En un espeto de sardinas está quien las asa y la leña usada, la arena de la playa, el marinero que las pesca, el mar entero y así la primera gota de agua de este planeta, pero también tu cuerpo pantera y rompiente moviéndose en la noche entre las barcas hoguera para que yo te viera y no te viera. Tenías algo salvaje cuando te erizabas en el enfado: ojos de uñas y piel tensa. Arriba, un mar de estrellas mediterráneo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario