martes, 9 de julio de 2024

Delhy Tejero. Geometría y misterio

 


Me gustaría decir que esta exposición, Delhy Tejero. Geometría y misterio (Museo Patio Herreriano de Valladolid hasta el 9 de septiembre, en el enlace anterior se puede descargar el catálogo) no es más que una buena muestra de la obra de esta autora (Adela Tejero Bedate, Toro, Zamora, 1904 - Madrid, 1968) y que el público no debiera dejarla pasar. Sin embargo, ante este tipo de exposiciones, siempre tengo la sensación de que inevitablemente me he perdido algo del pasado reciente y que esto no se debe solo a que, en los planes educativos, lo último suele ser lo que menos aparece y valora. A pesar del trabajo de investigadores y divulgadores en las últimas décadas, gran parte de lo ocurrido en la primera mitad del siglo XX no ha podido nutrir nuestro presente y, en gran medida, ya está perdido para la cadena ininterrumpida en la que consiste la cultura. Sucede con la mayor parte de la producción de los artistas exiliados tras la guerra civil y sucede también con la producción de las mujeres artistas de la primera mitad del siglo XX, que han tardado demasiado en ser objeto de reconocimiento, recopilación y estudio.

Para comprender lo anterior, debemos asociar el nombre de Delhy Tejero a los de otras mujeres que aparecieron con fuerza en las artes plásticas antes de la guerra civil y que son parte esencial de los movimientos de vanguardia en España. Con todas ellas coincidió desde el inicio de su estancia en Madrid en el círculo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Residencia de señoritas, dirigida por María de Maeztu: Maruja Mallo, Rosario de Velasco (en una feliz coincidencia, expuesta en el Museo Thyssen- Bornemisza hasta el 15 de septiembre) Remedios Varo, Marga Gil Roësset, Ángeles Santos y un largo etcétera. Sin ellas, la explicación de la excelencia artística española de aquellas décadas está incompleta y se comprenden insuficientemente los logros de los Picasso, Gris, Dalí y Miró. Incluso aquellas que, como Delhy Tejero, tuvieron la posibilidad de vivir de su obra y contar con un número de encargos más o menos importantes, han sido relegadas en los manuales de arte y apartadas del conocimiento del gran público durante tanto tiempo que difícilmente se podrá reintegrarlas a la posición y la influencia que deberían ocupar.

A estas alturas ya no podemos achacar nuestro falta de conocimiento profundo al trágico hacer de la dictadura franquista en sus planes de estudio y extensión de una moral en la que la mujer quedaba relegada. Esto sucedió también antes de la guerra civil: los propios compañeros de viaje artístico de estas mujeres no las tuvieron demasiado en cuenta a la hora de elaborar la historia de su tiempo; y en gran parte del período democrático actual tampoco hubo una mirada atenta hacia estas cuestiones. A Delhy Tejero no se la ha comenzado a recuperar con la categoría que merece hasta 2004 y a Rosario de Velasco hasta este mismo 2024.

En Delhy Tejero. Geometría y misterio, se muestra un significativo repaso de su evolución como pintora y los estilos y técnicas que practicó, desde sus dibujos e ilustraciones para la prensa de los años veinte y treinta -una forma de obtener recursos económicos que le permitiera seguir con su dedicación a la pintura- hasta los proyectos más ambiciosos y personales como Castilla o el emblemático Mercado zamorano de 1934. Un transitar personal por el costumbrismo, simbolismo, surrealismo, espiritualismo y las nuevas formas de expresión surgidas a partir de los años cincuenta con la recuperación de la figuración. En toda su evolución destaca la presencia constante de la figura femenina como elemento central de todas las escenas, especialmente notable en sus autorretratos o cuadros como Mussia y María Dolores, en los que la presencia femenina, por sí sola, es toda una definición estética y ética.

lunes, 8 de julio de 2024

Gordolobos en flor

 


