Alguien ha llenado el barrio de mariposas. Mariposas de papel blanco y fino, recortadas. Están en las aceras, en los alcorques, en la hierba de los jardines, sobre los bancos de madera. Mariposas delicadas que desaparecerán en unos días. Sonriendo, he recogido algunas y las he cargado en mis manos, tan leves son que apenas parecía que cargara el aire que mueven sus alas. Recordándolas ahora, me parecen producto de un sueño o de una alucinación. Quizá cuando baje a la calle mañana ya hayan marchado hacia tierras más cálidas.
En la frutería que regenta el peruano, la frutería mejor ordenada y limpia que he visto jamás, he comprado cerezas. Sé que no son de aquí -hay que esperar a mayo-, pero ya están aquí aunque no deberían estar aquí, así que ya son de aquí, no de este país, de mi barrio. Son cerezas dulces y carnosas -a mí me gustan más con un punto de acidez, tirando a guindas-. He comprado medio quilo, para quitarme el ansión que me han provocado. Al ponerlas en un plato he sentido que en algún sitio del mundo ya es primavera avanzada y que pronto llegará el verano. Es el sabor que he recibido al comerme el primer puñado.
No he podido tomarme el café en el bar de la esquina. Ha cerrado. La puerta está cubierta de hojas de periódico y un cartel escrito a mano pide disculpas. No se despiden para siempre, pero yo sé que si vuelve a abrir será con otra gerencia. Me he sentido huérfano y no he podido dejar de pensar en quienes lo llevaban hasta ahora. Como a esas personas que han sido importantes en un momento de tu vida y se marchan en silencio, les he deseado suerte en la vida.
5 comentarios:
Hace unos días vi unas hermosísimas y de un color fantástico pero a precio prohibitivo, me quedé con las ganas, el tendero ya sabia lo que tenia, solo era un puñado.
Otra de esas joyas frutales que me llevan más al pasado que al presente. A subir al árbol de niño y cogerlas y devorarlas allí mismo. Ah, las había rojas y blancas en unos árboles u otros.
Me gusta ver escrita la palabara quilo, como me gusta la palabra quiosco.
Vaya, veo que tu párrafo final tiene algo que ver con lo que yo he escrito hoy sobre las pérdidas de amigos.
Las cerezas son mi fruta preferida. Creo que hace unos días me he comprado unas poquitas para saborearlas, aunque su sabor no sea el mismo que tienen cuando es su tiempo. El precio prohibitivo y sé que ha sido solo un capricho.
Besos
La fruta y los colores nos llegan de más allá del mar, de lugares que el sol ya se ha apresurado, es un goce poder disfrutar de estas delicias y saber esperar unos nuevos vecinos que regentarán el bar, seguro que te servirán un café muy bueno y aromático.
Salud,
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