martes, 5 de julio de 2022

A pie de obra

 

Las grandes ideologías y creencias que han causado tanto sufrimiento en el pasado son tozudas y regresan. Se visten a la moda, han aprendido a cambiar el significado de las palabras y las actitudes que las derrotaron en el pasado y las doblegan para desnaturalizarlas, se apropian de los conceptos y aparecen en la plaza pública como si fueran otras. Siempre están ahí, dispuestas, preparadas ante momentos de incertidumbre y desconcierto, esas épocas en las que la mente colectiva necesita refugio fácil porque teme.

Pertenezco a una época que construyó una salida diferente. Ante el mundo crispado que había salido de un siglo de excesos nacionalistas, neocolonialismo criminal, un despiadado capitalismo y el error histórico que manchó las manos de sangre con el comunismo como reacción a todo ello. Se habían pervertido todas las palabras. Las grandes potencias esclavizaron el mundo y lo pusieron a su servicio justificando los crímenes en aras de un progreso que no consistía más que en el enriquecimiento de los menos frente al resto. Las naciones de ciudadanos que habían sido necesarias para salir del oprobio del Antiguo Régimen, se convirtieron en nidos de nacionalismos supremacistas. Surgieron los fascismos, el nazismo, el estalinismo, el mal como razón de estado. Se pervirtió también la lucha por los derechos de los desfavorecidos. Llegaron las guerras y el mundo se dividió en dos bloques cuya existencia dependía del contrario porque estas ideas y creencias necesitan la confrontación permanente, el victimismo y la falsificación histórica. En los años sesenta del pasado siglo surgió la posibilidad de construir una nueva forma de mirar el mundo que se saliera de ese enfrentamiento. Triunfó unas décadas después, pero en aquel triunfo estaba escrito su fracaso posterior. En aquellos años fuimos mejores y en ellos se encuentra la lección que debemos aprender: la posibilidad de convivencia con el respeto al otro, construir un mundo plural y solidario en el que las grandes áreas del mundo desfavorecidas puedan mejorar a partir de un progreso sostenible y cohesionado. Sin embargo, ahí estaban aquellas ideologías y creencias de antes, las que provocaron más de un siglo de destrucción. Han tomado de nuevo la palabra el fanatismo religioso, los nacionalismos supremacistas, el racismo, la xenofobia, el capitalismo sin control, el egoísmo humano, el mal. Son muchos los que los abrazan por miedo.

El miedo es pegajoso cuando se extiende. Basta una mentira burda para propagarlo. Siempre habrá un momento en el que nuestra mente esté predispuesta ante la reiteración interesada, sesgada y manipulada de las noticias. Después es muy difícil salir de su oscuridad, especialmente en una época en la que nada parece funcionar, nada parece ir como debiera. Es entonces cuando encontramos la sociedad de estas ideologías y creencias. Es el producto que quieren que compremos. Vienen tiempos difíciles para aquellos que nos negamos a abrazarlas. Nos han hecho creer que somos minoría.

7 comentarios:

La seña Carmen dijo...

Un gusto encontrarte otra vez en el tajo.

Emilio Manuel dijo...

Basta que nombren la palabra "libertad" para que se crean lo que viene después, si se pararan a pensar en ello verían que es lo contrario pero eso se llama reflexión y no nos lo enseñaron en la escuela.

Saludos

Sor Austringiliana dijo...

Se pueden vestir de seda pero lo de la mona lo sabemos. Y no sé si hay mucha confusión o mucha ignorancia. Manipulación mucha. El discurso del odio sale al encuentro en cualquier esquina, un odio baboso y analfabeto, incluso en gente que ha ido o va a la universidad. Gracias por tu reflexión, Pedro.

Atilano Sevillano dijo...

Un placer, Pedro, poder leer estos pensamientos o reflexiones en "La acequia".

Francesc Cornadó dijo...

El siglo XX fue el siglo del dolor, de atrocidades tremendas, de las grandes guerras y de la muerte. Los nacionalistas supremacistas fueron culpables de gran parte de aquellas víctimas, los muertos fueron enterrados, pero la semilla, el huevo de la serpiente del supremacismo quedó y ahora vemos como eclosiona. Es muy difícil acabar con esta lacra, con el fanatismo, con la xenofobia, con la desmesura del capitalismo. Ahora el miedo hace que nos armemos hasta los dientes, que sigamos el consejo de los clásicos: si quieres la paz prepárate para la guerra. Pagaremos las consecuencias.
Salud
Francesc Cornadó

São dijo...

Uma reflexão lúcida, correctissima e que , se me permites, assino por baixo.


Infelizmente , a História repete-se - ao contrário do que inexplicavelmente se afirma por aí.

Os tempos estão sombrios para quem pensa por si e tenta manter alguma clareza de pensamento e preservar valores.

Fuerte abrazo, querido amigo .

Ele Bergón dijo...

Me gusta mucho esta mirada tan certera y verosímil que nos dejas sobre la historia de años ya pasados, pero que tanta repercusión tiene, en nuestro presente.

¡Qué gran arma es ese dichoso miedo que con frecuencia nos deja paralizados, mientras los poderosos, se aprovechan de nosotros, porque nos quieren serviles!

Besos