Estos días, las afueras de la ciudad se han llenado de gordolobos en flor, pero este que traigo aquí ha agarrado en una grieta del suelo, pegado a la fachada de un edificio de nueva construcción dentro de la ciudad. De todos los usos del verbasco, me sigue admirando el que produce somnolencia. Se echaba al agua de los ríos para adormecer a los peces y poder cogerlos a mano. Envarbascar es una práctica prohibida por su toxicidad, al menos desde las Partidas de Alfonso X, el Sabio (1255), pero se ha usado de forma tradicional hasta hace poco -quizá aún se use en alguna parte-. Todavía hoy se consumen sus hojas y flores en infusión para enfermedades respiratorias y como calmante. Las romanas usaban la flor para teñirse el cabello de rubio y las hojas aterciopeladas de su roseta se utilizaban para limpiarse en el campo después de aliviarse... También para introducirlas en los zapatos, ayudando a mantener el pie caliente. Será por eso que sonrío al ver un gordolobo conquistar este edificio nuevo en la zona recién urbanizada. Con la lluvia abundante de los meses pasados y las temperaturas últimas, salen yerbas por todos los lugares: alcorques, paseos, jardines, huecos de los edificios, bases de los semáforos y señales de tráfico, vidas perdidas, miradas desorientadas y suspiros de aburrimiento.

domingo, 7 de julio de 2024

Ha fallecido José Antonio Abella

 


El pasado viernes 5 de julio, falleció en Madrid el escritor José Antonio Abella (nacido en Burgos en 1956). Todos aquellos que lo hemos conocido y apreciado, sabemos de su calidad humana y constancia en el afecto. Tuve la fortuna de tratarlo mucho desde que obtuviera el Premio de la Crítica de Castilla y León, del que yo era miembro del jurado, con una novela sobrecogedora, La sonrisa robada (2014). Antes habían llegado Yuda, La esfera de humoUnas pocas palabras verdaderas, Crónicas de Umbroso y La tierra leve. Con este bagaje, resultaba sorprendente oírle contar cómo aquella novela fue rechazada por algunas de las más importantes editoriales españolas. Por esto, hubo de fundar su propia marca, Isla del náufrago. Supongo que también por otra de las razones que le caracterizaban: el cuidado muy atento al resultado final de los libros que entregaba a la imprenta, fuera quien fuera el editor.

Tras La sonrisa robada buscó y encontró editores que comprendieran bien sus textos, puesto que había llegado a la conclusión de que importaba más el cariño con el que se trataba al producto literario y la relación entre editor, autor y lector (con el que siempre fue respetuoso) y que el libro estuviera disponible en el largo plazo y no solo en la campaña fugaz que suele caracterizar los lanzamientos de las editoriales más potentes comercialmente. De ahí llegó el feliz encuentro con la cántabra Ediciones Valnera y la vallisoletana Editorial Páramo: El hombre pez, Trampas de niebla, La Llanura Celeste, Aquel mar que nunca vimos, Agnus diaboli. 

La jubilación como médico, le permitió dedicarse por entero a la escritura, pero también a la escultura (es el autor, entre otras muchas obras, del famoso Diablo de Segovia, que tanta polvareda levanta aún). Todas sus obras nacían de la preocupación por los débiles que sufren las grandes ideologías y sus injusticias, la lucha moral entre el bien y el mal, la necesaria denuncia de los totalitarismos y una cierta ingenuidad optimista por el futuro del ser humano y su capacidad para la bondad.

Alguno de sus títulos más importantes procedían de la experiencia personal, especialmente La sonrisa robada (que parte de las investigación que realizó para completar Edelgard, el diario en el que un amigo, el artista José Fernández Arroyo, contaba un amor epistolar y su extraña aventura a través de una Europa sumida en las consecuencias de la II Guerra Mundial), Aquel mar que nunca vimos (sobre la historia del maestro Antoni Benaiges, asesinado al inicio de la guerra civil en los mismos lugares en los que Abella tuvo su primer encargo como médico décadas después), Agnus diaboli (que parte de los ataques que sufrió desde 2019 como consecuencia de su escultura segoviana sobre el Diablo) y Cáncer imperator (a partir del cáncer que ha terminado con su vida).

