Hay niños enterrados en el bosque
con las manos cerradas. La luz llega,
en larga y lenta sombra, y acaricia
con el rumor marino de los chopos
el metro y medio exacto de sus fosas.
Cuando anochece, todos están ahí,
jugando al escondite de la historia.
En sus puños conservan el rumor
de los frescos arroyos del verano
y el nombre de sus madres, que los llaman
© Pedro Ojeda Escudero (2021)
8 comentarios:
Muy buen texto, felicitaciones
¿Son nomos confundidos por niños?.
Inquietante, desasosegante...
Ahí quedaron nuestros juguetes rotos.
Cuánta tristeza dan esos juguetes abandonados en medio de la basura y la hojarasca!...y tus versos brotan en justa medida. Un abrazo
Un bello poema otoñal ya.
Gostei, mas inquieta...
Besos y buen finde, querido amigo
¡Qué tristeza del paisaje en tus palabras!
Juguetes ya sin vida, como las hojas de este otoño que ha venido.
Besos
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