ir más allá... te lo impiden con la censura.

Me ha encantado tu entrada.

Un beso.

La seña Carmen dijo...

Hablas de poetas de moda como si hubiera tantos como las hojas amarillas que pisamos al caminar por las aceras.

Francesc Cornadó dijo...

Sí, amigo mío, se trata de la banalidad de lo instantáneo. El tuit, el titular, el espectáculo y lo evidente sin atender al contenido de la evidencia.
Los artistas admirados del “quattrocento” florentino nos enseñaron que la evidencia es en sí misma una obra de arte, pero la contemplación de aquella evidencia exigía una mirada profunda. Ahí estaba el arte de saber mirar. En literatura diríamos que el arte de saber leer, en definitiva, el arte de saber vivir.
En política ocurre lo mismo, la evidencia hueca y el mensaje corto se imponen, se sobreponen a las razones políticas de peso. Poca cultura política y poca calidad democrática veo en estos politiquillos de vía estrecha que nos amargan la existencia y que estamos condenados a soportar. Nos piden el voto, es lo único que les interesa y si para conseguirlo, tienen que prometer arcadias felices, pues las prometen, a sabiendas de que no cumplirán. Todos repiten las mismas consignas panfletarias.
Veo un erial muy extenso de creatividad artística y poética, espero poco, creo que nos esperan setecientos años de miseria creativa. Creo, sin embargo, que la poesía puede proporcionar un humus nutriente, pero en este estrato que nadie espere encontrar los versos sentimentaloides o el lenguaje acomodado a la moda o al espectáculo, ahí no hay nada, sólo una sustancia trasnochada incapaz de alimentar ninguna forma de arte o literatura.
He querido utilizar la metáfora del “humus nutriente” porque este es la evidencia otoñal, las hojas secas que se pudren en el sotobosque y en primavera (cuando hayan pasado aquellos setecientos años) puede ser que de la podredumbre otoñal nazcan nuevas flores. Evidente.
Abrazos
Francesc Cornadó