Con las lluvias de mayo, en la ciudad brotan las estatuas. Esta de un fraile anónimo, con cara de alunado ceñudo, ha germinado al lado del Puente de Malatos. Apareció de pronto, con una de sus recias manos sujetando, como si fuera un arma, una herramienta de constructor.
No sé quién es este fraile cantero, no sé qué hace allí, no sé quién lo plantó. Me lo encontré de frente un día, paseando junto a este río. Su mirada surge casi como amenaza enloquecida. Se me ocurrió que quizá fuera un maestro constructor de la catedral, molesto con la forma de maltratar la ciudad de sus sucesores.
Quizá, por eso, su lugar no está bien elegido y debería situarse, con esa mirada, frente a los grandes palacios de los responsables.
Quizá, por eso, su lugar no está bien elegido y debería situarse, con esa mirada, frente a los grandes palacios de los responsables.
O quizá, dado que mira hacia los que entramos en la ciudad por este puente, se nos enfrente retador como un fraile negro, receptáculo de las almas de los que han destruido la ciudad, y nos interrogue cruelmente como una esfinge, exigiéndonos abandonar toda esperanza de ser más libres y ciudadanos.
3 comentarios:
son como las setas ..crecen despues de las lluvias..
están creciendo por todos sitios.. espero que después pongan algún cartelito para saber quien , que es o porque han APArecido..
que no me parece nada mal es oque de vez en cuando nos crezcan estos elementos decorativos por la ciudad
por la pinta, el autor debe ser el mismo que el del Perro Perdiguero
Burgales pero......
Trupmanías: efectivamente, nos falta el cartel, pero no sobra la estatua. Yo la hubiera emplazado en otro lugar, allí no la veo. El puente debe lucir por sí mismo. Está bien lo de las estuatuas, pero a veces son innecesarias, están mal situadas o son demasiadas.
Muy bueno, anónimo. Indagaré con cuidado (no me vaya a morder).
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