lunes, 7 de octubre de 2024

Después de la lluvia

 


Hay quien deja una despedida en este tinglado virtual, algo que se publicará cuando ya no esté. Si no se muere, va postergando el día de su publicación. Me imagino ese momento en el que se acerca el día, quizá la hora, en la que saldrá publicado el escrito y a su autor decidiendo retrasar la fecha porque no se ha muerto. ¿Esperará hasta el último minuto por si acaso sucede lo inevitable? Qué hacer si no se llega a tiempo, si cualquier cosa le impide retrasar la publicación: darse por muerto, publicar una nota de explicación (¡No me he muerto!), qué hacer. Y qué escribir en ese texto que deberá publicarse después de nuestro fallecimiento: una despedida solemne con una frase lapidaria, una lista de agravios y venganzas, una confesión. Quizá solo un adiós. Con lo elegante que es irse en silencio.

El derrumbe de una casa suele empezar con la mirada de quien se marcha de ella.

Después de la lluvia de estos días, hay un extraño silencio en la casa que anuncia que la tormenta no ha terminado.

Recuerdo una tarde de verano en la que los niños del barrio jugábamos a introducir la cabeza en una pila de agua. Alguien contaba para certificar la resistencia de cada uno. Luego nos tendíamos en la hierba para que el sol nos secara. Hace tanto de aquello.

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