En 2023 obtuvo el Premio Ateneo Ciudad de Valladolid, el segundo más antiguo de España tras el Nadal, con El corazón del cíclope.

Ha dejado completamente escritas y preparadas para la imprenta varias obras más, antes de despedirse de la familia y los amigos. Verán la luz en breve. En total, once de sus obras las ha escrito en estos diez últimos años, en una dedicación constante a la escritura, que se acentuó desde que le diagnosticaron su enfermedad en 2021.

No se me ocurre mejor homenaje que seguir leyéndolo. En este blog hemos informado repetidamente de sus novelas y en el club de lectura que aquí dirijo, hemos leído La sonrisa robada y El hombre pez (pinchando sobre los títulos se redirecciona a las entradas que dedicamos a estas novelas, que se recuperan en orden inverso a su publicación), que bien pueden servir de guía de entrada en su literatura para aquellos que quieran conocerlo o de reencuentro para sus lectores habituales.

jueves, 4 de julio de 2024

Pariré centauros

 


No sé si os he dicho que hay un prado en el que vi centauros. Lo atravesaron en carrera feroz hacia el bosquecillo de robles sin prestar atención a nada más que su propio galope, fijos en el retumbar del monte, felices y asesinos.

Cuentan que Nietzsche cayó definitivamente en la locura tras llorar abrazado a un caballo al que fustigaban cruelmente en Turín, en enero de 1889. Pariré centauros, dijo un día: definía así la mezcla de elementos opuestos en su pensamiento, que unía ciencia, arte y filosofía, lo racional y lo pasional.

Entre los centauros que atraviesan el prado, el más joven ríe y se ejercita: sabe que matará a varios de los que ahora juegan con él. Con suerte, llegará a anciano, será sabio y recordará este amanecer glorioso de la sierra al inicio del verano.

martes, 2 de julio de 2024

Rumor de mar en Castilla

 

Los zarzales en flor junto a la acequia. No deja de sorprenderme la persistencia de la infancia en la memoria, los recuerdos de los brazos arañados por las diminutas espinas, las manos hacia las moras más grandes y jugosas, mi perro abriendo los labios para comerlas de las ramas, sin esperar a que yo se las ofrezca en la palma de la mano. Una para mí, otra para él. Me busco ahora la huella de los arañazos. No están, pero los siento. Hay que esperar aún hasta finales de agosto, pero ya llegan, como promesa cierta de estas flores de ahora.

Han florecido las zarzas junto a la acequia como si todo lo ocurrido desde entonces no sea, como cuando maduren las moras y las recoja a puñados para llevárselas a mi madre, que sabrá hacerlas con leche y azúcar. Me siento en el cemento del sifón, con los pies colgando al camino que corta la acequia. Comienza ya el calor, se levanta por unos segundos el aire y cantan las ramas de los chopos, rumor de mar en Castilla.


lunes, 1 de julio de 2024

Clamor por la vida

 



Camino de la sierra,
los centauros miraban
el prado abierto al sol
y al aire del verano.

Era el cielo de azul
clamando por la vida.

Una abubilla busca
la oscuridad antigua
del bosque de castaños:
desde la umbría canta
el rumor del arroyo.

De julio sé decir
el sudor de tu piel
y cuatro cosas más
sin importancia alguna.


© Pedro Ojeda Escudero, Sierra de Béjar, 2024.

domingo, 30 de junio de 2024

Áspero

 


A la hierba que produce esta flor, que va del azul lavanda al lila, le pusieron el nombre de scabiosa. En latín, significa "áspero". Hay quien dice que porque se usaba para curar la sarna y quien lo achaca a l aspecto y textura de su indumento. A fin de cuentas, es familia de los cardos. Es curioso el número de utilidades de los cardos y la belleza de sus flores (de las más hermosas) y cómo tomamos solo su aspereza para despreciarlos. Qué facilidad para despreciar lo que más nos sirve y cómo apreciamos lo que nos es inútil y hasta perjudicial. Cuánto estropicio cuando nos queremos dar cuenta. Así todo.

jueves, 27 de junio de 2024

Nada quedará de nosotros: gocemos

 


Nada quedará de nosotros: gocemos.

