domingo, 28 de abril de 2024

Tierra de Campos infinitamente

 


Los días se suceden y abril, el mes más cruel, llega a su final sin terminar de hacerse. Ya casi es mayo. Las lilas han brotado con fuerza esta temporada, pero aún no se han cubierto las praderas de amapolas como en mi infancia, cuando salpicaba rojo el campo. Unas cosas han salido bien, otras no; de la mayoría ya no me acuerdo, en la sepultura eficaz de la desmemoria. Debe ser así la vida que toca, quizá urge anotar en los márgenes alguna glosa de lo importante. Por ejemplo, es abril aún: ha llovido mucho, pero no lo suficiente; el campo de esta tierra es un puzle de cereal y soja, verde oleando y amarillo soberbio; hay charcas en la tierra arcillosa y algunos tapiales de adobe se han caído; hay un ruido constante en las ciudades -un ruido de amenaza- y se muere en las guerras, en las que sabemos y en las que ignoramos. Aquel palomar que recordaba, el que está frente al cementerio, no se ha hundido todavía. Los días se agrandan y las noches se achican. El otro día fui por la llanada que va desde Palencia hasta Rioseco: una oda a la belleza, tan perfecta que sobrecoge sea cual sea la estación del año. Allí no hay forma de encubrir la verdad. Se perfila, a lo lejos, el imponente castillo de Montealegre, Tierra de Campos infinitamente. Por el camino, pueblos sin pueblo ya, pero qué sutileza de sonata los verdes del cereal y los azules del cielo. Aquí y allá, las filas de chopos en los ríos y arroyos, corona alta de cardos en las cunetas y malvas en las solanas. Ya lo sabemos, se despide abril, cruel y descorazonado. En la cartera llevo una esperanza de otoño, con miedo a perderla. Tan delicada es, que de vez en cuando me palpo el corazón para comprobar que todavía sigue ahí.

9 comentarios:

Literatura y tercer milenio dijo...

Gratifica tu abril; tu paisaje rescatado de la desmemoria. Qué importa que ya no sea otoño si por puro amor compartes un trocito.

Emilio Manuel dijo...

Aunque no ha llovido al gusto de muchos, los suelos al menos se han humedecido algo, para mi lo suficiente para traerme una primavera desastrosa con la alergia al olivo.

La seña Carmen dijo...

Sencillamente perfecto, refrán incluido :-).

Sor Austringiliana dijo...

Tus palabras nos llevan junto a un mar de olas amarillas y verdes con un faro de adobe. Me gusta leer aquí la palabra esperanza, en un día de abril vil, de Santa Catalina de Siena, una santa antipatica. Que siga ahí la esperanza de otoño.
Besos, Pedro.

Sor Austringiliana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luis Antonio dijo...

El título de la entrada me traslada mentalmente a la época escolar cuando estudiábamos las comarcas de las distintas regiones, hoy comunidades.
Saludos cordiales

Fackel dijo...

Mi padre tenía querencia a la comarca de la que procedía, pero nunca se manifestó bucólico y nada poeta; se ve que los tiempos duros que le tocó vivir no le proporcionó contemplaciones, si quería él y la familia salir adelante.

Tierra de Campos se presta, y más en estas fechas, a admirar ciertas plasticidades, y lo reflejas en tu escrito muy bien. Socialmente...es otro tema.

São dijo...

Adoro a foto que tão bem ilustra o teu belo texto.

Lamento que, para ti, Abril seja o mês mais cruel quando para mim é o da liberdade e da democracia...

Fuerte abrazo, amigo mio, feliz Mayo.

Campurriana dijo...

Bellísimo homenaje a mi tierra de campos de Castilla. Me trae recuerdos de infancia. La naturaleza ruda, bellísima, solitaria. De solitaria belleza.
Me ha encantado, Pedro. Escribo esto mientras viaje a esos rincones de mis abuelos. Trabajadores de la tierra y arrancando los días del calendario con la única pretensión de sobrevivir. Digna pretensión.