Desde hace unos días, está la zarzamora en flor, ofrecida a la luz y los insectos. Paso junto a ella en silencio recogido, como si cualquier ruido -una rama seca que se rompe al pisarla- fuera a interrumpir la vida para siempre. Desde hoy me declaro en espera. En unas semanas, al final del verano, recogeré las moras, una a una. En la boca, condensarán el tiempo del verano y anunciarán ya el otoño.
Recogerlas, seleccionándolas por su madurez, evitando los pinchos de la planta, llevarse a casa un buen puñado para echarlas en leche y azúcar, en su justa medida para que no oculte del todo el agrio leve de la fruta, como el agridulce recuento de un día.
Las manos, con algún arañazo. El corazón.
10 comentarios:
Construimos y deconstruimos la vida, con sus dulzores y sus inevitables pinchos. Qué flor más hermosa y qué alegría encontrarte por aquí.
Magnífico y delicado texto, querido Pedro. Con sabor a mora. Abrazos.
Siempre las he tomado al natural, arrancando y comiendo sobre la marcha.
Saludos
Bendita zarzamora que te ha hecho volver. Maravilloso retrato de interior con sabor a mi infancia.
Un fuerte abrazo, Pedro.
El tiempo es circular, pero no coincidente y esas flores similares a las de otros años, pero no las mismas, volverán a dar sus frutos, al igual que las personas que con el paso del tiempo, volveremos a nuestras rutinas de siempre, pero cada minuto o segundo, ya será distinto, ya sabes que el río puede pasar por su mismo cauce, pero con distinta agua.
(No sé el porqué se me ha quitado tu enlace en mi blog, que me parece anda un poco descolocado).
Besos
La naturaleza siempre nos sorprende con su belleza.
Qué bueno verte por aquí.
Besos
Qué envidia me dan los que tienen este tipo de posibilidades.
Suerte,
J.
Un abrazo de mora, Pedro. En Asturias aún no he visto la flor.
Esta tarde, dentro de una hora, voy a plantar berenjenas, pero no sabré sacarle el partido que tú le sacas a una zarzamora.
Cuida que el corazón no conozca arañazos o, al menos, no se deje lacerar en exceso por ellos.
Las moras me traen recuerdos entrañables, aunque yo era de las de comer in situ. Eres afortunado de tener la naturaleza tan próxima.
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