No hay mayor mentira que la autobiográfica. La biografía es interesada mentira ajena.

¿Dónde quedará dentro de cien años todo lo que hiciste en beneficio propio?

Las ciudades solo existen en el recuerdo.

El mundo revive cuando lo abandonamos.

En mi barrio, a las afueras de la ciudad, los chavales construimos ciudades enteras en verano con trazados urbanos más firmes que el de muchas vidas célebres.

El peligro de entrar en un edificio en ruinas y reconocerte.

miércoles, 26 de junio de 2024

Ava Gadner contempla el Misisipi y suena una canción

 


Dicen que las magnolias son anteriores a las abejas y que la singularidad de sus flores se debe a que buscaban la polinización por un tipo de escarabajos. Sea como sea, ahí está esta abeja castellana, ignorando que entra en una casa que no es suya, como los que se cuelan en el banquete de una boda afirmando que vienen de parte del novio o de la novia, según cuadre; como cuando Ava Gadner se coló en Magnolia (1951), la tercera versión cinematográfica del musical Show Boat. Era tan extraña en aquella película que decidieron prescindir de su voz en las canciones, pero qué importa. Recuerdo o imagino que Ava lleva un traje de cintura imposible y una sombrilla de tela y que un vapor de ruedas de paletas surca el Misisipi mientras alguien canta Ol´ Man River. El vapor Cottom Blossom, con su teatro, suelta amarras. Siempre que escucho la palabra magnolia imagino a Julie LaVerne mirando el río, los ojos verdes de Ava hacia el atardecer de la corriente.

martes, 25 de junio de 2024

Como si no hubiéramos aprendido la historia. Bajo los tilos.

 



Las catalpas y los tilos han florecido. Aquellas con la elegancia de un mundo decadente y lejano, estos con la exuberante presencia de su aroma. Bajo la catalpa en flor, pasa siempre Scarlett, la niña O´Hara, con su sombrilla, soñando jardines y reuniones de sociedad. Bajo el tilo en flor, resuenan miradas enloquecidas como besos. A diferencia de la infusión que se hace con sus flores y hojas, los besos bajo un tilo florecido llevan a otros besos sin final, besos de verano eternos que ignoran septiembre.

Comienzo este verano como quien se asoma al abismo desde la azotea de un rascacielos para ver pasar el tiempo, bajo el asombro de las cosas y del empecinamiento del ser humano por repetir la historia, como si no se la hubiera aprendido.

lunes, 24 de junio de 2024

Así amanece el día

 


Así amanece el día, tocado por la fragilidad de la luz. Sobre la ciudad, que contiene el aliento ante el prodigio. Con lentitud de amor, sobre las calles se va imponiendo la claridad. Desde aquí lo contemplo, sin atreverme casi a respirar o hacer ruido al moverme, al sujetar la taza del desayuno. Sin apresurarse, la vida. Solo hay que mirarla, antes de salir al mundo. Decir: yo estuve allí cuando nació.

Cerca de casa, se urbaniza un barrio nuevo surgido en un terreno en donde antes había cuarteles militares. En alguno de los solares todavía sin obras, la maleza. Del latín malitia, maldad, abundancia de malas hierbas, pero en la maleza hay gordolobos, cebada salvaje, malvas, avena, dientes de león, margaritas, alfalfa, mostaza... Muchas de ellas ahora en flor. Azules, amarillos, púrpuras, rosas, blancos.

Al tomar el café de media mañana en la terraza del bar, un gorrión macho. Se posa en la mesa, me mira, cabecea, salta, picotea unas migas del bizcocho que me han dado con la consumición. Un breve vuelo y se posa en el respaldo de silla que tengo enfrente. Otro y regresa a la mesa, casi se me posa en la mano. Después de unos segundos, vuela al árbol cercano y pía desde allí. Quizá no sepa interpretar su canto y me llame.